Complacido con su luna, Dimitri besa sus labios con ternura manteniendo ese brillo audaz en la mirada; luego sonríe con malicia al alejarse un poco de ella.

—Te amo, Amy.

Sus palabras la electrificaron tanto que se quedó inmóvil en donde estaba, observo esos ojos plateados brillar más de la cuenta y entendió que estaba metida en serios problemas con ese lobo.

Luego de eso, diviso como él salto por la ventana lo que la hace dar un paso hacia la misma para observar como Dimitri se transforma en un enorme lobo marrón bastante musculoso, echa la vista hacia arriba y en ese instante ambos conectan.

Dimitri baja un poco las orejas y afina la mirada al verla, luego sacude el hocico y sale corriendo al interior del bosque. Ella no lo pierde de vista hasta que se oculta entre los pinos.

—Joder, estoy enamorada de un lobo salvaje —musita mirando taciturna por la ventana.

Ahora que se daba cuenta de sus sentimientos, el hormigueo, los nervios, todos los vellos de su cuerpo reaccionaban ante él,