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Capitulo 3. Visita su cuarto

Esa noche desde su ventana podía ver las luces en aquella mansión que le llamaba tanto la atención, Amy no lograba conciliar el sueño, era su primera noche en ese internado. Todavía no había visto a la primera chica puesto que luego de entrar en el colegio se refugió en su habitación.

Seguía sin gustarle ese colegio, tenía un aura muy sospechosa. No se le negaba lo moderno que era, pero no le agradaba cierta cosa para empezar con el dueño.

La joven suelta un suspiro mientras sigue observando por la ventana, afuera todo estaba tan solitario y silencioso. Aunque no se atrevió a abrir la ventana, aunque no supo porque razón si nadie podría subir un tercer piso por una pared plana.

Niega y luego vuelve a la cama, le pareció cómoda; aunque no era su cama, ni su casa. Extrañaba mucho sus cosas, sin embargo logro traer algunas pertenencias que la hiciera sentir como en casa, pero no era suficiente.

Mira el uniforme colgado de la puerta, el que debía usar al siguiente día, no era de mal gusto, pero era como llevar la ropa de una prisión.

Aquella falda verde de cuadros y esa camisa blanca de manga larga. Amy se da la vuelta en la cama para apreciar las fotografías que había pegado de sus padres en la pared. Sonríe un poco, al menos los vería siempre que se acostara.

—Los extraño mucho —dice, para luego apagar la luz de la lámpara.

[…]

Desde su alcoba tenía una visión al cuarto de su luna, Dimitri bebe un poco de vino al verla parada en la ventana husmeando hasta su propiedad. Se preguntó si ya sabía que esa era su casa.

Llevaba mucho rato viendo por la ventana, y era obvio que estaba viendo hacia sus dominios. Aparte de ser una rebelde era muy curiosa. El castaño detalla sus facciones, aun cuando estaban bastante lejos la podía ver perfectamente.

Hasta que se alejó de la ventana  y segundos después apago la luz, ese era el momento de apartarse de allí.

Era bastante difícil mantener quieto a su lobo, cuando llego a él ese aroma que tanto había estado esperando enloqueció. Estaba en casa cuando olio ese requisito aroma a jazmín, recordó ponerse en pie rápidamente sintiendo que su corazón se volvía frenético.

Unos segundos después el aroma de su luna le llego desde el colegio y eso sí que lo extraño, nunca había recibido ese aroma en su vida, y de un momento a otro lo percibió eso significaba que la nueva integrante que iban a recibir ese día era su luna.

Cualquier otro lobo se hubiera extraño mucho de saber que su luna era una humana, pero para esos tiempos era prácticamente normal. Muchos lobos se mezclaban con lunas humanas y él cómo alfa líder sospecho que tendría el mismo destino que sus compañeros.

Pero jamás se imaginó que esta fuese tan solo una niña, él era el lobo de 500 años en vida lobuna ya había dejado de ser un cachorro. Y en apariencia física se veía como un tipo de unos 40 años.

Quizás a vista de muchos sería considerado como un pervertido por desear a una chica de edad muy corta. Pero que se le hacía, la diosa de la luna tenía sus trucos y si esa joven era su luna la iba a ser suya.

Esa tarde no perdió el tiempo para llegar al colegio y seguirla a todas partes, solo necesitaba un momento a solas con ella, para detallarla mejor, hablar con ella y saber más de su persona. Cuando la vio sentarse en el jardín supo que era su oportunidad para conversar con ella.

Su olor a jazmín lo estaba obsesionando, pero más ofuscado quedo cuando miró sus ojos azules. Era toda una belleza, tan hermosa como una rosa recién abriendo sus pétalos. Ella no se imaginó lo que tuvo que hacer para contenerse.

El CEO recuerda bebiendo un poco más de vino. Ese encuentro fue el mejor de su vida, y jamás olvidaría la manera en la que Amy lo observo, esos ojos tan llenos de inocencia fue como un detonante para su libido.

—Sin duda alguna me ha atrapado esa chica de ojos azules.

Se tumba en la cama y mira el techo abovedado de su cuarto, luego muerde sus labios y frunce la mirada. Dimitri se pone en pie de nuevo y vuelve a ver a la recámara de ella. Sonríe y abre de par en par la puerta de su balcón.

Se quita el saco y los zapatos y se sube a la baranda del balcón y termina por saltar desde el mismo, al tocar la grama verde empieza a correr hacia el colegio y a medida que aceleraba se transformó en un enorme lobo marrón de ojos grises.

Dimitri corrió a toda prisa hasta quedar debajo de la ventana de su luna, eleva la mirada y sin miedo a ser descubierto puesto que nadie a esa hora solía salir de sus hogares, el lobo se transformó en humano y comenzó a subir con gran agilidad la pared.

Para su suerte era de bloques rojos sobresalientes así que tenía como escalar sin problemas. Al llegar a la ventana de ella, con mucho cuidado la abre y entra en su cuarto. Estaba completamente desnudo, pero eso para él no era problema.

No obstante, para ella si lo seria si llegase a despertarse.

Observa a su luna dormir y osa por acercarse a ella, aspira su olor impregnándose de ella. Dimitri saborea sus labios, pero sabe que no es momento para hacerle saber a ella de su existencia. De por sí ya le tenía miedo, no se quería ni imaginar cómo iba a reaccionar el día que le confesara la verdad de su naturaleza. Porque eso tenía que suceder, quisiera o no.

—Eres tan hermosa —susurra, justo cuando ella gira el rostro y queda muy junto al suyo.

El CEO mira sus labios rojos y supo entonces que no se los pintaba. Eran naturales, luego ve aquellas facciones de niña y lo único que le provocaba era morderla y dejar su marca en su piel para que ningún otro lobo intente nada con ella.

Pero sabía que no podía hacerlo, se acerca a sus labios e intenta robarle un beso, luego cierra los ojos y recuerda que todavía era una niña. Los lobos también tenían reglas que cumplir, y aunque él fuese el alfa de todos no podía besar a su luna hasta que cumpliese la mayoría de edad.

—Solo hasta que cumplas los 18 años, esperare un poco más para probar esos labios…

Faltaba muy poco para ello, así que sería paciente con ella. Actuaba como un cachorro de lobo inmaduro, pero imagino que se debía a que su luna le producía esa sensación de desespero y ansiedad.

Eran 500 años sin ella, no había sido una vida fácil de llevar estando solo.

Dimitri se incorpora, suelta el aliento y se encamina hasta la ventana. La abre nuevamente, le echa un vistazo a su luna y luego salta por la misma, al caer en el suelo corre hasta los arbustos y se transforma en lobo.

A varios kilómetros de su casa y del colegio un bosque aguarda por él, los lobos solían reunirse por la noche que era cuando el mundo humano dormía. Nadie sabía de su existencia, dado que nos se dejaban ver con el mundo exterior,  los humanos no lo tomarían nada bien.

Desde luego que muchos sospechaban que el bosque mantenía oculto, algo peligroso para ellos, por esa razón los humanos no frecuentaban el mismo, y pocos eran los que salían por las noches.

Dimitri corrió tan rápido como pudo por el bosque hasta llegar al centro del mismo, algunos lobos llegaron al mismo tiempo que él y otro ya estaban allí.

—Mi alfa —lo saludan otros lobos un poco más pequeños que él.

—Ha cambiado algo en ti, puedo sentirlo —le dice su beta.

Ellos eran una manada que había sobrevivido con el paso del tiempo, guerras y mucha muerte. Terminaron arribando a Ascot una localidad de Inglaterra. Les pareció cómoda y agradable, y allí fundaron sus vidas manteniendo en secreto su naturaleza. Con el paso del tiempo los humanos fueron invadiendo sus dominios y ellos optaron por aceptarlos.

Sin embargo, todavía quedaban lobos que no les gustaba emparejarse con humanos, sino con otros lobos. Pero otros, otros si formaron familia con humanos y sus hogares no estaban muy lejos del bosque.

Siempre se reunían en el bosque puesto que no podían mantener encerrados a sus lobos para siempre. Su naturaleza era esa, no la podían evitar.

—Mi luna ha aparecido.

—Eso es una buena noticia, ¿se lo notificaste al consejo de anciano?

Ese era otro problema que tenía Dimitri, el consejo de anciano estaba conformado por tres ancianos que vivían en lo más profundo del bosque, eran lobos que no se mezclaban por nada del mundo con humanos, pero aceptaban que los demás lo hicieran.

Dimitri tuvo que pelear mucho por lograr que ellos aceptaran, todavía recordaba cuando tuvo que quitarle la vida al cuarto de ellos por querer asesinar a una humana por haberse enamorado de uno de la manada.

El alfa creyó que tres ancianos eran suficiente para conformar el consejo.

Sin embargo, los ancianos esperaban fielmente que su luna no fuese humana. Para él deseaban a una loba de sangre pura que pudiera engendrar cachorros sin problemas de que murieran en el transcurso de gestación.

Muchos cachorros habían muerto por la desdicha de que sus madres eran humanas, eran pocos los que sobrevivían. Y era una lástima, puesto que todos deseaban que la manada creciera.

—Aún no se los digo, ella ha aparecido hoy. No he podido hablar con ella todavía.

—¿Es humana? —los demás lobos presentes los miraron a ambos esperando la respuesta.

—Sí, lo es. Y tan solo es una niña.

—¿Una niña humana? ¿Estás seguro de eso?

—Completamente seguro.

—A ellos no les agradara eso. Esperaban a una loba como esposa del alfa. Hasta sabes que la hija de Lester estaba siendo preparada para ti en caso de que este año pasara y tu luna no apareciera.

—A mí no me interesa Tania, yo quiero es a mi luna.

Su beta sacude el hocico.

—Pero es una niña, ellos no esperaran tanto tiempo hasta que se haga adulta. Sabes que no la puedes tocar.

—Se volverá mayor de edad en pocos días.

Laín rodea a su alfa mientras piensa las posibilidades de que la luna de su alfa sea aceptada.

—Te apoyare contra todo, lo sabes.

 —Lo sé, pero soy el alfa de esta manada. Y esos ancianos no pueden hacer nada contra mis decisiones. Si me los gano de enemigos no me importa, esa luna es mía aun cuando sea prohibida.

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