Dimitri observó el encuentro que tuvo su luna con aquel muchacho y eso lo hizo enfurecer, sus dientes chirriaban y su sangre hervía, su lobo interno estaba a un paso de salir a la luz. Desde el otro lado de la cancha pudo ver claramente como esos dos rozaron sus manos.
No toleraba que otro hombre la tocara, eso no pensaba permitirlo. Aunque su internado fuese mixto no permitía ese tipo de comportamientos entre las chicas y los chicos, por esa razón los dormitorios de los jóvenes estaban en el ala oeste, bastante retirado de las habitaciones de las chicas.
No obstante, no podía evitar que ellos no tuvieran ese tipo de encuentros de esa índole en cualquier parte de la escuela. Sin embargo, Amy era su luna, era suya y no estaba dispuesto a permitir que nadie se robara su corazón.
Dimitri siguió observando a los jóvenes hasta que se adentraron en su salón, bueno, todos lo hicieron. Él comenzó a caminar con pasos firmes, rodeando la cancha pareciendo apacible. Pasaba salón tras salón hasta detenerse delante del aula donde se encontraba su luna.
Su olor era tan fuerte y penetrante que le costaba un mundo poder contenerse, cierra los ojos y aprieta la mandíbula. Su boca se hacía agua de imaginar tenerla cerca una vez más, cuando cerró los ojos podía ver en sus pensamientos la piel terciopelo de su cuello, subió un poco más arriba hasta llegar a esos labios rojos naturales.
Dimitri podía verla a través de sus pensamientos, era un don que solo podía lograr obtener un lobo prendado de su luna. En ese momento ella mordía un poco su labio inferior lo que incremento sus ganas de morderla.
Luego abre los ojos muy lentamente y empieza a soltar el aire contenido. Dimitri relame sus labios y toca la puerta del salón. Ajusta su traje y espera a que le abran.
—Señor McBride, ¡que sorpresa! —dice la profesora pareciendo inquieta.
—Buenos días, ¿puedo entrar? —la mujer abre los ojos enormes, pero aun así se hace a un lado —. Buenos días jóvenes estudiantes —saluda quedando frente a todos los alumnos.
Todos guardan silencio, para ellos era muy extraño que el dueño del internado visitara un salón por la mañana. Nunca lo hacía, y si estaba allí significaba una cosa, muchos problemas.
Jena y Lina se mirar asustadas, luego vuelven la vista al frente actuando de manera natural. Pero por dentro morían del miedo.
Mientras que Dimitri posaba disimuladamente sus ojos grises en una sola persona.
—Veo que hay una nueva integrante en su grupo, profesora.
Amy temblaba en su asiento, por desgracia se había sentado de segunda y tenía la mirada de ese hombre puesta en ella. No entendía porque la ponía tan temerosa, la presencia de ese señor era tan inquietante, traga saliva y no dice una sola palabra.
Tampoco podía, su voz estaba atorada en su garganta. Le volvía a suceder lo mismo que cuando lo conoció.
—Sí, ella es nueva, se integró hoy a la clase. Señorita Grey, por favor póngase en pie. El señor es el dueño del internado, es el señor McBride Dimitri.
La pelinegra se queda paralizada en su asiento, ni dice una palabra, ni mucho menos se pone en pie. Únicamente se limita a ver aquellos ojos grises tan intimidantes.
—¿Señorita Grey? —insiste la profesora sacándola de su estupefacción, y termina por ponerse en pie con torpeza.
—Disculpe señor…
—Bienvenida, espero que el colegio sea de su agrado y su estancia en el mismo.
—Si —susurra a duras penas.
Dimitri muestra una sonrisa neutra y luego retira la mirada, llevándola a donde estaba Jena.
—Señorita Risis… Le voy agradecer que no ronde los pasillos cuando ya todo el mundo se ha acostado, usted y su compañera Almeda no deberían salir de sus habitaciones luego de que las luces se apaguen. ¿Eso queda claro?
—Sí señor, muy claro… —responde rápido.
—Bien. Porque no le daré una segunda oportunidad, la próxima, será la señora Irina quien venga a visitarla.
Él regresa la vista hacia Amy dedicándole una última mirada, seguidamente se da la vuelta y sale del salón.
Amy suelta el aliento contenido en sus pulmones y logra tragar saliva. Mira un tanto borroso su cuaderno, estar cerca de ese hombre la descolocaba un poco, era extraño, pero se sentía asustada y… como atraída a la vez.
¿Qué demonios significaba eso?
Frunce la mirada mientras observa su propia escritura en el cuaderno, no entendía que le estaba pasando. Tenía que ser la vibra de ese colegio que la ponía así.
—¿Estas bien? —susurran a su lado lo que la hace voltear rápido.
—Sí, estoy bien.
—Él nunca viene a los salones, es muy extraño que viniera a regañar a Jena en plena clase.
Amy asiente al escuchar la explicación de Esteban. Regresa la vista al frente y trata de olvidar lo que paso y concentrarse en la estúpida clase, al menos tenía que sacar buenas notas para que su molesta tía la dejara en paz.
Lo que más deseaba era irse de ese internado, no le gustaba y menos sabiendo que ese sujeto extraño la miraba de una manera muy extraña.
[…]
En sus horas libres, en vez de encerrarse en su cuarto, Amy opto por sentarse en el jardín y comer algunos bocadillos mientras retrataba un dibujo. En sus ratos libres era lo único que le gustaba hacer.
En ese momento de distracción, unos zapatos idénticos a los suyos se detienen a su lado. Ella ve los y luego levanta la vista.
—¿Qué es lo que quieres ahora?
—¿Crees que porque eres nueva te le vas a meter por los ojos a Esteban?
—¿Disculpa?
—Lo que oíste, no quiero que te le acerques a Esteban, él es mío.
Amy observa a la morena ante ella y luego a su amiga. Ambas con expresión poco amistosas, era el colmo, le había tocado el peor de todos los salones.
—Yo no veo tu nombre gravado en la frente de ese chico.
Jena sonríe con ironía, luego ve su bloc de dibujo con odio; se lo quita de las manos y lo lanza al suelo. Amy ve su libreta en el césped y se enciende. Mira a la morena fijamente a los ojos y su único deseo era arrancarle el cabello.
—Estas advertida, no te quiero cerca de mi novio, o te ira peor tu estancia en el colegio. Tú decides.
Aprieta la mandíbula, le prometió a su tía que se iba a portar bien solo para que la sacara de ese lugar lo antes posible, pero no pensaba tolerar a una malcriada con ínfulas de reina a imponerle mierdas que la hartaba.
Amy se pone en pie y con toda la decisión del mundo le lanza un puñetazo en el rostro a Jena tirándola al suelo.
—Eso te llevas por ser una m*****a perra —le dice en voz alta.
—¡Ahhhhh! —grita la morena poniéndose en pie e intentando lanzarse sobre Amy, pero Esteban la detiene sujetándola por la cintura.
—Basta Jena…—dice cuando un montón de estudiantes se aglomeraron como moscas y empezaron a buchar.
—¿Qué es lo que está pasando aquí?
La directora vio a Amy recoger una libreta del suelo y luego a Esteban sujetando a Jena. La joven tenía la mejilla roja e hinchada.
—Señora Irina, esa salvaje me golpeo el rostro.
—Señorita Grey, venga a mi oficina, y usted señorita Risis vaya a la enfermería y luego pasa por mi oficina con su compañera Almeda.
—Pero nosotras…
—Ya he dicho, señorita Risis.
Amy aprieta la mandíbula, recoge sus cosas y pasa por el medio del aglomerado de personas. Pero antes le lanza una mirada asesina a Jena, y esta a su vez a ella.
—Me las vas a pagar —susurra la morena.
La pelinegra avanza sin decir una palabra, era su primer día y ya estaba yendo a dirección. Que maldito desastre, esa estúpida de Jena la iba a meter en muchos problemas si seguía provocándola.
No conseguiría nada si la expulsaban de allí, puesto que su tía la metería en otro internado aún más terrible y fúnebre que ese.
Al ingresar en la oficina de la directora, la pelinegra se sienta y baja la mirada. Se sentía muy enojada, por culpa de esa Jena su estancia en ese colegio se alargaría.
—¿Si sabe que es su primer día verdad? —pregunta la anciana detrás de ella.
—Lo sé…
—Este tipo de comportamientos no es aceptable en este colegio, ¿eso lo entiende? —añade sentándose en su sillón.
—Esa chica me comenzó a molestar desde que entre al salón, ¿Qué quería que hiciera?
—Dialogar.
—¿Con esa engreída? Creo que está un poco chapada a la antigua señora directora. Con esa clase de chicas no se puede dialogar, se merece el puñetazo que le he dado.
—Como te atreve a…
La mujer calla sus palabras al mirar a espaldas de Amy, sus ojos se ensancharon lo que le indico a la pelinegra que detrás de ellas había alguien. Y no se quería imaginar quién demonios era.
Cierra los ojos y en ese instante todos los vellos de su cuerpo se erizan, eso tenía que significar una jodida razón.
< Ay no, tiene que ser él de nuevo>
Su corazón comienza a retumbar su pecho con fuerza, sus labios se resecaron y termina por humedecerlos con la lengua. No voltea, pero puede sentir esa mirada grisácea sobre ella, era como si estuviera respirando sobre su nuca.
—Señor McBride.
La joven cierra los ojos al no haberse equivocado en su teoría. Se odio en esos momentos por tener la estúpida teoría. Baja la mirada y aprieta el bloc contra su pecho, muerde sus labios y espera impaciente porque la directora la mandara afuera.
Más bien, lo estaba rogando…
—¿Qué está pasando aquí?
—Bueno, la señorita Grey ha tenido un altercado con otra estudiante y la estoy recordando las reglas escolares.
—En ese caso, usted vaya y hable con la otra joven que yo hablare personalmente con la señorita Grey sobre las normas del internado. Estoy seguro que llegaremos a un acuerdo, y en vista de que es nueva, será mejor que conversemos un poco sobre ciertos asuntos escolares.
Aquella orden hizo que Amy diera un respingo disimulado. Observa a la anciana ante ella que asiente y piensa
< ¡Ahora si estoy muerta!>
La directora pareció titubear sobre el asunto a pesar de haber asentido.Mientras que Amy imploraba porque se quedara con ella, prefería mil veces el regaño de esa gruñona a tener que ver la cara del dueño de esa institución.—No se preocupe que la señorita Grey entenderá muy bien las reglas de la institución —insiste con voz ronca, cosa que causo escalofríos en el cuerpo de Amy.—Claro, por supuesto señor McBride —la mujer se puso en pie con una sonrisa abierta —. Usted está capacitado para este tipo de inconvenientes —añade poniéndose en pie.Amy se quedó sentada como estatua en la silla, es que ni se atrevió a mirar hacia atrás puesto que sabía que ese hombre la estaba viendo. Es que podía sentir como si le estuviera respirando en la nuca.En eso siente que él empieza a caminar rodeando su silla, la pelinegra se tensa y mantiene la miraba baja. Para ese entonces, se habían quedado completamente solos; era como la primera vez cuando lo conoció.—Entonces, ¡has comenzado una pelea!
El final del día escolar de Amy lo paso en modo tranquilo, bueno, se podría decir algo calmado ya que la pedante de Jena Risis no dejaba de mirarla con cara de odio. Y no era para menos tenía el cache rojo por el golpe que le había dado.Pero no se arrepentía, se lo tenía bien merecido por ser una perra molesta. Lo único malo de aquello es que tuvo que enfrentarse a ese hombre, Dimitri y eso fue lo que no le gusto. Es que de solo recordarlo se le erizaba todo el cuerpo.Conmemorar esos ojos grises la ponía tan nerviosa… Amy niega al cerrar su cuaderno, la clase ya había terminado y al fin podía refugiarse en su cuarto donde nadie la iba a molestar. La joven se pone en pie, recoge su mochila y al dirigirse a la puerta observa a la molesta de Jena y Lina salir por la misma sin quitarle los ojos de encima.Amy pone los ojos en blanco y avanza intentando ignorarlas.Al salir del salón camina decidida a su habitación, ya había casi anochecido y estaba hambrienta. Subiría, se ducharía y lue
Correr por el bosque le servía de mucho para aliviar sus pesares, tener a Amy tan cerca y no poder tenerla como quiere era una tortura. La deseó por tanto tiempo que ahora que la tenía a tan solo un paso no podía si quiera besarla.Dimitri corrió más rápido por el bosque, esquivando arbustos y rocas. El lobo llego hasta una pequeña loma de piedras mientras seguía pensando en su luna y en la manera de esperar a por ella sin tocarla y querer devorarla.Se detiene sobre una loma de piedras y sacude el hocico al ver algunos lobos en aquel espacio secreto que usaban para ellos.La manada al distinguir su presencia giran para verlo y baja un poco sus orejas en señal de obediencia.—¿Están listo para ir a cazar?De vez cuando toman un día para cazar en lo profundo del bosque, en donde los humanos no alcanzaban a llegar. Eso les servía de practica para no perder la costumbre de sus raíces, eran enormes lobos, lo que ellos hacían era cazar.Pero con el paso de los años esas costumbres se fuero
Después de una buena cacería Dimitri regreso a la civilización, pero antes de regresar a su casa diviso la habitación de Amy a lo lejos. Las luces estaban apagadas, y era normal por la hora que era.El lobo redirige sus pasos y se encamina hasta el colegio justo hasta el cuarto de ella. Vuelve a su forma humana y con agilidad escala la pared, encuentra la ventana cerrada, pero conociendo su colegio de hace años sabia como abrirla.Dimitri se cuela en el cuarto de su luna aproximándose hasta la cama, se arrodilla a su lado y admira la belleza de su rostro, tan solo era una chica indefensa que lo cargaba loco. Su lobo interior moría de ganas por estar con ella, saborear su piel, probarla, morderla, hacerla suya.Pero su parte racional le decía que debía esperar a que ella cumpliera la mayoría de edad. El castaño observa los rojizos labios de su luna y relame los suyos propios, de pronto se ve acercándose a ella lentamente mirando únicamente su boca entre abierta.Cuando ya estaba a pun
Su sangre hervía en esos momentos, es que verla cerca de Esteban lo enfurecía. Todavía no sabía cómo es que se había contenido para no despedazar a ese chico al intuir sus intenciones con su luna.Dimitri estaba loco porque ella cumpliese los 18 años de una vez para no tener que estar en esa situación. No tocarla o marcarla lo cabreaba, puesto que cualquier humano puede intentar querer algo con ella.[…]Al terminar la última clase, Amy se encamino hasta el comedor. Esa noche comería primero y luego subiría a descansar, pero de la nada la fastidiosa de Jena Risis y su antipática amiga Lina aparecen quedando en medio del camino.La pelinegra se detiene al ver a ambas entrometidas.—Te he visto hoy con Esteban, ¿es que mi mensaje no te quedo claro?—¿Por qué no vas y le reclamas personalmente a él?, que culpa tengo yo de que él me siga a todas partes.—Él te sigue porque tú eres una maldita zorra, seguramente le has dado miradas y por esa razón anda detrás de ti como un perro faldero.—
Dos días después… No había vuelto a verlo más y eso le pareció bastante extraño, Amy se encontraba en las gradas de la cancha con muy pocos ánimos de practicar algún ejercicio. Y menos ese día, estaba cumpliendo 18 años y lo tuvo que pasar encerrada en el colegio. Baja la mirada y ve sus zapatillas deportivas, era el peor día de su vida. Al menos ese molesto del señor McBride no la estuvo incomodando por esos días. Quizás la amenaza de acusarlo sirvió de algo. —¿Dando lastima? —Amy cierra los ojos al escuchar la voz de Jena —. La niña de ojos azules está dando lastima en el rincón solo porque esta de cumpleaños, ¡solo quieres llamar la atención de todos! ¿No es así? —¿No tienes a otra persona a quien molestar? ¿O ir a jugar con tus mascotas, las serpientes? —la pelinegra levanta la mirada. —No creas que le darás lastima a los chicos, a ellos no les importa tu estado de ánimo —Jena sonríe en compañía de Lina —. Ni a nosotras tampoco—añade, para terminar de reírse. —Eres un asco… s
—¡Oh, mierda!Dimitri la sostiene en sus brazos al sentirla derrumbarse. El castaño la observa dándose cuenta de que sus mejillas estaban muy coloradas, a pesar de la poca luz él notaba esa inocencia reflejada en esos pómulos.Era evidente que era el primer beso de Amy y eso le arranco una sonrisa de los labios, Dimitri termina por tomarla entre sus brazos y la carga, por la hora que era le quedaba algo de tiempo para que la señora Irina pasara revisa por las habitaciones de las chicas.Así que la llevaría a su mansión para atenderla, esperaba poder hablar con ella antes de tener que devolverla a su recámara.Emprende el camino hasta su casa con el tibio cuerpo de Amy en sus brazos…[…]Al cabo de varios minutos, Dimitri sale del cuarto del baño secando su cabello y parte de su cuello. El CEO relame sus labios al ver a Amy inconsciente en su cama, esa pelinegra desprendía un aroma tan delicioso que lo estaba enloqueciendo.Camina hacia la cama mientras deja la toalla sobre su cuello,
Dimitri observo el miedo reflejado en sus ojos, pero también las fuertes ganas de saber una respuesta.—Amy, yo soy ese lobo que has visto en el bosque.La joven da un respingo y contiene el aliento ante aquellas palabras, la verdad es que quedo helada… no era posible, eso no podía ser cierto. Amy se queda sin palabras, y es que, ¿qué demonios podía decir?Ella observó una vez más esos ojos grises y con la ferocidad que la estaba viendo que sintió que sus rodillas flaquearon una vez más.—Hoy en el día de tu cumpleaños has cumplido la mayoría de edad para ser mía, Amy. ¡Ahora tú eres mía! —le dice mientras que limpia un fino hilo de sangre que brota de su labio, luego se lleva a la boca el dedo para saborear su sangre.Ensancha la mirada al ver lo que hizo y fue cuando ya no supo más de su persona, Amy cierra los ojos sin poder evitarlo y termina por desmayarse una vez más.Dimitri la toma antes de que cayera y vuelve a soltar el aliento sintiéndose un poco frustrado.—Creo que han si