Capítulo 2.

Acomodo la ropa en el enorme guardarropa.

Giro en mi lugar, admirando el interior, el lado contrario está lleno de la ropa de Eric, y el mio aun sigue vacío.

Aunque llevamos una semana desde el compromiso, mis padres decidieron que era buena idea que nos mudaramos juntos.

Aprieto en mis manos la sudadera de Derek, la acerco a mi nariz, inhalando su aroma aún persistente en la tela.

Los ojos se me llenan de lágrimas como lo han estado haciendo desde que todo esto empezó.

Me hago un ovillo en la esquina del armario, mientras llevo la sudadera a mi pecho y dando paso al torrente de lágrimas.

Quiero decirle que lo amo, decirle que lamento demasiado no poder ser lo suficientemente valiente para amarlo libremente, para hacerle frente a mis padres.

Para decirle que perdimos a nuestro bebé, un bebé que el nunca supo que estuvo en mi vientre.

Ese día sigue presente, y me perseguirá hasta el lecho de mi muerte.

Nadie sabía aún de Derek, solamente Jordan.

Rogue, grite, llore y les pedí de rodillas que no me lo quitaran, pero un pinchazo y horas después, despertaba sobre una camilla y una aguja en mi mano, y la presencia de Eric en la habitación.

—Te hicieron un legrado— mi corazón se partió, se detuvo unos segundos, y volvió a latir por necesidad, no por propósito.

–¿Quien era el padre?—

Hice acopio de todo lo que me enseñaron en mis 23 años, saque la máscara de perra fría y respondí :

–¿Acaso importa? Ya no esta— descolocado con mi respuesta, asintió conforme.

Jamás olvidaré que horas después, sola, me encerre en el baño, a llorar, hasta que quede seca y me desmaye.

—Deja de llorar, m*****a sea— me seque las lágrimas y me puse de pie, trague grueso y carraspeando respondí.

—¿Ya es hora de cenar?— Asiente escaneandome, me mira tratando de traspasar mis mentiras.

Finalmente, rueda los ojos y se dispone a salir de la habitación, lo sigo de cerca, al final lo paso para terminar con este día.

Jordan dijo que finalmente dejaría de fingir, pero siendo sinceros, ¿de verdad dejaría de hacerlo?, claro que no.

La mano de Eric rodeó mi muñeca de manera firme y sin lastimarme, deteniéndome.

Lo mire ceñuda, en medio del pasillo, su mirada sombría y gélida me taladraba, molesto.

—Debes de dejar de andar llorando en las esquinas, alguien del personal podría verte y pensar miles de ideas estúpidas, arruinaras esto en un chasquido— sus palabras frívolas y amenazantes, me dieron náuseas, saco mi mano de sus garras y lo miro fulminante.

—Vete a la m****a, Eric.

Sonrió con sorna y petulancia.

—Ya vivo con ella, ¿Te sirve eso?— pasa a mi lado rozandome con su hombro, dejándome pasmada en mi lugar, indignada y muy furiosa.

Alzo la barbilla, y bajo las escaleras, sabiendo que la cena solo será amena como siempre lo es, sarcasmo en todo su esplendor.

Me quedo quieta mirando a las personas en el comedor, mi labio tiembla cuando los ojos azules de mi hermano se cruzan conmigo.

Me acerco a pasos dudosos y tambaleantes.

No me siento firme hasta que tengo sus brazos rodeandome, y sus labios repartiendo besos sobre mi cabello, mientras susurra cuanto me extraña, aunque apenas sean días lo que hemos pasado separados.

Jordan y yo siempre hemos sido unidos, aunque la diferencia de cuatro años no sea suficiente para separarnos, siempre me a profesado su amor y su adoración, y con él tengo lo que siempre me faltó.

Jordan se opuso muchísimas veces a esto, pero siempre lo ignoraron, yo le pedí que dejara de insistir, fue por eso que todo esto se llevó acabó.

Si no, el pudo haber arruinado cualquier plan a escondidas de mi padre.

Era muy determinado.

—Te amo— susurro despacio cerca de mi sien, solo para que lo escuchará yo, lo aprete por la cintura mientras el me rodeaba los hombros.

—Y yo te amo también...— mi hogar estaba entre sus brazos, era todo lo que tenía y quería en la vida, una eternidad con mi hermano mayor.

Me separe a regañadientes y me acerque a besar las mejillas de manera simple e insípida, a mis padres.

—Sigues llorando, Joshepin, debes de comportarte— el regaño de mi madre, se volvió un eco, a lo que solo asentí.

Mire de manera lenta nuestro entorno, no había personal, estábamos solos.

La casa de Eric no era grande ni ostentosa, pero era lujosa y muy bien equipada con la mejor tecnología.

Tenía cuatro habitaciones, un jardín enorme, eso sí, el jardín era enorme, lo suficiente como para tener espacio para un gimnasio privado y una alberca olímpica.

La casa era hogareña y muy bonita, me gustaba, era lo único bueno de todo.

Comimos en silencio, con apretones de manos de parte de Jordan cuando me notaba distraída, miradas molestas de mamá y algunas aburridas de Eric.

Las platicas de Eric y mi padre solo se enfocaba en los siguientes negocios en conjunto, Eric respondía perfectamente y muy concentrado en sus objetivos, y eso hacia a mi padre casi dar vueltas como perro en su lugar.

Encantado con su futuro yerno.

Un par de horas después, me encuentro aferrada a Jordan, suplicando que se mude conmigo.

Y claro, con Eric.

—Tu puedes pequeña JoJo, eres más valiente de lo que piensas, y siempre voy a estar orgulloso por eso— un último beso en mi frente y vi mi vida partir a su lado.

Mamá había tenido la maravillosa idea de que yo me podría encargar de los platos sucios.

Lo que no esperaba era que Eric me ayudaría a secarlos y guardarlos.

Las mangas de su camisa estaban dobladas hasta sus codos, la corbata habia desaparecido en cuanto llego.

—Podría acostumbrarme a esto, es tan mundano y raro— murmuró cerca de mi, volteo a mirarlo, y lo encuentro sonriendo mientras seca un plato, su mirada se encuentra con la mia, frunzo el ceño.

—Algunas veces, me resulta escalofriante tus cambios de humor— la ronca carcajada que suelta, retumba en mi cuerpo, y en toda la cocina.

—Mira que eres graciosa, agrega eso a tu currículum de esposa— el tono burlón me hace rodar los ojos.

—Idiota— una suave risa me responde.

Seco mis manos en cuanto le paso el último.

Suspiro y me dispongo a salir.

—Se que no hablaste con él en la fiesta, así que vendrá mañana por la tarde, cuando yo no esté, les di el día libre al servicio— mi cuerpo se tensa al escucharlo.

Miro sobre mi hombro y asiento.

Sigo mi camino.

******

Salgo de la ducha con mi pijama de seda y de tirantes, envuelta en una bata de la misma tela, una toalla envuelta en mi cabeza secando mi cabello.

Eric esta acostado en la cama, de su lado.

Porque si, dormimos juntos, con una barrera de almohadas en medio.

Unto mi cuerpo con crema, mientras veo a través de espejo a Eric con el ceño fruncido mirar su teléfono y teclear cosas.

No puedo negarlo, Eric es guapísimo, pero su m*****a actitud de imbecil y cabrón, me pone de mala leche.

—Trata de no follartelo en nuestra cama— murmura distraído, haciendo qué me detenga de untar crema a mitad de mi pierna, ruedo los ojos, negandome a caer en sus provocaciones.

Sabia que no responder a sus puyas, era más chocante para el, a que las respondiera.

—Eres muy considerado, cariño— esta vez no me podía contener.

Lo mire sonreír.

Arrojó el teléfono sobre el buro y me observó.

Su torso estaba desnudo, y solo llevaba un pantalon de chándal, dejando a la vista su perfecto y bien formado abdomen, colocó sus manos detrás de su cabeza, y con aire despreocupado habló:

—¿Lo sabe?— incline mi cabeza mirándolo por el espejo, con el ceño fruncido, sin entender a que se refiere —Qué iba a ser padre, ¿Lo sabe?— desvio la mirada, y termino con mi piel dejando la crema sobre el tocador.

Trago y me quito la toalla de la cabeza.

—No.— digo rotundamente, aplicando crema en mi cabello y comenzando a pasar el cepillo para desenredar.

No quiero mirarlo, así que me concentro en mi cabello, apretando los labios queriendo desquitar mi frustración con los nudos.

Lo siento levantarse y posarse detrás de mi.

Me quita despacio el cepillo, y con mucho cuidado y suavidad, me desenredar el cabello.

—Se lo vas a decir mañana— no era una pregunta, asiento.

Cierro los ojos disfrutando por un momento el movimiento del cepillo sobre mi cabello, su mano sujetando los mechones al final.

Abro los ojos y lo encuentro mirandome por el espejo.

—Esto nos quito a los dos personas importantes, tenemos que tomar el juego a nuestro favor, así que necesito que estés conmigo en esto, y te prometo que en cuanto podamos liberarnos del contrato, te daré el divorcio y podrás regresar con él — mi corazón da un salto, mis labios se entre abren y no se que decir.

—¿Cómo?— mi voz suena ahoga y casi suplicando, el sonrió de lado, dejo el cepillo en el tocador terminando y posó sus manos sobre mis hombros mirandome por el espejo aún.

Se acercó a mi oído.

—Dándoles lo que quieren, un matrimonio lleno de amor— arrugo el ceño.

Rueda los ojos y se pega más a mi espalda, haciendo que el aire se atasque en mis pulmones, me aterra lo que sea que esté pensando.

—Fingir, ante todos, incluso de Jordan — niego.

—No voy a mentirle a mi hermano, es lo único real en mi vida, Eric— digo firme, una cosa a la que siempre me voy a negar, será a herir a mi hermano.

Asiente conforme.

—¿Lo ves? Puedes decidir, y lo sabes hacer perfectamente, así que mira— veo nuestros reflejos al frente, su mano se cierra en mi cuello alzando mi barbilla.

—¿Qué...— sonríe de lado de forma maligna.

—Eres mi esposa, Joshepin, y eso te convierte en intocable ahora, así que, saca provecho de esto y se la mujer que eres, no me casé con una débil que se la pasa llorando por los rincones— mi voz se pierde en algun lugar oscuro, sus ojos brillan con maldad pura, sus labios se acercan a mi cuello. —Necesito que lo seas, y así, salir de toda esta m****a, ¿Qué dices?— su agarre se aprieta cuando intento bajar la mirada, haciendo qué vuelva a sus ojos verdes.

Tomo su muñeca de manera firme y la quito de mi cuerpo.

La determinación brillando en mis ojos, y la fascinación brillando en los suyos, una sonrisa arrogante y triunfante adorna su rostro.

—Si.

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