Mi mano movía la copa de vino, mi mirada se perdía en el movimiento del líquido tinto.
Solo quería largarme de aquí. —Tus padres están buscándote— sonrío irónica, me bebo de golpe la copa, vaciando y robando otra a un mesero que pasaba por ahí. La mirada de Eric esta sobre mi, pero no me interesa, esta noche, necesito embriagarme hasta perder el conocimiento. O tal vez, hasta que me tenga que lavar el estómago de tanto alcohol en mi sistema. Eric observa, pero no dice nada. —De acuerdo— quita mi nueva copa y me toma de la mano—Nos vamos ahora— me arrastra entre los invitados, aceptando las felicitaciones e informando que ya nos íbamos. La mirada de desaprobación de mis padres, no sé hizo esperar, como siempre. Si buscas deshonra en el diccionario, encontrarás mi fotografía, de eso estoy segura. Aunque a veces aparenten que están orgullosos de mi, siempre están decepcionados de todo, solo cuando cumplo sus lineamientos dictados, ahí si, soy la hija prodiga. Me dejo llevar hasta su auto, que enseguida pone en marcha hacia la casa. Recuesto mi cabeza contra el asiento, solo quiero dormir, una eternidad. Su mano cálida y pesada, se posa sobre mi muslo desnudo por el vestido, dejando a la vista mis medias y los ligueros de encaje blanco. —¿Esto es para mi?— murmura, un poco descolocado, lo miro. —La lencería bajo tu vestido, ¿Es para mi?— —No tengo lencería bajo el vestido— confieso, y eso lo hace dar un volantazo y detenerse en medio de la carretera que nos lleva hasta la villa. —¿No traes ropa interior? ¿Toda la noche has estado desnuda bajo ese vestido?— lo último lo dice casi como un gruñido, sus ojos se oscurecen, mientras una pizca de maldad aviva sus ojos verdes. —Solo conduce, Eric, quiero dormir— es todo lo que digo. Me escanea una vez más, se relame los labios y pone en marche el auto de nuevo. Finalmente, unos minutos después, divisó la entrada de nuestra casa, pero me desestabiliza cuando observo una figura afuera de las escaleras. Se pone de pie cuando el auto se detiene justo enfrente, me mira tragando en seco. Mi corazón late desbocado, y la necesidad de rodearlo con mis brazos, descargar todo el cansancio en sus brazos, escucharlo decirme que todo estará bien. En cambio, me quedo sin aliento, mirándolo, con demasiado temor de salir y hacer eso, y que me rechacé de nuevo, me da pavor. —¿Qué demonios hace aquí?— su voz suena furiosa, pero no digo nada, me limitó a mirar a Derek desde el interior. Me quito el cinturón despacio, mi mano va hasta la manija de la puerta y la abro de igual manera. Mi cuerpo ya fuera, se mantiene quieto con la puerta abierta. La otra puerta es azotada, pero no me giro a mirar a Eric. Mi atención toda la tiene Derek. —¿Qué haces aquí?— mi voz tiembla, llena de emociones. Derek da un par de pasos hacia mi, su rostro demacrado queda debajo de la luz de la farolillo, y eso me quiebra. Muerdo mi labio, reprimiendo el gritar y llorar en sus brazos. Lo amo demasiado, lo necesito. —Lo siento...— su voz sale suplicante y dolido. —Lamento haberte hablado así, jamás lo había hecho. No debí hacerlo, por dios, eres mi m*****a diosa, te amo con mi alma, Jo. Y ahora...— sacude la cabeza agachando la mirada y dejando que sus lágrimas fluyan, esta tan destrozado como yo. —Derek...— suplico, acercándome. Niega. —Solo vine a disculparme, amor, solo eso— da más pasos a mi, su mano acaricia mi mejilla limpiando mis lágrimas.—Siempre supe que te verías hermosa de blanco, lamento no haber sido yo el que te esperara en el altar— sollozo mientras me abalanzó a su cuerpo, rodeandolo por la cintura, escondiendo mi cara en el hueco de su cuello. Sus manos me acarician, me aprietan fuerte, mientras llora y me besa el cabello. Tardamos un par de segundos así, y es él, el que se aleja. —Desde hoy, Jo, doy un paso atrás. Pero jamás, jamás olvides que te amo, y te amaré siempre— los labios me tiemblan, con el inminente manantial de lágrimas sobre mis mejillas. Derek gira y se acerca a su auto, listo para irse. Pero se detiene. —¿Eres feliz?— pregunta, frunzo el ceño con las manos en mi pecho, y niego. Asiente, mira las llaves en sus manos. —Lo seras, Josephin —y es todo lo que dice antes de partir. Dejando nuevamente, mi corazón hecho pedazos. —Deberíamos entrar— parpadeo, aún mirando el lugar en el que estaba Derek, me dejo guiar por el. Me apresuró a subir las escaleras y encerrarme en el baño, y cuando lo logro, cierro la puerta con seguro y me deslizó contra la misma. Llorando, berreando, y gritando con dolor. Porque ya no tenía al amor de mi vida. Estaba acabado, cerrado y perdido ese camino El camino más fácil que había tenido hacia mi libertad, hacia mi felicidad. Me abrazo las piernas, llorando, sin menguar el dolor en mi pecho. Sabía que perdería si seguía con esto, pero verlo, era diferente. El intento todo por nosotros. ¿Que hice yo? Nada, solo aceptar todo con la cabeza gacha, sin luchar. Era una cobarde. –Josephin, necesito saber que estas bien— niego con mi cabeza entre mis piernas, no quiero hablar, es más, no sé si pueda hacerlo sin llorar de nuevo. Puedo escuchar sus pasos alejarse. Siento las lágrimas secas en mis mejillas, pero no quiero salir de aquí. Solo quiero que esto termine ya. Una sola forma. Es la más cobarde, ¿que más da un poco de cobardía? Me pongo de pie tambaleante, la posición en la que he estado hace estragos en mi. Me sostengo del lavamanos, busco en mi neceser, siempre tengo una en él. Cuando la encuentro, no puedo evitar mirarme al espejo. Soy una cobarde, y siempre lo seré. No importa si salgo del yugo de mis padres, jamás dejaré de ser una cobarde. Con fuerza, hundo la navaja en mi muñeca izquierda de forma vertical, profundo, y la sangre emana al instante, a chorros, con más debilidad, abro mi otra muñeca, y lentamente me siento junto a la bañera, dejando sangrar mi cuerpo. No duele, me siento tranquila, adormilada, tal vez pueda dormir un poco. No se que pasa, pero cuando la oscuridad me invade, me siento en paz. ***** —Eres una tonta, Josephin, voy a matarte si sales de esto— pestañeo, sintiendo el movimiento y unas manos en mi cuerpo. Veo su rostro, borroso, y luego siento mi cabeza caer hacia atrás y hundirme nuevamente en la oscuridad. **** El sonido de un pitido, me retumba en los oídos, haciendo qué mi ceño se frunza. Abro lentamente los ojos, aturdiendome con la luz blanca sobre mi. —Derek...— es lo primero que digo, y la voz suena pastosa, y la garganta me arde. —Eres estúpida, mujer — la voz gruesa y molesta, llega desde mi costado, muevo mi mano, la encuentro acorralada entre la suya—¿Acaso no pensaste que te encontraría?— parpadeo mirándolo. —¿Donde estamos?— suspira negando. —En el hospital, Jordan ya viene hacia aca— gimo asustada. —No debiste llamarlo, no, no— me muevo en la cama. Eric se pone de pie y coloca sus manos sobre mis hombros. —Basta, Josephin. Esto que intentaste hacer, te pudo matar, si yo....— carraspea mirandome—Si no hubiera estado ahí, te habrías muerto en minutos— me reclama. Lo miro con los labios temblando. —Solo quería estar en paz— y las lágrimas y los sollozos vuelven a mi, lo escucho suspirar. —Josephin...— murmura con dolor, mientras se acuesta a mi lado, atrayendome a su pecho. Me acaricia el cabello, mientras me abraza, me consuela. Soy una cobarde, ni si quiera suicidarme puedo. M*****a sea. Aprieto los ojos fuerte, queriendo regresar atrás, y no hacerlo. Que estúpida soy, por dios. —¿Porque?— murmura contra mi cabello. Tomo una bocanada de aire. —Ya no tengo propósito para seguir con la mentira, Derek se fue, así que no tiene sentido que luche por una libertad que jamás tendre— —Tienes a Jordan, tu hermano te necesita, y... Me tienes a mi— me aparto de su pecho y lo miro a los ojos, niego incrédula. —Te dije que eras mi esposa, Josephin, eso te convierte en importante para mi— Suspiro, queriendo evitar otra confrontación. —Quiero irme a casa— murmuró contra su camiseta. —En cuanto el doctor diga, pero necesito que me prometas que no volverás a hacer una estupidez como esta — me separa de su pecho para mirarme a los ojos. Sus ojos verdes están opacos, pero la seriedad en su rostro me demuestra que no está bromeando. —Si, lo prometo — Me atrae de nuevo a su pecho. —Ya no estás sola, Jo—Amarro mi cabello en una trenza, me miro al espejo y el conjunto deportivo que llevo no sube en nada mis ánimos. Pero concentrarme en hacer ejercicio o nadar, es mejor que todos los pensamientos destructivos que tengo desde que intenté acabar con mi sufrimiento. Tonta de mi. —¿Iras al gimnasio?— lo veo a través del espejo, asiento sin dirigirle la palabra. Así a sido desde que estuve en el hospital. Solo monosílabos y asentimientos de cabeza. Suspira y se dirige a prepararse para su día en la empresa. Bajo a la cocina, preparo mi desayuno, algo simple, solo pan tostado con mermelada y café. Mi teléfono suena. Jordan ha estado vigilando a discreción, con miles de llamadas diariamente. Nada discreto si me lo preguntas. —Hola hermano mayor— su risa burlona al otro lado, me alegra un poco más mi corazón —Tengo algo que decirte— me enderezo en mi lugar, nerviosa por que sea una mala noticia.—Uy, creo que eso no sonó bien— se reprende así mismo. —¿Qué pasa?— lo escucho suspirar
—¿Esta noche?— Asiente ante mi pregunta.Suspiro, mientras termino de atar mis agujetas.Me enderezo y lo miro.Eric y yo habíamos perdido por completo la amistad que habíamos comenzado cuando pasó mi accidente.Era un poco tenso el entablar una conversación, ya sea que el la iniciafa o yo.Estaba reacia a tener que involucrarme con el en cualquier aspecto.—Puedes ir a comprar un vestido, tienes mi tarjeta——No necesito tu dinero— le respondo cortante, Eric resopla.—No te pongas caprichosa, sabes muy bien lo que quiero decir— ruedo los ojos y ato mi cabello en una coleta alta.—Da igual, no lo necesito.Eric me escanea de arriba a abajo.Llevo un top deportivo color azul cielo, y unos leggins ajustados.Perderme en el gimnasio a diario, era la mejor manera de evitarlo por las mañanas, aunque en la cena me era imposible evitarlo, ya que había decretado un sacrilegio el no comer juntos.—Josephin, deja de comportarte como una mocosa. Somos adultos, necesitamos hablar en serio sobre el
Josephine.Vagando por todo el salón, me topo con algunos de los amigos inversionistas de mi padre.Y para mi mala suerte me topo con los padres de Eric. Bueno solo si estirada madre.—Mierda, al menos una maldita advertencia de que estarían aquí —murmuro para mi misma.La señora Brooks se planto frente a mi junto a un par de amigas ancianas estiradas por botox.La sonrisa socarrona que me enseñaba me daba arcadas. Claro, tendría que guardarmelas para mi.—Señora Brooks— la salude con un suave a sentimiento, sonreí falsamente hacia las otras dos mujeres.—Oh Josephine, dime mamá— dijo sacudiendo su mano, sonreí y asentí.En ni un millón de años lo haría.Vieja loca.—Claro—fue lo que dije.—Dejame presentarte a Margaret y a Luisa, son mis dos grandes amigas— les sonreí con los labios apretados a las mujeres nuevamente.—Oh Mirna, tu nuera es realmente preciosa, y muy guapísima, el pequeño Eric tiene demasiada suerte. Una lastima que sea una McCarthy— la sangre me hirvió ante tal comen
Josephin.Mi mirada se cruza con sus ojos verdes, brillantes, anhelantes, ansiosos.Yo tenia en mis manos la decisión, pero era difícil. Volver a confiar en alguien que solo me esta usando para un bien común.Además, esta el hecho de que el ama a otra persona. ¿Acaso eso tiene sentido? No debería ni de provocarme ni mucho menos darme estas proposiciones. No es sano, ni para mi ni mi corazón. Soy demasiado frágil en esa área, me volví demasiado frágil después de Derek.Trago en seco mientras mis labios vuelven a entre abrirse, observándolo, vacilante ante la idea de que me lo estoy pensando seriamente.Diablos, no deberia ni pensarlo.La respuesta es clara, no debería.Pero quería...Esto es tan odioso. Él es odioso.Abro la boca para responder, pero su teléfono resuena en el silencio de la habitación, interrumpiendo. Eric resopla frustrado y observa su teléfono para después rechazar la llamada, vuelve a centrar su atención en mi, esperando, cuando voy a responderle, el teléfono vuelv
Josephin.Miro mi reflejo en el espejo, el vestido negro liso se ajusta perfectamente a mi cuerpo. Larga hasta arriba de mis rodillas. Simple.Hace dos días que los preparativos para el funeral comenzaron. Demasiadas idas y vueltas para Eric. No quería estar en sus zapatos en estos momentos. Gracias a dios.Eric y yo no habíamos cruzado mas que monosílabos, no nos habíamos visto mas que un par de veces, con el entrando y saliendo de la casa no era fácil atraparlo con tiempo.Luego, estaba el otro problema, Bianca no se había separado de el desde ese día en el hospital. Eric tampoco se había separado de ella.Y mi pobre corazón imbécil era el que me reprendia a cada nada al saber tal hecho.no quería estar cerca de ellos. Si, sabia que mi lugar era el que Bianca estaba tomando. Bueno realmente era su lugar, la que había ursupado eso era yo.Yo era la intrusa en esto.Suelto el aire y tomo mi teléfono, mandando un mensaje a Jordan para que pase por mi y me acompañe al funeral.Si, tamp
Josephin. Mis pies descalzos me daban escalofríos mientras me desplazaba por las frías baldosas de marmol. La sed fue lo que me despertó a media madrugada, al salir de mi habitación el silencio inunda el pasillo, al igual que la oscuridad de la noche. Al pasar por la habitación de Eric la luz se filtra por debajo de la puerta. Está despierto, aun. Hace dos días que estuvimos en el cementerio. Y desde que su padre murió, hemos dormido en habitaciones separadas. Ya sea porque Bianca andaba rondando aquí pegada a el a cada segundo, y tambien el hecho de que sigo molesta y algo decepcionada conmigo misma.. El espacio de mi ahora habitación, es tranquilo, y obtengo la paz que necesito. Pero tambien la soledad se cuela por la puerta.Haciendo que las noches sean tan dolorosas como los días. Me estoy retorciendo en mi propia m****a, la misma m****a que yo provoque. Si, es mi culpa. Todo por desarrollar sentimientos por este hombre imbécil. Imbécil yo. Abro el refrigerador y saco una
Eric.—No se...— respondo apenas en un susurro, miro a la enfermera para no ver la sangre en mis manos.—¿Necesita llamar a alguien más?— Sacudo la cabeza.Tengo que volver a llamar a Jordan.—¿Señor?— —Perdon, es mi esposa— asiente y continúa haciéndome preguntas, se ciertas cosas, pero las demás no tengo ni jodida idea. Por eso necesito a Jordan aquí.Vuelvo a marcar cuando la enfermera me deja solo al darse cuenta que no puedo responder por la conmoción.—¿Eric?— la voz soñolienta de Jordan por fin me responde. Gimo de alivio.—Te necesito en el hospital, Jordan... Josephin, ella...— maldice sin dejarme terminar y me dice que está de camino.Me levanto para ir al baño y lavarme su sangre.Su sangre, otra vez.Mi camiseta está manchada. ¿Por qué hay tanta sangre?Salgo y vuelvo a sentarme frente a las puertas por dónde se la llevaron. Un par de minutos después salgo a buscar una sudadera en mi auto quitándome la camiseta sucia.Jordan me mira mientras se baja de su auto y yo cierro
Josephin —¿A dónde vamos?— pregunto ansiosa, Eric solo sonríe y sigue mirando al frente, sin contestarme.Resoplo cruzando los brazos.Observo como comenzamos a alejarnos de la ciudad, tomando rutas hacia el área de la playa.Frunciendo el ceño miro mi entorno.—No vamos con Jordan, ¿Verdad?— más que una pregunta suena a afirmación.Eric sigue sin contestarme y la sonrisa estoy apunto de borrarla con un puñetazo.Un par de minutos después, detiene el auto en un parqueadero desolado.La noche comienza a caer y la brisa marina inunda mis fosas nasales al salir del auto. Eric rodea y abre el maletero, saca una canasta y un par de mantas, me arroja una sudadera que tiene su perfume impregnado, canela y sándalo.Miro dudosa la sudadera.—¿Eric?— el me sonríe.—Solo pontela, linda— con la ceja aún arqueada lo hago, me quito mis tenis mientras llegamos a la arena.Toma mi mano mientras lo hago, esperándome, luego seguimos el camino, el sujeta mi mano mientras que con la otra sostiene las co