Capítulo 5

Había tenido suficiente con respecto a nuestras familias.

Los siguientes días fueron completamente basados en la boda.

Que las flores, los adornos, las luces, las bebidas y todo lo demás.

—¡Dios!— gimo frustrada ante tanta gente rodando por la casa.

Me sentía sofocada, así que salí dando un portazo y camine hacia la piscina, el lugar era enorme, y solitario, con un gran ventanal desde el piso hasta el techo cerca de la piscina.

Me quite las sandalias y arremangue mi Jean, metiendo mis pies en la cálida agua.

Un suspiro enorme salió de mi, y por primera vez en semanas, me sentía en paz. Sola.

Recordar el porqué estaba aquí, era una especie de tortura personal.

Saber que había perdido tanto por tan poco.

Se que el dinero en mi familia lo es todo, pero para Jordan y para mi, jamás nos ha interesado.

Pero, finalmente, teníamos que hacer estas cosas.—Te he estado buscando por toda la casa— volteo y miro a Eric entrando por las puertas dobles de vidrio.

Sonrío apretando los labios.

—No podía seguir ahí, siento que me voy a volver loca—

Se quita los tenis, las calcetas y arremanga su pantalón, sentándose a mi lado.

—¿Nervios de novia?— la burla tintando su voz me hace reír mientras niego con la cabeza.

–¿Porque me buscabas?— suspira mirando nuestros pies balanceándose en el agua.

—Bianca— frunzo el ceño sin saber de quién habla, suspira nuevamente—Bianca quiere verme, y quería hablar contigo, decirte que vendrá mañana por la mañana, el personal tiene libre el fin de semana de la boda y...— asiento, comprendiendo.

—Quiere despedirce de ti— asiente, sus ojos centellan con vulnerabilidad, algo que nunca había visto en Eric.

Asiento sonriendo.

—No hay problema— ruedo los ojos—Ademas, es tu casa— me encojo de hombros, me abraza por los hombros y me acerca a él, dejando un beso en mi cabeza.

—Gracias Jo— el simple gesto, uno que se ha convertido tan natural entre nosotros, me revuelve las entrañas, y no entiendo por qué.

Me alejo carraspeando y finjo que tengo cosas que hacer.

—Debería volver, o mi madre se enterara que no colabore con nada— el ríe despacio, sin creérselo pero no dice nada.

Salgo de la piscina, tomo mis sandalias y con ellas en la mano, salgo de ahi.

No es más que los nervios de novia, como dice Eric.

****

Me volteo hacia el lado de la cama de Eric, vacío.

Volteo hacia el buro y miro la hora en mi celular, es demasiado temprano, son apenas las 7, no creo que Bianca venga tan temprano.

Con esa duda, me aseo, y me cambio el pijama por unos leggins negros y un top deportivo.

Me calzo mis zapatillas deportivas y me coloco una sudadera corta.

Ato mi largo cabello en una coleta alta y bajo corriendo las escaleras hasta la cocina.

Como no habrá personal los próximos tres días, el desayuno será hecho por nosotros mismos.

Me quedo quieta en el umbral de la cocina, viendo la espalda de Eric tensarse mientras remueve la masa para panqueques.

–¿Oh? Buenos dias— murmuró despacio, acercándome a la cafetera, se da la vuelta y su sonrisa brilla y me descoloca.

—Buenos días, ¿Te desperté?— lo miro confundida y niego.

Su obvia felicidad, se debe a que bianca vendrá.

Aprieto la mandíbula sin saber porque eso me parece enfermizo, ayer dije que estaba bien, Eric hizo lo mismo por mi con Derek.

Estoy loca con lo de la boda, eso debe de ser.

—Bianca vendrá a desayunar, y después hablaremos, tal vez llegue en un par de horas, no fue muy concreta en eso— asiento mientras sirvo mi café.

Mi cabeza dando vueltas pensando en todos los escenarios, esto debe de interesarme al minimo.

Pero luego mi cabeza hace clic.

Ellos van a desayunar, no nosotros.

Yo no estoy invitada.

El malestar nuevamente se instala en mi pecho, haciendo que el tragar mi cafe me sea insoportable, asi que lo dejo entre mis manos.

El calor me invade, pero, es estúpido.

Y una oleada de celos injustificados se agravia en cuanto el timbre de la casa suena.

Eric se gira a verme paralizado, con el tazón de la mezcla.

Suspiro, le sonrío lo más falso que sé y me bajo del taburete para ir a abrir.

Mis manos sudan y me las seco en la sudadera.

Abro y frente a mi, una dulce morena de cabello castaño claro, ojos color verdes y pecas en su rostro, me recibe.

—Hola...— murmuro, ella sonríe, pero esa sonrisa no llega a sus ojos, y un brillo de enfado esta presente.

Supongo que esperaba que Eric abriera.

Carraspeo.

—Pasa, Eric esta en la cocina— ella entra y avanza, supongo que ya ha estado antes aqui.

Y no se porque eso me resulta amargo.

La sigo detrás, mientras veo como se abalanza sobre Eric, quien ya se había lavado las manos y la tomó gustoso.

—¡Dios, te extrañe tanto!— gimió contra su cabello mientras Bianca enrollaba sus brazos en su cuello, Eric besaba su cabello, tal y como lo hacia conmigo.

Dios, tengo que salir de aquí.

Me giro en la despensa, saco una botella de agua y me dispongo a salir.

—¿No vas a desayunar?— me quedo quieta y me volteo siendo atrapada en mi escape.

Abro la boca y no se que responder, miro un segundo hacia Bianca y esta me está mirando de una forma maligna y odiosa, dios, creí que era dulce.

—No, disfruten el desayuno, estaré en el gimnasio— Eric se queda con el ceño fruncido, así que agrego, —Fue un gusto conocerte Bianca— sonrío y salgo de ese lugar.

Mis pasos son fuertes y acelerados, y me descargo en el gimnasio.

Termino golpeando el saco de boxeo, furiosa conmigo misma.

No debería de sentirme celosa.

¡Por dios! ¡Es Eric Brooks!

El imbecil con el que me van a obligar a casarme.

Aunque ya no es tan imbecil, pero sigue siendo el enemigo, solo estamos en una tregua por un bien común.

Bueno, al menos el sigue teniendo un motivo, yo en cambio.

Ya no tengo nada.

Suspiro y dejó caer mi frente contra el saco, deteniendolo con las manos y jadeando, agotada, y rogando porque todo esto termine con el día de la boda.

—Te traje algo para comer— me volteo exaltada hacia su voz, y me recibe con una bandeja de comida, fruta picada y un plato de panqueques con mermelada.

Lo miro con el ceño fruncido.

Trago.

¿Lo ven? Deja de ser un imbecil algunas veces.

—Gracias, no debiste molestarte— murmuró agradecida, suspirando me comienzo a quitar las ventas de las manos mientras me siento a horcajadas sobre el banco en el que deja la bandeja.

Pero no se va.

—¿No deberías de volver con Bianca?— pregunto tomando jugo de naranja y mirándolo por el borde de vaso.

Suspira y se deja caer en el otro extremo del banco.

—Ya se fue— lo miro esperando. —Discutimos, ella no le pareció que tu y yo durmieramos en la misma cama...—

—¡Dios! ¿La llevaste arriba?— el niega.

–Ella subió y yo intenté impedirlo, pero cuando abrió la puerta, vio la cama destendida, tus cosas en el tocador, fue....— suspira sonoramente—Terrorífico.—

Muerdo mi labio y quito la otra venda.

—Lo siento, debí de guardar mis cosas, por si acaso— el niega.

—Creo que finalmente entendí algo— llevo un trozo de melón a mi boca y lo miro atenta.

—¿Qué cosa?— pregunto.

–Qué Bianca solo me quería por mi dinero— luce abatido y algo descolocado.

—¿Qué?—

No creo que eso sea posible.

Esa mujer lo ama, o eso creo.

—Me lo grito, me dijo que quería casarse conmigo, su familia está en quiebra y yo era la única opción, pero no contaron con que nuestras familias llegarán a un acuerdo— se encoje de hombros sacándole importancia.

—Oh Eric, lo siento— mentira, no lo siento nada, pero, me siento tan mal por no hacerlo.

El sonríe y me roba un trozo de melón.

—Da igual, siempre hay algo que te hace tener fijo tus objetivos reales, ¿No?— Asiento, pero se que esta molesto.

******

Miro el anillo de promesa que Derek me había dado hace dos años, lo tenía guardado, y no quería sacarlo para no torturarme.

Pero hoy quería hacerlo.

La piedra color rosa sobre el anillo de oro delgado y delicado, me dolía el corazón.

El lo iba a dar todo por nosotros, y yo, yo no daba nada por esto.

Soy realmente estúpida, y su odio hacia mi era justificado.

Miro mi reflejo.

Mi vestido blanco estilo griego, con un bonito encaje en el velo.

Hoy era el día de mi boda.

La puerta detrás de mí sonó, me giré y mire a Jordan entrar.

Sonrei.

—Hola...— susurre, el se acercó a mi y abrió la palma, pidiéndome el anillo.

Abrí mi mano y lo mire una última vez, lo tomó y lo dejo en la mesa frente a mi.

—Hoy tenemos un nuevo propósito, hermana, se que Eric no es un imbecil contigo, que se llevan bien, así que, es suficiente aliado para llevar a cabo nuestros planes— asiento decidida.

—Lo se— sus manos me tomaron por las mejillas.

—Pero, no te enamores de él Josephin— lo miro confundida con el ceño fruncido. —Se que no lo estás, pero no lo hagas, o todo terminará muy mal— asiento, claro que no lo haré. Asiente y me deja un beso en la frente.—Vamos, es hora—

—¿Papá no me llevará?— niega tensando la mandíbula.

¿En serio? ¿Ni siquiera en mi boda falsa puede mostrar algo de afecto?

Suspiro fuerte, da igual, la única persona que me ama está a mi lado.

El lugar estaba adornado con demasiada extravagancia, lo que me hizo resoplar y que Jordan riera entre dientes.

Realmente debí de involucrarme en esto si no me quería sentir así.

El arco grande de rosas blancas que nos conducía hacia el altar, era hermoso, los invitados estaban en sus asientos, y frente a mi, estaba Eric, junto al padre, en un precioso traje de color azul marino, y una corbata negra.

Sus manos estaban cruzadas al frente, mientras me miraba a lo lejos.

—¿Lista?— me giro hacia mi hermano, sonrío y asiento.

Avanzamos por el pasillo adornado con pétalos de rosa, y los murmullos a nuestro alrededor cesan, opacandose con la melodía de un violín, acompañando mi caminata.

Cuando llegamos frente a Eric, desciende los dos escalones que nos separan, tomando mi mano que le entrega Jordan.

—Te estoy dando lo que más amo, por favor, protegelo con tu vida— la determinación en las palabras de mi hermano, me hacen verlo sorprendida, pero el no me mira, el taladra a Eric.

—Te lo juro— y la sinceridad en la voz de Eric, me hace mirarlo, me sonrie y toma mi mano, dándome un suave apretón.

Jordan me besa la mejilla.

—Te amo— sonrío.

—Y yo a ti— se retira y toma asiento al lado de mis padres que no tardan en reprender por tanto sentimentalismo.

El hecho de que mi madre no se presentará en la habitación donde me estaba arreglando, se me quedara grabado por el resto de mi vida.

Tal vez debería de dejar de mirar tontas películas de amor, donde los padres de la novia lloran de emoción y les dan regalos y reliquias familiares.

Un suspiro suave sale de mis labios.

Mientras me pierdo todo el discurso del padre.

Es hasta que Eric me aprieta las manos, que me trae de regreso.

—¿Si?— el padre sonríe, Eric ríe suavemente.

—Pregunte, si aceptabas a Eric como tú esposo, para amarlo y cuidarlo, hasta que la muerte los separe—

Miro a Eric, quien sonríe tan encantador como siempre.

Que me queda.

Nada, ya no tengo nada más que a Jordan, y voy a hacer esto por mi hermano.

—Si, acepto— el padre encantado, repite la pregunta hacia Eric.

—Si, acepto—

El ansiado beso que sellaria nuestra vida, estaba a punto de pasar.

El cálido aliento de Eric me golpeó sobre mis labios.

—¿Puedo?— susurró lo suficientemente bajo para que solo yo escuchará, y asentí.

Porque quería besarlo, aunque sea solo está vez.

Eric me beso, tan suave, que un pequeño gemido salió de mi, haciendo qué mi boca se abriera y le diera paso a su lengua, sus manos se apretaron en mi cintura, pegándome más a su cuerpo.

Los aplausos y jadeos, silbidos y vítores, nos sacaron de nuestro desliz.

Me separó de sus labios y giro hacia la audiencia sonriendo, mientras Eric me besa la sien.

De verdad.

Ahora era la señora Brooks.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo