Había tenido suficiente con respecto a nuestras familias.
Los siguientes días fueron completamente basados en la boda. Que las flores, los adornos, las luces, las bebidas y todo lo demás. —¡Dios!— gimo frustrada ante tanta gente rodando por la casa. Me sentía sofocada, así que salí dando un portazo y camine hacia la piscina, el lugar era enorme, y solitario, con un gran ventanal desde el piso hasta el techo cerca de la piscina. Me quite las sandalias y arremangue mi Jean, metiendo mis pies en la cálida agua. Un suspiro enorme salió de mi, y por primera vez en semanas, me sentía en paz. Sola. Recordar el porqué estaba aquí, era una especie de tortura personal. Saber que había perdido tanto por tan poco. Se que el dinero en mi familia lo es todo, pero para Jordan y para mi, jamás nos ha interesado. Pero, finalmente, teníamos que hacer estas cosas.—Te he estado buscando por toda la casa— volteo y miro a Eric entrando por las puertas dobles de vidrio. Sonrío apretando los labios. —No podía seguir ahí, siento que me voy a volver loca— Se quita los tenis, las calcetas y arremanga su pantalón, sentándose a mi lado. —¿Nervios de novia?— la burla tintando su voz me hace reír mientras niego con la cabeza. –¿Porque me buscabas?— suspira mirando nuestros pies balanceándose en el agua. —Bianca— frunzo el ceño sin saber de quién habla, suspira nuevamente—Bianca quiere verme, y quería hablar contigo, decirte que vendrá mañana por la mañana, el personal tiene libre el fin de semana de la boda y...— asiento, comprendiendo. —Quiere despedirce de ti— asiente, sus ojos centellan con vulnerabilidad, algo que nunca había visto en Eric. Asiento sonriendo. —No hay problema— ruedo los ojos—Ademas, es tu casa— me encojo de hombros, me abraza por los hombros y me acerca a él, dejando un beso en mi cabeza. —Gracias Jo— el simple gesto, uno que se ha convertido tan natural entre nosotros, me revuelve las entrañas, y no entiendo por qué. Me alejo carraspeando y finjo que tengo cosas que hacer. —Debería volver, o mi madre se enterara que no colabore con nada— el ríe despacio, sin creérselo pero no dice nada. Salgo de la piscina, tomo mis sandalias y con ellas en la mano, salgo de ahi. No es más que los nervios de novia, como dice Eric. **** Me volteo hacia el lado de la cama de Eric, vacío. Volteo hacia el buro y miro la hora en mi celular, es demasiado temprano, son apenas las 7, no creo que Bianca venga tan temprano. Con esa duda, me aseo, y me cambio el pijama por unos leggins negros y un top deportivo. Me calzo mis zapatillas deportivas y me coloco una sudadera corta. Ato mi largo cabello en una coleta alta y bajo corriendo las escaleras hasta la cocina. Como no habrá personal los próximos tres días, el desayuno será hecho por nosotros mismos. Me quedo quieta en el umbral de la cocina, viendo la espalda de Eric tensarse mientras remueve la masa para panqueques. –¿Oh? Buenos dias— murmuró despacio, acercándome a la cafetera, se da la vuelta y su sonrisa brilla y me descoloca. —Buenos días, ¿Te desperté?— lo miro confundida y niego. Su obvia felicidad, se debe a que bianca vendrá. Aprieto la mandíbula sin saber porque eso me parece enfermizo, ayer dije que estaba bien, Eric hizo lo mismo por mi con Derek. Estoy loca con lo de la boda, eso debe de ser. —Bianca vendrá a desayunar, y después hablaremos, tal vez llegue en un par de horas, no fue muy concreta en eso— asiento mientras sirvo mi café. Mi cabeza dando vueltas pensando en todos los escenarios, esto debe de interesarme al minimo. Pero luego mi cabeza hace clic. Ellos van a desayunar, no nosotros. Yo no estoy invitada. El malestar nuevamente se instala en mi pecho, haciendo que el tragar mi cafe me sea insoportable, asi que lo dejo entre mis manos. El calor me invade, pero, es estúpido. Y una oleada de celos injustificados se agravia en cuanto el timbre de la casa suena. Eric se gira a verme paralizado, con el tazón de la mezcla. Suspiro, le sonrío lo más falso que sé y me bajo del taburete para ir a abrir. Mis manos sudan y me las seco en la sudadera. Abro y frente a mi, una dulce morena de cabello castaño claro, ojos color verdes y pecas en su rostro, me recibe. —Hola...— murmuro, ella sonríe, pero esa sonrisa no llega a sus ojos, y un brillo de enfado esta presente. Supongo que esperaba que Eric abriera. Carraspeo. —Pasa, Eric esta en la cocina— ella entra y avanza, supongo que ya ha estado antes aqui. Y no se porque eso me resulta amargo. La sigo detrás, mientras veo como se abalanza sobre Eric, quien ya se había lavado las manos y la tomó gustoso. —¡Dios, te extrañe tanto!— gimió contra su cabello mientras Bianca enrollaba sus brazos en su cuello, Eric besaba su cabello, tal y como lo hacia conmigo. Dios, tengo que salir de aquí. Me giro en la despensa, saco una botella de agua y me dispongo a salir. —¿No vas a desayunar?— me quedo quieta y me volteo siendo atrapada en mi escape. Abro la boca y no se que responder, miro un segundo hacia Bianca y esta me está mirando de una forma maligna y odiosa, dios, creí que era dulce. —No, disfruten el desayuno, estaré en el gimnasio— Eric se queda con el ceño fruncido, así que agrego, —Fue un gusto conocerte Bianca— sonrío y salgo de ese lugar. Mis pasos son fuertes y acelerados, y me descargo en el gimnasio. Termino golpeando el saco de boxeo, furiosa conmigo misma. No debería de sentirme celosa. ¡Por dios! ¡Es Eric Brooks! El imbecil con el que me van a obligar a casarme. Aunque ya no es tan imbecil, pero sigue siendo el enemigo, solo estamos en una tregua por un bien común. Bueno, al menos el sigue teniendo un motivo, yo en cambio. Ya no tengo nada. Suspiro y dejó caer mi frente contra el saco, deteniendolo con las manos y jadeando, agotada, y rogando porque todo esto termine con el día de la boda. —Te traje algo para comer— me volteo exaltada hacia su voz, y me recibe con una bandeja de comida, fruta picada y un plato de panqueques con mermelada. Lo miro con el ceño fruncido. Trago. ¿Lo ven? Deja de ser un imbecil algunas veces. —Gracias, no debiste molestarte— murmuró agradecida, suspirando me comienzo a quitar las ventas de las manos mientras me siento a horcajadas sobre el banco en el que deja la bandeja. Pero no se va. —¿No deberías de volver con Bianca?— pregunto tomando jugo de naranja y mirándolo por el borde de vaso. Suspira y se deja caer en el otro extremo del banco. —Ya se fue— lo miro esperando. —Discutimos, ella no le pareció que tu y yo durmieramos en la misma cama...— —¡Dios! ¿La llevaste arriba?— el niega. –Ella subió y yo intenté impedirlo, pero cuando abrió la puerta, vio la cama destendida, tus cosas en el tocador, fue....— suspira sonoramente—Terrorífico.— Muerdo mi labio y quito la otra venda. —Lo siento, debí de guardar mis cosas, por si acaso— el niega. —Creo que finalmente entendí algo— llevo un trozo de melón a mi boca y lo miro atenta. —¿Qué cosa?— pregunto. –Qué Bianca solo me quería por mi dinero— luce abatido y algo descolocado. —¿Qué?— No creo que eso sea posible. Esa mujer lo ama, o eso creo. —Me lo grito, me dijo que quería casarse conmigo, su familia está en quiebra y yo era la única opción, pero no contaron con que nuestras familias llegarán a un acuerdo— se encoje de hombros sacándole importancia. —Oh Eric, lo siento— mentira, no lo siento nada, pero, me siento tan mal por no hacerlo. El sonríe y me roba un trozo de melón. —Da igual, siempre hay algo que te hace tener fijo tus objetivos reales, ¿No?— Asiento, pero se que esta molesto. ****** Miro el anillo de promesa que Derek me había dado hace dos años, lo tenía guardado, y no quería sacarlo para no torturarme. Pero hoy quería hacerlo. La piedra color rosa sobre el anillo de oro delgado y delicado, me dolía el corazón. El lo iba a dar todo por nosotros, y yo, yo no daba nada por esto. Soy realmente estúpida, y su odio hacia mi era justificado. Miro mi reflejo. Mi vestido blanco estilo griego, con un bonito encaje en el velo. Hoy era el día de mi boda. La puerta detrás de mí sonó, me giré y mire a Jordan entrar. Sonrei. —Hola...— susurre, el se acercó a mi y abrió la palma, pidiéndome el anillo. Abrí mi mano y lo mire una última vez, lo tomó y lo dejo en la mesa frente a mi. —Hoy tenemos un nuevo propósito, hermana, se que Eric no es un imbecil contigo, que se llevan bien, así que, es suficiente aliado para llevar a cabo nuestros planes— asiento decidida. —Lo se— sus manos me tomaron por las mejillas. —Pero, no te enamores de él Josephin— lo miro confundida con el ceño fruncido. —Se que no lo estás, pero no lo hagas, o todo terminará muy mal— asiento, claro que no lo haré. Asiente y me deja un beso en la frente.—Vamos, es hora— —¿Papá no me llevará?— niega tensando la mandíbula. ¿En serio? ¿Ni siquiera en mi boda falsa puede mostrar algo de afecto? Suspiro fuerte, da igual, la única persona que me ama está a mi lado. El lugar estaba adornado con demasiada extravagancia, lo que me hizo resoplar y que Jordan riera entre dientes. Realmente debí de involucrarme en esto si no me quería sentir así. El arco grande de rosas blancas que nos conducía hacia el altar, era hermoso, los invitados estaban en sus asientos, y frente a mi, estaba Eric, junto al padre, en un precioso traje de color azul marino, y una corbata negra. Sus manos estaban cruzadas al frente, mientras me miraba a lo lejos. —¿Lista?— me giro hacia mi hermano, sonrío y asiento. Avanzamos por el pasillo adornado con pétalos de rosa, y los murmullos a nuestro alrededor cesan, opacandose con la melodía de un violín, acompañando mi caminata. Cuando llegamos frente a Eric, desciende los dos escalones que nos separan, tomando mi mano que le entrega Jordan. —Te estoy dando lo que más amo, por favor, protegelo con tu vida— la determinación en las palabras de mi hermano, me hacen verlo sorprendida, pero el no me mira, el taladra a Eric. —Te lo juro— y la sinceridad en la voz de Eric, me hace mirarlo, me sonrie y toma mi mano, dándome un suave apretón. Jordan me besa la mejilla. —Te amo— sonrío. —Y yo a ti— se retira y toma asiento al lado de mis padres que no tardan en reprender por tanto sentimentalismo. El hecho de que mi madre no se presentará en la habitación donde me estaba arreglando, se me quedara grabado por el resto de mi vida. Tal vez debería de dejar de mirar tontas películas de amor, donde los padres de la novia lloran de emoción y les dan regalos y reliquias familiares. Un suspiro suave sale de mis labios. Mientras me pierdo todo el discurso del padre. Es hasta que Eric me aprieta las manos, que me trae de regreso. —¿Si?— el padre sonríe, Eric ríe suavemente. —Pregunte, si aceptabas a Eric como tú esposo, para amarlo y cuidarlo, hasta que la muerte los separe— Miro a Eric, quien sonríe tan encantador como siempre. Que me queda. Nada, ya no tengo nada más que a Jordan, y voy a hacer esto por mi hermano. —Si, acepto— el padre encantado, repite la pregunta hacia Eric. —Si, acepto— El ansiado beso que sellaria nuestra vida, estaba a punto de pasar. El cálido aliento de Eric me golpeó sobre mis labios. —¿Puedo?— susurró lo suficientemente bajo para que solo yo escuchará, y asentí. Porque quería besarlo, aunque sea solo está vez. Eric me beso, tan suave, que un pequeño gemido salió de mi, haciendo qué mi boca se abriera y le diera paso a su lengua, sus manos se apretaron en mi cintura, pegándome más a su cuerpo. Los aplausos y jadeos, silbidos y vítores, nos sacaron de nuestro desliz. Me separó de sus labios y giro hacia la audiencia sonriendo, mientras Eric me besa la sien. De verdad. Ahora era la señora Brooks.Mi mano movía la copa de vino, mi mirada se perdía en el movimiento del líquido tinto. Solo quería largarme de aquí. —Tus padres están buscándote— sonrío irónica, me bebo de golpe la copa, vaciando y robando otra a un mesero que pasaba por ahí. La mirada de Eric esta sobre mi, pero no me interesa, esta noche, necesito embriagarme hasta perder el conocimiento. O tal vez, hasta que me tenga que lavar el estómago de tanto alcohol en mi sistema. Eric observa, pero no dice nada. —De acuerdo— quita mi nueva copa y me toma de la mano—Nos vamos ahora— me arrastra entre los invitados, aceptando las felicitaciones e informando que ya nos íbamos. La mirada de desaprobación de mis padres, no sé hizo esperar, como siempre. Si buscas deshonra en el diccionario, encontrarás mi fotografía, de eso estoy segura. Aunque a veces aparenten que están orgullosos de mi, siempre están decepcionados de todo, solo cuando cumplo sus lineamientos dictados, ahí si, soy la hija prodiga.Me dejo llevar hast
Amarro mi cabello en una trenza, me miro al espejo y el conjunto deportivo que llevo no sube en nada mis ánimos. Pero concentrarme en hacer ejercicio o nadar, es mejor que todos los pensamientos destructivos que tengo desde que intenté acabar con mi sufrimiento. Tonta de mi. —¿Iras al gimnasio?— lo veo a través del espejo, asiento sin dirigirle la palabra. Así a sido desde que estuve en el hospital. Solo monosílabos y asentimientos de cabeza. Suspira y se dirige a prepararse para su día en la empresa. Bajo a la cocina, preparo mi desayuno, algo simple, solo pan tostado con mermelada y café. Mi teléfono suena. Jordan ha estado vigilando a discreción, con miles de llamadas diariamente. Nada discreto si me lo preguntas. —Hola hermano mayor— su risa burlona al otro lado, me alegra un poco más mi corazón —Tengo algo que decirte— me enderezo en mi lugar, nerviosa por que sea una mala noticia.—Uy, creo que eso no sonó bien— se reprende así mismo. —¿Qué pasa?— lo escucho suspirar
—¿Esta noche?— Asiente ante mi pregunta.Suspiro, mientras termino de atar mis agujetas.Me enderezo y lo miro.Eric y yo habíamos perdido por completo la amistad que habíamos comenzado cuando pasó mi accidente.Era un poco tenso el entablar una conversación, ya sea que el la iniciafa o yo.Estaba reacia a tener que involucrarme con el en cualquier aspecto.—Puedes ir a comprar un vestido, tienes mi tarjeta——No necesito tu dinero— le respondo cortante, Eric resopla.—No te pongas caprichosa, sabes muy bien lo que quiero decir— ruedo los ojos y ato mi cabello en una coleta alta.—Da igual, no lo necesito.Eric me escanea de arriba a abajo.Llevo un top deportivo color azul cielo, y unos leggins ajustados.Perderme en el gimnasio a diario, era la mejor manera de evitarlo por las mañanas, aunque en la cena me era imposible evitarlo, ya que había decretado un sacrilegio el no comer juntos.—Josephin, deja de comportarte como una mocosa. Somos adultos, necesitamos hablar en serio sobre el
Josephine.Vagando por todo el salón, me topo con algunos de los amigos inversionistas de mi padre.Y para mi mala suerte me topo con los padres de Eric. Bueno solo si estirada madre.—Mierda, al menos una maldita advertencia de que estarían aquí —murmuro para mi misma.La señora Brooks se planto frente a mi junto a un par de amigas ancianas estiradas por botox.La sonrisa socarrona que me enseñaba me daba arcadas. Claro, tendría que guardarmelas para mi.—Señora Brooks— la salude con un suave a sentimiento, sonreí falsamente hacia las otras dos mujeres.—Oh Josephine, dime mamá— dijo sacudiendo su mano, sonreí y asentí.En ni un millón de años lo haría.Vieja loca.—Claro—fue lo que dije.—Dejame presentarte a Margaret y a Luisa, son mis dos grandes amigas— les sonreí con los labios apretados a las mujeres nuevamente.—Oh Mirna, tu nuera es realmente preciosa, y muy guapísima, el pequeño Eric tiene demasiada suerte. Una lastima que sea una McCarthy— la sangre me hirvió ante tal comen
Josephin.Mi mirada se cruza con sus ojos verdes, brillantes, anhelantes, ansiosos.Yo tenia en mis manos la decisión, pero era difícil. Volver a confiar en alguien que solo me esta usando para un bien común.Además, esta el hecho de que el ama a otra persona. ¿Acaso eso tiene sentido? No debería ni de provocarme ni mucho menos darme estas proposiciones. No es sano, ni para mi ni mi corazón. Soy demasiado frágil en esa área, me volví demasiado frágil después de Derek.Trago en seco mientras mis labios vuelven a entre abrirse, observándolo, vacilante ante la idea de que me lo estoy pensando seriamente.Diablos, no deberia ni pensarlo.La respuesta es clara, no debería.Pero quería...Esto es tan odioso. Él es odioso.Abro la boca para responder, pero su teléfono resuena en el silencio de la habitación, interrumpiendo. Eric resopla frustrado y observa su teléfono para después rechazar la llamada, vuelve a centrar su atención en mi, esperando, cuando voy a responderle, el teléfono vuelv
Josephin.Miro mi reflejo en el espejo, el vestido negro liso se ajusta perfectamente a mi cuerpo. Larga hasta arriba de mis rodillas. Simple.Hace dos días que los preparativos para el funeral comenzaron. Demasiadas idas y vueltas para Eric. No quería estar en sus zapatos en estos momentos. Gracias a dios.Eric y yo no habíamos cruzado mas que monosílabos, no nos habíamos visto mas que un par de veces, con el entrando y saliendo de la casa no era fácil atraparlo con tiempo.Luego, estaba el otro problema, Bianca no se había separado de el desde ese día en el hospital. Eric tampoco se había separado de ella.Y mi pobre corazón imbécil era el que me reprendia a cada nada al saber tal hecho.no quería estar cerca de ellos. Si, sabia que mi lugar era el que Bianca estaba tomando. Bueno realmente era su lugar, la que había ursupado eso era yo.Yo era la intrusa en esto.Suelto el aire y tomo mi teléfono, mandando un mensaje a Jordan para que pase por mi y me acompañe al funeral.Si, tamp
Josephin. Mis pies descalzos me daban escalofríos mientras me desplazaba por las frías baldosas de marmol. La sed fue lo que me despertó a media madrugada, al salir de mi habitación el silencio inunda el pasillo, al igual que la oscuridad de la noche. Al pasar por la habitación de Eric la luz se filtra por debajo de la puerta. Está despierto, aun. Hace dos días que estuvimos en el cementerio. Y desde que su padre murió, hemos dormido en habitaciones separadas. Ya sea porque Bianca andaba rondando aquí pegada a el a cada segundo, y tambien el hecho de que sigo molesta y algo decepcionada conmigo misma.. El espacio de mi ahora habitación, es tranquilo, y obtengo la paz que necesito. Pero tambien la soledad se cuela por la puerta.Haciendo que las noches sean tan dolorosas como los días. Me estoy retorciendo en mi propia m****a, la misma m****a que yo provoque. Si, es mi culpa. Todo por desarrollar sentimientos por este hombre imbécil. Imbécil yo. Abro el refrigerador y saco una
Eric.—No se...— respondo apenas en un susurro, miro a la enfermera para no ver la sangre en mis manos.—¿Necesita llamar a alguien más?— Sacudo la cabeza.Tengo que volver a llamar a Jordan.—¿Señor?— —Perdon, es mi esposa— asiente y continúa haciéndome preguntas, se ciertas cosas, pero las demás no tengo ni jodida idea. Por eso necesito a Jordan aquí.Vuelvo a marcar cuando la enfermera me deja solo al darse cuenta que no puedo responder por la conmoción.—¿Eric?— la voz soñolienta de Jordan por fin me responde. Gimo de alivio.—Te necesito en el hospital, Jordan... Josephin, ella...— maldice sin dejarme terminar y me dice que está de camino.Me levanto para ir al baño y lavarme su sangre.Su sangre, otra vez.Mi camiseta está manchada. ¿Por qué hay tanta sangre?Salgo y vuelvo a sentarme frente a las puertas por dónde se la llevaron. Un par de minutos después salgo a buscar una sudadera en mi auto quitándome la camiseta sucia.Jordan me mira mientras se baja de su auto y yo cierro