Tomo asiento al lado de Jordan, y a mi izquierda se posa Eric.
Coloco la servilleta sobre mis piernas, espero a que el personal termine de servinos la comida, mirando todo con absoluta atención y reprimiendo el asco ante tal derroche de dinero. Sabía que la familia de Eric era igual de vieja que la mía, pero no sabía que ambos teníamos tanto dinero, se me retorxian las tripas solo de ver que estaba a punto de comerme un filete de cerdo perfectamente cocido y con verduras salteadas y junto a un carisma vino, que no me voy a molestar en pronunciar el nombre. De verdad, si yo pudiera pasar de todo esto, estaría con Jordan en algún restauran de la carretera atiborrandonos de malteadas de chocolate y hamburguesas. Nada refinado de nuestra parte, incluso, podríamos invitar a Eric. La mesa se mantenía en silencio, solo el sonido de los cubiertos y de nuestras respiraciones. Tomo mi copa, pero la ansiedad de querer irme de esta cena con la muerte, no, creo que una con ella sería realmente más entretenida que esto. Termino volcando en el inmaculado mantel blanco, y derramando el líquido tinto sobre ella, desatando el caos. —¡Oh por dios!— me levanto de prisa antes de que el vestido se manche en cuanto el vino corre jacta mia, Eric hace lo mismo y pone su servilleta sobre el líquido, empapando más el mantel. Eric me miro, sus ojos reflejaban pánico, por mi. —¡Pero mira lo que tu inepta hija hizo, Mike! Creí que habías dicho que era perfecta y digna de casarse con mi hijo— la voz reprochante de la madre de Eric retumba por toda la estancia, dejándome helada en mi lugar. Su voz hacia eco en mi cabeza, como siempre lo hacían las palabras de mis padre cuando cometía errores. Pero yo había dejado de cometer errores hace mucho, yo ya era el prototipo perfecto, lo era. Mis movimientos se habían detenido, Jordan estaba tenso a mi lado esperando mi respuesta mal educada que él sabía que yo diría. Pero esta vez no, no porque tenían razón, yo no era perfecta. Me giro hacia Eric. —¿Podemos irnos?— hable despacio, Eric me miro un par de segundos y asintió, apretó la mandíbula y arrojo con molestia la servilleta sobre la mesa, tomo mi mano suavemente y asintió hacia Jordan. —Gracias por la cena— pero el tono que uso no era nada amable, y su rostro menos. No supe si respondieron, no podía ni mirar a Jordan. La vergüenza y la decepción que pude causarle, dios, me envolvía fuertemente. Tampoco supe en que momento llegamos a casa, ni cuando me metí en la ducha. No hasta que siento que el agua caliente pasa a ser fría y la voz de Eric traspasa la madera. —Jo, ¿Estas bien?— negué con la cabeza sabiendo que no me veía, pero no tenía ganas de responder —Entraré si no contestas— amenazó, pero ahora mismo, en el suelo frío de la ducha, nada me importaba, solo que el agua se llevará mi vergüenza y la decepción que le cause a mi hermano. El sonido de la puerta no me sacó de mi delirio, ni tampoco Eric con una toalla empapandose la ropa cara mientras cerraba la ducha y envolvía mi cuerpo desnudo y frágil. —Estas demasiado fría, Josephin— así me sentía, que bueno que él también lo supiera. Me llevo en brazos hasta el tocador, había envuelto la toalla debajo de mis axilas para darle más firmeza. Seco mi cabello con una toalla más pequeña y luego prosiguió a desenredarlo. Mi reflejo no era nada comparado a lo que había visto antes de irnos, ahora, veía un enorme error. Tome la mano de Eric, deteniendolo. —Yo lo hago— podía sentir su mirada sobre mi, pero no dijo nada y me dio el cepillo. Con pesar desenrede mi cabello, tome el pijama que me extendió y me puse las bragas frente a él. No me importaba si me miraba, jamás me fijaría en él, y él en mi menos. Ambos estábamos juntos con un solo propósito, volver con las personas que amamos, y derrocar al mal de nuestras familias. Solte la toalla, esta se hizo un amasijo de tela en mis pies, mientras me ponía la blusa de seda de tirantes y después los pequeños pantalones. No quería nada más que dormir, pero mi teléfono sonó y la llamada de Jordan me atormentó, no podía no responderle. Me senté frente al tocador y respondí dudosa. —¿Hola?— mi voz era ronca y apenas un susurro. —¿Estas bien?— su voz no sonaba dura ni molesta, estaba preocupado. —¿No estás molesto?— el silencio al otro lado me ponía mal. —¿Estas escuchándote Josephin?– mi corazón dio un salto—¿Porque demonios debería molestarme contigo? No fue tú culpa, por dios, eres humana, no todos somos perfectos— mis ojos se llenaron de lágrimas y mi cabeza se agachó, sintiendo un enorme alivio y el peso saliendo de mis hombros. —Lo siento, debí de decir algo, defenderme, yo...— —Basta, es culpa de esa lunatica estirada, después de que se fueron estuvo despotricando contra ti, me harte y dejé la cena un par de minutos después de ustedes, en fin. ¿Estas bien?— Asiento, pero como se que no me ve respondo. —Ahora si, gracias por llamarme Jordan— lo escucho reir. —Siempre te voy a llamar, Jojo, eres mi pequeña, siempre lo seras— mi corazón se llena de una calidez enorme y me hace sonreír y salir del piloto automático en el que me había hundido. El era mi remedio, siempre. —De acuerdo, ve a dormir, te amo— —Y yo a ti, Jordan— Dejo el teléfono sobre el tocador y respiro hondo, tomo las toallitas desmaquillantes y me quito los restos del maquillaje, dejando mi piel limpia. Me levanto para apagar la luz y me topo con la mirada verdosa de Eric. Se ha cambiado, su pantalón de chándal cayendo suavemente sobre sus caderas marcadas, sus brazos tatuados inundando la blancura de las sábanas, me dan un bofetón. —Estabas asustada — apago la luz, haciendo tiempo para decir algo en contra a su deducción, abro las sábanas y me meto en ellas, quedando de frente a él. El silencio era reconfortante. —Si.— La luz de la ventana era suficiente para poder vernos a los ojos. Su mano tomo la mia y me jalo hacia su pecho, un contacto que jamás habíamos hecho aunque durmieramos juntos en la misma cama. Cuando estuve acomodada sobre su pecho, mi pierna entre las suyas y su mano en mi espalda, solte un suspiro cansado. —Debi decir algo, debí defenderte, no lo hice— su voz sonaba molesta, pero no conmigo, con él —Me asuste, temía que dijeran que el acuerdo se rompía en ese momento, pero... cuando me pediste que nos fuéramos, fue suficiente para mi para decir que si, porque sabía que ya no estaba solo en esto— me aprieto más contra el, y el también aprieta su agarre sobre mi. —No importa, se supone que yo fui preparada para ti, prácticamente, estoy segura que me procrearon para ti— ambos reímos divertidos, su risa retumba en mi oído al yo tener mi cabeza en su pecho. Mi mano cobra vida y me encuentro haciendo caricias sobre su abdomen, caricias descuidadas que le resultan reconfortantes ya que lo oigo suspirar complacido. —Ya creo que si— Sabía que tenía que aferrarme a la única persona a parte de Jordan, que me dio una alternativa para estar con Derek. —Ahora no se si después de que nos libremos de esto, Derek volverá conmigo, no después de lo que dijo. Él me odia, Eric, jamás me había hablado así ni mirado con tanto asco— su brazo me aprieta por los hombros y deja un beso en mi frente. Mi cuerpo se tensa y me quedo quieta absorbiendo este momento. Eric es un imbecil, pero ahora mismo, está siendo dulce y amable al reconfortarme. —Es un imbecil, puedes conseguirte otro, mejor, realmente ni es tu tipo, puedo presentarte algunos de mis socios si...— le golpeó el pecho y una enorme sonrisa vislumbra sus labios. —Jamás puedes ser amable con alguien sin joderlo después— —Es un don— se encoje de hombros —Vamos a dormir, hoy ha sido un día lleno de aventura— su voz cantaría me causa risa, y me acurruco más contra su cálido cuerpo. Un solo pensamiento flota en mi cabeza. —Ya no estás solo, Eric, yo estoy contigo—Había tenido suficiente con respecto a nuestras familias. Los siguientes días fueron completamente basados en la boda. Que las flores, los adornos, las luces, las bebidas y todo lo demás. —¡Dios!— gimo frustrada ante tanta gente rodando por la casa. Me sentía sofocada, así que salí dando un portazo y camine hacia la piscina, el lugar era enorme, y solitario, con un gran ventanal desde el piso hasta el techo cerca de la piscina. Me quite las sandalias y arremangue mi Jean, metiendo mis pies en la cálida agua. Un suspiro enorme salió de mi, y por primera vez en semanas, me sentía en paz. Sola. Recordar el porqué estaba aquí, era una especie de tortura personal. Saber que había perdido tanto por tan poco. Se que el dinero en mi familia lo es todo, pero para Jordan y para mi, jamás nos ha interesado. Pero, finalmente, teníamos que hacer estas cosas.—Te he estado buscando por toda la casa— volteo y miro a Eric entrando por las puertas dobles de vidrio. Sonrío apretando los labio
Mi mano movía la copa de vino, mi mirada se perdía en el movimiento del líquido tinto. Solo quería largarme de aquí. —Tus padres están buscándote— sonrío irónica, me bebo de golpe la copa, vaciando y robando otra a un mesero que pasaba por ahí. La mirada de Eric esta sobre mi, pero no me interesa, esta noche, necesito embriagarme hasta perder el conocimiento. O tal vez, hasta que me tenga que lavar el estómago de tanto alcohol en mi sistema. Eric observa, pero no dice nada. —De acuerdo— quita mi nueva copa y me toma de la mano—Nos vamos ahora— me arrastra entre los invitados, aceptando las felicitaciones e informando que ya nos íbamos. La mirada de desaprobación de mis padres, no sé hizo esperar, como siempre. Si buscas deshonra en el diccionario, encontrarás mi fotografía, de eso estoy segura. Aunque a veces aparenten que están orgullosos de mi, siempre están decepcionados de todo, solo cuando cumplo sus lineamientos dictados, ahí si, soy la hija prodiga.Me dejo llevar hast
Amarro mi cabello en una trenza, me miro al espejo y el conjunto deportivo que llevo no sube en nada mis ánimos. Pero concentrarme en hacer ejercicio o nadar, es mejor que todos los pensamientos destructivos que tengo desde que intenté acabar con mi sufrimiento. Tonta de mi. —¿Iras al gimnasio?— lo veo a través del espejo, asiento sin dirigirle la palabra. Así a sido desde que estuve en el hospital. Solo monosílabos y asentimientos de cabeza. Suspira y se dirige a prepararse para su día en la empresa. Bajo a la cocina, preparo mi desayuno, algo simple, solo pan tostado con mermelada y café. Mi teléfono suena. Jordan ha estado vigilando a discreción, con miles de llamadas diariamente. Nada discreto si me lo preguntas. —Hola hermano mayor— su risa burlona al otro lado, me alegra un poco más mi corazón —Tengo algo que decirte— me enderezo en mi lugar, nerviosa por que sea una mala noticia.—Uy, creo que eso no sonó bien— se reprende así mismo. —¿Qué pasa?— lo escucho suspirar
—¿Esta noche?— Asiente ante mi pregunta.Suspiro, mientras termino de atar mis agujetas.Me enderezo y lo miro.Eric y yo habíamos perdido por completo la amistad que habíamos comenzado cuando pasó mi accidente.Era un poco tenso el entablar una conversación, ya sea que el la iniciafa o yo.Estaba reacia a tener que involucrarme con el en cualquier aspecto.—Puedes ir a comprar un vestido, tienes mi tarjeta——No necesito tu dinero— le respondo cortante, Eric resopla.—No te pongas caprichosa, sabes muy bien lo que quiero decir— ruedo los ojos y ato mi cabello en una coleta alta.—Da igual, no lo necesito.Eric me escanea de arriba a abajo.Llevo un top deportivo color azul cielo, y unos leggins ajustados.Perderme en el gimnasio a diario, era la mejor manera de evitarlo por las mañanas, aunque en la cena me era imposible evitarlo, ya que había decretado un sacrilegio el no comer juntos.—Josephin, deja de comportarte como una mocosa. Somos adultos, necesitamos hablar en serio sobre el
Miro mis manos, enguantadas, la suave tela de encaje cubriendolas me daba un poco de seguridad.Miro mi reflejo en el espejo, el hermoso vestido color esmeralda de terciopelo, caía libremente desde mi pequeña cintura y dejando una exuberante y sexy abertura en mi pierna.El escote de corazón en mis redondos y pecosos pechos, daba ese aire de súper estrella. O algo así.Mis hombros desnudos, pringados con pecas aquí y allá, me hacían burla.Esta no era yo.Nunca me sentí que fuera yo.Pero esto tenía que ser así.Esta tenía que ser yo.—¿Estas lista?— Miro a través del espejo a mi hermano Jordan, asiento apretando mis labios.Su pecho sube y suelta un sonoro suspiro, miro la alfombra mullida debajo de mis tacones.Quiero salir de aquí.Siento sus manos en mis hombros desnudos.— Es la última noche, después de esto, no tendrás que volver a fingir que todo mundo te agrada. No tendrás que sonreír de esta manera, falsa, ya no más, JoJo.Aprieto los labios y agacho la mirada cuando miro sus
Acomodo la ropa en el enorme guardarropa.Giro en mi lugar, admirando el interior, el lado contrario está lleno de la ropa de Eric, y el mio aun sigue vacío.Aunque llevamos una semana desde el compromiso, mis padres decidieron que era buena idea que nos mudaramos juntos.Aprieto en mis manos la sudadera de Derek, la acerco a mi nariz, inhalando su aroma aún persistente en la tela.Los ojos se me llenan de lágrimas como lo han estado haciendo desde que todo esto empezó.Me hago un ovillo en la esquina del armario, mientras llevo la sudadera a mi pecho y dando paso al torrente de lágrimas.Quiero decirle que lo amo, decirle que lamento demasiado no poder ser lo suficientemente valiente para amarlo libremente, para hacerle frente a mis padres.Para decirle que perdimos a nuestro bebé, un bebé que el nunca supo que estuvo en mi vientre.Ese día sigue presente, y me perseguirá hasta el lecho de mi muerte.Nadie sabía aún de Derek, solamente Jordan.Rogue, grite, llore y les pedí de rodill
Sus ojos grises lucen nublados por la tristeza y el dolor, mi pierna se agita arriba y abajo.Es su mano la que la detiene, suspiro sonoramente.—Lo siento, de verdad, Derek yo...— lo veo negar y apartar rápido su mano de mi rodilla.—Solo di lo que tienes que decir, tengo que irme antes de que tu prometido llegue—El nudo en mi pecho se aprieta con cada segundo que pasó a su lado, y se que es el dolor del corazón roto que está próximo a aumentar.—Yo... estaba embarazada — lo veo quedarse quieto, cerrar los ojos despacio y negar con la cabeza mientras agacha el rostro.Sus codos se apoyan en sus rodillas mientras su cabeza cuelga, lo escucho respirar hondo una y otra, y otra vez.—¿Y que paso?—Trago fuerte.—Me hicieron abortarlo— mi voz era apenas un susurro, pero el me escucho perfectamente.Se puso de pie y me miró de una manera que nunca me había visto, con desprecio.—Fue lo mejor que hicieron por ti, porque yo no me hubiera perdonado haber embarazado a un ser tan insípido y fr