Sus sueños estaban cargados de mucha intranquilidad, desde que Drew Penfoll, se había colado en su mente a toda hora, no podía tener una noche plenamente tranquila, en la que no despertara deseando tenerle con ella.
No era justo, ya que posiblemente el descarado de Drew no se viese afectado por ella en los más mínimo.
Isabdiella abrió los ojos a un nuevo día, se estiró y sonrió.—Gracias Alá, por un nuevo día. — restregó sus ojos. Se levantó y fue directamente al baño de sus habitaciones. Después de hacer sus necesidades y asearse como corresponde, después de rechazar la ayuda de Leisha. Estaba lista para afrontar un nuevo día. Se observó en el enorme espejo, el Caftan rosa la cubría con una innegable elegancia, el cinturón dorado hacia un pequeño ajuste a su hermosa figura. Hizo un rápido recogido en su cabello, no se aplicó maquillaje alguno, sonrió al recordar las palabras de su prima; " Eres una Princesa demasiado simplona" otra persona tomaría las palabras de Zahiry como un afrenta, pero no ella. En el fondo su prima tenía un poco de razón; era sencilla, usaba maquillaje sólo en ocasiones especiales, no recargaba su atuendo con oro y joyas preciosas, sólo usaba una fina cadena de oro en su cuello quien sostenía un letrero dorado con su nombre. Nada demasiado ostentoso.
En definitiva Zashirah y ella si parecían simplona ante la siempre magnífica, maravillosa e impoluta Zahiry. Leisha, llamó a su habitación y luego de entrar dejó sobre la pequeña mesita un servicio de té.
—¿Necesitará algo más, Alteza?— preguntó en tono dulce.
—No Leisha, así está bien— le dedicó una hermosa sonrisa.
—En ese caso, me dedicaré a mis actividades matutinas, estoy a su disposición— hizo una pequeña inclinación con su cabeza.
—Tranquila Leisha, sé donde encontrarte— La joven se retiró dejando la sola por algunos minutos, ya que después de un firme llamado la puerta volvió a abrirse. —¡Papi! —corrió a los brazos de uno de los hombres que más amaba.
—Buen día, mi niña, Alá nos ha prosperado un día maravilloso— Zabdiel, abrió los brazos sonriente para luego estrechar con fuerza a su pequeña hija— ¿Cómo amanece la Princesa más hermosa de Norusakistan y todo Oriente medio?
—¡Por Alá!— río feliz y depositó un beso en la mejilla de su padre— Amanezco muy bien, padre. Ahora apresurémonos, te esperaba para nuestro café matutino.
—Como siempre— Zabdiel sonrió y apartó la silla para que su hija tomará asiento. Amaba ese hábito, ir a darle los buenos días a su hija, tomar el té o café con ella y conversar un poco.
—Como siempre— ratificó ella. Sirviendo ambas tazas y entregándole a su padre la que le correspondía. —¿Mucho trabajo para el día de hoy?
— En lo absoluto, tesoro— Zabdiel debió de su humeante taza— Afortunadamente para mí, tu hermano dirige muy bien las actividades Norusakistanas.
—Es un Soberano Magnífico — aseguró ella — debes estar muy orgulloso de Jamal.
—Lo estoy. También de ti, eres una Princesa magnífica, la hija que cualquier padre desearía tener — ella sonrió con dulzura ante el orgullo y profundo amor que se profesaban — tu hermano y tu, son mi mayor orgullo, Della —así la llamaba cuando era una pequeña niña— no pude haber deseado hijos mejores.
—Ni nosotros, mejores padres— acarició su mano— todos hemos sido bendecidos por Alá, ha sido muy bondadoso al regalarnos una familia tan hermosa.
—Así es— bebió de su café.
— ¿Y usted, Alteza?, ¿tiene planes para hoy?
—Sí—sonrió— iré a la escuela de niñas. Quiero supervisar las actividades de éste mes y asegurarme de que todo se lleve a cabo.
—Magnífico.
—La profesora me ha asegurado que un par de padres querían incorporar a sus pequeñas, así que espero nuevos ingresos— sonrió enormemente.
—Heredaste el entusiasmo de tu querida madre, sin lugar a dudas. Ambas aman los proyectos que beneficien al pueblo.
—Ambas amamos al pueblo— aseguró ella— Norusakistan es importante para mi— desvió su mirada y se perdió en el ancho desierto— agradezco ser su Princesa y poder aportar tanto.
— El pueblo te agradece tanto amor, realmente te quieren.
—Soy feliz por ello, papi. Ahora que acabamos el café, apresurémonos. La familia de seguro estará esperándonos— Efectivamente esperaban por ellos para desayunar. Después de los respectivos saludos, todos se sentaron a la mesa a disfrutar del desayuno
—Se ve usted radiante hoy, Excelencia— Ivette halagó a su sobrina.
—Muchas gracias, tía. Debe ser la felicidad.—Seguramente— dijo Zahir en tono burlón, ganándose una mirada de reproche por parte de su esposa.
—Majestad— Zabdiel, habló a su hijo y Nael enfocó en él su mirada— ¿Ha logrado concertar la cita con el Emir del oeste?
—Así es, padre. Al igual que con el sultán Yabsan, nos reuniremos mañana después de la comida. Norusakistan ha servido de ejemplo a estos dos pequeños pueblos y desean nuestra orientación y ayuda para el crecimiento de su pueblo.
—Eso es maravilloso— intervino Isabella. —Gracias a Alá, que muchos comienzan a entender que modernizar un poco nuestras Naciones no significa renunciar a nuestras raíces — Isabdiella sonrió feliz— sino que es fortalecer el pueblo, ayudarnos a crecer.
—Así es, Alteza— Nael sonrió— y saber que Norusakistan ha sido fuente de inspiración, me lleva a sentir mucho orgullo. El arduo trabajo de años, de ésta familia, da unos maravillosos frutos. Yabsan, ha dicho que planea instalar una pequeña escuela al norte, realmente su gente se lo agradecerá.
—Hablando de escuelas— intervino Isabdiella— hoy iré a la escuela de niñas, quiero recibir reportes y cerciorarme de los adelantos de este mes. Tendremos nuevos ingresos.
—Eso es maravilloso— aseguró Zashirah— si me lo permites, me encantaría ir contigo.
—Yo complacida con tu ayuda, prima.
—Creo que tu eres la gemela de Zashirah y no yo— dijo Zahiry— son tan. . . idénticas en gustos y conductas. ¡Por Alá! — gimió — Vamos de compras o algo así.
—Tu falta de compromiso comienza a ser preocupante— dijo Ivette, mirando seriamente a su hija.
—Lo ha heredado de mi— dijo Zahir con descaro— Pero ya verás. Será una princesa completamente comprometida con su pueblo cuando llegue su momento. Como digna hija mía.
—Por ello es que no termina de madurar y crecer— Ivette frunció el entrecejo— no dejas de justificarla, de apoyar sus caprichos, llegará el momento en que tendrás que negarle algo.
—No lo creo— dijo Zahiry— mi papi, es muy bueno.
—Ya lo veremos cuando llegue el momento— dijo Ivette zanjando el tema.
*******************Isabdiella y Zashirah, llegaron al pequeño, pero cómodo colegio de niñas. Las recibió una mujer ya adulta que a pesar de ser muy tradicional al estilo de vida del Oriente medio, apoyaba el crecimiento del país, la modernización de algunas áreas y sobre todo la educación femenina.—¡Altezas! — exclamó la dulce mujer — Que honor recibirles.
—Es todo un gusto estar aquí—aseguró Zashirah sonriendo.
—Así es— aseguró Isabdiella— veníamos a saber como andan las cosas por aquí— ambas Princesas tomaron asiento.
—Las cosas van muy bien. ¿recuerda usted lo que le había dicho de los nuevos ingresos, Alteza?
—Por supuesto, quisiera saber sobre eso.
—Todo ha salido excelente, ésta mañana hemos tenido tres nuevos ingresos, cada vez se suman más niñas y eso es maravilloso.
—¡Bendito sea Alá! — dijeron ambas Princesas. La conversación siguió por unos veinte minutos organizando nuevas estrategias que logren captar a más jovencitas, con la finalidad de tener futuras mujeres con una educación superior, o promedio, al menos.
Luego salieron en dirección a Palacio.—¿No irás al hospital?
—No, Zashirah. Hoy me quedaré en Palacio a descansar. Quiero conversar con mi padre y con Nael, para la propuesta de una capacitación en el área de la fotografía; mi madre podría ayudarme en eso. Iré al hospital otro día.
—¿Te has peleado con Hassan?
—¡Por Alá, claro que no!- la miró directamente a los ojos- Hassan, es un hombre maravilloso. Es sólo que. . .
—Se acerca demasiado— la interrumpió— amenaza tus emociones y tu estabilidad.
—No. . .Si. . .No, bueno no sé.
—Será entonces que Drew. . .
—Ya basta con ese tema— frunció el ceño- no quiero hablar más de Drew. Entiéndanlo, él es el hombre menos indicado para mí. Es desenfadado, mujeriego, descarado y tiene un serio problema para adquirir compromisos de cualquier tipo. Yo soy una Princesa, una Norusakistana comprometida con el deber y mi pueblo, somos polos opuestos. Si hay alguien que realmente me amenaza es Drew Penfoll, no Hassan— estaba agitada y parecía enojada.
—Pero te gusta— Zashirah, se encogió de hombros y la miró con una traviesa sonrisa.
—Eso es lo que menos importa, Zashirah.
—Yo creo que es lo que más importa. Hassan, no hace brillar tus ojos como Drew.
—¡Por Alá, déjame en paz!— frunció los labios— no quiero hablar de él — Se giró y con paso apresurado salió de la escuela, los guardias miraron su cara, pero nadie se atrevió atrevió decir absolutamente nada. A fin de cuentas; ella era la Princesa de ese país y debía ser respetada. Zashirah sonrió con pesar, Isabdiella sentía por Drew, más de lo que estaba dispuesta a admitir
Amaba a su familia, pasar tiempo todos juntos, compartiendo el te de jazmín, un vino, o sencillamente un momento en familia, pero también amaba esos momentos de intimidad, como ahora, cuando podía vagar por una habitación y dedicarse solo a pensar ya pensar.Isabdiella, suspiró pesadamente mientras sus ojos se deslizaban con letargo sobre la amplia pared cubierta de retratos hechos por su propia madre. Antes de que se casará con su padre, había sido una excelente fotógrafa del mundo occidental, había viajado mucho y había fotografiado lugares únicos, algunos a los que ningún hombre se aventuró a ir. Luego de casarse y convertirse en la Soberana de aquel exótico país, su pasión por la fotografía había disminuido un poco ya que no podía ejercerla con libertad absoluta, no podía simplemente abandonarlo todo y viajar a África, Siberia o algún otro lugar para realizar un álbum fotográfico, pues era una Reina dedicada al bienestar de su pueblo, sin embargo, la familia se convirtió en su cen
Qué agradable calor y protección sentía en los brazos de Hassan, su sola presencia la reconfortaba, la hacia sentir protegida y quería. ¿No era eso suficiente para amar a alguien?Debería serlo, debería ser suficiente sentirse de aquella manera, debería ser un requisito para el amor, o quizás no un requisito, sino lo único, pero sabía que no era cierto, el amor pedía más. Los brazos de Hassan eran fuertes, firmes, cálidos y la hacían sentir segura. Un sentimiento de vulnerabilidad la embargó, estaba acostumbrada a ser fuerte pero, aquel día de sentía especialmente sensible. Se alejó un poco y observó fijamente los oscuros y hermosos ojos de Hassan. Él era hermoso, con esa característica hermosura de los hombres Norusakistanes. Su mirada le trasmitía paz, sosiego y una adoración infinita. Él la amaba e Isabdiella no lo dudaba, aunque él nunca se hubiese atrevido a besar sus labios, aunque no le hubiese hecho una declaración formal, sabía que la quería, para ella era tan claro como su
Se había quedado pensando en la conversación que tuvo con sus padres, había sido algo. . . vergonzosa, pero no había logrado ayudarla mucho, de hecho, estaba preocupada. ¿Qué estaría pensando Hassan?¿Pensaría que era una princesa descarada?¿Cambiaría su opinión sobre ella?Hassan era muy recatado, noble y de principios firmes, esperaba realmente no haber arruinado su imagen frente a él.Se negó a salir de sus habitaciones, así que le habían enviado la cena para que pudiese disfrutar de su comida en la intimidad de su propio espacio. Luego abrió los amplios ventanales de su habitación y salió al balcón, aspiró con fuerza para llenar sus pulmones de aire puro. La noche había caído, cubriendo así el inmenso desierto con su oscura sombra.—¡Oh Alá!— dijo en un susurro mientras elevaba sus ojos al oscuro cielo y luego los cerraba. No entendía el porqué de su turbación, la vergüenza inicial ya había pasado, ahora no entendía la extraña sensación alojada en su pecho.—Hace frío acá afuera
Era momento de iniciar un nuevo día. Isabdiella despertó con los primeros rayos del sol, en cuanto se movió para levantarse, Zashirah abrió los ojos y le regaló una hermosa sonrisa. — Buen día, Isa— le susurró.—Buen día, Zash— respondió en un susurro.—Hoy iré contigo al hospital.—Perfecto— sonrió. Su prima se marchó a su propia habitación e Isabdiella se propuso a darse una ducha. Su padre no se sorprendió cuando entró y consiguió a Zahiry sobre sus sábanas. Tomaron su café en el balcón para no interrumpir el sueño de la princesa, y es que Zahiry no era para nada madrugadora, la princesa era amante del sueño y el profundo descanso, según sus propias palabras, eso le permitía permanecer bella. Pasaban las nueve de la mañana cuando salió de Palacio en compañía de Zashirah. Pasaron primero al orfanato, llevando algunas prendas y telas que se dedicarían a nuevo a vestuarios, Afortunadamente no eran muchos los niños sin hogar, la mayoría quedaban huérfanos por distintos motivos, pero e
De acuerdo, no podía permitirse ruborizarse y exponerse frente a todos, no podía darse la vuelta y salir huyendo, debía reponerse y enfrentar la situación. Isabdiella lo observó fijamente y se repuso de la primera impresión, sintió los ojos de Nael fijos en ella, sabía que su hermano estaba al pendiente de su reacción, se preocupaba por ella e Isabdiella se lo agradecía, aunque en aquel preciso instante se sentía como si fuese observada por todos, quería tener una reacción natural, lo más natural posible y rogaba porque sus nervios no la traicionaron frente a toda la familia. —¡Drew, pero que agradable sorpresa!— sonrió— Bienvenido a Palacio, que Alá bendiga tu estadía en nuestras tierras— sonrió, aunque internamente estaba muy nerviosa y temblaba ansiosa al sentirse observada.—Muchas gracias, Ella— le sonrió y la observó mientras tomaba su asiento— ha sido un viaje largo, pero ya era hora de tomar vacaciones. Extrañaba mucho a Vanessa.—Y yo estoy feliz de tenerte aquí— le sonrió
Fue muy poco lo que Isabdiella alcanzó a dormir aquella noche. Estaba sumida en un torbellino de sentimientos, y emociones, lloraba de forma silenciosa porque no sabía reconocer todos los sentimientos presentes en ella. Estaba avergonzada por su comportamiento y por la forma tan descarada en la que dejaba que aquel sinvergüenza la tocara, no entendía como su cuerpo era capaz de responder a sus caricias de aquella forma. Despertó al sentir que Zashirah salía de su cama, su prima le dio un dulce beso en la frente y se marchó a su habitación. Su padre le acompañó en su habitual café matutino y tuvieron una charla sobre el Reino. Ocultó el terrible dolor que taladraba su cabeza, de más valdría preocuparlo y no quería que su cabeza de llenara de los recuerdos de aquella noche. El desayuno se desarrollaba de manera muy normal y ella evitaba a toda costa mirar a Drew, que la buscaba insistentemente con la mirada. Toda la normalidad se acabo cuando Nael dijo;—Me honra informar que pronto se
Después de todo aquello Isabdiella se fue al salón fucsia, deseaba un día de tranquilidad, un día para ella, para relajarse y estar tranquila. No había tenido buena noche, aunque agradecía enormemente que su mañana hubiese sido iluminada por la noticia del nuevo bebé, un sobrinito o sobrinita, que llegaría para inundar sus vidas de amor, y llenar Palacio de risas. Estaba conmovida y agradecida. —¡Oh, Alá!— suspiró feliz— gracias, gracias. Sin embargo, los acontecimientos de la noche anterior no dejaban de atormentarla, no quería pensar pero, tampoco quería estar en compañía de nadie, sólo deseaba quedarse en aquel salón el resto del día. Se dedicó a leer por mucho rato y cuando se sintió agotada, tomó un lienzo, las pinturas y todo lo demás que era necesario para pintar. No era una experta como Zashirah, pero lo hacía bastante bien según su criterio, al menos eso se decía para animarse a sí misma. Pintó, pintó y pintó sobre el lienzo, podía apreciar como se comenzaba a apreciar el d
Drew, caminaba pensativo por los pasillos de Palacio. La actitud de Isabdiella lo tenía desconcertado, un momento lo besaba, correspondía con ardor a sus caricias y al siguiente sus ojos mostraban una terrible culpa. . . quizás remordimiento, no lo sabía, pero si eso fuese el caso. ¿Culpa? ¿Qué le hacía sentir culpable? Quizás sentía culpa de su deseo, de no poder controlar lo que su cuerpo sentía por él y reaccionar sin pensarlo. ¿Remordimiento? ¿Qué le podría causar remordimiento? Su mismo deseo, o tal vez, el hecho de que por poco le hubiese permitido hacerle el amor. Sabía que la pureza era importante en Norusakistan, sin embargo no era una regla estricta, no lo había sido en caso de Nael. Vanessa estuvo por mucho tiempo asustada por la posibilidad de estar embarazada, mientras Nael se casaba con la francesa. ¿Y que decir de ella? Todo en Haleine LeBlanc, gritaba sexualidad, estaba seguro de que no guardaba su pureza para Nael, entonces, ¿podría ser eso lo que la atormentaba