Vanessa, tenía la frente perlada en sudor, mientras sostenía con fuerza la mano de su amado esposo.—¡Vamos Majestad, un poco más!— indicaba el médico— ¡Sólo un poco más!—Tu puedes hacerlo, mi amor.— Vanessa contrajo los dientes con fuerza, mientras pujaba con todo, tres veces más y escucho el llanto de su hijo, suspiró dejándose caer agotada. Nael contempló la escena, cómo tomaban a su bebé y lo limpiaban, cortaban el cordón y todo lo necesario, sus ojos se llenaron de lágrimas, cuando una enfermera caminaba hacia él con el bultito en las manos. Su corazón dio un salto.—¡Oh, Excelencia, es un bebé precioso, fuerte y muy sano!— dijo la mujer— les entrego al futuro Jeque de Norusakistan.—¡Oh Alá!— gimió Nael tomando al niño entre sus brazos—¡Gracias, muchas gracias Alá!— elevó sus ojos al cielo. —Déjame verlo, mi amor— pidió Vanessa, con voz cansada y los ojos llenos de lágrimas. Nael, colocó al bebé en sus brazos—¡Oh, es precioso!— dijo mientras las lágrimas comenzaron a deslizars
Vanessa, tenía la frente perlada en sudor, mientras sostenía con fuerza la mano de su amado esposo.—¡Vamos Majestad, un poco más!— indicaba el médico— ¡Sólo un poco más!—Tu puedes hacerlo, mi amor.— Vanessa contrajo los dientes con fuerza, mientras pujaba con todo, tres veces más y escucho el llanto de su hijo, suspiró dejándose caer agotada. Nael contempló la escena, cómo tomaban a su bebé y lo limpiaban, cortaban el cordón y todo lo necesario, sus ojos se llenaron de lágrimas, cuando una enfermera caminaba hacia él con el bultito en las manos. Su corazón dio un salto.—¡Oh, Excelencia, es un bebé precioso, fuerte y muy sano!— dijo la mujer— les entrego al futuro Jeque de Norusakistan.—¡Oh Alá!— gimió Nael tomando al niño entre sus brazos—¡Gracias, muchas gracias Alá!— elevó sus ojos al cielo. —Déjame verlo, mi amor— pidió Vanessa, con voz cansada y los ojos llenos de lágrimas. Nael, colocó al bebé en sus brazos—¡Oh, es precioso!— dijo mientras las lágrimas comenzaron a deslizars
Aunque es lo que siempre pedían, no podían creer la enorme dicha que se respiraba en Palacio, el legado Mubarack, ahora se extendía, abriendo paso a una nueva generación de soberanos, sin lugar a dudas Zhamir Mubarack, sería un futuro jeque bueno, justo, bondadoso, entregado a las necesidades de su pueblo, inculcarían en él, el amor y la responsabilidad de amar a su pueblo, y siempre, siempre seguir su corazón. —Sus ojos son verdes, tan hermosamente verdes— dijo Isabella sonriendo con su nieto en brazos — sin duda es una hermosa herencia que le has dado— le dijo a Vanessa quién sonreía orgullosa, a pesar de que los días avanzaban, no podía dejar de admirar a su pequeño hijo, lo veía tan pequeño, tan perfecto, tan hermoso, que se le complicaba creer que podía ser tan lindo. —Bien pudieran ser tú quien le dieras esa herencia, tía. Tus ojos también son verdes y muy bonitos. —¡O yo!— dijo Suseth— No olviden que mis ojos también son verdes— sonrió satisfecha— ¡Oh, no me roben la ilusión
La vida de casados era maravillosamente buena, dulce y sobre todo, muy apasionada y ardiente. Drew e Isabdiella, entraron a su nueva casa, desde la entrada principal les apareció preciosa, con una fachada imponente, sin duda una arquitectura majestuosa, pero entrar era maravilloso, te golpeaba un aire de elegancia y belleza. Una muestra más de como dos culturas se mezclaban, unificándose para encontrar la perfección. Vanessa, había hecho un trabajo maravilloso con la decoración, varios cuadros hechos por Zashirah llenaban el lugar de color, añadiendo así fotografías tomadas por la antigua Reina Norusakistana, ayudaban a otorgar el calor hogareño al nuevo lugar. —Lo amo, me encanta todo, mi amor— dijo Isabdiella emocionada, mientras caminaba junto a Drew, observando cada detalle de la casa— hicieron un trabajo majestuoso. —Estoy realmente impresionado— dijo él con una enorme sonrisa— mira las cortinas, las alfombras. ¡Es increíble! —Vanessa, me prometió que amaríamos el lugar, no m
La vida estaba resultando sumamente dura en aquel momento, para todos, pero en especial para Vanessa y Nael, quienes se habían visto arrastrados por el capricho de la francesa, arrojándolos a la miseria emocional. Se sentía terriblemente mal, ver a Nael con tanta tristeza en los ojos, ver a Vanessa sumida en aquel estado de dolor, que aunque intentara disimular, resultaba muy obvio para todos los que la conocían, que estaba pasando uno de los peores momentos de su vida. Si tan solo pudiese hacer algo más para ayudarla, si tan solo pudiese hacer algo por Jamal, gustosa se sacrificaría por la felicidad de su amiga y su hermano, ¿por qué sencillamente no nació hombre?, aquello le hubiese dado derecho al trono, y a Jamal, la oportunidad de ser feliz junto a la mujer que amaba. Que injusto resultaban algunas cosas en su país, pero lo mas injusto de todo, era que el amor de dos jovenes que se amaban tan ardientemente se viera sacrificado por el beneficio de una nacin.Suspiró con dolor.I
Sus sueños estaban cargados de mucha intranquilidad, desde que Drew Penfoll, se había colado en su mente a toda hora, no podía tener una noche plenamente tranquila, en la que no despertara deseando tenerle con ella.No era justo, ya que posiblemente el descarado de Drew no se viese afectado por ella en los más mínimo.Isabdiella abrió los ojos a un nuevo día, se estiró y sonrió. —Gracias Alá, por un nuevo día. — restregó sus ojos. Se levantó y fue directamente al baño de sus habitaciones. Después de hacer sus necesidades y asearse como corresponde, después de rechazar la ayuda de Leisha. Estaba lista para afrontar un nuevo día. Se observó en el enorme espejo, el Caftan rosa la cubría con una innegable elegancia, el cinturón dorado hacia un pequeño ajuste a su hermosa figura. Hizo un rápido recogido en su cabello, no se aplicó maquillaje alguno, sonrió al recordar las palabras de su prima; " Eres una Princesa demasiado simplona" otra persona tomaría las palabras de Zahiry como un afr
Amaba a su familia, pasar tiempo todos juntos, compartiendo el te de jazmín, un vino, o sencillamente un momento en familia, pero también amaba esos momentos de intimidad, como ahora, cuando podía vagar por una habitación y dedicarse solo a pensar ya pensar.Isabdiella, suspiró pesadamente mientras sus ojos se deslizaban con letargo sobre la amplia pared cubierta de retratos hechos por su propia madre. Antes de que se casará con su padre, había sido una excelente fotógrafa del mundo occidental, había viajado mucho y había fotografiado lugares únicos, algunos a los que ningún hombre se aventuró a ir. Luego de casarse y convertirse en la Soberana de aquel exótico país, su pasión por la fotografía había disminuido un poco ya que no podía ejercerla con libertad absoluta, no podía simplemente abandonarlo todo y viajar a África, Siberia o algún otro lugar para realizar un álbum fotográfico, pues era una Reina dedicada al bienestar de su pueblo, sin embargo, la familia se convirtió en su cen
Qué agradable calor y protección sentía en los brazos de Hassan, su sola presencia la reconfortaba, la hacia sentir protegida y quería. ¿No era eso suficiente para amar a alguien?Debería serlo, debería ser suficiente sentirse de aquella manera, debería ser un requisito para el amor, o quizás no un requisito, sino lo único, pero sabía que no era cierto, el amor pedía más. Los brazos de Hassan eran fuertes, firmes, cálidos y la hacían sentir segura. Un sentimiento de vulnerabilidad la embargó, estaba acostumbrada a ser fuerte pero, aquel día de sentía especialmente sensible. Se alejó un poco y observó fijamente los oscuros y hermosos ojos de Hassan. Él era hermoso, con esa característica hermosura de los hombres Norusakistanes. Su mirada le trasmitía paz, sosiego y una adoración infinita. Él la amaba e Isabdiella no lo dudaba, aunque él nunca se hubiese atrevido a besar sus labios, aunque no le hubiese hecho una declaración formal, sabía que la quería, para ella era tan claro como su