La vida estaba resultando sumamente dura en aquel momento, para todos, pero en especial para Vanessa y Nael, quienes se habían visto arrastrados por el capricho de la francesa, arrojándolos a la miseria emocional. Se sentía terriblemente mal, ver a Nael con tanta tristeza en los ojos, ver a Vanessa sumida en aquel estado de dolor, que aunque intentara disimular, resultaba muy obvio para todos los que la conocían, que estaba pasando uno de los peores momentos de su vida. Si tan solo pudiese hacer algo más para ayudarla, si tan solo pudiese hacer algo por Jamal, gustosa se sacrificaría por la felicidad de su amiga y su hermano, ¿por qué sencillamente no nació hombre?, aquello le hubiese dado derecho al trono, y a Jamal, la oportunidad de ser feliz junto a la mujer que amaba. Que injusto resultaban algunas cosas en su país, pero lo mas injusto de todo, era que el amor de dos jovenes que se amaban tan ardientemente se viera sacrificado por el beneficio de una nacin.Suspiró con dolor.I
Sus sueños estaban cargados de mucha intranquilidad, desde que Drew Penfoll, se había colado en su mente a toda hora, no podía tener una noche plenamente tranquila, en la que no despertara deseando tenerle con ella.No era justo, ya que posiblemente el descarado de Drew no se viese afectado por ella en los más mínimo.Isabdiella abrió los ojos a un nuevo día, se estiró y sonrió. —Gracias Alá, por un nuevo día. — restregó sus ojos. Se levantó y fue directamente al baño de sus habitaciones. Después de hacer sus necesidades y asearse como corresponde, después de rechazar la ayuda de Leisha. Estaba lista para afrontar un nuevo día. Se observó en el enorme espejo, el Caftan rosa la cubría con una innegable elegancia, el cinturón dorado hacia un pequeño ajuste a su hermosa figura. Hizo un rápido recogido en su cabello, no se aplicó maquillaje alguno, sonrió al recordar las palabras de su prima; " Eres una Princesa demasiado simplona" otra persona tomaría las palabras de Zahiry como un afr
Amaba a su familia, pasar tiempo todos juntos, compartiendo el te de jazmín, un vino, o sencillamente un momento en familia, pero también amaba esos momentos de intimidad, como ahora, cuando podía vagar por una habitación y dedicarse solo a pensar ya pensar.Isabdiella, suspiró pesadamente mientras sus ojos se deslizaban con letargo sobre la amplia pared cubierta de retratos hechos por su propia madre. Antes de que se casará con su padre, había sido una excelente fotógrafa del mundo occidental, había viajado mucho y había fotografiado lugares únicos, algunos a los que ningún hombre se aventuró a ir. Luego de casarse y convertirse en la Soberana de aquel exótico país, su pasión por la fotografía había disminuido un poco ya que no podía ejercerla con libertad absoluta, no podía simplemente abandonarlo todo y viajar a África, Siberia o algún otro lugar para realizar un álbum fotográfico, pues era una Reina dedicada al bienestar de su pueblo, sin embargo, la familia se convirtió en su cen
Qué agradable calor y protección sentía en los brazos de Hassan, su sola presencia la reconfortaba, la hacia sentir protegida y quería. ¿No era eso suficiente para amar a alguien?Debería serlo, debería ser suficiente sentirse de aquella manera, debería ser un requisito para el amor, o quizás no un requisito, sino lo único, pero sabía que no era cierto, el amor pedía más. Los brazos de Hassan eran fuertes, firmes, cálidos y la hacían sentir segura. Un sentimiento de vulnerabilidad la embargó, estaba acostumbrada a ser fuerte pero, aquel día de sentía especialmente sensible. Se alejó un poco y observó fijamente los oscuros y hermosos ojos de Hassan. Él era hermoso, con esa característica hermosura de los hombres Norusakistanes. Su mirada le trasmitía paz, sosiego y una adoración infinita. Él la amaba e Isabdiella no lo dudaba, aunque él nunca se hubiese atrevido a besar sus labios, aunque no le hubiese hecho una declaración formal, sabía que la quería, para ella era tan claro como su
Se había quedado pensando en la conversación que tuvo con sus padres, había sido algo. . . vergonzosa, pero no había logrado ayudarla mucho, de hecho, estaba preocupada. ¿Qué estaría pensando Hassan?¿Pensaría que era una princesa descarada?¿Cambiaría su opinión sobre ella?Hassan era muy recatado, noble y de principios firmes, esperaba realmente no haber arruinado su imagen frente a él.Se negó a salir de sus habitaciones, así que le habían enviado la cena para que pudiese disfrutar de su comida en la intimidad de su propio espacio. Luego abrió los amplios ventanales de su habitación y salió al balcón, aspiró con fuerza para llenar sus pulmones de aire puro. La noche había caído, cubriendo así el inmenso desierto con su oscura sombra.—¡Oh Alá!— dijo en un susurro mientras elevaba sus ojos al oscuro cielo y luego los cerraba. No entendía el porqué de su turbación, la vergüenza inicial ya había pasado, ahora no entendía la extraña sensación alojada en su pecho.—Hace frío acá afuera
Era momento de iniciar un nuevo día. Isabdiella despertó con los primeros rayos del sol, en cuanto se movió para levantarse, Zashirah abrió los ojos y le regaló una hermosa sonrisa. — Buen día, Isa— le susurró.—Buen día, Zash— respondió en un susurro.—Hoy iré contigo al hospital.—Perfecto— sonrió. Su prima se marchó a su propia habitación e Isabdiella se propuso a darse una ducha. Su padre no se sorprendió cuando entró y consiguió a Zahiry sobre sus sábanas. Tomaron su café en el balcón para no interrumpir el sueño de la princesa, y es que Zahiry no era para nada madrugadora, la princesa era amante del sueño y el profundo descanso, según sus propias palabras, eso le permitía permanecer bella. Pasaban las nueve de la mañana cuando salió de Palacio en compañía de Zashirah. Pasaron primero al orfanato, llevando algunas prendas y telas que se dedicarían a nuevo a vestuarios, Afortunadamente no eran muchos los niños sin hogar, la mayoría quedaban huérfanos por distintos motivos, pero e
De acuerdo, no podía permitirse ruborizarse y exponerse frente a todos, no podía darse la vuelta y salir huyendo, debía reponerse y enfrentar la situación. Isabdiella lo observó fijamente y se repuso de la primera impresión, sintió los ojos de Nael fijos en ella, sabía que su hermano estaba al pendiente de su reacción, se preocupaba por ella e Isabdiella se lo agradecía, aunque en aquel preciso instante se sentía como si fuese observada por todos, quería tener una reacción natural, lo más natural posible y rogaba porque sus nervios no la traicionaron frente a toda la familia. —¡Drew, pero que agradable sorpresa!— sonrió— Bienvenido a Palacio, que Alá bendiga tu estadía en nuestras tierras— sonrió, aunque internamente estaba muy nerviosa y temblaba ansiosa al sentirse observada.—Muchas gracias, Ella— le sonrió y la observó mientras tomaba su asiento— ha sido un viaje largo, pero ya era hora de tomar vacaciones. Extrañaba mucho a Vanessa.—Y yo estoy feliz de tenerte aquí— le sonrió
Fue muy poco lo que Isabdiella alcanzó a dormir aquella noche. Estaba sumida en un torbellino de sentimientos, y emociones, lloraba de forma silenciosa porque no sabía reconocer todos los sentimientos presentes en ella. Estaba avergonzada por su comportamiento y por la forma tan descarada en la que dejaba que aquel sinvergüenza la tocara, no entendía como su cuerpo era capaz de responder a sus caricias de aquella forma. Despertó al sentir que Zashirah salía de su cama, su prima le dio un dulce beso en la frente y se marchó a su habitación. Su padre le acompañó en su habitual café matutino y tuvieron una charla sobre el Reino. Ocultó el terrible dolor que taladraba su cabeza, de más valdría preocuparlo y no quería que su cabeza de llenara de los recuerdos de aquella noche. El desayuno se desarrollaba de manera muy normal y ella evitaba a toda costa mirar a Drew, que la buscaba insistentemente con la mirada. Toda la normalidad se acabo cuando Nael dijo;—Me honra informar que pronto se