Se había quedado pensando en la conversación que tuvo con sus padres, había sido algo. . . vergonzosa, pero no había logrado ayudarla mucho, de hecho, estaba preocupada.
¿Qué estaría pensando Hassan?
¿Pensaría que era una princesa descarada?¿Cambiaría su opinión sobre ella?
Hassan era muy recatado, noble y de principios firmes, esperaba realmente no haber arruinado su imagen frente a él.
Se negó a salir de sus habitaciones, así que le habían enviado la cena para que pudiese disfrutar de su comida en la intimidad de su propio espacio. Luego abrió los amplios ventanales de su habitación y salió al balcón, aspiró con fuerza para llenar sus pulmones de aire puro. La noche había caído, cubriendo así el inmenso desierto con su oscura sombra.
—¡Oh Alá!— dijo en un susurro mientras elevaba sus ojos al oscuro cielo y luego los cerraba. No entendía el porqué de su turbación, la vergüenza inicial ya había pasado, ahora no entendía la extraña sensación alojada en su pecho.
—Hace frío acá afuera— escuchó aquella sensual voz— ¿buscas que Alá te de alguna respuesta?
—¡Me has asustado, Jamal!— gimió girándose hacia su hermano, mientras lo miraba con ojos enormes— No te escuché llegar, me has dado un susto de muerte.
—No es la impresión que suelo causar— dijo y la envolvió en un tierno abrazo— ¿Qué te sucede, Isa?
—Ni yo misma lo sé, Jamal— se refugió en ese fuerte pecho —¿Te ha hecho algo el doctor?— preguntó ceñudo. Ella suspiró y le contó lo ocurrido—¿Es eso lo que te atormenta?, ¿Un beso?
—Al principio sí, creo que me molestaba haber sido yo quien lo besara— se alejó y lo observó fijamente— los hombres son los que deben dar ese paso. No una.
—El mundo va cambiando Isa, evolucionando, ahora las mujeres tienen un poco de libertad. No tienes que avergonzarte, si te gusta. . .
—Sí, me gusta. . . pero también me gusta. . .
— guardó silencio de golpe y miro a su hermano con ojos enormes— olvídalo, Jamal.
—Por supuesto que no lo olvidaré, realmente ¿Qué es lo que sucede? ¿Qué chico se ha robado tu corazón?
—No tanto como mi corazón, pero no puedo dejar de pensar en él y eso. . . Me enoja, me enoja porque sé que no es un hombre que me convenga.
—¿Y el doctor, si?
—Hassan es todo lo que cualquier mujer quisiera tener; guapo, inteligente, estudiado, colaborador, me quiere, todas esas cosas hermosas que dijo de mi pero, yo. . .
—No lo quieres, o al menos no tanto como al otro— Nael, acarició con dulzura la mejilla de su pequeña hermana.
—El otro. . . No me conviene, él es; mujeriego, engreído, odioso. . . hermoso, con una boca y. . .
—¡Isabdiella, pequeña Isabdiella!— dijo el Rey riendo.
—No te burles, no seas idiota— le dijo enojada.
—Es que, estás enamorada de ese otro, aunque aseguras que no te conviene.
—No importa porque igual me voy a olvidar de él.
—No creo que ningún hombre haya perdido tanto el juicio como para lastimar a una de mis princesas, y menos, a mi propia hermana— aseguró— sería un idiota. Si tanto lo quieres, podemos solucionarlo, le enfrentaré, conversaré con él y seguramente terminaremos en un solido matrimonio.
—¡No se te ocurra, Nael Jamal!— lo amenazó.
—¿Cuál es el problema?, seguramente estará loco de amor por ti. Soy su Soberano y. . .
—No es Norusakistan— declaró firme.
—¿Intentas decirme que te has enamorado de un foráneo?— preguntó con ojos empequeñecidos.
—Aclararé dos cosas; no estoy enamorada de él — aseguró y su hermano hizo en gesto asegurando que no le creía, pero ella lo ignoró— la segunda, ¿Qué tiene de mano que sea extranjero?, Norusakistan siempre. . .
—No te equivoques, Isa— le interrumpió— Siempre hemos recibido con brazos abiertos a los extranjeros, los hechos lo confirman; Madre, Tía, Vanessa. . . no me importaría que fuese extranjero, a lo que me refiero es que extrañamente pones un pie fuera de la Nación, a menos claro de que las sospechas que hemos tenido, nuestros padres y yo, sean ciertas, además del motivo de que la actual Reina, evite ese tema conmigo.
—No sé a que te refieres— dijo confundida— no tengo ni idea de lo que hablas, Jamal.
—Hablo, de que es Drew, es él— afirmó e Isabdiella sintió que dejaba de respirar.
—Eso no tiene importancia— aseguró ella, el Soberano la tomó de ambas manos y la miró directamente a los hermosos ojos, tan diferentes a los propios.
—Si tu lo quieres, obviamente tiene importancia. Isa, no mentiré Drew, es. . . diferente, libre, atrevido, y como tu misma lo has dicho, algo. . . mujeriego, no sé si sea el adecuado para entregarle tu corazón, pero sin importar la decisión que tomes yo estaré para apoyarte, no quiero que salgas lastimada, no soportaría verte sufrir, Isa— la miró con tanta ternura— Estás en la lista de las mujeres que más amo.
—No soy una niña a la que deban proteger, Jamal. Soy fuerte, más de lo que muchos creen. Puedo con esto y con cualquier cosa que me proponga.
—Lo sé, confío en ti— le dijo acariciando su cabello y luego depositó un beso en su frente, rogando que los sentimientos de su hermana cambiaran, según sabía su cuñado estaba acostumbrado a disfrutar de la compañía femenina, pero era incapaz de involucrarse emocionalmente.
Nael, se marchó minutos después, Ella contempló el desierto una vez más antes de cerrar los ventanales y dirigirse a la ducha, tomó un rápido baño, se enfundó en su bata de seda roja que usaba para dormir y se metió a la cama. Veinte minutos después cuando comenzaba a conciliar el sueño llamaron a la puerta.
—¿Sí?— preguntó ella adormilada. La puerta de abrió y como una tormenta de arena entraron sus primas. Zahiry, casi arrastraba del brazo a Zashirah.
—Hemos venido a dormir contigo— aseguró Zahiry.
—Todos nos hemos preocupado por ti— le dijo dulcemente, Zashirah.
—De verdad, no hace falta que todos se angustien tanto. Estoy bien.
—De igual manera dormiremos contigo— pronto Isabdiella se vio en medio de las gemelas.
—De acuerdo, de acuerdo— dijo dándose por vencida y acostándose nuevamente, sus primas la abrazaron— las quiero.
—Y nosotras a ti— aseguró Zashirah.
Era momento de iniciar un nuevo día. Isabdiella despertó con los primeros rayos del sol, en cuanto se movió para levantarse, Zashirah abrió los ojos y le regaló una hermosa sonrisa. — Buen día, Isa— le susurró.—Buen día, Zash— respondió en un susurro.—Hoy iré contigo al hospital.—Perfecto— sonrió. Su prima se marchó a su propia habitación e Isabdiella se propuso a darse una ducha. Su padre no se sorprendió cuando entró y consiguió a Zahiry sobre sus sábanas. Tomaron su café en el balcón para no interrumpir el sueño de la princesa, y es que Zahiry no era para nada madrugadora, la princesa era amante del sueño y el profundo descanso, según sus propias palabras, eso le permitía permanecer bella. Pasaban las nueve de la mañana cuando salió de Palacio en compañía de Zashirah. Pasaron primero al orfanato, llevando algunas prendas y telas que se dedicarían a nuevo a vestuarios, Afortunadamente no eran muchos los niños sin hogar, la mayoría quedaban huérfanos por distintos motivos, pero e
De acuerdo, no podía permitirse ruborizarse y exponerse frente a todos, no podía darse la vuelta y salir huyendo, debía reponerse y enfrentar la situación. Isabdiella lo observó fijamente y se repuso de la primera impresión, sintió los ojos de Nael fijos en ella, sabía que su hermano estaba al pendiente de su reacción, se preocupaba por ella e Isabdiella se lo agradecía, aunque en aquel preciso instante se sentía como si fuese observada por todos, quería tener una reacción natural, lo más natural posible y rogaba porque sus nervios no la traicionaron frente a toda la familia. —¡Drew, pero que agradable sorpresa!— sonrió— Bienvenido a Palacio, que Alá bendiga tu estadía en nuestras tierras— sonrió, aunque internamente estaba muy nerviosa y temblaba ansiosa al sentirse observada.—Muchas gracias, Ella— le sonrió y la observó mientras tomaba su asiento— ha sido un viaje largo, pero ya era hora de tomar vacaciones. Extrañaba mucho a Vanessa.—Y yo estoy feliz de tenerte aquí— le sonrió
Fue muy poco lo que Isabdiella alcanzó a dormir aquella noche. Estaba sumida en un torbellino de sentimientos, y emociones, lloraba de forma silenciosa porque no sabía reconocer todos los sentimientos presentes en ella. Estaba avergonzada por su comportamiento y por la forma tan descarada en la que dejaba que aquel sinvergüenza la tocara, no entendía como su cuerpo era capaz de responder a sus caricias de aquella forma. Despertó al sentir que Zashirah salía de su cama, su prima le dio un dulce beso en la frente y se marchó a su habitación. Su padre le acompañó en su habitual café matutino y tuvieron una charla sobre el Reino. Ocultó el terrible dolor que taladraba su cabeza, de más valdría preocuparlo y no quería que su cabeza de llenara de los recuerdos de aquella noche. El desayuno se desarrollaba de manera muy normal y ella evitaba a toda costa mirar a Drew, que la buscaba insistentemente con la mirada. Toda la normalidad se acabo cuando Nael dijo;—Me honra informar que pronto se
Después de todo aquello Isabdiella se fue al salón fucsia, deseaba un día de tranquilidad, un día para ella, para relajarse y estar tranquila. No había tenido buena noche, aunque agradecía enormemente que su mañana hubiese sido iluminada por la noticia del nuevo bebé, un sobrinito o sobrinita, que llegaría para inundar sus vidas de amor, y llenar Palacio de risas. Estaba conmovida y agradecida. —¡Oh, Alá!— suspiró feliz— gracias, gracias. Sin embargo, los acontecimientos de la noche anterior no dejaban de atormentarla, no quería pensar pero, tampoco quería estar en compañía de nadie, sólo deseaba quedarse en aquel salón el resto del día. Se dedicó a leer por mucho rato y cuando se sintió agotada, tomó un lienzo, las pinturas y todo lo demás que era necesario para pintar. No era una experta como Zashirah, pero lo hacía bastante bien según su criterio, al menos eso se decía para animarse a sí misma. Pintó, pintó y pintó sobre el lienzo, podía apreciar como se comenzaba a apreciar el d
Drew, caminaba pensativo por los pasillos de Palacio. La actitud de Isabdiella lo tenía desconcertado, un momento lo besaba, correspondía con ardor a sus caricias y al siguiente sus ojos mostraban una terrible culpa. . . quizás remordimiento, no lo sabía, pero si eso fuese el caso. ¿Culpa? ¿Qué le hacía sentir culpable? Quizás sentía culpa de su deseo, de no poder controlar lo que su cuerpo sentía por él y reaccionar sin pensarlo. ¿Remordimiento? ¿Qué le podría causar remordimiento? Su mismo deseo, o tal vez, el hecho de que por poco le hubiese permitido hacerle el amor. Sabía que la pureza era importante en Norusakistan, sin embargo no era una regla estricta, no lo había sido en caso de Nael. Vanessa estuvo por mucho tiempo asustada por la posibilidad de estar embarazada, mientras Nael se casaba con la francesa. ¿Y que decir de ella? Todo en Haleine LeBlanc, gritaba sexualidad, estaba seguro de que no guardaba su pureza para Nael, entonces, ¿podría ser eso lo que la atormentaba
Isabdiella pudo sentir como el rubor cubría inmediatamente sus mejillas al sentirse descubierta besando a Hassan. Sus ojos se encontraron con los grises ojos de Drew que le miraban fijamente, su expresión no decía nada pero su fija mirada dejaba entrever mucho.—Lamento interrumpir— dijo casualmente— no sabía que estabas con el doctorcito.—Drew Penfoll— Hassan lo miro y le dedicó una sonrisa— no estaba al tanto de que visitaba nuestras tierras. Que Alá bendiga su estadía en Norusakistan.—Gracias. Venía en busca de Isabdiella, he escuchado que pintabas.—Sí — dijo firme, aunque sentía que su corazón quería saltar fuera de su pecho— lo hago cuando me inspiro.—Deseaba apreciar tu pintura— dijo caminando hasta quedar frente al lienzo— es sin duda alguna una pintura maravillosa, realmente buena. —Gracias— a sus palabras siguió un incómodo silencio, Isabdiella sentía ganas de abandonar el salón, no quería estar allí con ellos dos. El silencio de rompió con la llegada de Azhohary.—¡Boca
Drew, estaba lleno de una infinita angustia, sentía que se asfixiada y no lo entendía, nunca había querido reconocer que sentía por Isabdiella más que deseo pero, la verdad era que verla en brazos del Doctor había sido como una puñalada directa a su corazón. Las lágrimas le quemaban los ojos y pugnaban por salir pero tenía una lucha interna por dejarlas salir o no. ¿Por qué sentía que se ahogaba?,¿Por qué el dolor le quemaba el pecho? ,¿Era amor?. . .ese miedo a perderla, esa necesidad de ir y decirle que lo escogiera a él, que quería estar a su lado. Que sus dulces ojos sólo le miraran a él, que por favor no lo besara, que no quería perderla. ¿Era amor? Nunca lo había sentido, así que no podría reconocer el sentimiento. O sea, amaba a las mujeres a su alrededor; su madre, sus tías, su hermana, sus primas y siempre había sentido ese amor por Isabdiella pero, ese sentimiento, esa sensación que se removía dentro de él era nueva. ¿Ese era el amor carnal?, ¿el que se siente por la muje
Vanessa, entendía un poco como se estaba sintiendo Nael, la culpa y el dolor lo estaban consumiendo, a causa de lo ocurrido con Namir, quisiera poder ayudarlo, pero lo cierto es que era un duelo que debía enfrentar él. Superar ese miedo y entender que su hijo estaría bien, confiaba en Alá, que así fuese, pero evidentemente la culpa, estaba acabando con su tranquilidad.Nael, suspiró frente a la entrada de la "Tierra santa" lugar donde descansaban los cuerpos pertenecientes a los fallecidos de la familia Real. Siempre se sentía nostálgico al visitar aquel lugar. Junto a el, su esposa sostuvo aún con más firmeza sus manos estrechadas.—Esperen aquí— ordenó a sus diez hombres pertenecientes a la Guardia real, que les acompañaban. —Excelencia, al menos dos de nosotros deberían entrar con ustedes.—No— necesito intimidad— visitaré a mi abuelo y a mi hijo— miró a Vanessa— Mi Reina es la única compañía que necesito allá adentro.—Como usted ordene, Majestad. — Nael asintió y le sonrió a Van