Fue muy poco lo que Isabdiella alcanzó a dormir aquella noche. Estaba sumida en un torbellino de sentimientos, y emociones, lloraba de forma silenciosa porque no sabía reconocer todos los sentimientos presentes en ella. Estaba avergonzada por su comportamiento y por la forma tan descarada en la que dejaba que aquel sinvergüenza la tocara, no entendía como su cuerpo era capaz de responder a sus caricias de aquella forma. Despertó al sentir que Zashirah salía de su cama, su prima le dio un dulce beso en la frente y se marchó a su habitación. Su padre le acompañó en su habitual café matutino y tuvieron una charla sobre el Reino. Ocultó el terrible dolor que taladraba su cabeza, de más valdría preocuparlo y no quería que su cabeza de llenara de los recuerdos de aquella noche. El desayuno se desarrollaba de manera muy normal y ella evitaba a toda costa mirar a Drew, que la buscaba insistentemente con la mirada. Toda la normalidad se acabo cuando Nael dijo;—Me honra informar que pronto se
Después de todo aquello Isabdiella se fue al salón fucsia, deseaba un día de tranquilidad, un día para ella, para relajarse y estar tranquila. No había tenido buena noche, aunque agradecía enormemente que su mañana hubiese sido iluminada por la noticia del nuevo bebé, un sobrinito o sobrinita, que llegaría para inundar sus vidas de amor, y llenar Palacio de risas. Estaba conmovida y agradecida. —¡Oh, Alá!— suspiró feliz— gracias, gracias. Sin embargo, los acontecimientos de la noche anterior no dejaban de atormentarla, no quería pensar pero, tampoco quería estar en compañía de nadie, sólo deseaba quedarse en aquel salón el resto del día. Se dedicó a leer por mucho rato y cuando se sintió agotada, tomó un lienzo, las pinturas y todo lo demás que era necesario para pintar. No era una experta como Zashirah, pero lo hacía bastante bien según su criterio, al menos eso se decía para animarse a sí misma. Pintó, pintó y pintó sobre el lienzo, podía apreciar como se comenzaba a apreciar el d
Drew, caminaba pensativo por los pasillos de Palacio. La actitud de Isabdiella lo tenía desconcertado, un momento lo besaba, correspondía con ardor a sus caricias y al siguiente sus ojos mostraban una terrible culpa. . . quizás remordimiento, no lo sabía, pero si eso fuese el caso. ¿Culpa? ¿Qué le hacía sentir culpable? Quizás sentía culpa de su deseo, de no poder controlar lo que su cuerpo sentía por él y reaccionar sin pensarlo. ¿Remordimiento? ¿Qué le podría causar remordimiento? Su mismo deseo, o tal vez, el hecho de que por poco le hubiese permitido hacerle el amor. Sabía que la pureza era importante en Norusakistan, sin embargo no era una regla estricta, no lo había sido en caso de Nael. Vanessa estuvo por mucho tiempo asustada por la posibilidad de estar embarazada, mientras Nael se casaba con la francesa. ¿Y que decir de ella? Todo en Haleine LeBlanc, gritaba sexualidad, estaba seguro de que no guardaba su pureza para Nael, entonces, ¿podría ser eso lo que la atormentaba
Isabdiella pudo sentir como el rubor cubría inmediatamente sus mejillas al sentirse descubierta besando a Hassan. Sus ojos se encontraron con los grises ojos de Drew que le miraban fijamente, su expresión no decía nada pero su fija mirada dejaba entrever mucho.—Lamento interrumpir— dijo casualmente— no sabía que estabas con el doctorcito.—Drew Penfoll— Hassan lo miro y le dedicó una sonrisa— no estaba al tanto de que visitaba nuestras tierras. Que Alá bendiga su estadía en Norusakistan.—Gracias. Venía en busca de Isabdiella, he escuchado que pintabas.—Sí — dijo firme, aunque sentía que su corazón quería saltar fuera de su pecho— lo hago cuando me inspiro.—Deseaba apreciar tu pintura— dijo caminando hasta quedar frente al lienzo— es sin duda alguna una pintura maravillosa, realmente buena. —Gracias— a sus palabras siguió un incómodo silencio, Isabdiella sentía ganas de abandonar el salón, no quería estar allí con ellos dos. El silencio de rompió con la llegada de Azhohary.—¡Boca
Drew, estaba lleno de una infinita angustia, sentía que se asfixiada y no lo entendía, nunca había querido reconocer que sentía por Isabdiella más que deseo pero, la verdad era que verla en brazos del Doctor había sido como una puñalada directa a su corazón. Las lágrimas le quemaban los ojos y pugnaban por salir pero tenía una lucha interna por dejarlas salir o no. ¿Por qué sentía que se ahogaba?,¿Por qué el dolor le quemaba el pecho? ,¿Era amor?. . .ese miedo a perderla, esa necesidad de ir y decirle que lo escogiera a él, que quería estar a su lado. Que sus dulces ojos sólo le miraran a él, que por favor no lo besara, que no quería perderla. ¿Era amor? Nunca lo había sentido, así que no podría reconocer el sentimiento. O sea, amaba a las mujeres a su alrededor; su madre, sus tías, su hermana, sus primas y siempre había sentido ese amor por Isabdiella pero, ese sentimiento, esa sensación que se removía dentro de él era nueva. ¿Ese era el amor carnal?, ¿el que se siente por la muje
Vanessa, entendía un poco como se estaba sintiendo Nael, la culpa y el dolor lo estaban consumiendo, a causa de lo ocurrido con Namir, quisiera poder ayudarlo, pero lo cierto es que era un duelo que debía enfrentar él. Superar ese miedo y entender que su hijo estaría bien, confiaba en Alá, que así fuese, pero evidentemente la culpa, estaba acabando con su tranquilidad.Nael, suspiró frente a la entrada de la "Tierra santa" lugar donde descansaban los cuerpos pertenecientes a los fallecidos de la familia Real. Siempre se sentía nostálgico al visitar aquel lugar. Junto a el, su esposa sostuvo aún con más firmeza sus manos estrechadas.—Esperen aquí— ordenó a sus diez hombres pertenecientes a la Guardia real, que les acompañaban. —Excelencia, al menos dos de nosotros deberían entrar con ustedes.—No— necesito intimidad— visitaré a mi abuelo y a mi hijo— miró a Vanessa— Mi Reina es la única compañía que necesito allá adentro.—Como usted ordene, Majestad. — Nael asintió y le sonrió a Van
Nael tomó asiento junto a la lápida al notar que lo habían dejado sólo. Con un montón de sensaciones ardiendo dentro de su pecho, quería llorar, quería gritar. Nunca se cansaría de pedirle perdón a su hijo.—Dame fuerzas Namir, no quiero sentir miedo a que la historia se repita. Quiero disfrutar libremente está nueva etapa. Ésta vez quiero que todo sea diferente, hijo, quiero disfrutar de tu hermanito o hermanita desde el minuto cero, apreciar cada segundo de su crecimiento en la barriguita, quiero hablarle todas las noches, contarle historias sobre el desierto, sobre cómo los Mubarack seguimos siendo fuertes, a pesar de todo lo que hemos vivido, quiero decirle todos los días cuánto lo amo, que lo espero con ansias, así como. . . cómo debió ser contigo, mi pequeño hijo, mi pequeño Namir, demasiado grande para este mundo— Guardó un largo silencio— sé que lo hemos hablado muchas veces pero. . . Perdóname, siento que fui un mal padre para ti y esa sensación no me abandona nunca, todos lo
El día de la fiesta había llegado. Se cumplía un año más desde aquel día en que los bárbaros atacaron Palacio y Zabdiel casi pierde la vida. Isabdiella estaba sumamente emocionada porque aquel día también se daría el anuncio de que su hermano y Vane, esperaban un bebé. Pronto Palacio estaría lleno de llanto infantil y luego de muchas risas. Eso la hacía sentirse ya dichosa, tan bendecida. Alá era infinitamente bueno. —¡Oh Alá, gracias! Los días desde la discusión con Drew habían pasado rápidamente, podía sentir su frustración porque muchas veces había intentado acercarse y ella sencillamente lo evitaba. Pasaba los días fuera de Palacio, dedicada a sus múltiples obligaciones y cuándo coincidían en las comidas, no le dedicaba tan siquiera una mirada, estaba bastante enojada con él, además debía aprender a comportarse. No estaba dispuesta a tolerar sus groserías. Aunque debía admitir que le costaba enormemente no mirarlo e ignorarlo, por las noches pensaba en sus lindos ojos tristes y