El día de la fiesta había llegado. Se cumplía un año más desde aquel día en que los bárbaros atacaron Palacio y Zabdiel casi pierde la vida. Isabdiella estaba sumamente emocionada porque aquel día también se daría el anuncio de que su hermano y Vane, esperaban un bebé. Pronto Palacio estaría lleno de llanto infantil y luego de muchas risas. Eso la hacía sentirse ya dichosa, tan bendecida. Alá era infinitamente bueno. —¡Oh Alá, gracias! Los días desde la discusión con Drew habían pasado rápidamente, podía sentir su frustración porque muchas veces había intentado acercarse y ella sencillamente lo evitaba. Pasaba los días fuera de Palacio, dedicada a sus múltiples obligaciones y cuándo coincidían en las comidas, no le dedicaba tan siquiera una mirada, estaba bastante enojada con él, además debía aprender a comportarse. No estaba dispuesta a tolerar sus groserías. Aunque debía admitir que le costaba enormemente no mirarlo e ignorarlo, por las noches pensaba en sus lindos ojos tristes y
—Eres tan perfecta— Nael estaba junto a la cama, observando como Vanessa hacía los últimos ajustes en su maquillaje.—Tu amor me hace perfecta— le dijo girándose para mirarlo.—El embarazo te sienta de maravilla— le dijo— tus senos comienzan a verse más grandes, tus caderas más llenas— la recorrió con pasión— tus ojos tienen un brillo maravilloso.—Estoy tan feliz— dijo Vanesa y caminó hasta su esposo para besarlo. Nael observó su caminar, parecía lento, seductor, cargado de una silenciosa invitación. No sabía si era el embarazo que la hacía ver más deseable, o si era su libido que estaba alto— éste bebé es todo lo que he deseado.—Lo que hemos deseado— le dijo sonriendo. Se sentó en el borde de la cama y la colocó sobre su regazo. Vanessa lo miro directamente a los ojos— te amo tanto, pero tanto Vanessa. No hay día en el que no agradezca a Alá el tenerte a mi lado— ella rodeó el cuello con ambas manos y le sonrió.—Somos dos los agradecidos— tocó la punta de su nariz— seremos tan fel
Todo estaba listo, Palacio había abierto sus puertas para dar la bienvenida a los invitados. La fiesta había iniciado, las puertas de Palacio estaban abiertas para recibir a todos los invitados, a todo el pueblo Norusakistan que quisiese asistir, así como a algunos aliados de la nación, pertenecientes a emiratos y distintos países, aquella era una de las celebraciones mas esperada por todo Norusakistan; la celebración de su soberanía e independencia. Todo era alegría y música, risas y celebración. La comida sobreabundaba con los platos típicos de la nación, exquisitos bocadillos viajaban en bandejas por todo el lugar, el Gran salón estaba a tope, además de los patios de Palacio, los cuales también estaban llenos de celebración. El buen vino corría por todos los invitados. La familia Real, recibía a todos con una hermosa sonrisa. Los actuales Jeques portaban en sus cabezas las coronas reales y los antiguos jeques también tenían coronas, así como Ivette, Isabdiella, Zashirah y Zahiry,
—Italia es sumamente hermosa— decía Luciana— seguramente te encantaría ir.—He ido un par de veces— admitió Drew, la charla era agotadora. Ella lo acaparaba, no paraba de hablar y hablar de distintos temas y no se había despegado de él en lo que iba de noche. Y Drew sólo ansiaba poder acercarse a Isabdiella e intentar arreglar las cosas— Es sin duda un país maravilloso.—Mi padre ha sabido llevarlo muy bien— admitió Gio, quien mantenía a Zashirah a su lado mientras la llenaba de cumplidos diciéndole lo hermosa que era. Ella sonreía ruborizaba y agradecía, no sabía qué más decir ya que no estaba acostumbrada a la atención masculina. Así que en cuánto Zahiry reconoció el interés del italiano por su hermana, se había girado y marchado en busca de una conversación interesante con alguno de los jóvenes presentes, lo cual los había dejado a los cuatro de pie— Ha sido un buen gobernante.—Si— admitió Luciana— deberías aceptar mi invitación y viajar a Italia pronto, y prometo que te divertirá
La fiesta continuaba y la celebración por aquel anuncio hacia más alegre el momento.—Necesito un poco de aire fresco— dijo Hassan, quien había estado muy callado bebiendo de su copa luego de que Isabdiella volviera a su lado.—Vamos, yo también necesito respirar un poco— dijo y salió delante de él, para que la siguiera. El trayecto lo hicieron el silencio, entraron en la enorme biblioteca y de inmediato Isabdiella abrió el amplio ventanal, salieron en silencio al balcón. —Es Espléndido— dijo Hassan al contemplar la magnífica vista que tenía desde allí. Los patios frontales del Palacio estaban inundado de una gran multitud, la música de oía lejana pero presente. Un poco más allá iniciaba el camino al centro del país, y mucho más allá, a lo lejos se contemplaba la oscuridad del desierto. —Amo contemplar el desierto y creo que es parte de la herencia familiar— le sonrió— mis padres, mi hermano, mi tío, todos amamos quedarnos por hora viendo la inmensidad del desierto— dijo orgullosa—
Isabdiella. . .Decido pasar el día en casa ya que Zahiry no había dejado de insistir en que quería una tarde de primas, así que había dicho que no almorzaríamos en Palacio, yo no entendía nada, ni a dónde me quería llevar pero había dicho que nada de caftán, que usará ropa occidental, unos jeans y una ligera camisa, até mi cabello en un alto moño, use zapatos deportivos y me coloqué un suéter manga larga ya que iríamos a caballo eso significaba que estaría expuesta al sol. No sabía qué estaba tramando la loca de Zahiry, pero estar un tiempo a solas con las gemelas me haría bien.—¿Lista para irnos?— preguntó Zahiry quien llegaba con Zashirah. Ambas con Jeans y camisas. Zashirah tenía su cabello suelto y Zahiry una coleta pegada al cuello.—Más que lista— digo sonriendo— ¿A donde iremos?—A un lugar que te encantará— dijo Zahiry, sonriendo. —¿Zashirah?— miró a la gemela que se encogió de hombros con gesto inocente— bien, entonces vamos. ¿Debo llevar algo?—No, ya lo he preparado todo
—Evidentemente no— dije confundida— aunque quisiera negarme siempre terminaba respondiendo a tus besos.—Si, pero. . . con Hassan fue diferente, vi tanta ternura y cariño en ese beso. Sentí que jamás me habías dado algo como aquello y sentí celos de él, del perfecto doctor al que no apartabas de ti, al que no echabas de tu lado, sino que lo estrechabas contra tu pecho— terminó casi gimiendo y me sorprendí al notar la frustración en su voz. —No lo había pensado de esa manera— admití.—Juro que nunca me sentí tan celoso, triste y furioso a la misma vez. Comencé a decir todas esas tonterías porque necesitaba hacerle ver de algún modo que me importabas.—Parecía todo lo contrario.—Lo sé, pero fue algo realmente primitivo, Ella, me sentía con el orgullo herido y quería marcar territorio. Sin embargo él se mantenía allí tan sereno.—Como un caballero— dije.—No— dijo frustrado— estaba seguro de sí mismo, seguro de ti. Estaba sereno y calmado sin perder la compostura porque estaba seguro,
Las palabras de él, realmente estaban logrando conocerla en sobremanera, la hacían sentir especial y afortunada por ser objeto de una amor tan bonito, una pasión tan grande y un deseo tan fuerte. —Esto será muy difícil— dijo Isabdiella— no sé si puedas comportarte cuando Hassan este presente.—Lo haré, créeme— le sonrió con dulzura— ahora para sellar nuestro pacto de paz y agradecer tu perdón, te prepararé un delicioso almuerzo.—¡Tú no sabes cocinar!— dijo Isabdiella riendo a carcajada.—Desconoces mucho de mí— sonrió— sé cocinar pasta, pasta, pasta y. . . una rica pasta— terminó riendo.—Pasta, será— dijo Isabdiella riendo— quizás te pueda ayudar. La verdad no sé cocinar pero, si me indicas puedo irte ayudando en la medida de lo posible. —Eso es fantástico— sonrió sintiéndose feliz porque hicieran aquello juntos.—Tú serás el chef y yo, tu ayudante—dijo sonriendo— prepararemos la mejor pasta del mundo y comeremos como Reyes. —No lo sé— dijo como dudando— los Reyes que conozco no