David se aparta dejándome respirar, se tumba junto a mi en la cama y se queda observando el techo de la habitación. Desde que llegué he notado algo diferente en él, se encuentra distante y pensativo. Sin duda no es la persona cariñosa a la que empezaba a acostumbrarme.
Fue como tener relaciones con otra persona; está vez no hubo abrazos ni caricias bonitas, no intentó confesar sus sentimientos como lo hizo la última vez que estuvimos juntos; cuando dijo que me amaba. Más bien fue algo frío y mecánico, que a decir verdad no disfruté.
—Después de todo... Tenías razón, Azul. No creo que seamos el uno para el otro —declara David, dejándome en el limbo.
—Pero tú dijiste que...
—Ah… sí.. Eso fue en el calor del momento. No prestes atención a mis palabras. Sé que en nuestro "trato” dejaste muy claro que no querías esas «muestras de afecto», pero no te preocupes; no lo decía en serio —espeta, con el gesto más frío que he visto jamás en su rostro.
No sé en qué momento se torcieron tanto las cosas. ¿Cómo fue que llegamos a esta situación?
Reprimo el dolor que se instala en mi pecho y amenaza con hacerme sollozar. Las manos las escondo debajo de la sábana para que no note el temblor que se ha apoderado de ellas.
—¿Y lo acabas de deducir? —inquiero con ironía.
—A decir verdad, no.
—Entonces me usaste.
—Ambos nos usamos ¿No?, De eso se trató este juego que tú misma propusiste —dice con una tranquilidad que me hiela la sangre.
—Te diste por vencido —afirmo después de unos segundos.
—Sabes que tengo responsabilidades como Alfa que debo cumplir. La manada me necesita, así como necesita a su Luna y pienso dársela —murmura encogiendo sus hombros, como si estuviese hablando del clima—. Buscaré a una mujer que sí quiera ocupar ese lugar, que tenga las mismas metas que yo, y que quiera darme la familia que ansío tener.
Fuerzo a mi boca a formar una sonrisa, aunque más bien siento que parece una mueca y finjo la tranquilidad que no tengo. Sólo de imaginarlo con otra mujer; tocándola como me toca a mí, diciéndole que la ama… y peor aún, formando una familia juntos... Siento que me falta el aire, necesito salir con urgencia de aquí.
Pero en el fondo reconozco que es lo mejor. Este momento tenía que llegar de una manera u otra, y me da cierta paz saber que solo seré yo quien sufra.
—Entiendo —digo recogiendo mi ropa que ha quedado desparramada por la habitación. Sabía que de alguna forma terminaríamos, pero jamás imaginé que sería tan humillante.
Me visto de prisa bajo su atenta mirada. En cierto momento me parece apreciar un gesto de arrepentimiento en David, pero aparto la idea rápidamente cuando veo que él también comienza a vestirse.
Tomo todo lo que traje conmigo y empiezo a caminar hacia la salida. Solo quiero estar en mi auto y dejar salir las lágrimas que me ahogan silenciosamente. Sujeto la perilla de la puerta y me detengo cuando pronuncia mi nombre:
—Azul...
El corazón lo siento en la garganta y mis esperanzas se asoman nuevamente.
—¿Sí..., Alfa? —Me volteo hacia él, pensando que dirá que todo ha sido una broma y me mostrará la cámara oculta en alguna parte, me tomará entre sus brazos como tantas veces trató de hacerlo y ahora me arrepiento de habérselo impedido. Pero en cambio dice:
—Espero que encuentres lo que buscas en la vida.
No respondo... No puedo. Salgo casi corriendo y me meto a la privacidad de mi auto, derrapo sobre el camino que recorrí innumerables veces y ahora sí me permito llorar.
Lloro amargamente por lo que fue y por lo que jamás será. Porque nunca sabré qué hubiera pasado si....
Llego a casa, tomo mis cosas y las amontono desordenadamente en una maleta. No sé a dónde me dirijo y la verdad no me importa; lo único que sé es que no me quedaré a observar cómo otra disfruta de la vida que a mí me correspondía.
La vida es tan injusta a veces.
Conduzco sin rumbo fijo, mientras le reclamo a la Luna el haberme enlazado a un hombre que no puedo tener. Aunque la verdadera culpable soy yo misma, por haber continuado con un juego que sabía de antemano cómo terminaría, por haber creído mis propias mentiras aún sabiendo que alguien resultaría herido.
Lo que no imaginé, es que esa sería yo.
AÑO 2018 DAVID La vida de adulto no es fácil, tener tantas responsabilidades me ha hecho madurar de manera forzada. Recuerdo cuando lo único en lo que pensaba era en salir con mis amigos, divertirme un rato y si tenía suerte, llevar a la cama a una linda chica que quisiera pasarla bien una noche. «Muy a menudo tenía suerte» No sé bien en qué momento cambió tanto la vida para mi familia. Nuestra manada siempre se ha caracterizado por ser pacífica, o por lo menos desde que tengo uso de razón así ha sido. Pero hace cinco años sucedió una tragedia que cambió el destino de todos como si fuésemos fichas de dominó. «Jamás olvidaré esa noche» Esos ojos que atormentan mis sueños hasta el día de hoy...Después de eso, mi padre cayó en depresión, poco a poco fue dejando de lado sus obligaciones en la manada y se encerró en sí mismo. Fue un fuerte golpe para mi madre y mi hermana pequeña. Es como si mi padre se sintiera culpable de algún modo que no logro comprender. Desde hace dos años t
AZULAmo sentir mis sábanas frescas y suaves en temporada de calor, el aroma dulce del suavizante me arrulla y me provoca quedarme acostada por más tiempo, aunque sé que debo levantarme. Mi alarma me recuerda que hoy es un gran día, por fin me gradúo de preparatoria y siento que comienza mi vida de verdad. Me digo a mi misma que solo serán cinco minutos más, cuando escucho la canción entonada por mis padres y mi hermanito que entran a mi habitación por sorpresa. —¡Estas son las mañanitas que cantaba el rey David, a las niñas más bonitas se las cantamos así: despierta Azul, despierta. Mira que ya amaneció, ya los pajarillos cantan. La luna ya se metió!Aunque ya me lo esperaba, mentiría si digo que no me sigue emocionando escuchar a mi familia cantar en mi cumpleaños; los amo tanto. Me conmueven sus detalles, sin importar que cada año lo hagan.—Levántate floja, hoy es un día doblemente especial —espeta mi mamá, mientras yo salgo de mi cama y voy a sus brazos—. Muchas felicidades mi
DAVID Tomo mi cena como de costumbre en compañía de mi familia, conversamos de cosas de trabajo y del próximo cumpleaños número 15 de mi hermana, que por supuesto planea celebrarlo a lo grande. Noto que mi padre se encuentra más animado que de costumbre y siento que me perdí de algo; últimamente trabajo demasiado y no he prestado suficiente atención a mi familia. Tengo una extraña sensación de estar fuera de mi cuerpo; como si observara la escena desde el techo y, mi yo sentado a la mesa solo fuese un robot que actúa mecánicamente. Seguimos cenando entre charlas y risas, pero algo no está bien. Arturo y Alicia juguetean entre ellos cariñosamente. Mis padres ríen de algo que dijo mi hermana Vicky, cuando no se de donde salen cinco enormes lobos que no había visto antes, estoy seguro de que no pertenecen a nuestra manada. De repente uno de los lobos se me viene encima mordiendo mi cuello. La sangre inunda mi pecho y el dolor es agonizante; siento cómo me desvanezco y mis ojos pesan
DAVIDMe siento confundido, o tal vez decepcionado, no lo sé. Tal vez debería sentirme molesto. Trato de entender por qué la vida se ensaña conmigo ¿A quién hice tanto daño? He estado con algunas mujeres, pero no tantas como para considerarme un promiscuo. Tampoco recuerdo que alguna de ellas se enamorara de mí, o por lo menos no que yo supiese.Voy en el auto aún consternado por la manera en que conocí a mi compañera. Manejo sin rumbo, no he decidido hacia dónde me dirijo.Hace un calor de los mil demonios, es 2 de Julio y este verano ha sido uno de los más calientes que recuerdo. Y no en el sentido que me gustaría. Sin embargo, sigo sintiendo las manos heladas por la impresión de haberla visto. Es una mezcla de emoción, ilusión, miedo y esperanza, junto a la incertidumbre de no saber cómo abordar la situación. Ella no quiere saber nada de su compañero (o sea de mí ). Si se lo digo, en el mejor de los casos sentirá la misma necesidad de estar conmigo, como yo lo sentí desde que la v
ACTUALMENTEDAVIDHa pasado una eternidad, o por lo menos así lo he sentido. En realidad hace cuatro años desde aquella mañana en el colegio cuando conocí a Azul.Cuatro. Jodidos. Años.Cuando eres hombre lobo el tiempo no parece tan relevante, no es que seamos inmortales; pero vivimos vidas mucho más largas que un ser humano. Aún así, ha sido mucho tiempo.La primera reacción de un lobo al encontrar a su pareja es meramente primitiva, surge la necesidad de reclamarla y marcarla como propia, impregnarla de su esencia hasta que el resto de la manada sepa que ella tiene dueño. Por más salvaje que se escuche, esa es nuestra naturaleza. Sin embargo, eso no impide que nuestra parte humana pueda actuar con raciocinio. Es difícil... muy difícil, más no imposible.Los primeros dos años que esperé fueron relativamente "fáciles". Azul siguió viviendo en el pueblo. Estudió una carrera de fotografía y se trasladaba hacia la ciudad que queda a una hora de aquí. De vez en cuando la encontré en ce
AZUL—Mía —dice el hombre que tengo frente a mí.Tardo un poco en reconocerlo, ha cambiado con el tiempo, ahora se ve más maduro y formal. Su cabello está más largo de lo que recuerdo y lleva una barba prolija que le queda bastante bien. Está buenísimo. Y su olor es...—¿Mía? —pregunto—. Aquí no vive ninguna Mía, lo siento. —Me hago la tonta, sé perfectamente a lo que se refiere. No soy tan ingenua como para no darme cuenta de que me está reclamando como suya.Mi loba lo siente, lo huele. Pero no hay instinto animal que me haga entregarme a alguien así de fácil. No le pertenezco ni a él ni a nadie.—Eres mi compañera —declara seguro—. ¿Podemos hablar? —cuestiona de manera cautelosa.—¿Siquiera sabes cuál es mi nombre? —interrogo incrédula.—Así es, Azul —espeta alargando mi nombre como si lo saboreara—. Escucha, se lo que piensas sobre esto...—¿Ah? ¿sí? ¿Y cómo es que sabes tanto sobre mí? Yo apenas y se cómo te llamas. —Lo corto antes de que termine.—¿Lo sabes? —Alza sus cejas con
DAVIDEL clima frío y lluvioso de octubre siempre ha sido uno de mis favoritos. Las nubes grises cubren el cielo y el pequeño diluvio que inunda las calles van muy acordes con el humor que cargo en estos momentos. Y no me refiero a las tristes gotas que caen, sino más bien a los truenos y rayos que atemorizan a cualquiera que esté desprotegido.Han pasado dos semanas desde que hablé con Azul, cuando muy educadamente me cerró la puerta en la cara después de que llegara ese imbécil a interrumpir nuestra hostil conversación; mi estado de ánimo ha ido del nerviosismo y la tristeza, a la más salvaje furia.Nunca había sentido celos como los que sentí cuando ese idiota posó sus asquerosas manos sobre mi pareja.Todo se fue a la mierda desde ahí.***El día en el trabajo fue duro con todos los compromisos que tenía programados, pero afortunadamente todo se encuentra en orden en la empresa. Es un pendiente menos en qué pensar.Estoy recogiendo mis cosas antes de salir de la oficina cuando re
AZULMe quedo parada en la calle, viendo como el auto de David desaparece en la distancia.Las últimas dos semanas que pasaron no hice otra cosa que pensar en él. La belleza de su físico es innegable, pero más allá de eso; me muero por saber la razón de que la Diosa Luna lo eligiera como mi compañero. Lo busqué por eso.Quiero conocerlo en todos los sentidos. Si no funciona, entonces lo rechazaré y seguiré con mi vida.Estoy por cruzar el portón para entrar a la casa de mi amiga cuando veo que sale un hombre dando largas zancadas; se ve afectado por alguna razón que desconozco.—¿No era ese el idiota de Liam? —interrogo algo extrañada.—Sí. —La simple respuesta de Daniela, y su semblante pálido me advierten de que algo acaba de suceder.—¿Qué pasó, te molestó? ¿Te hizo algo? —pregunto observándola con preocupación.—No —contesta en el mismo tono vacío.—Dime algo, Dany. Me estás preocupando ¿Qué te dijo? —murmura algo que no logro entender.» ¿Qué dijiste? —digo con confusión.—Es mi