DAVIDMi madre llora desconsolada frente al cuerpo inerte de mi padre, quien acaba de fallecer, después de incontables días de agonía. Intento demostrar fortaleza ante los demás, pero la realidad es que me estoy desmoronando, poco a poco mis barreras se derrumban como una casa de naipes y, no sé cómo detenerlas. Ha sido un problema tras otro, cada golpe más fuerte que el anterior.La muerte de mi hermano, la partida de Vicky, el abandono de Azul y, ahora... Mi padre. El hombre que me cargó en sus brazos cuando llegué al mundo, que estuvo ahí cuando dí mis primeros pasos, que me ayudó a levantarme después de cada caída. «La primer palabra que pronuncié... Papá»Me siento fuera de mi cuerpo, lejos... muy lejos de aquí. No estoy seguro de que mi madre pueda soportar tan duro golpe. Entre nuestra especie, es bien sabido que cuando un compañero muere, la otra parte tiene muchas probabilidades de hacerlo también, y eso es algo más en qué pensar.Siendo sincero, hace mucho tiempo que mi pa
AZUL—¿A qué te refieres con que no puedes darme hijos? —inquiere David con un tono de voz que me sabe a decepción—. ¿No quieres hacerlo, o no....puedes? —pronuncia la última palabra despacio.—No puedo —digo, a penas en un susurro.—¿Estás segura?, Podemos buscar ayuda...—Para, por favor —ruego con cansancio—. Ya me he sometido a suficientes pruebas, solo tengo un cinco por ciento de probabilidades de quedar embarazada y yo... Yo no puedo hacerte eso... No puedo arrastrarte conmigo... —hablo rápido, cómo cuando quitas una bendita, esperando que la herida haya dejado de sangrar.—Azul... —Retira mis manos de mi rostro avergonzado—, ¿Aún no te queda claro que yo te amo?—¡Por la Diosa! David. —Me desespero—. Yo sé cuánto deseas ser padre....—Es verdad. —Me interrumpe—. Lo deseo, porque lo quiero contigo.Mis ojos se encuentran con los suyos al fin y una cálida sensación invade mi corazón, cuando veo la sinceridad en ellos.» Quiero estar contigo el tiempo que nos quede de vida. —Acun
AZUL—Amor, ¿Haz visto a "chato"? —pregunto a David mortificada, en lo que recojo juguetes por toda la habitación, sin ver el famoso perrito de felpa que me urge encontrar—. ¡Ayuda... Bebé llorando!—Lo tengo. —Se aproxima mi compañero con el peluche en sus manos, manteniendo una envidiable tranquilidad, mientras yo me estoy volviendo loca—. Tranquila, dámelo —pide, extendiendo sus brazos en mi dirección.—Con gusto —digo, entregándole a Connor, quien deja de llorar como por arte de magia en cuanto lo ve—. No sé cómo haces eso.—¿Qué cosa? —inquiere con el bebé feliz entre sus brazos.—Eso. —Apunto hacia Connor—. Contigo nunca llora, parece que me odia —murmuro apesadumbrada.—Qué dices, claro que no te odia. —Se acerca y me da un tierno beso en los labios—. Es solo que pasa más tiempo contigo. Creo que me extraña y solo se emociona cuando me ve.Hace dos años que David y yo nos unimos bajo la luz de la Luna y parece que fue anoche cuando nos prometimos amarnos apasionadamente, cosa q
****De vuelta en casa se forma la locura al dar la noticia a nuestros seres queridos. Mis padres apoyan a David en sobreprotegerme y su madre se encuentra feliz, tanto que parece aminorar su duelo y encuentra un nuevo motivo por el cual seguir viviendo después de perder a su compañero.Nuestros amigos tratan de estar en todo el proceso conforme pasan los meses y me vuelvo más grande, más achacosa y por sobre todas las cosas, más feliz de lo que podría haber imaginado algún día.Connor no quiere despegarse ni por un segundo de mi, duerme a mi lado, solo quiere que sea yo quien lo alimente y entiendo que es parte de mi embarazo. Festejamos el primer cumpleaños de nuestro hijo cuando ya tengo siete meses y una barriga sobresaliente que, lejos de hacerme sentir insegura, me vuelve más hermosa que nunca, más consciente de la vida y de las maravillas que puede lograr el cuerpo de una mujer.Dos meses pasan lentos cuando se espera ansiosamente por conocer al nuevo amor de tu vida. Pero hoy
David se aparta dejándome respirar, se tumba junto a mi en la cama y se queda observando el techo de la habitación. Desde que llegué he notado algo diferente en él, se encuentra distante y pensativo. Sin duda no es la persona cariñosa a la que empezaba a acostumbrarme. Fue como tener relaciones con otra persona; está vez no hubo abrazos ni caricias bonitas, no intentó confesar sus sentimientos como lo hizo la última vez que estuvimos juntos; cuando dijo que me amaba. Más bien fue algo frío y mecánico, que a decir verdad no disfruté. —Después de todo... Tenías razón, Azul. No creo que seamos el uno para el otro —declara David, dejándome en el limbo. —Pero tú dijiste que... —Ah… sí.. Eso fue en el calor del momento. No prestes atención a mis palabras. Sé que en nuestro "trato” dejaste muy claro que no querías esas «muestras de afecto», pero no te preocupes; no lo decía en serio —espeta, con el gesto más frío que he visto jamás en su rostro. No sé en qué momento se torcieron tanto
AÑO 2018 DAVID La vida de adulto no es fácil, tener tantas responsabilidades me ha hecho madurar de manera forzada. Recuerdo cuando lo único en lo que pensaba era en salir con mis amigos, divertirme un rato y si tenía suerte, llevar a la cama a una linda chica que quisiera pasarla bien una noche. «Muy a menudo tenía suerte» No sé bien en qué momento cambió tanto la vida para mi familia. Nuestra manada siempre se ha caracterizado por ser pacífica, o por lo menos desde que tengo uso de razón así ha sido. Pero hace cinco años sucedió una tragedia que cambió el destino de todos como si fuésemos fichas de dominó. «Jamás olvidaré esa noche» Esos ojos que atormentan mis sueños hasta el día de hoy...Después de eso, mi padre cayó en depresión, poco a poco fue dejando de lado sus obligaciones en la manada y se encerró en sí mismo. Fue un fuerte golpe para mi madre y mi hermana pequeña. Es como si mi padre se sintiera culpable de algún modo que no logro comprender. Desde hace dos años t
AZULAmo sentir mis sábanas frescas y suaves en temporada de calor, el aroma dulce del suavizante me arrulla y me provoca quedarme acostada por más tiempo, aunque sé que debo levantarme. Mi alarma me recuerda que hoy es un gran día, por fin me gradúo de preparatoria y siento que comienza mi vida de verdad. Me digo a mi misma que solo serán cinco minutos más, cuando escucho la canción entonada por mis padres y mi hermanito que entran a mi habitación por sorpresa. —¡Estas son las mañanitas que cantaba el rey David, a las niñas más bonitas se las cantamos así: despierta Azul, despierta. Mira que ya amaneció, ya los pajarillos cantan. La luna ya se metió!Aunque ya me lo esperaba, mentiría si digo que no me sigue emocionando escuchar a mi familia cantar en mi cumpleaños; los amo tanto. Me conmueven sus detalles, sin importar que cada año lo hagan.—Levántate floja, hoy es un día doblemente especial —espeta mi mamá, mientras yo salgo de mi cama y voy a sus brazos—. Muchas felicidades mi
DAVID Tomo mi cena como de costumbre en compañía de mi familia, conversamos de cosas de trabajo y del próximo cumpleaños número 15 de mi hermana, que por supuesto planea celebrarlo a lo grande. Noto que mi padre se encuentra más animado que de costumbre y siento que me perdí de algo; últimamente trabajo demasiado y no he prestado suficiente atención a mi familia. Tengo una extraña sensación de estar fuera de mi cuerpo; como si observara la escena desde el techo y, mi yo sentado a la mesa solo fuese un robot que actúa mecánicamente. Seguimos cenando entre charlas y risas, pero algo no está bien. Arturo y Alicia juguetean entre ellos cariñosamente. Mis padres ríen de algo que dijo mi hermana Vicky, cuando no se de donde salen cinco enormes lobos que no había visto antes, estoy seguro de que no pertenecen a nuestra manada. De repente uno de los lobos se me viene encima mordiendo mi cuello. La sangre inunda mi pecho y el dolor es agonizante; siento cómo me desvanezco y mis ojos pesan