AZUL
Amo sentir mis sábanas frescas y suaves en temporada de calor, el aroma dulce del suavizante me arrulla y me provoca quedarme acostada por más tiempo, aunque sé que debo levantarme.
Mi alarma me recuerda que hoy es un gran día, por fin me gradúo de preparatoria y siento que comienza mi vida de verdad.
Me digo a mi misma que solo serán cinco minutos más, cuando escucho la canción entonada por mis padres y mi hermanito que entran a mi habitación por sorpresa.
—¡Estas son las mañanitas que cantaba el rey David, a las niñas más bonitas se las cantamos así: despierta Azul, despierta. Mira que ya amaneció, ya los pajarillos cantan. La luna ya se metió!
Aunque ya me lo esperaba, mentiría si digo que no me sigue emocionando escuchar a mi familia cantar en mi cumpleaños; los amo tanto. Me conmueven sus detalles, sin importar que cada año lo hagan.
—Levántate floja, hoy es un día doblemente especial —espeta mi mamá, mientras yo salgo de mi cama y voy a sus brazos—. Muchas felicidades mi amor, espero que todos tus sueños se vuelvan realidad.
—¡Gracias mamá! —digo, y camino hacia mi padre que me espera con sus brazos abiertos.
—¡Felicidades mi princesa! —Besa mi coronilla y me abraza con cariño—. ¿Quieres hacer algo después de tu graduación? Podemos ir al cine, o comer un helado. Lo que quieras.
—Papá, ya no soy una niña —murmuro riendo.
—Perdón amor, a veces olvido que estás creciendo. Pero para mí siempre serás la niña que no quería soltar mi mano cuando salíamos al parque.
—Basta papá, me vas a hacer llorar.
Repito que los amo, mis padres son únicos.
Estoy segura de que todos los hijos dicen lo mismo, pero es verdad.
—¡Felicidades Rosa! —Me abraza mi hermanito de 10 años. Me llama rosa para molestarme, aunque no lo hace; finjo que sí.
—Gracias, pero mi nombre es Azul. —Le doy un golpecito en la cabeza a manera de juego.
—Bueno, cariño, te dejamos para que te prepares, la ceremonia de graduación comienza en dos horas. Baja a desayunar en cuanto estés lista —dice mi madre y todos salen de mi cuarto.
Me despido mientras vuelvo a ordenar mi cama. Entro al baño y hago mis necesidades. Tomo una ducha con agua fresca que me relaja, mientras escucho música de Bruno Mars en mi celular.
Recién aseada, me pongo un lindo vestido de verano y unos zapatos de piso a juego. Lo último que quiero, es pasar a recoger mi diploma y que se me doble un tobillo, o tropezar frente a mis compañeros.
Con mi cabello no hay problema, ya que lo llevo corto, solo es cuestión de alisarlo un poco y asunto arreglado. Me aplico solo un poco de máscara de pestañas, brillo labial y estoy lista.
Bajo a desayunar con mi familia, que ya están vestidos para la ocasión y al terminar tomamos camino a mi escuela.
Sin duda es un día importante, hoy marcará en mi vida un antes y un después. Tengo el presentimiento de que algo bueno va a pasar.
****
Llegamos al colegio, y al instante se nota que está a punto de haber un gran evento. El patio se encuentra adornado con largas telas blancas y azules que funcionan para dar algo de sombra; hay globos en los mismos tonos decorando todo el lugar.
También se encuentran dos grupos de sillas, dispuestas para alumnos y familiares. Frente a estás, hay ubicado un templete donde estarán las personalidades más importantes del colegio, entre ellos: el director, los profesores de los grupos que están por egresar y algunos invitados que dirán palabras de despedida que se supone nos alienten a luchar por nuestros sueños y a cumplir nuestras metas y bla, bla, bla.
Se rumora que tendremos el honor de recibir al hijo del Alfa de nuestra manada como uno de los oradores. Aunque en mi colegio la mayoría de los alumnos son humanos, eso no nos impide convivir con ellos y tener las mismas oportunidades de educación. Siempre y cuando no descubran nuestra verdadera naturaleza, obviamente.
Se dice que el hijo del Alfa es un reconocido empresario en la industria de los alimentos, supongo que esa es una de las razones por las cuales fue invitado a motivarnos con su discurso. Eso, y que el director es parte de nuestra manada y todo el tiempo trata de lamer el piso por donde camina el Alfa.
El evento da inicio y, entre discurso y discurso de alumnos y profesores va pasando el tiempo. Llaman a cada grupo a recoger los diplomas. Pasamos conforme nos van nombrando, recogemos el documento y saludamos a todas las personalidades.
Creo que fueron falsos los rumores, aunque no conozco al hijo del Alfa, estoy segura de que no se encuentra entre los que saludo al tomar mi diploma.
Cuando el último de mis compañeros pasa, veo que sube al podio el dichoso tipo, quien después de su presentación, ahora sé, su nombre es David Verti.
«Oh mi Diosa Luna, de todos tus hijos, a este lo hiciste a mano»
Cuánta belleza puede caber en un solo hombre. Observo como mueve la boca, pero no entiendo ni una palabra de lo que dice, porque eso pasa a segundo plano cuando ves: ese rostro fuerte pero al mismo tiempo delicado, esos ojos que bien pueden describirse como un azul grisáceo, esas cejas pobladas que enmarcan su frente, la nariz recta y perfilada, el cabello castaño dorado y unos labios gruesos que se te antoja morderlos. Su piel es de un tono bronceado que se ve tan suave.
«Se ve mucho más joven de lo que imaginaba»
—Yo sí le doy, y no precisamente la hora —susurro a mi mejor amiga Dany, subiendo y bajando mis cejas de una forma sugerente.
—Estaba esperando un comentario así de tu parte, Azul. —Rueda los ojos y sonríe—. No respetas ni al hijo de nuestro Alfa.
—No seas mojigata, Dany. No puedes negar que el tipo está para comérselo enterito y lamer cada centímetro de su bronceada piel, hasta su...
—¡AZUL! ¡Por la Diosa! para ya. —Suelta en un susurro/grito Daniela, con la cara roja como un tomate y, yo ahogo una carcajada que muere en sus manos cuando cubre mi boca.
Las caras largas, y los sonidos de desaprobación de parte de quienes están a nuestro lado, no se hacen esperar.
«Hipócritas, como si no supiera que ellas también están babeando por el susodicho»
***
Media hora más tarde, me estoy despidiendo de mis amigas cuando tengo la sensación de ser observada. Un escalofrío recorre mi columna y, siento la necesidad de voltear para averiguar si algo pasa. No observo nada raro.
—¿Pasa algo amiga? Te pusiste pálida —señala Dany a mi lado.
—No, nada. Solo tuve un escalofrío —aseguro no muy convencida.
—Dicen que cuando tienes escalofríos de la nada, significa que te tocó el diablo —parlotea Raquel jugando.
—Uy, que descortés entonces. Me hubiese invitado un café primero, que me lleve a una cita y después hablamos. —Me burlo y mis amigas estallan en risas. Sin embargo, aún no se me pasa ese extraño cosquilleo en mi piel.
Seguimos caminando cada vez más lejos del patio del colegio, y nos separamos para llegar hasta nuestros respectivos familiares.
A final de cuentas, nada especial sucedió como lo presentía. Pero el día es joven y mi vida apenas comienza.
DAVID Tomo mi cena como de costumbre en compañía de mi familia, conversamos de cosas de trabajo y del próximo cumpleaños número 15 de mi hermana, que por supuesto planea celebrarlo a lo grande. Noto que mi padre se encuentra más animado que de costumbre y siento que me perdí de algo; últimamente trabajo demasiado y no he prestado suficiente atención a mi familia. Tengo una extraña sensación de estar fuera de mi cuerpo; como si observara la escena desde el techo y, mi yo sentado a la mesa solo fuese un robot que actúa mecánicamente. Seguimos cenando entre charlas y risas, pero algo no está bien. Arturo y Alicia juguetean entre ellos cariñosamente. Mis padres ríen de algo que dijo mi hermana Vicky, cuando no se de donde salen cinco enormes lobos que no había visto antes, estoy seguro de que no pertenecen a nuestra manada. De repente uno de los lobos se me viene encima mordiendo mi cuello. La sangre inunda mi pecho y el dolor es agonizante; siento cómo me desvanezco y mis ojos pesan
DAVIDMe siento confundido, o tal vez decepcionado, no lo sé. Tal vez debería sentirme molesto. Trato de entender por qué la vida se ensaña conmigo ¿A quién hice tanto daño? He estado con algunas mujeres, pero no tantas como para considerarme un promiscuo. Tampoco recuerdo que alguna de ellas se enamorara de mí, o por lo menos no que yo supiese.Voy en el auto aún consternado por la manera en que conocí a mi compañera. Manejo sin rumbo, no he decidido hacia dónde me dirijo.Hace un calor de los mil demonios, es 2 de Julio y este verano ha sido uno de los más calientes que recuerdo. Y no en el sentido que me gustaría. Sin embargo, sigo sintiendo las manos heladas por la impresión de haberla visto. Es una mezcla de emoción, ilusión, miedo y esperanza, junto a la incertidumbre de no saber cómo abordar la situación. Ella no quiere saber nada de su compañero (o sea de mí ). Si se lo digo, en el mejor de los casos sentirá la misma necesidad de estar conmigo, como yo lo sentí desde que la v
ACTUALMENTEDAVIDHa pasado una eternidad, o por lo menos así lo he sentido. En realidad hace cuatro años desde aquella mañana en el colegio cuando conocí a Azul.Cuatro. Jodidos. Años.Cuando eres hombre lobo el tiempo no parece tan relevante, no es que seamos inmortales; pero vivimos vidas mucho más largas que un ser humano. Aún así, ha sido mucho tiempo.La primera reacción de un lobo al encontrar a su pareja es meramente primitiva, surge la necesidad de reclamarla y marcarla como propia, impregnarla de su esencia hasta que el resto de la manada sepa que ella tiene dueño. Por más salvaje que se escuche, esa es nuestra naturaleza. Sin embargo, eso no impide que nuestra parte humana pueda actuar con raciocinio. Es difícil... muy difícil, más no imposible.Los primeros dos años que esperé fueron relativamente "fáciles". Azul siguió viviendo en el pueblo. Estudió una carrera de fotografía y se trasladaba hacia la ciudad que queda a una hora de aquí. De vez en cuando la encontré en ce
AZUL—Mía —dice el hombre que tengo frente a mí.Tardo un poco en reconocerlo, ha cambiado con el tiempo, ahora se ve más maduro y formal. Su cabello está más largo de lo que recuerdo y lleva una barba prolija que le queda bastante bien. Está buenísimo. Y su olor es...—¿Mía? —pregunto—. Aquí no vive ninguna Mía, lo siento. —Me hago la tonta, sé perfectamente a lo que se refiere. No soy tan ingenua como para no darme cuenta de que me está reclamando como suya.Mi loba lo siente, lo huele. Pero no hay instinto animal que me haga entregarme a alguien así de fácil. No le pertenezco ni a él ni a nadie.—Eres mi compañera —declara seguro—. ¿Podemos hablar? —cuestiona de manera cautelosa.—¿Siquiera sabes cuál es mi nombre? —interrogo incrédula.—Así es, Azul —espeta alargando mi nombre como si lo saboreara—. Escucha, se lo que piensas sobre esto...—¿Ah? ¿sí? ¿Y cómo es que sabes tanto sobre mí? Yo apenas y se cómo te llamas. —Lo corto antes de que termine.—¿Lo sabes? —Alza sus cejas con
DAVIDEL clima frío y lluvioso de octubre siempre ha sido uno de mis favoritos. Las nubes grises cubren el cielo y el pequeño diluvio que inunda las calles van muy acordes con el humor que cargo en estos momentos. Y no me refiero a las tristes gotas que caen, sino más bien a los truenos y rayos que atemorizan a cualquiera que esté desprotegido.Han pasado dos semanas desde que hablé con Azul, cuando muy educadamente me cerró la puerta en la cara después de que llegara ese imbécil a interrumpir nuestra hostil conversación; mi estado de ánimo ha ido del nerviosismo y la tristeza, a la más salvaje furia.Nunca había sentido celos como los que sentí cuando ese idiota posó sus asquerosas manos sobre mi pareja.Todo se fue a la mierda desde ahí.***El día en el trabajo fue duro con todos los compromisos que tenía programados, pero afortunadamente todo se encuentra en orden en la empresa. Es un pendiente menos en qué pensar.Estoy recogiendo mis cosas antes de salir de la oficina cuando re
AZULMe quedo parada en la calle, viendo como el auto de David desaparece en la distancia.Las últimas dos semanas que pasaron no hice otra cosa que pensar en él. La belleza de su físico es innegable, pero más allá de eso; me muero por saber la razón de que la Diosa Luna lo eligiera como mi compañero. Lo busqué por eso.Quiero conocerlo en todos los sentidos. Si no funciona, entonces lo rechazaré y seguiré con mi vida.Estoy por cruzar el portón para entrar a la casa de mi amiga cuando veo que sale un hombre dando largas zancadas; se ve afectado por alguna razón que desconozco.—¿No era ese el idiota de Liam? —interrogo algo extrañada.—Sí. —La simple respuesta de Daniela, y su semblante pálido me advierten de que algo acaba de suceder.—¿Qué pasó, te molestó? ¿Te hizo algo? —pregunto observándola con preocupación.—No —contesta en el mismo tono vacío.—Dime algo, Dany. Me estás preocupando ¿Qué te dijo? —murmura algo que no logro entender.» ¿Qué dijiste? —digo con confusión.—Es mi
AZULMi loba reacciona ante él.De seguro está aquí en representación de su padre, nuestro alfa; sé por Daniela que no se encuentra bien de salud y en ceremonias tradicionales como esta se agradece que el alfa se presente y de su aprobación a la pareja (es solo como muestra de respeto).Nuestras miradas se cruzan y sin dudarlo se acerca a mí. Es tan jodidamente perfecto.Se frena un poco cuando quedamos frente a frente y su mirada se pasea por mi cuerpo de la cabeza a los pies. Me hace sentir desnuda y lejos de molestarme, me gusta. Un escalofrío recorre mi espina dorsal haciéndome estremecer.—Estás bellísima. —Me dice sin saludarme antes.—Gracias, tú te ves muy bien —digo simplemente, aunque no le hago justicia.Lo sorprendo acercándome a darle un beso en la mejilla justo como él lo hizo la noche anterior. La diferencia de estatura me lo dificulta un poco y necesito sujetarme de su pecho para alcanzarlo.«Debí usar los tacones más altos»—Hola, Daniela, estás muy guapa —saluda a m
DAVIDNo esperaba encontrar a Azul en la ceremonia de unión donde yo estaba.Casi no podía concentrarme en la gente a mi alrededor, mi mirada la seguía solo a ella. La observé realizar su trabajo con tanta pasión que sentí orgullo. No me acerqué hasta que di por hecho que había terminado.Cuando bailamos pude sentirme en paz después de mucho tiempo; el tenerla entre mis brazos me confirmó que ahí pertenece. Su cuerpo y el mío encajan a la perfección y nuestros corazones se sincronizan de manera exacta.Estuve a punto de besarla...No me conformo con el poco tiempo que pasamos juntos esta noche... necesito más.Ahora vamos en el auto solo ella y yo. A Daniela la acompaña Liam a casa. No me pasó desapercibida la manera en que se pusieron incómodas cuando llamé al nuevo Gamma, así que indago un poco...—¿Pasa algo entre Liam y Daniela?—¿Lo preguntas como Alfa o puedo reservarme la respuesta? —repone con su perfecta ceja levantada.«Esta mujer es imposible»—Sólo curiosidad, pero pued