Bianca no había bebido más que refrescos durante toda la noche. Nunca había sido buena para tolerar las bebidas alcohólicas, así que ni siquiera lo intentó. No se podía decir lo mismo de Valentino. Él tenía los ojos un poco rojos y la mirada perdida.
Durante toda la fiesta no le había dejado de prestar atención y por eso sabía que él había bebido más de lo normal. Sabía que él era mejor que ella cuando se trataba de ponerse ebrio, pero con toda la cantidad de licor que había ingerido ni siquiera él podría estar de pie por mucho tiempo.
Desvió la mirada cuando Valentino miró en su dirección. Todos los invitados parecían estarse divirtiendo. Algunos estaban en la pista de baile entregándolo todo. Ella misma había tenido ganas de ponerse a bailar, pero no encontró el valor suficiente para hacerlo sola. Era un poco malo estar en un lugar en el que no conocías a muchas personas. No iba a negar que un par de hombres la habían invitado, solo que no eran quién ella hubiera querido.
Sin los novios presentes no tenía sentido quedarse. Lia y Matteo se habían retirado hace un buen rato de la fiesta. Ella también lo hubiera hecho sino fuera por Valentino, no podía evitar estar donde él estaba.
No pasó mucho tiempo antes de volver a sentir la imperiosa necesidad de saber que estaba haciendo Valentino. Casi se desesperó cuando no lo vio en el lugar de antes. Lo buscó con la mirada y lo encontró moviéndose lejos de la carpa donde se estaba llevando a cabo la fiesta. Un suspiro de alivio se coló entre sus labios cuando lo vio solo, al parecer se había desecho de la mujer que había estado colgada de su brazo durante toda la velada. No estaba preparada para verlo irse con otra mujer a pasar la noche. Años atrás lo había visto tener una relación y eso casi la había destrozado.
—Creo que es hora de irme —dijo Bianca a los que estaban sentados con ella. No había conocido a ninguno hasta el día de hoy, pero Ava se había asegurado de dejarla bien acompañada antes de marcharse con su esposo—. Estoy cansada.
Todos tuvieron la cortesía de decirle adiós. Algunos de ellos incluso le dijeron para salir algún día, ella estaba lejos de prestar atención así que solo asintió y salió tras de Valentino.
Casi lo alcanzaba cuando su inseguridad la hizo detenerse. Él estaba unos cuántos pasos más allá y no se había percatado de su presencia. Apenas podía mantenerse parado.
—No tiene nada de malo querer asegurarme que llegué a salvo a su habitación —se dijo. Si alguien hubiera estado cerca la habría mirado como una loca y tal vez lo era.
Valentino había dejado claro, y en más de una ocasión, que no lo quería cerca y allí estaba ella, dispuesta a cruzarse en su camino otra vez.
No lo pensó dos veces y corrió hasta estar a su lado.
—Déjame ayudarte —dijo cogiendo por el brazo a Valentino y colocándolo por encima de sus hombros para que él se apoyara en ella.
Valentino giró su cabeza para verla. Él sonrió, aun en medio de la noche ese gesto hizo que como siempre su corazón se detuviera por un milisegundo.
—Mi bella Bianca, siempre tan considerada —dijo él arrastrando las palabras.
Sacudió la cabeza para espabilarse. Se recordó que él estaba ebrio y no sabía ni lo que decía.
—Vamos, sigue caminando. Falta poco.
Él sonrió, pero hizo lo que le dijo.
Les tardó un poco más de lo normal, pero lograron llegar a la habitación de Valentino.
>>¿Tienes tu llave? —preguntó cuándo se detuvieron frente a su puerta.
—Eres muy hermosa —musitó él mirándola a los ojos.
Bianca se ruborizó y sonrió halagada, aunque le gustaría escuchar las mismas palabras de su boca estando sobrio.
—¿Las llaves, Valentino? —insistió.
—Cierto, están en el bolsillo de mi pantalón. —El trató de soltarse para buscarlas, pero casi se cayó—. Todo está bailando —bromeó.
—Las voy a buscar yo. —Bianca ayudó a Valentino a apoyarse en la pared y luego maniobró para sacar las llaves de su pantalón.
Después de un intento fallido encontró la llave y la sacó.
—Din, din, din. Tenemos un ganador —bromeó Valentino.
Bianca sonrió al verlo animado. Él solía ser más frío con ella. Lo había visto interactuar con sus hermanos y conocidos siempre bromeando y sonriendo. Pero en cuanto la veía su estado de humor cambiaba. En el pasado él no se había comportado así, no podía entender que era lo que había pasado para que las cosas cambiaran.
—Ya veo que beber te vuelve más alegre de lo usual —comentó.
Él pareció recuperar la sobriedad por unos segundos o al menos eso pareció con sus siguientes palabras.
—No deberías estar aquí, Bianca.
—Hay tantas cosas que no debería de hacer, pero no sé cómo evitarlo. —Dio un suspiro —. Entremos.
Volvió a ponerse debajo del brazo de Valentino para ayudarlo a entrar. Ubicó el interruptor de pasada y encendió las luces.
Al llegar a la cama estiró un brazo para descubrir las cobijas. Luego lo ayudó a sentarse y le comenzó a retirar los zapatos.
Notó su mirada fija en ella mientras le quitaba el saco. Trató de ignorarlo y cuando terminó de retirarle la prenda la puso hacia los pies de la cama.
Bianca colocó sus manos sobre el pecho de Valentino y ejerció un poco de presión para que se recostara. Curiosamente él no se había tambaleado en varios minutos. Él la tomó por las muñecas y la llevó consigo. Los dos terminaron echados sobre la cama, ella encima de él.
Bianca dio un pequeño grito por la sorpresa.
—No te vayas —pidió él.
—Valentino, estas e…
Él subió sus manos hasta su rostro y la sujetó. Ella se olvidó de como respirar, nunca había estado tan cerca de Valentino. Él atrajo más cerca y la besó. Era la primera vez que el la besaba y se sintió mejor de lo que había soñado. Sus labios eran suaves y gentiles con ella. El sabor de alguna bebida se coló en su paladar.
Valentino dejó de besarla mucho antes de que ella estuviera preparada para dejarlo ir. La respiración de los dos estaba agitada. Habían pasado demasiado tiempo sin respirar y ni siquiera le importaba. Lo único que quería era volver a sentir los labios de Valentino sobre los suyos.
Una luz de cordura se filtró en su cerebro y se dijo que era mejor alejarse, regresar a su habitación antes de hacer algo de lo que pudiera arrepentirse. Pero por más que le ordenó a su cuerpo levantarse, permaneció en el mismo lugar.
Como si no fuera suficiente su falta de sensatez al no marcharse, esta vez fue ella la que tomó la iniciativa y lo besó.
—Tus labios saben tan dulces como me los imaginé —declaró Valentino.
Bianca trató de no hacerse ilusiones, no sabía si él todavía la reconocía o sus palabras iban dirigidas hacia alguien más. Después de todo el parecía no querer nada con ella.
En un descuido Valentino se hizo cargo y la giró sobre la cama. Él la miró abstraído, Bianca vio que una lucha ocurría en su interior. No estaba segura de cuan consciente estaba, pero al final él se inclinó y devoró sus labios. Esta vez fue más agresivo que la primera vez, lejos de desalentarla eso aumentó su excitación. La necesidad que sentía cada vez que estaba cerca de él, creció en su interior más fuerte que nunca.
Las manos de Valentino recorrieron todo su cuerpo con un toque lento y tortuoso. Bianca no podía controlar los ruidos que escapaban desde el fondo de su garganta.
Cuando sus manos llegaron al borde del vestido, él deslizó su vestido hacia arriba y se lo retiró. Ella quedó tan solo en ropa interior ante los ojos de Valentino. Su timidez regresó de golpe, era la primera vez que alguien la veía tan expuesta y no podía evitar sentirse insegura.
—Hermosa —dijo él.
Fue inevitable que un su cuerpo se ruborizara. Él le retiró las bragas antes de quitarse su propia ropa.
A los lados de su cuerpo Bianca apretaba las manos en puños para no cubrirse con ellas. Dejó de pensar en su propia desnudez al ver el torso de Valentino sin nada que lo cubriera.
Valentino no tardó demasiado en quedarse desnudo, para alguien que apenas había logrado llegar a su habitación con su ayuda, ahora parecía muy ágil.
Él se volvió a inclinar sobre ella y acarició su mejilla. Un segundo después volvió a colocar sus labios sobre los de ella. Bianca soltó un suspiro de satisfacción, con cada segundo se hacía más adicta a él.
Sus manos subieron hasta los hombros de Valentino y descendieron acariciándolo por sus brazos. Él deslizó una de sus manos entre sus piernas y haciendo a un lado sus bragas comenzó a acariciarla, luego introdujo un dedo en su interior. Una sensación poco conocida se adueñó de su cuerpo.
—Valentino —gimió. Eso pareció alentarlo a acelerar sus movimientos, mientras sus labios se posaban sobre cada porción de piel que estaba a su alcance.
Llegó la cima del placer con un grito. Cerró los ojos con fuerza y sus manos se aferraron a Valentino como si eso pudiera evitar que cayera por el precipicio en el que se encontraba.
Cuando Valentino alineó su miembro pensó si realmente quería eso y su respuesta fue una sola sin ningún atisbo de duda. Lo quería, incluso sabiendo que tal vez no estaba bien. Si podía tenerlo, incluso si solo era una vez, no iba a desaprovechar la oportunidad.
—Valentino, por favor —exclamó con decisión tomada. Lo deseaba con todo su ser.
Él la estrechó aún más cerca y luego la embistió. Un fuerte rugido brotó de Valentino cuando estuvo en su interior.
Bianca sintió el aire abandonar sus pulmones y un sonido ahogado salió de su boca. Aunque había estado preparada para él, no pudo evitar sentir un poco de dolor.
Valentino se quedó quieto un rato esperando. Cuando el dolor se hizo soportable, ella levantó las caderas para instarlo a moverse. Solo entonces él empezó a embestirla. Era obvio que él estaba tratando de ser delicado y cuidadoso con ella.
No pudo evitar soltar una lágrima. Aunque él no la quería le estaba dando el mejor momento de su vida.
Él limpió con una mano su mejilla y trató de detenerse.
—No, por favor —suplicó—. Estoy bien.
Envolvió sus piernas en torno a él y lo incitó a continuar. Bianca nunca había sentido nada parecido y no estaba dispuesta a renunciar a ello. El placer se volvió a construir en su núcleo y pronto sus movimientos se sincronizaron a los de Valentino. Sus cuerpos parecían reconocerse y estar en sintonía.
Entrelazó sus manos detrás del cuello de su amante para aferrarse a algo.
El sonido de sus gemidos sonaba en toda la habitación, así como el golpe de sus cuerpos al chocar.
La presión fue creciendo dentro de ella al igual que la necesidad por alcanzar el clímax.
Valentino pareció presentir que ella estaba ceca porque aceleró sus movimientos hasta el punto de volverse frenéticos. Bianca se convirtió en una marioneta destinada a dar y recibir placer.
Después de unas cuantas embestidas ambos alcanzaron el éxtasis. Su vista se nublo por el placer y por un instante lo único que vio fueron estrellas. Luego poco a poco fue regresando a la realidad.
Valentino aún estaba dentro de ella y Bianca lo retuvo con sus piernas porque quería sentirlo un rato más.
Después de un momento ella lo dejó ir. Él salió de su interior y rodó hacia un costado.
—Esto fue un error —susurró Valentino.
Bianca giró la cabeza para observarlo, él ya se había quedado dormido.
Lo observó por un tiempo, quería guardar en su memoria cada detalle de esa noche. Ella sabía que él estaría molesto con ella cuando despertará así que solo se permitió un rato más a su lado antes de recoger sus ropas y vestirse.
Un conflicto de emociones bullía dentro de ella. Se sentía feliz porque su primera vez fue con el hombre que amaba; pero, por otro lado, le hubiera gustado tanto quedarse con él y despertar en sus brazos.
Bianca nunca había estado con un hombre antes, pero incluso así sabía que nunca podría sentir algo igual con cualquier otro hombre.
Miró a Valentino una última vez por encima del hombro antes de salir de su habitación.
Bianca se fue del complejo donde se había realizado la boda de Lia y Matteo tan pronto como puedo encontrar movilidad. Con la llegada del día, la poca valentía que había adquirido despareció en un pestañeo.Su corazón se mantuvo acelerado en todo el viaje de regreso. Su mente estaba hecha un completo desastre y no dejaba de recriminarse por haber actuado en base a un impulso. Aunque amaba a Valentino esa no era justificación suficiente para haberse acostado con él. Debía haber salido de su habitación después de dejarlo en su cama. Debía haberse resistido, era ella quién había estado sobria.Durante el resto del fin de semana se mantuvo encerrada en un penoso intento de evitar encontrarse con él. No le sorprendería que Valentino estuviera furioso. Él había tratado de contactarla por teléfono el mismo día que ella escapó y por primera vez había actuado más conforme a una persona de su joven edad. Había cogido su celular y lo había apagado y se aseguró de no salir.<
Bianca miró a la mujer que estaba en el recibidor. Usaba un vestido demasiado escotado para su gusto y que le llegaba por encima de sus rodillas. Era la imagen de la sofisticación y elegancia. Comparada con ella, Bianca parecía más niña de lo que ya se sentía gracias a Valentino.—Lo siento, ¿se encuentra Valentino? —preguntó la mujer. No le pasó desapercibido la mirada que le lanzó con el claro desprecio en su rostro.—Sí, está —respondió tratando de enmascarar su incomodidad—. ¿Tiene una cita?—Solo dígale que… —La mujer se interrumpió y una sonrisa se extendió en sus labios mostrando su dentadura blanca y perfecta.Siguió con la mirada hacia la dirección en la que la mujer tenía puesto los ojos y allí estaba Valentino. Él era muy silencioso cuando
La puerta principal de la casa donde vivía Bianca se abrió cuando ella llegó. No hace mucho había terminado de hablar con Lia. Ella estaba disfrutando de su luna de miel junto a su marido, pero pronto estarían de regreso.El rostro de Greta apareció en el umbral de la puerta. Bianca se detuvo en los primeros escalones de la entrada que daba directamente al segundo piso.—Señora Greta, buenas noches —saludó con una sonrisa.—¿Qué te dije sobre el señora, niña? —la regañó ella.—Lo siento, Greta.—Así está mejor. ¿Ya cenaste?—No todavía, pensaba prepararme algo rápido.—Olvídate de eso, preparé una deliciosa cena. ¿Por qué no me haces compañía?—Está bien —aceptó—. Pero ir&eacut
Bianca no se permitió pensar demasiado en su partida en lo que resto de la semana, si lo hacía iba a terminar llorando en algún rincón. Se mantuvo concentrada en hacer su trabajo y enseñarle todo lo que pudo a las nuevas secretarias. Ambas eran muy buenas y aprendieron con rapidez.Su último día de trabajo se sintió de lo peor, apenas y se levantó para ir a trabajar y durante todo el día se mantuvo más callada de lo normal. Leonardo trató de hacerla reír más de una vez sin mucho éxito. Él no dejó de mirarla preocupado, pero se mantuvo al margen. Cuando el final del día llegó casi se sintió aliviada, por fin podría marcharse a casa para lamerse sus heridas en privado. Su intención era salir de allí sin que nadie se diera cuenta, pero fue llevada con engaños por Leonardo hasta donde habían in
Valentino miró desde las sombras a Bianca mientras subía a su habitación. Tenía las mejillas sonrojadas y parecía agotada. Lucía igual de linda que siempre. Era imposible controlar sus sentimientos por ella. Pero necesitaba dejarla ir, ella era demasiado joven. No era solo su edad, sino también lo limitada que había sido su vida. Valentino estaba más al tanto de su vida de lo que ella creía. Era difícil no escuchar los comentarios de sus padres. Aunque debía aceptar que él había buscado su propia cuota de información. Recordó cuando la conoció por primera vez. Ella poco más que una niña por aquel entonces. Era tan tierna y dulce, pero solitaria. Nunca la vio con amigos. Con el tiempo descubrió como eran sus padres. Bianca había tenido que madurar más rápido de lo debido. No dudaba de que ella lo quería, pero quería que ella conociera y experimentara otras cosas. Había visto el potencial que tenía, los chicos del trabajo la querían y ella había sufrido cambios en apenas unos cuantos
Bianca sonrió mientras cargaba a la hija de Ava en sus brazos. Pensó en cómo habría sido su vida de haber tenido hermanos. Seguro no hubiera sido tan solitaria.Balanceó a Laila de un lado a otro mientras esta comenzaba a cerrar su ojitos. Su mamá acaba de alimentarla y Bianca se había ofrecido a cargarla después de eso.—Es hermosa —comentó mirando a la mamá de la pequeña.Ava y Alessandro habían organizado una reunión en su casa para la noche. Al principio se había negado a ir para no encontrarse con Valentino. Había estado evitando encontrarse con él lo mejor que había podido y hasta ese momento lo había logrado con éxito. Solo aceptó después de que Ava le había asegurado que él no vendría. Se sentía un poco culpable por él porque era un hecho que era debido a ella que
Bianca no podía recordar el momento en que el taxi llegó a su destino ni cuando se bajó de él. De alguna manera despertó de su letargo recién cuando Greta le abrió la puerta.Su capacidad para pensar con claridad había desparecido en el mismo instante en qué había visto a Valentino y su acompañante. Se sentía un desastre, algo que le sucedía a menudo cuando se trataba de Valentino.—Mi niña, que bueno que ya regresaste —dijo Greta con una sonrisa que desapareció tan pronto como se dio cuenta de su humor. Esperaba alguna vez ser capaz de ser mejor ocultando sus sentimientos—. ¿Todo bien? —preguntó preocupada.—No —respondió. Eso fue lo único que se las arregló para decir antes de que las lágrimas escaparan de sus ojos en torrentes. —Vamos adentro —dijo
—Eso estaba delicioso —musitó Leonardo colocando sus cubiertos sobre su plato vacío. Él tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro.Estaban en un restaurante al que Bianca nunca había ido, no es como si hubiera comido fuera de casa con mucha frecuencia. Era un lugar sencillo y le gustó desde que llegaron.—¿Ya me piensas contar cuales son las buenas noticias? —insistió otra vez.Desde que se habían sentado no había dejado de hacer la misma pregunta cada cierto tiempo y hasta el momento no había obtenido una respuesta de verdad.—¿Por qué el apuro? —preguntó él.Se preguntó que la había llevado a creer que esta vez Leonardo le diría lo que estaba pasando. Cuanto más tiempo lo conocía más se daba cuenta de que a él disfrutaba manteniendo en suspenso al