Bianca no había bebido más que refrescos durante toda la noche. Nunca había sido buena para tolerar las bebidas alcohólicas, así que ni siquiera lo intentó. No se podía decir lo mismo de Valentino. Él tenía los ojos un poco rojos y la mirada perdida.Durante toda la fiesta no le había dejado de prestar atención y por eso sabía que él había bebido más de lo normal. Sabía que él era mejor que ella cuando se trataba de ponerse ebrio, pero con toda la cantidad de licor que había ingerido ni siquiera él podría estar de pie por mucho tiempo.Desvió la mirada cuando Valentino miró en su dirección. Todos los invitados parecían estarse divirtiendo. Algunos estaban en la pista de baile entregándolo todo. Ella misma había tenido ganas de ponerse a bailar, pero no encontró el valor suficiente pa
Bianca se fue del complejo donde se había realizado la boda de Lia y Matteo tan pronto como puedo encontrar movilidad. Con la llegada del día, la poca valentía que había adquirido despareció en un pestañeo.Su corazón se mantuvo acelerado en todo el viaje de regreso. Su mente estaba hecha un completo desastre y no dejaba de recriminarse por haber actuado en base a un impulso. Aunque amaba a Valentino esa no era justificación suficiente para haberse acostado con él. Debía haber salido de su habitación después de dejarlo en su cama. Debía haberse resistido, era ella quién había estado sobria.Durante el resto del fin de semana se mantuvo encerrada en un penoso intento de evitar encontrarse con él. No le sorprendería que Valentino estuviera furioso. Él había tratado de contactarla por teléfono el mismo día que ella escapó y por primera vez había actuado más conforme a una persona de su joven edad. Había cogido su celular y lo había apagado y se aseguró de no salir.<
Bianca miró a la mujer que estaba en el recibidor. Usaba un vestido demasiado escotado para su gusto y que le llegaba por encima de sus rodillas. Era la imagen de la sofisticación y elegancia. Comparada con ella, Bianca parecía más niña de lo que ya se sentía gracias a Valentino.—Lo siento, ¿se encuentra Valentino? —preguntó la mujer. No le pasó desapercibido la mirada que le lanzó con el claro desprecio en su rostro.—Sí, está —respondió tratando de enmascarar su incomodidad—. ¿Tiene una cita?—Solo dígale que… —La mujer se interrumpió y una sonrisa se extendió en sus labios mostrando su dentadura blanca y perfecta.Siguió con la mirada hacia la dirección en la que la mujer tenía puesto los ojos y allí estaba Valentino. Él era muy silencioso cuando
La puerta principal de la casa donde vivía Bianca se abrió cuando ella llegó. No hace mucho había terminado de hablar con Lia. Ella estaba disfrutando de su luna de miel junto a su marido, pero pronto estarían de regreso.El rostro de Greta apareció en el umbral de la puerta. Bianca se detuvo en los primeros escalones de la entrada que daba directamente al segundo piso.—Señora Greta, buenas noches —saludó con una sonrisa.—¿Qué te dije sobre el señora, niña? —la regañó ella.—Lo siento, Greta.—Así está mejor. ¿Ya cenaste?—No todavía, pensaba prepararme algo rápido.—Olvídate de eso, preparé una deliciosa cena. ¿Por qué no me haces compañía?—Está bien —aceptó—. Pero ir&eacut
Bianca no se permitió pensar demasiado en su partida en lo que resto de la semana, si lo hacía iba a terminar llorando en algún rincón. Se mantuvo concentrada en hacer su trabajo y enseñarle todo lo que pudo a las nuevas secretarias. Ambas eran muy buenas y aprendieron con rapidez.Su último día de trabajo se sintió de lo peor, apenas y se levantó para ir a trabajar y durante todo el día se mantuvo más callada de lo normal. Leonardo trató de hacerla reír más de una vez sin mucho éxito. Él no dejó de mirarla preocupado, pero se mantuvo al margen. Cuando el final del día llegó casi se sintió aliviada, por fin podría marcharse a casa para lamerse sus heridas en privado. Su intención era salir de allí sin que nadie se diera cuenta, pero fue llevada con engaños por Leonardo hasta donde habían in
Valentino miró desde las sombras a Bianca mientras subía a su habitación. Tenía las mejillas sonrojadas y parecía agotada. Lucía igual de linda que siempre. Era imposible controlar sus sentimientos por ella. Pero necesitaba dejarla ir, ella era demasiado joven. No era solo su edad, sino también lo limitada que había sido su vida. Valentino estaba más al tanto de su vida de lo que ella creía. Era difícil no escuchar los comentarios de sus padres. Aunque debía aceptar que él había buscado su propia cuota de información. Recordó cuando la conoció por primera vez. Ella poco más que una niña por aquel entonces. Era tan tierna y dulce, pero solitaria. Nunca la vio con amigos. Con el tiempo descubrió como eran sus padres. Bianca había tenido que madurar más rápido de lo debido. No dudaba de que ella lo quería, pero quería que ella conociera y experimentara otras cosas. Había visto el potencial que tenía, los chicos del trabajo la querían y ella había sufrido cambios en apenas unos cuantos
Bianca sonrió mientras cargaba a la hija de Ava en sus brazos. Pensó en cómo habría sido su vida de haber tenido hermanos. Seguro no hubiera sido tan solitaria.Balanceó a Laila de un lado a otro mientras esta comenzaba a cerrar su ojitos. Su mamá acaba de alimentarla y Bianca se había ofrecido a cargarla después de eso.—Es hermosa —comentó mirando a la mamá de la pequeña.Ava y Alessandro habían organizado una reunión en su casa para la noche. Al principio se había negado a ir para no encontrarse con Valentino. Había estado evitando encontrarse con él lo mejor que había podido y hasta ese momento lo había logrado con éxito. Solo aceptó después de que Ava le había asegurado que él no vendría. Se sentía un poco culpable por él porque era un hecho que era debido a ella que
Bianca no podía recordar el momento en que el taxi llegó a su destino ni cuando se bajó de él. De alguna manera despertó de su letargo recién cuando Greta le abrió la puerta.Su capacidad para pensar con claridad había desparecido en el mismo instante en qué había visto a Valentino y su acompañante. Se sentía un desastre, algo que le sucedía a menudo cuando se trataba de Valentino.—Mi niña, que bueno que ya regresaste —dijo Greta con una sonrisa que desapareció tan pronto como se dio cuenta de su humor. Esperaba alguna vez ser capaz de ser mejor ocultando sus sentimientos—. ¿Todo bien? —preguntó preocupada.—No —respondió. Eso fue lo único que se las arregló para decir antes de que las lágrimas escaparan de sus ojos en torrentes. —Vamos adentro —dijo