Bianca no podía recordar el momento en que el taxi llegó a su destino ni cuando se bajó de él. De alguna manera despertó de su letargo recién cuando Greta le abrió la puerta.
Su capacidad para pensar con claridad había desparecido en el mismo instante en qué había visto a Valentino y su acompañante. Se sentía un desastre, algo que le sucedía a menudo cuando se trataba de Valentino.
—Mi niña, que bueno que ya regresaste —dijo Greta con una sonrisa que desapareció tan pronto como se dio cuenta de su humor. Esperaba alguna vez ser capaz de ser mejor ocultando sus sentimientos—. ¿Todo bien? —preguntó preocupada.
—No —respondió. Eso fue lo único que se las arregló para decir antes de que las lágrimas escaparan de sus ojos en torrentes.
—Vamos adentro —dijo
—Eso estaba delicioso —musitó Leonardo colocando sus cubiertos sobre su plato vacío. Él tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro.Estaban en un restaurante al que Bianca nunca había ido, no es como si hubiera comido fuera de casa con mucha frecuencia. Era un lugar sencillo y le gustó desde que llegaron.—¿Ya me piensas contar cuales son las buenas noticias? —insistió otra vez.Desde que se habían sentado no había dejado de hacer la misma pregunta cada cierto tiempo y hasta el momento no había obtenido una respuesta de verdad.—¿Por qué el apuro? —preguntó él.Se preguntó que la había llevado a creer que esta vez Leonardo le diría lo que estaba pasando. Cuanto más tiempo lo conocía más se daba cuenta de que a él disfrutaba manteniendo en suspenso al
Bianca le entregó sus copias a Vanessa. Ella era una de sus compañeras de trabajo y su amiga. Vanessa era alguien carismática y se llevaba bien con los demás. Desde el primer momento le gusto como era ella, tendía a ser franca y manejaba las situaciones más difíciles sin siquiera pestañear. —Gracias, Bianca. —De nada. —Por cierto ¿tienes planes para esta noche? —preguntó Vanessa antes de que ella se alejara de su mesa. —No, ¿por qué? —Hoy saldremos con los chicos a tomar algo. ¿No quieres venir con nosotros? —No estoy segura. —Anímate, llevas un mes con nosotros hay que celebrar eso. Además mañana es sábado, no trabajamos. —Está bien —respondió por fin con una sonrisa. —Genial, nos reuniremos a la salida. Asintió y continuó con su trabajo. La tarde se pasó rápido y a las seis de la tarde estaba parada frente al cubículo de Vanessa. Ella terminó de revisar unos documentos y luego apagó su computad
El sonido de la copiadora le iba a provocar un dolor de cabeza y eso era decir poco. No se trataba del ruido en sí, sino de la cantidad de veces que lo había tenido que escuchar tan solo en ese día. Su habitual buen humor comenzaba a sufrir una transformación, pero por el momento lo estaba manejando muy bien. A Bianca le gustaba su trabajo, seguro que sí; pero en días como esos quería que el día acabara pronto.Una reunión estaba programada para el día siguiente y a alguien se le había ocurrido la magnífica idea de que era buen momento para hacer mantenimiento a los sistemas. Como consecuencia la mayoría tenía problemas con acceder a la mayoría de sus documentos de manera virtual, así que estaban trabajando a la antigua, con documentos en físico. Allí es donde entraba ella, debía de encargarse de que todos tuvieran el documento que necesitaban c
El vestido verde seguía quedándole igual de perfecto que el día anterior. Bianca se miró de todos los ángulos frente al espejo que ocupaba una de las paredes del baño sin encontrar un desperfecto. Entonces no debería de haber alguna razón para sentirse tan insegura; sin embargo, sentía que algo estaba mal.La idea de cancelar la cita había pasado por su cabeza más de una vez durante el transcurso del día. Incluso cuando le envió su dirección a Paolo en la mañana estuvo a punto de decirle que se le había presentado una emergencia.—Deja de pensarlo demasiado —dijo Vanessa mirándola desde la puerta.Ella se había ofrecido a ayudarla a arreglarse, algo que agradecía porque no habría sabido que hacer sin su ayuda.—Nunca he salido en una cita. —Pensó que eso habría significado una dif
No debía de estar allí. Observando como si de un acosador se tratara.Valentino se lo había repetido tantas veces, pero aun así ahí estaba.Bianca podía salir con quién quisiera y él no tenía derecho a interferir. Podía no gustarle la idea, pero debía de haberse contenido mejor. Sin embargo, en cuánto había escuchado que ella tenía una cita había perdido el control sobre sus acciones.Apenas llegó la tarde cogió las llaves del auto de su hermano y salió de casa. Se mintió diciendo que no iba a buscarla, pero cuando estuvo en la zona donde sabía que ella y su acompañante irían, la mentira ya no tuvo cabida. Tal vez debió darse cuenta de ello en cuanto cogió el auto y no su moto.Se quedó dentro del auto esperando que ellos pasaran por donde estaba. No tenía demasiadas esperanzas, había otras calles que ellos podían elegir. Sería aún más difícil reconocerlos si iban en alguno de los autos que pasaban de tanto en tanto.Si no la hubiera visto, s
Estaba furiosa.No.Esa palabra para nada describía como se sentía.—¡¿Cómo se le ocurre aparecerse así?! —gritó Bianca encerrándose en su habitación.Era bueno que viviera sola. No quería tener que dar explicaciones a nadie de sus gritos.Se quitó los zapatos y los arrojó a un rincón. No estaba de humor para acomodarlos como debía. Se arrojó a la cama y empezó a despotricar contra Valentino. Algunas palabras de las que nunca había usado salieron de su boca.La noche había estado marchando sin ningún problema hasta que él había aparecido. A Bianca no le molestaba tanto que la hubiera sacado de su cita, ni tampoco que hubiera mentido para lograrlo. No eso podía pasarlo por alto. Lo que le irritaba es que la hubiera tratado como una niña que no sabía lo que estaba hac
Bianca estiró los brazos en el aire. El día por fin había acabado, aunque no había tenido demasiado trabajo ese día, después de una semana larga se sentía cansada. —Me siento tan feliz de que está semana por fin haya terminado —dijo Vanessa a su lado.—Ni me lo digas —estuvo de acuerdo Paolo—. Amo mi trabajo, pero a veces no me importaría quedarme en casa sin hacer nada.Los tres habían llegado a ser cercanos. Solían organizar salidas juntos para algunos fines de semana.—¿Entonces a qué hora será la fiesta? —preguntó Vanessa.Estaban bajando en el ascensor. Había otras personas con ellos, pero ninguno era gente que conocieran muy bien.Miró su reloj antes de dar una respuesta.—Dentro de dos horas.—¿Así que de todas formas van a festejar tus cumpleaños? —preguntó Paolo con una ceja arqueada. Era claro que se estaba burlando. Él mejor que nadie sabía que no había podido evitar que Lia le organizara una fiesta.
Eso era lo que había querido ¿verdad?Entonces porque Valentino se sentía como si no pudiera respirar. La opresión en su pecho creció hasta el punto de ser insoportable. Observó a Bianca desaparecer rumbo a su habitación. Quería levantarse e ir tras de ella, pero no tenía idea que es lo que le iba a decir una vez la alcanzara. Ella había dejado en claro que no lo quería cerca y entendió mejor que nunca como se había sentido todas las veces que él la había rechazado.Se quedó un buen tiempo mirando hacia la oscuridad. Tratando de controlar lo que sentía. Pensó en Bianca hablando con tanta firmeza y seguridad. En verdad estaba logrando grandes cosas. Había visto el potencial en ella mucho antes que cualquiera y ahora la estaba viendo alcanzarlo.Miró la pulsera en su mano. Recordó cuando Bianca lo perdió. Esa fue