Bianca estiró los brazos en el aire. El día por fin había acabado, aunque no había tenido demasiado trabajo ese día, después de una semana larga se sentía cansada.
—Me siento tan feliz de que está semana por fin haya terminado —dijo Vanessa a su lado.
—Ni me lo digas —estuvo de acuerdo Paolo—. Amo mi trabajo, pero a veces no me importaría quedarme en casa sin hacer nada.
Los tres habían llegado a ser cercanos. Solían organizar salidas juntos para algunos fines de semana.
—¿Entonces a qué hora será la fiesta? —preguntó Vanessa.
Estaban bajando en el ascensor. Había otras personas con ellos, pero ninguno era gente que conocieran muy bien.
Miró su reloj antes de dar una respuesta.
—Dentro de dos horas.
—¿Así que de todas formas van a festejar tus cumpleaños? —preguntó Paolo con una ceja arqueada. Era claro que se estaba burlando. Él mejor que nadie sabía que no había podido evitar que Lia le organizara una fiesta.
Eso era lo que había querido ¿verdad?Entonces porque Valentino se sentía como si no pudiera respirar. La opresión en su pecho creció hasta el punto de ser insoportable. Observó a Bianca desaparecer rumbo a su habitación. Quería levantarse e ir tras de ella, pero no tenía idea que es lo que le iba a decir una vez la alcanzara. Ella había dejado en claro que no lo quería cerca y entendió mejor que nunca como se había sentido todas las veces que él la había rechazado.Se quedó un buen tiempo mirando hacia la oscuridad. Tratando de controlar lo que sentía. Pensó en Bianca hablando con tanta firmeza y seguridad. En verdad estaba logrando grandes cosas. Había visto el potencial en ella mucho antes que cualquiera y ahora la estaba viendo alcanzarlo.Miró la pulsera en su mano. Recordó cuando Bianca lo perdió. Esa fue
—¿Cuánto tiempo más piensas trabajar allí? Creí que te cansarías después de un tiempo.Bianca trató de no perder la paciencia. Se recordó que con quién estaba hablando era su madre. Aunque a veces la sacara de sus casillas era seguro que la quería y ella también lo hacía a su manera. Pero así como había dejado las cosas claras con Valentino también tenía que hacerlo con sus padres. No más verdades a mediasSabía lo que sus padres esperaban de ella, pero ahora era aún más consciente de lo que quería para ella.—Mamá estoy aun en el trabajo, te llamaré dentro de media hora. —Ese no era el momento para decirle lo que quería.—No, no voy a tolerar esto. Últimamente apenas y llamas y como si fuera poco, aún no sabemos cuándo vas a empezar tus estudios. Tu padre y yo dijimos que nos encargaríamos de todos los gastos. ¿Qué estás esperando?—Podrían llamar ustedes —musitó en lugar de responder la pregunta de su madre.—¿Qué? —preguntó su madre
La imagen de Valentino había venido constantemente a su mente durante todo el día. Así que cuando Bianca lo vio parado frente al edificio donde trabajaba, por un instante creyó que se trataba del producto de su imaginación.Había estado demasiado distraída como para verlo un poco antes, de lo contrario tal vez habría podido evitarlo de alguna manera. Él ya la había visto para ese momento y tenía la mirada fija en ella como si leyera sus intenciones.Era demasiado pronto para otro encuentro, no había tenido tiempo para poner todas sus barreras en su lugar. Aun se estaba recuperando de su encuentro de la mañana. —¿Qué haces aquí? —preguntó apenas estuvieron cerca.—¿Acaso no es obvio? —Valentino arqueó una ceja—. Vine a recogerte.—En la mañana me prometiste que…—Que me iría, jamás prometí que no volvería —dijo el sonriendo de lado.—¿Ahora me sonríes? —Su rostro debía mostrar muy bien su incertidumbre—. ¿Seguro que no te
Cuando al día siguiente sonó el timbre, estaba más preparada para ver a Valentino. La noche anterior le había servido para pensar y tener algunas cosas claras.No podían seguir de esa manera, en un constante tira y afloja. No le hacía bien, solo se seguiría lastimando.—Pasa —le dijo a Valentino en cuanto abrió la puerta.Caminó hasta la sala seguida por él. >>Toma asiento, por favor. —Ella se sentó frente a él.—¿Está todo bien? —preguntó Valentino.Era un pregunta irónica dada las circunstancias.—Tenías razón cuando dijiste que teníamos que hablar.Él solo asintió con la cabeza.—Escucho —dijo él, era extraño verlo tan dispuesto a escucharla. Siempre parecía preparado para refutar lo que fuera
El día anterior había resultado extrañamente prometedor. Era cierto que Bianca le había dejado claro que solo podían ser amigos, pero al menos le había dejado permanecer en su vida. Era mucho más de lo que Valentino se merecía después de como la había tratado.No iba a mentirse y decir que era lo que había querido cuando se acercó a ella; pero al ver que estaba a punto de perderla, prefirió acceder a sus condiciones. No era tan tonto como para no darse cuenta de que ella se había vuelto tan autosuficiente que lo echaría de su vida sin dudar.No era lo único que había cambiado en ella. Estaba más segura de sí misma y no tenía miedo en decir lo que quería. Aquella chiquilla temerosa de antes había desaparecido casi por completo.—¿Por qué sonríes como bobo? —se burló su hermano mirándolo desde la puerta de su habitación.—Bianca me dijo que solo podemos ser amigos —confesó.Su hermano lo miró sin entender nada. —¿Y estás feliz por eso?
Bianca escuchaba las últimas indicaciones de su profesor con atención. Era su primer día de clases y no quería pasar nada por alto. Siempre había sido de los estudiantes que le gustaba hacer bien las cosas y no por las notas ni por resaltar entre los demás, tenía más que ver con un sentido de responsabilidad.Estaba emocionada y con ganas de aprender. Ese semestre solo llevaría cursos básicos. Sabía que muchas cosas de las que avanzaría ya las habrían visto con anterioridad en algunos cursos que tomó, pero seguro habría cosas nuevas también.Después que el profesor dio por terminada las clases guardó sus cosas en su bolso y caminó rumbo a la salida.—Parece que este será un semestre largo ¿no lo crees?—preguntó un chico que caminaba a su lado.Bianca lo miró sin detenerse. Tenía
Su corazón bombeaba acelerado, sus oídos apenas y percibían el ruido del exterior y sus manos comenzaban a sudar. Bianca miró la distancia que la separaba del suelo y casi comenzó a gritar de miedo. —No mires hacia abajo —dijo Valentino a su lado. La advertencia llegaba tarde. —Esta fue una mala idea —musitó con voz ahogada. En que había estado pensando cuando decidió hacer eso. —No me dijiste que le tenías miedo a las alturas —comentó Valentino. Lo miró para tratar de distraerse. Él parecía entre divertido y preocupado. Había una probabilidad muy grande que, si fuera otra persona la que estaba en su situación, Bianca también se estaría riendo. —Eso es una noticia para ti tanto como para mí. Nunca había pensado que tendría miedo a las alturas. Porque hacerlo si se había criado en un lugar que estaba a orillas del mar. No había nada tan alto allí que no fueran los riscos en algunas zonas, pero Bianca jamás había ido allí. Con su suerte era una probabilidad terminar muerta. De
Los rayos del sol filtrándose por la ventana sacaron a Bianca de su profundo sueño. Sin prisa se estiró sobre la cama y abrió los ojos. En definitiva los domingos eran sus días favoritos. No tenía que llegar a ningún lugar y podía descansar sin preocupaciones. Se retiró las sábanas y caminó hasta el baño. Dentro agarró su cepillo y se lo llevó a la boca. El día anterior había sido interesante, aunque no había logrado escalar hasta la cima, sí que había disfrutado pasar el día con sus amigos. Valentino lo había sorprendido con sus habilidades. Entonces, como si se tratara de una bombilla, un recuerdo se apareció en su mente. Valentino en su cama y ella pidiéndole que se quedara. En el espejo pudo ver como sus ojos se abrían más y su rostro se volvía rojo. Salió a su recamara sin molestarse en acomodar el cepillo en su lugar. Necesitaba confirmar si lo que estaba recordando era cierto. Miró la cama aun desordenada, no le dio ningún indicio de si