Los rayos del sol filtrándose por la ventana sacaron a Bianca de su profundo sueño. Sin prisa se estiró sobre la cama y abrió los ojos. En definitiva los domingos eran sus días favoritos. No tenía que llegar a ningún lugar y podía descansar sin preocupaciones. Se retiró las sábanas y caminó hasta el baño. Dentro agarró su cepillo y se lo llevó a la boca. El día anterior había sido interesante, aunque no había logrado escalar hasta la cima, sí que había disfrutado pasar el día con sus amigos. Valentino lo había sorprendido con sus habilidades. Entonces, como si se tratara de una bombilla, un recuerdo se apareció en su mente. Valentino en su cama y ella pidiéndole que se quedara. En el espejo pudo ver como sus ojos se abrían más y su rostro se volvía rojo. Salió a su recamara sin molestarse en acomodar el cepillo en su lugar. Necesitaba confirmar si lo que estaba recordando era cierto. Miró la cama aun desordenada, no le dio ningún indicio de si
El viaje de regreso a casa comenzó en silencio, causado por la tensión que había entre los dos. Ninguno podía negar lo que había pasado y lo bien que se había sentido. Al menos Bianca no lo haría.Después de aquel beso se habían recostado un rato en la playa. No es lo que Bianca habría querido, pero estaba consciente de que tal vez no era el mejor lugar para dejarse llevar. Luego Valentino había traído del auto un refrigerio que había preparado para ellos y cuando terminaron de comerlo habían recogido sus cosas para marcharse.Bianca aún podía sentir una corriente de placer recorrer su cuerpo. Apoyó su cabeza en la ventana y se dejó llevar por los recuerdos. El contacto de sus labios estaría grabado en su memoria por siempre. Se llevó una mano hasta los labios y los acarició. Todavía podía sentir su sabor en ellos.—No hagas eso —dijo Valentino con voz ronca que la hizo temblar de anticipación.No estaba segura de lo que pasaría a continuación, pero si lo
Todo estaba oscuro cuando Bianca despertó. Intentó moverse, pero no llegó muy lejos porque Valentino aun la tenía sujeta a su cuerpo. La sensación de seguridad al estar con él aún permanecía. Aunque debía estar pensando en los peores escenarios, estando en sus brazos en lo único que podía pensar era en el momento especial que habían compartido.Se quedó observándolo por un rato hasta que las ganas de orinar le obligaron a buscar la manera de escapar del agarre de Valentino. Se deslizó con cuidado para no despertarlo, le costó un poco porque él parecía reacio a dejarlo ir. Después de un poco de esfuerzo por fin lo logró salir de la cama.Buscó su ropa en el armario y se lo colocó. Ya más decente caminó hasta el baño de puntillas. Se rio de lo divertido de la situación, pero logró tapa
—Ten más cuidado, pequeña ¿podrías lastimarte? —dijo Valentino con una sonrisa.Bianca se recuperó de la sorpresa de verlo allí y envolvió las manos en su cuello antes de ponerse de puntillas para besarlo. Aunque ella fue la que tomó la iniciativa pronto Valentino se hizo cargo y el beso comenzó a subir de nivel.—Te extrañé —dijo Bianca.Nunca se iba a limitar en demostrar sus expresiones. Había aprendido que no tenía ningún sentido andar ocultando lo que uno quería decir o hacer. Todavía era tímida, pero eso no le iba impedir actuar de acuerdo a sus sentimientos.—Me di cuenta —bromeó el con una sonrisa presumida. Ella lo golpeó en el brazo—. Yo también te extrañe —declaró él a continuación.—Vamos.Bianca se puso a camin
—Y si me estrelló contra algo —dijo Bianca temerosa.Valentino estiró su mano e hizo a un lado un mechón de cabello que estaba en su rostro.—¿Te has dado cuenta de donde estamos? —preguntó él bromista.Estaban en una especie de carretera abandonada. La casa más cercana estaba a diez minutos de viaje y tampoco se veía personas en la cercanía. A excepción de ellos dos, todo estaba en silencio.—Incluso así, aun hay algunos árboles contra los que me puedo estrellar. No estoy lista para morir.Había que darle el beneficio a Valentino por no reírse de sus delirios, si ella no estuviera tan nerviosa seguro lo haría hecho.—Tranquila, pequeña —la calmó él—. Estaremos bien. —Si se hubiera tratado de otra persona, esas palabras no hubieran tenido ningún efecto en el
La última semana había sido la más la más larga de su vida. No era para nada fácil estar lejos de Valentino. Lo extrañaba y conforme la molestia inicial pasaba, sentía que al menos debía saber si lo que tenía con él había significado algo. De su respuesta dependería mucho lo que haría después. No iba a vivir más de ilusiones, pero tampoco iba a cerrarse a la posibilidad de ser feliz. Valentino la había tratado con dulzura y podría decir que hasta con amor desde que decidieron intentar algo más que una amistad. Eso no se podía fingir. Caminó a través de los pasillos del hospital rumbo a la habitación de Lia. Sus hijos habían nacido hace poco y quería conocerlos. Le hubiera gustado ir antes, pero entre el trabajo y sus estudios le había resultado casi imposible. Antes de entrar tocó la puerta, no quería invadir la privacidad de los futuros padres de manera repentina. Fue Matteo quien le indicó que podía pasar. —Hola a todos —saludó entrando. Sonrió a Li
—Está noche dormiré aquí —anunció Valentino.Ambos seguían aun en la misma posición, era como si no quisieran separarse lo suficiente como para dejar al mundo entrar en su pequeña burbuja.—¿Me estás preguntando o informando? —preguntó Bianca con una sonrisa.—Lo que te haga sentir más cómoda.Soltó una carcajada, Valentino pasaba de ceder a demandar con tanta facilidad.Él la tomó por las mejillas y la besó en la frente.—¿Qué te parece si comemos algo?—Eso parece perfecto. Pero voto por pedir algo, no estoy de humor para pisar la cocina. —Eres un hombre inteligente —dijo guiñándole un ojo. —Eso me han dicho.Sacudió la cabeza, a veces él podía ser como un niño.Bianc
Al día siguiente Valentino tenía que marcharse un poco más temprano de lo usual. No le gustaba para nada dejar a Bianca en la cama, si hubiera cedido a sus deseos habría terminado volviendo a recostarse con ella. Al levantarse hizo su mejor esfuerzo por no despertarla, pero ella abrió los ojos justo cuando depositaba un beso en su frente. Se veía demasiado provocadora que casi mando todo al demonio. —¿Qué hora es? —preguntó ella aun somnolienta. —Todavía temprano, tienes un rato más antes de que te levantes. —¿Ya te marchas? —Sí, pequeña. Tengo que llegar temprano a casa para cambiarme e ir a la oficina. Ella asintió y le ofreció sus labios para un beso. Una oportunidad que él no desaprovechó. Después se fue antes de ceder a la tentación hecha persona. Debido a que aún era temprano no hubo demasiado tráfico en la ruta. Al llegar subió directo a su habitación a tomar una ducha y cambiarse. Cuando estuvo listo lo primero que hizo