Capítulo 8

—Eso estaba delicioso —musitó Leonardo colocando sus cubiertos sobre su plato vacío. Él tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro.

Estaban en un restaurante al que Bianca nunca había ido, no es como si hubiera comido fuera de casa con mucha frecuencia. Era un lugar sencillo y le gustó desde que llegaron.

—¿Ya me piensas contar cuales son las buenas noticias? —insistió otra vez.

Desde que se habían sentado no había dejado de hacer la misma pregunta cada cierto tiempo y hasta el momento no había obtenido una respuesta de verdad.

—¿Por qué el apuro? —preguntó él.

Se preguntó que la había llevado a creer que esta vez Leonardo le diría lo que estaba pasando. Cuanto más tiempo lo conocía más se daba cuenta de que a él disfrutaba manteniendo en suspenso al

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