Kenneth.—¿Por qué llamas tan temprano, Ken? —dijo la voz de mi hermanita, del otro lado de línea.Suspiré, viéndome en la habitación de Lauren, sin querer moverme de allí. En esa habitación había soltado los más horribles recuerdos, y todavía se seguía sintiendo cálido, como si me abrazara. Aunque yo estaba allí, el perfume de Lauren aún se podía percibir.Después de la noche anterior, me sentía tranquilo, como si no tenía nada de qué preocuparme. Nunca me había sentido así. Siempre sentía unas incesantes ganas de huir, de precipitarme, pero allí solamente quería estar, aunque con ella.—Solo llamo para decirte que ya no tienes que preocuparte por Dakota ni por ninguna otra ex —expresé.Mi hermana suspiró.—Bueno, eso está en veremos, ¿no?Sonreí, nostálgico. Quería contarte todo. Decirle que había abierto mi corazón a alguien especial, pero que no sabía cómo manejarlo. Cómo tener la certeza de que podría funcionar si decía mis sentimientos. Cómo atreverme a amar de verdad sin hacer
Kenneth.Le pedí a Anika que fuéramos al hospital para hacerle las pruebas. Ya me había pasado esto con Dakota, y solo pude desmentirlo cuando la obligué a sacarse una prueba de sangre con la presencia de su padre.¿Pero si esto era cierto?Sabía que Anika decía la verdad. Ninguna de las chicas salía de la mansión. Estaba seguro que yo era el único que podría ser el padre de ese bebé si ella estaba embarazada. Pero la idea de ser padre junto a ella, por ella, me resultaba tan desagradable. Jamás había pensado en tener hijos, porque nunca me había considerado apto para criarlos, pero si llegaba, al menos quería que fuera criado en una familia estable, amorosa, sin faltas, que tuviera todo lo que yo no hasta que cumplí los ocho años de edad.Sabía que con Anika las cosas no serían así, yo no la quería. No quería tampoco fingir tener una familia con ella. Demonios. Si mis padres se enteraban me obligarían a casarme con ella. Will me lo había advertido cuando estaba en la secundaria. Me ha
MARATÓN 1/3Lauren.Encontré en sus ojos el mismo brillo que los míos por él. Había amor. No me cabía la menor duda. Yo no era un juego. No era una de la lista. Quizás él no sabía cómo decirlo más que un “eres especial”, pero no nos hacía falta decir que nos gustábamos, que estábamos enamorados, que nos queríamos. Con los dos allí simplemente sintiendo era suficiente.En mi corazón tenía la certeza de que lo que él vivía conmigo no lo había vivido con nadie más, y la forma en que me miraba, los detalles que tenía conmigo, solo afirmaban mi feliz corazonada: Kenneth estaba enamorado de mí. Así que me iba a aferrar a eso pasara lo que pasara.Suspirando, viendo los hermosos corazones en aquellas cintas pegadas del techo, volví a sonreír. Era increíble que tuviera la paciencia de hacer algo como eso. Y amaba su regalo, pero me hacía sentir un poco mal porque en la mañana cuando ordené el pastel sin glaseado, también había ordenado otra cosa, para él. Esperaba dárselo después del desayuno
MARATÓN 2/3Kenneth.—Mamá… —intenté sonreír.Ellie estaba frente a mí, mirándome tan molesta. Juro que podía ver el humo salir de sus oídos, así que la abracé temiendo que fuera a explotar. Pero no me dejó tocarla por más de tres segundos, porque rápido me empujó.—Dime que no es lo que estoy pensando Kenneth —pronunció cada palabra con rabia.Demonios. ¿Cómo podría explicarle? Había visto a Lauren en una toalla, mojada, intentando detenerme. Era obvio lo que pasaba.—Mamá por favor… —supliqué, temiendo de su molestia—. Vamos a hablarlo. Necesito que respires y me escuches.Ellie intentó respirar, lo consiguió, bajando sus humos, solo para tomarme fuerte del brazo y obligarme a bajar por las escaleras como si era un niño pequeño.—Claro que vamos a hablar de esto, Kenneth. ¿En qué demonios estabas pensando? ¡Te mandé a investigarla no a que la llevaras a tu cama!—¿Hijo?La voz de Will la sentí como una salvación. Me solté de mamá y esbocé una sonrisa a mi padre. Él nos miraba a mamá
MARATÓN 3/3Lauren.Al entrar a mi habitación, intenté respirar con calma. No sabía por qué, pero Ellie Sinclair me odiaba. Había sido un error convencer al señor William de invitar a sus padres. Ella me veía como una simple hija de una ama de llaves, y sabía lo importante que eran Will y Ellie para Kenneth después de todo lo que había pasado de niño. Entonces sería un hecho que si Ellie se lo pedía, Kenneth se iría de la mansión ese mismo día. Pero me rehusaba a que así fuera.Mirando las cintas en el techo, las joyas en la mesa de noche junto a una rosa hermosa, me acerqué. Tomé todo en mis manos y dejé que algunas lágrimas se me escaparan.Sí, Kenneth estaba sintiendo conmigo mucho más que con cualquier otra, ¿pero era suficiente para enfrentar a sus padres, a su abuelo? ¿Estaba dispuesto a confesar sus sentimientos por mí? ¿Quería una relación estable conmigo? ¿Me vería como una esposa? ¿Podría ser la madre de sus hijos…?Aquel último pensamiento me llevó a ir a la gaveta en donde
William Sinclair.Con mi vista empañada de lágrimas, y la impotencia fluyendo por mis venas, la amenacé. Lauren me veía a punto de llorar igualmente, parecía que de un momento a otro se derrumbaría, pero de repente se puso de pie, mirándome con determinación.Esa misma determinación que un día me había dado su madre, Laura, para terminar lo nuestro, haciendo mis sentimientos correr entre el miedo y la desesperación.Conocí a Laura Mitchell cuando mi esposa Halley la llevó a la mansión. Laura solía trabajar junto a su madre para la familia de mi buen amigo Harrison, y cuando su madre murió, los Müller despidieron a Laura. Harrison, quien conocía a Laura desde pequeña, la refirió a mi esposa ya que nuestra antigua ama de llaves había muerto. Así que a la edad de veinticinco años, Laura llegó a nuestra mansión, con su desbordante cariño y su dulce timidez. Cabello pelirrojo, piel de leche, tan frágil como una hermosa flor.Quedé secretamente flechado con su belleza desde el primer instant
Kenneth.“Por favor, nunca te pido nada. Te necesito en esta dirección”El mensaje de Cassandra había sido claro, me necesitaba. Al ser la primera vez en 10 años que solicitaba mi presencia, supuse que se trataba de algo de vida o muerte. Por eso dejé a Lauren allí.Me despedí rápido de mis padres, dando una excusa tonta. Papá mencionó que habría una reunión con amigos en la noche, que no faltara, a lo que asentí. Salí la mansión en mi auto hasta la dirección de Cassandra.Me preocupé cuando me di cuenta que estaba en un motel barato. Di su nombre en la recepción, la mujer no respondió. Mencioné que era una emergencia, di sus características físicas, así que la chica me dio su número de habitación.La puerta estaba abierta, alarmándome aún más. Me adentré diciendo su nombre, y escuché su voz en algún lugar, llorando. Estaba en el piso, en la esquina de la cama. No parecía tener ninguna herida física. Entonces rápido la tomé en mis brazos, dándole tiempo para decirme lo que ocurría.Uno
Lauren.Creí oler el perfume de Kenneth entre tantas personas. Sabía que él estaba cerca, podía sentirlo. Sin embargo, antes de que pudiera buscarlo, Boris me detuvo.—Oh linda, ¿estás bien? Podemos hablar si quieres.Lo miré en agradecimiento. La verdad es que había decidido esperar a Kenneth fuera, pero Maira necesitaba manos para repartir algunos bocadillos, así que tuve que poner todo mi esfuerzo por no mostrar mi desesperación ante todos.Al volver a ver mi teléfono sin ninguna notificación de Ken, me dejé llevar por Boris hacia el patio trasero mientras él le pedía a Carter que nos diera unos minutos a solas.Sentí la mirada de Christian sobre mí en cada momento, pero lo ignoré.—Estoy… Voy a estar bien —dije, segura—. Pero no quiero involucrarte en esto, Boris, es… muy personal.Entonces Boris se inclinó para hablarme al oído.—Ya sé sobre eso. Me enteré el domingo en el hipódromo. Además, fue muy raro saber que Kenneth Sinclair había comprado mi colección y luego verte con uno