º|º Adriano º|ºNo dormí nada.La rubia peligrosa se quedó a mi lado toda la madrugada, hasta que, inevitablemente, amaneció. Cuando miré hacia abajo, allí estaba, dormida, su cabeza apoyada sobre mi brazo, y aquellos labios carnosos llamándome silenciosamente. Si bajaba la vista un poco más, esos pechos tentadores no dejaban de decirme cosas, muchas cosas que no debería estar pensando.Decidí que lo mejor era abandonar la cama ahora que podía, escapar de sus garras. Porque, incluso dormida, esa rubia peligrosamente tentadora hacía que mi cuerpo temblara.Era curioso; había creído que iba a aborrecer a Samantha Taylor, principalmente porque la creía una chica Corsini, pero resultaba que era todo lo contrario. Y para colmo, ni siquiera era una chica Corsini.Entré al baño decidido a despejar mi mente con una ducha fría. Por alguna razón, mi cuerpo estaba ardiendo. Cuando el agua comenzó a caer sobre mi piel, bajé la mirada, observando cómo mi compañero, como solía llamarlo, estaba más
El viaje de regreso a Milán se me hizo más largo de lo normal. Dejé a Samantha con una buena cantidad de dinero en efectivo y planes claros de marcharse muy lejos.Eso era lo correcto, lo más seguro para ella. Estaría lejos de las garras de los Corsini, fuera del alcance de Piero y de todo el caos que él representaba. Sabía que así debía ser. Aún así, no podía evitar sentir que tal vez debí haber hecho algo más, algo para asegurarme de que estuviera completamente a salvo.Después de nuestro encuentro, todo se volvió extraño. No de una manera incómoda o negativa, sino un tipo de extrañeza que no podía descifrar del todo. Como si después de esa conexión física, algo se hubiera movido dentro de mí. Sentía una calma que no reconocía, y al mismo tiempo, un torbellino de pensamientos que me dejaban inquieto. Ella y yo habíamos compartido algo más allá de lo físico, pero no podía permitirme pensar en eso ahora. No cuando mi vida me llamaba de vuelta a Milán, a la rutina, al trabajo, a la rea
º|º Piero º|ºEstoy sentado con los ojos cerrados, tratando de controlar mi respiración, aunque cada segundo que pasa me llena de una ira que amenaza con desbordarse.Ver a Adriano Moretti me dejó un sabor amargo en la boca, pero no es solo eso. Algo dentro de mí grita que Samantha se fue con él, que ese malnacido me la arrebató cuando apenas pude detenerla. El pensamiento me carcome, hace que la sangre hierva en mis venas.Cada día que pasa sin encontrarla es un golpe directo a mi orgullo, una amenaza creciente de que quizás ya no pueda dar con ella. Las posibilidades de que se me escape aumentan, y eso me está destruyendo por dentro. Si se ha ido con Adriano, si él ha tocado lo que es mío… Lo destruiré. Lentamente.Abro los ojos al escuchar el sonido del teléfono vibrando sobre el escritorio. Veo el número en la pantalla, y el nudo en mi pecho se aprieta. Es mi padre. Tal vez, finalmente, tenga noticias de Samantha.Respondo, llevando el móvil a mi oído, el corazón latiendo con fuer
Desde el momento en que abrió los ojos al mundo, Samantha Taylor había sentido las cadenas doradas de la tradición y el linaje aprisionándola. La vasta mansión Taylor, donde creció, no solo era una morada; era un símbolo de poder, legado y expectativas, donde con cada uno de sus matrimonios, su padre aseguraba una jugada magistral.—¡Jamás me casaré! —Recordaba haber gritado a su padre y, desde entonces, hizo todo lo que estuvo en sus manos para cumplir su palabra.¿Casarse con un desconocido solo por un acuerdo hecho por su padre?¿Aceptar a un hombre porque su madre se lo imponga?¿Contraer matrimonio y vivir una vida infeliz solo por obedecer la orden su padre?Samantha no era como sus hermanas, era la que menos se parecía, aunque igual de hermosa que las demás.Siento la cuarta de ellas, no estaba dispuesta a esperar su turno para contraer matrimonio. Mientras sus hermanas, Sofía y Loren, se deleitaban en el papel de herederas perfectas, Samantha ardía con un fuego interno, un an
Había llegado.Luego de un año de salir de las garras de su familia, al fin Samantha había llegado a uno de los destinos que había estado esperando por conocer desde hace un tiempo. Milán era un mundo completamente nuevo para Samantha, a pesar de solo ser una ciudad. Desde los altos edificios de moda hasta las pequeñas callejuelas llenas de secretos, todo la llamaba a explorar y sentía que tenía mucho tiempo para hacerlo, sentía que podía darse el lujo de conocer cada rincón. Pero nada la preparó para su primera noche en “L'Ombra D'oro”. Ni siquiera sus más altas expectativas de un lugar nuevo, de Milán. Aquella noche solo quería divertirse luego de un largo viaje, se estaba quedando en un hotel del centro, por lo que luego de un raro paseo bajo la luz de luna, dio con aquel lugar, ni siquiera sabía de qué iba o… quién pertenecía. Pero entre callejuelas estrechas, los caminos la llevaron allí. El club estaba bañado en luces rojas y doradas, creando un ambiente sensual. Un poco o
Fue lo que dijo, era lo que haría.¡Encontrar a esa mujer!Se había quedado grabada en la mente de Piero y era algo que no podía dejar pasar. La ciudad de Milán nunca había sido testigo de una búsqueda tan implacable. Piero Corsini, el hombre que ostentaba un poder sin igual y cuya influencia se extendía por cada rincón de la ciudad, había movilizado a sus hombres en una misión: encontrar a aquella mujer rubia que la noche anterior no quiso darle su nombre. Sin más, esa misma noche se fue a la cama con otra mujer, pero no imaginó que a la mañana siguiente aún estaría su rostro en su cabeza, o su voz.Ese olor. ¿Realmente tendría que destruir todo Milán solo buscándola? Entonces lo haría, un Corsini siempre cumplía con su palabra. Las órdenes eran claras y concisas. —No importa qué tengan que hacer, la quiero frente a mí antes del anochecer—Giorgio, un hombre de confianza de Piero y quien llevaba años a su servicio, conocía la urgencia y la seriedad de la tarea. Con un grupo de
º|º Piero º|ºEn la quietud de mi oficina, una inusual inquietud me invade. Samantha, esa mujer, se encuentra ahora en una habitación de mi mansión, y lo único que me llega es un silencio perturbador. Normalmente, disfruto del silencio; es un signo de control, de poder. Pero este silencio es diferente; es un desafío, una provocación.¿Qué demonios hace? ¿Por qué no ha armado un alboroto para que la deje salir? Siento que este silencio no es bueno o… simplemente me encuentro impaciente.¿Por qué?Parece un día normal, pero no lo es.Hace mucho que no me sentía de esta manera.Me siento inquieto, como si tuviera algo pendiente, como si fuera algo importante.Me encuentro jugando con la idea de instalar una cámara en su habitación. No para vigilarla, sino para descifrarla. ¿Qué estará haciendo? ¿Planeará su siguiente jugada? Ella es un enigma, un rompecabezas que me provoca y desafía.Las preguntas juegan con mi mente y eso no es bueno.Samantha Taylor.Mis hombres han estado ocupados re
º|ºSamanthaº|ºMis manos apenas disimulan un temblor mientras sostengo el arma. Aunque mi interior se revuelve en un torbellino de miedo y ansiedad, mi exterior debe proyectar firmeza y decisión. No puedo dejar que él vea que me cago de miedo con esto en mi mano. La pistola, un objeto tan ajeno en mis manos, se siente a la vez pesada y peligrosamente liviana, de alguna manera me da poder, pero no se siente muy bien la sensación. Nunca había tenido que usar una, y mi conocimiento sobre ellas se limita a lo que he visto en películas y leído en libros. Me tortura no saber si tiene el seguro puesto o incluso cómo verificarlo. Pero no puedo mostrar ninguna duda; mi vida podría depender de ello. Mi libertad, porque este hombre realmente creía que podría retenerme aquí.Piero me observa con una tranquilidad desconcertante. ¿Cómo puede mantenerse tan sereno con un arma apuntándole directamente?Mi corazón late con fuerza en mi pecho, y cada latido parece retumbar en mis oídos.Mi mente corre