Desde el momento en que abrió los ojos al mundo, Samantha Taylor había sentido las cadenas doradas de la tradición y el linaje aprisionándola. La vasta mansión Taylor, donde creció, no solo era una morada; era un símbolo de poder, legado y expectativas, donde con cada uno de sus matrimonios, su padre aseguraba una jugada magistral.
—¡Jamás me casaré! —Recordaba haber gritado a su padre y, desde entonces, hizo todo lo que estuvo en sus manos para cumplir su palabra.
¿Casarse con un desconocido solo por un acuerdo hecho por su padre?
¿Aceptar a un hombre porque su madre se lo imponga?
¿Contraer matrimonio y vivir una vida infeliz solo por obedecer la orden su padre?
Samantha no era como sus hermanas, era la que menos se parecía, aunque igual de hermosa que las demás.
Siento la cuarta de ellas, no estaba dispuesta a esperar su turno para contraer matrimonio.
Mientras sus hermanas, Sofía y Loren, se deleitaban en el papel de herederas perfectas, Samantha ardía con un fuego interno, un ansia por algo más.
El simple pensamiento de un matrimonio arreglado, un amor prefabricado por los deseos de su padre, la enfurecía. La inercia de su madre frente a tales imposiciones solo profundizaba su resentimiento. En cada esquina de la mansión, en cada cena de gala, Samantha sentía los ojos de su padre, el poderoso señor Taylor, planeando su futuro como si fuese una transacción más en sus negocios.
Tras un enfrentamiento particularmente explosivo, donde Samantha se negó a ser solo una pieza en el ajedrez familiar, su padre lanzó un ultimátum que la dejó helada. Y cuando la vibrante Mary Jane, una de sus hermanas, fue sacrificada en el altar del matrimonio, Samantha supo que debía actuar. Era un reloj en cuenta regresiva y el tic-tac sonaba cada vez más fuerte.
Lo sabía… ella era la siguiente.
¡Tenía que huir! Antes de que su padre se presentara en casa con el hombre que se convertiría en su esposo.
Pero Samantha era muy atractiva a los ojos de los hombres. Después de su hermana Sofía, la mayor, Sam era una de las más llamativas.
No solo desafiaba las expectativas por su naturaleza rebelde, sino que su belleza radiante, una mezcla salvaje y electrizante, parecía magnificar la atención de todo pretendiente ambicioso.
Pero Samantha no era de las que se rendían.
Decidida a desafiar al sistema, a su propia familia, concibió un plan audaz: manchar el apellido Taylor hasta que ningún hombre quisiera asociarse con ella.
Y justo cuando las cosas parecían imposibles, la astuta Sofía, su hermana mayor, se convirtió en su aliada secreta. Juntas, elaboraron un plan de escape que las llevaría lejos de las garras de su familia.
Aunque dejó atrás la mansión, Samantha sabía que no podía bajar la guardia. Se movía en las sombras, como una sombra fugaz, hasta que el llamado vibrante y bohemio de Milán la sedujo. En esa ciudad, esperaba encontrar la libertad que tanto ansiaba.
Samantha tan solo tenía veinte años cuando al fin pudo escapar y un año después llegó a Milán.
Aún no se imaginaba lo que le depararía el fututo en aquel lugar.
Con veintiún años recién cumplidos, edad a la que su padre había casado a dos de sus hermanas, Samantha podía respirar, sentirse libre, como si todo ese tiempo estuviera atada con cadenas.
¡Ahora era libre!
El matrimonio concertado no era para ella y lo evitaría a toda costa.
Había llegado.Luego de un año de salir de las garras de su familia, al fin Samantha había llegado a uno de los destinos que había estado esperando por conocer desde hace un tiempo. Milán era un mundo completamente nuevo para Samantha, a pesar de solo ser una ciudad. Desde los altos edificios de moda hasta las pequeñas callejuelas llenas de secretos, todo la llamaba a explorar y sentía que tenía mucho tiempo para hacerlo, sentía que podía darse el lujo de conocer cada rincón. Pero nada la preparó para su primera noche en “L'Ombra D'oro”. Ni siquiera sus más altas expectativas de un lugar nuevo, de Milán. Aquella noche solo quería divertirse luego de un largo viaje, se estaba quedando en un hotel del centro, por lo que luego de un raro paseo bajo la luz de luna, dio con aquel lugar, ni siquiera sabía de qué iba o… quién pertenecía. Pero entre callejuelas estrechas, los caminos la llevaron allí. El club estaba bañado en luces rojas y doradas, creando un ambiente sensual. Un poco o
Fue lo que dijo, era lo que haría.¡Encontrar a esa mujer!Se había quedado grabada en la mente de Piero y era algo que no podía dejar pasar. La ciudad de Milán nunca había sido testigo de una búsqueda tan implacable. Piero Corsini, el hombre que ostentaba un poder sin igual y cuya influencia se extendía por cada rincón de la ciudad, había movilizado a sus hombres en una misión: encontrar a aquella mujer rubia que la noche anterior no quiso darle su nombre. Sin más, esa misma noche se fue a la cama con otra mujer, pero no imaginó que a la mañana siguiente aún estaría su rostro en su cabeza, o su voz.Ese olor. ¿Realmente tendría que destruir todo Milán solo buscándola? Entonces lo haría, un Corsini siempre cumplía con su palabra. Las órdenes eran claras y concisas. —No importa qué tengan que hacer, la quiero frente a mí antes del anochecer—Giorgio, un hombre de confianza de Piero y quien llevaba años a su servicio, conocía la urgencia y la seriedad de la tarea. Con un grupo de
º|º Piero º|ºEn la quietud de mi oficina, una inusual inquietud me invade. Samantha, esa mujer, se encuentra ahora en una habitación de mi mansión, y lo único que me llega es un silencio perturbador. Normalmente, disfruto del silencio; es un signo de control, de poder. Pero este silencio es diferente; es un desafío, una provocación.¿Qué demonios hace? ¿Por qué no ha armado un alboroto para que la deje salir? Siento que este silencio no es bueno o… simplemente me encuentro impaciente.¿Por qué?Parece un día normal, pero no lo es.Hace mucho que no me sentía de esta manera.Me siento inquieto, como si tuviera algo pendiente, como si fuera algo importante.Me encuentro jugando con la idea de instalar una cámara en su habitación. No para vigilarla, sino para descifrarla. ¿Qué estará haciendo? ¿Planeará su siguiente jugada? Ella es un enigma, un rompecabezas que me provoca y desafía.Las preguntas juegan con mi mente y eso no es bueno.Samantha Taylor.Mis hombres han estado ocupados re
º|ºSamanthaº|ºMis manos apenas disimulan un temblor mientras sostengo el arma. Aunque mi interior se revuelve en un torbellino de miedo y ansiedad, mi exterior debe proyectar firmeza y decisión. No puedo dejar que él vea que me cago de miedo con esto en mi mano. La pistola, un objeto tan ajeno en mis manos, se siente a la vez pesada y peligrosamente liviana, de alguna manera me da poder, pero no se siente muy bien la sensación. Nunca había tenido que usar una, y mi conocimiento sobre ellas se limita a lo que he visto en películas y leído en libros. Me tortura no saber si tiene el seguro puesto o incluso cómo verificarlo. Pero no puedo mostrar ninguna duda; mi vida podría depender de ello. Mi libertad, porque este hombre realmente creía que podría retenerme aquí.Piero me observa con una tranquilidad desconcertante. ¿Cómo puede mantenerse tan sereno con un arma apuntándole directamente?Mi corazón late con fuerza en mi pecho, y cada latido parece retumbar en mis oídos.Mi mente corre
º|º Samantha º|ºAl llegar al hotel, siento las miradas del personal clavadas en mí. Corro a mi habitación y al abrir la puerta, descubro un caos absoluto. Mis pertenencias están esparcidas por doquier, como si un huracán hubiese pasado por el lugar.¡Han entrado a mi habitación! Pero no tengo ni que preguntarme quienes han sido.¡Maldito bastardo que cree que no existe la ley!¡Estúpido bruto!Agotada y sin fuerzas, me dejo caer sobre la cama, cerrando los ojos, pero las imágenes del día no dejan de atormentarme. El peso del arma en mi mano, el sonido ensordecedor del disparo, la mirada de Piero... todo se mezcla en un torbellino de emociones que no logro controlar.Pasé el miedo más grande de mi vida y yo que había creído que a lo que más le temía era a casarme con un hombre al que no amaba y fingir una felicidad que no poseía. Pero hoy…conocí realmente lo que es el miedo y luchar contra los nervios, pelear aún cuando crees que no puedes ganar."¿Qué demonios se cree ese hombre?" La
º|º Samantha º|ºAl abrir mis ojos, una punzada de dolor recorre mi cuello, pero al mismo tiempo, siento algo suave debajo de mi cabeza. Mis manos exploran a tientas y trato de acostumbrarme a la tenue luz que inunda la habitación. Poco a poco, tomo conciencia de que estoy en una cama. Mi mente se aclara y finalmente puedo ver con claridad.¿Qué hago en una cama?Me incorporo de golpe, confundida y alarmada.¿Dónde demonios estoy?Mi mente trabaja a toda velocidad. Anoche, recuerdo haberme quedado dormida en el sofá, pero ahora me encuentro en una habitación desconocida. Mi mirada nerviosa recorre la estancia hasta que algo en mí se tensa y siento miedo. No reconozco este lugar, definitivamente no es mi hotel. El pánico comienza a apoderarse de mí.¡¿Qué mierdas hice?!Mi corazón late con fuerza mientras me incorporo en la cama. La puerta se abre lentamente, y aparece un hombre que está ajustándose una corbata.Adriano.Me mira con interés, y eso solo aumenta mi confusión.¿Me llevó a
La tensión en el portal se podía cortar con un cuchillo. Samantha estaba atrapada en un forcejeo incómodo entre Piero Corsini y Adriano Moretti, dos hombres que representaban mundos completamente diferentes. Ella sabía que, en ese momento, estaba en medio de una tormenta de peligros que amenazaban con devorarla por completo.¿Cómo demonios llegaron a eso? Tan solo se quedó dormida, no esperaba que al salir estuviera aquel hombre allí.Los músculos de su cuerpo se tensaron mientras ambos hombres tiraban de ella en direcciones opuestas. Samantha era consciente de la peligrosidad que emanaba de Piero, un hombre acostumbrado a la oscuridad y la violencia, y no quería arrastrar a Adriano a su turbulento mundo, uno al que Samantha había entrado sin querer, sin querer ser parte de aquello, a donde Piero estaba más que convencido de querer llegar, arrastrarla consigo.Sabía que los hombres de Piero estaban armados y que él no dudaría en utilizarlos si se sentía amenazado. Adriano, por otro la
El lugar donde la había llevado era diferente a la casa donde ella estuvo encerrada la primera vez.Fueron más de cuatro horas de carretera, hasta llegar a una pequeña casa en las afueras de la ciudad, rodeada por un pequeño bosque que tuvieron que cruzar, donde no había nada.La primera casa que Samantha vio en todo el trayecto fue esa a la que llegaron.La puerta del coche fue abierta, sus ojos intentaban identificar algo para saber dónde estaba, pero de todos modos no conocía el lugar, ni aunque quisiera, los grandes árboles hacían sombra por todo el lugar.Uno de los hombres se acercó a Piero, dejando una llave en su mano.–Listo, señor. ¿Cuándo quiere que vengamos por ustedes?–Los llamaré–respondió sin mirar al hombre–. ¿Está preparada la casa?–Para todo lo que deseé. A una hora está la gasolinera más cercana, junto a ella hay algunos comercios, por si les hace falta algo. Está el número en la mesa de la cocina, suelen hacer entregas.–Pueden irse ya–dijo.Ahora, dirigiéndose h