La tensión en el portal se podía cortar con un cuchillo. Samantha estaba atrapada en un forcejeo incómodo entre Piero Corsini y Adriano Moretti, dos hombres que representaban mundos completamente diferentes. Ella sabía que, en ese momento, estaba en medio de una tormenta de peligros que amenazaban con devorarla por completo.¿Cómo demonios llegaron a eso? Tan solo se quedó dormida, no esperaba que al salir estuviera aquel hombre allí.Los músculos de su cuerpo se tensaron mientras ambos hombres tiraban de ella en direcciones opuestas. Samantha era consciente de la peligrosidad que emanaba de Piero, un hombre acostumbrado a la oscuridad y la violencia, y no quería arrastrar a Adriano a su turbulento mundo, uno al que Samantha había entrado sin querer, sin querer ser parte de aquello, a donde Piero estaba más que convencido de querer llegar, arrastrarla consigo.Sabía que los hombres de Piero estaban armados y que él no dudaría en utilizarlos si se sentía amenazado. Adriano, por otro la
El lugar donde la había llevado era diferente a la casa donde ella estuvo encerrada la primera vez.Fueron más de cuatro horas de carretera, hasta llegar a una pequeña casa en las afueras de la ciudad, rodeada por un pequeño bosque que tuvieron que cruzar, donde no había nada.La primera casa que Samantha vio en todo el trayecto fue esa a la que llegaron.La puerta del coche fue abierta, sus ojos intentaban identificar algo para saber dónde estaba, pero de todos modos no conocía el lugar, ni aunque quisiera, los grandes árboles hacían sombra por todo el lugar.Uno de los hombres se acercó a Piero, dejando una llave en su mano.–Listo, señor. ¿Cuándo quiere que vengamos por ustedes?–Los llamaré–respondió sin mirar al hombre–. ¿Está preparada la casa?–Para todo lo que deseé. A una hora está la gasolinera más cercana, junto a ella hay algunos comercios, por si les hace falta algo. Está el número en la mesa de la cocina, suelen hacer entregas.–Pueden irse ya–dijo.Ahora, dirigiéndose h
º|º Samantha º|ºLos primeros dos minutos me resistí, tan solo para más adelante no arrepentirme de no haber hecho todo lo necesario, pero bastó poco para darme cuenta de que no podría hacer nada al respecto y que… si me estaba quieta, sería mejor para mí o con eso quería engañarme mi cerebro. Fue una buena táctica, porque al menos me mantuve tranquila.–Eres mi mujer–me dijo al oído mientras su polla viajaba hasta lo más profundo de mi interior, nombrándose dueño de mí tan solo por poder meterla.Siempre me había parecido ridículo el poder que los hombres creían tener sobre las mujeres, aunque no era agradable cuando ese hombre te hacía “entender” que no tenías la capacidad para resistirte o hacer lo contrario.De mi padre aprendí que las mujeres tenemos un valor que los demás podemos calcular. Por ejemplo, papá midió la valía de Sofía y la ofreció a los Leclerc, consideró que valía lo bastante como para ofrecerla a una familia tan importante como lo es la del presidente y al parecer
º|º Samantha º|ºMe siento como una marioneta mientras me dirijo hacia la mesa de Adriano. ¿A qué demonios es lo que quiere jugar Piero? ¿Sigue molesto por lo que cree que pasó o… trama algo más? Se supone que no le hará daño a Adriano o ya lo habría hecho. Camino hacia donde está Adriano, sintiendo el peso de las miradas de Piero y sus hombres sobre mí. Adriano me ve acercarme y su expresión es impenetrable.Su ceño fruncido al ver que me acerco, él desvía la mirada de mí y sigue con la charla en la mesa, pero yo ya estoy aquí, ya he llegado a su lado.—Hola, Adriano —digo con una voz que apenas reconozco. Estoy muy avergonzada y no sé qué más decir.Adriano me mira con frialdad y responde con una voz que destila indiferencia, lo que me deja aún más sorprendida y avergonzada de lo que ya estaba.—Lo siento, creo que te has equivocado. No te conozco.Siento cómo mi mundo se tambalea por un momento, los demás en su mesa me miran como si estuviera loca y él es el único que no me mira."
º|º Adriano º|ºLa reunión con el fiscal es una de esas tareas que pesan en mi alma. Años han pasado desde el brutal asesinato de mis padres, pero no he abandonado mi búsqueda de justicia, intentando hacer que los responsables, los culpables, pagaran por lo que habían hecho.Duramente mucho tiempo sentí que aquello era una tarea imposible, como si nadie fue, como si nadie lo hizo o las pruebas simplemente desaparecieron.Rendirme, sin duda, era más fácil, pero me resultaba imposible. Cada pista, cada pequeña evidencia me ha llevado de vuelta a estos fríos pasillos de la justicia, donde las promesas se hacen y se rompen con la misma facilidad. Pero todo seguía sin servir de nada, no había un rostro, testigos, salvo un lugar y miles de presentes, sin que nadie se diera cuenta de nada o viera a alguien.Nada.Mis padres murieron un veinticinco de diciembre. Según informes, fue un accidente, los encontraron en su coche, muertos luego de un fuerte impacto, pero… las primeras investigacio
–Sacrificioº|º Adriano º|ºJimena no dejó las manos tranquilas en todo el camino, al menos eso me sirvió para ir calentando y preparando mentalmente para lo que iba a pasar en la casa de aquella mujer.Prácticamente estaba sobre mi asiento, su mano sin retirarse de mi pene y esa sonrisa lasciva que tenía en sus labios, mordisqueaba mi cuello de vez en cuando, sentía su saliva quedarse en mi piel. Y lo peor de todo, no podía ocultar mi cara de desagrado, no servía para esto, prácticamente me estaba forzando a esta situación. Podría detener el coche, pedirle disculpas, decir que me olvidé de algo urgente y desaparecer de aquí, pero Jimena podría serme útil, sobre todo si la dejaba satisfecha.Me fue indicando la dirección de su casa, detuve el coche frente a unos edificios pequeños, ella señaló el suyo, sonriente, tomándose demasiadas libertades.Mi mente intentaba recordar si tenía preservativos en el coche, porque estaba muy seguro de que no tenía nada en la cartera.Últimamente el s
Me sentía nerviosa.Sabía que Piero llegaría a un punto en el que se cansaría de lo mismo, de mi falta de respuesta durante el sexo, pero no pensé que llegaría tan rápido.Pasé todo el día a la espera, él no estaba en casa.Cuando llegó la noche me sentí todavía más ansiosa, sabía que algo pasaría, pero no podía saber de qué se trataba.Este hombre era indescifrable.¿Qué pasaría por su mente?Dijo que quería verme excitada antes de follarme, pero yo sabía que no podría lograrlo, no me excitaba, por eso solo me tendía en la cama y dejaba que él hiciera su parte, obtuviera placer y luego se retirara, era más sencillo así.Me senté en la cama, por primera vez en mucho tiempo muy nerviosa. No tanto por lo que a Piero se le pudiera ocurrir, sino porque sabía que no funcionaría y yo no tenía idea de qué hacer para que él pensara que estaba excitada.Esa parte no creo que se fuera capaz de fingirla.¡Mierda!Me froté los dedos con desesperación.Alguien tocó a la puerta, sabía que no era él
SamanthaEl trayecto a donde sea que él me llevaba, fue largo. Mientras el camino era un poco extraño, parecía que salíamos de la ciudad, pero luego nos rodeaban muchas viviendas y al final estaba de nuevo la carretera desierta.—Piero, ¿a dónde me llevas?—¿Asustada? Jamás te haría daño.—Es lo que haces desde que nos conocimos. Me estás obligando a estar a tu lado y a todo lo demás.—Eso es porque eres mía, no porque tu fuerce a nada.—Tu manera de ver la realidad… es totalmente distorsionada. ¿Crees que estaría a tu lado su pudiera irme?—Es por lo mismo que tengo que hacer que quieras quedarte.—¡Pero no quiero quedarme! Me alejé de mi familia para ser yo, para hacer lo que me diera la gana y esto no entra en mis planes.—Te alejaste de tu familia para llegar a mí, para venir a Milán, entrar en mi mundo y ser parte de mí. Y adoro que me cayeras del cielo, eres como eso… eso que sabes que necesitas, pero no sabes cómo llamarle o cómo conseguirlo, pero sí tienes que hacer todo lo po