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Compromiso anunciado

–A ver, dejen las charlas. –La voz de Chico Castro se apoderó del salón. Yo terminé de bajar, evadí la mirada de Nilda y me enfoqué en Milagros, Beto y Gonzalo, ellos estaban juntos frente a la banda. Chico sostenía el micrófono, se movía con agilidad. Junto a él, su esposa, sonreía si, pero esa sonrisa no llegaba a los ojos. Mis padres, felices, lo novios también. Santos entrelazó sus dedos con los de Astrid, ella parecía una muñeca, seguramente él se sorprendió cuando la vio esa noche mucho más a la moda que antes. Maquillada de rojo, más adulta. Llegué por fin junto a mis hermanos. –Ya todos  saben a lo que vinieron esta noche a casa. –Tomó una pausa y atrajo a mi padre por el hombro, me pareció un justo gesto. –Pues esa hora de que lo hagamos oficial. Esta noche mi amigo Pedro Rivero y yo, junto con nuestras hermosas esposas. –Las señalo a ambas con picardía. –tenemos el placer de anunciarles el compromiso formal de nuestros hijos. –Astrid no paraba de sonreir, frente a ella sus amigas se morían de envidia, aunque Santos Castro no fuese el hombre más guapo de Caracas, se habían enamorado, cumplía el sueño de cenicienta, casándose con  alguien adinerado nunca le faltaría nada y estando en esta familia no carecería de influencias, sin contar que había logrado la alianza de nuestras familias. –Santos y Astrid se casarán en solo tres meses. –Los murmullos no se dejaron esperar, mis hermanos y yo nos miramos y luego noté que a la distancia Eugenio me observaba, no me fijé antes pero ahí estaba, junto a su hermano Ramiro, Rafaela y otros más. Parecían tan sorprendidos como nosotros, sin embargo, aplaudimos. –El amor ha nacido entre estos dos jóvenes contagiándonos a todos los que los rodeamos, de manera que están cordialmente invitados para la que sea la fecha del matrimonio. ¡Celebremos el amor! –Levantó su copa y todos hicimos lo mismo.

–¿Sabias algo? –Me preguntó mi hermano mayor con la copa en alto.

–No, no sabía nada. –Los novios se besaron y eso provocó una ola de aplausos, se miraron intensamente enamorados y sonrieron. El amor entre ellos era real, fuerte, estaba feliz por mi hermana pronto sería una señora, cumpliría sus sueños, sus ansias de comenzar una vida propia.

Sentí un jalón en mi brazo, giré, era Auxiliadora. Me hacía muchas señas, estaba desordenada, despeinada, roja, ojos sacados de foco. Me aparté de mis hermanos para poder entenderla.

–¿Qué? ¿Qué te pasó Auxiliadora? ¿Qué? –Ella trató de calmarse. Estábamos fuera del grupo de gente. Entonces la entendí– ¿Quién? ¿Mariana? ¿Qué le pasó a Mariana? ¿La atacaron? ¿Dónde? ¡Llévame!

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