Las oscuras y lluviosas calles de San Francisco son mi único refugio y verdugo a la vez. No tengo sitio al cual asistir o persona a la cual pedir ayuda, mi estomago duele y se retuerce debido a la falta de alimento, pero es lo que menos me importa a pesar de mi debilidad avanzo tres pasos más con la esperanza de llegar al alumbrado sitio solo tal vez entonces alguien se apiade de mí.Con un esfuerzo sobre humano logro llegar, la humedad vuelve al suelo resbaladizo y eso en combinación con mis desgastadas converse son una espantosa mezcla logrando que tropiece obteniendo una caída de rodillas, mi carne sangra, pero no me importa.—¡¡Ayuda!! Por favor…—Grito con la poca fuerza que me resta.Algunas de las personas que cruzan justo a mi lado me lanzan miradas con desdén tal y como si fuera un animal de la calle aquel del que todos se retiran por ser un apestado, o carroña que ensucia sus suelos. Un auto deportivo me salpica el agua de las calles debido a la velocidad con la que se despla
—¿Qué clase de propuesta? —inquiero con cautela mientras observo a ambos sin perder de vista a Noah.—Es sencillo. —responde la mujer con esa larga sonrisa. —Nos hemos dado cuenta de que tu hermano y tu no tienen donde pasar la noche. Nosotros no tenemos hijos, algunas veces la soledad nos inquita… y podríamos llegar a algún acuerdo, nuestra propuesta es sencilla. Queremos que tu hermano y tu vengan a vivir con nosotros, a cambio puedes trabajar aquí en la panadería, en casa ayudándome con la limpieza y esa clase de cosas, de esta manera tu hermano y tu tendrán donde vivir, comida caliente, todo lo que necesiten. —finaliza con los ojos chispeantes de un brillo especial.—Agradezco su amabilidad, pero… no los conozco, tengo que cuidar de mi hermano, pero gracias por todo. —respondo intentando girarme, la mujer me toma del antebrazo haciéndome girar hacia ella de nuevo.—Dentro de poco tiempo la lluvia caerá y ustedes no tienen donde pasar la noche. Permítenos ayudarlos por lo menos sol
Tres arcadas más me sacudieron de manera más violenta cada una vaciando por completo el chocolate y el pan de hace unas horas sobre su alfombra.Me observan incrédulos por mi acción. Aprovecho la distracción para echarme a correr escaleras arriba. Cierro la puerta de la habitación que nos asignaron, mis temblorosos dedos se deslizan sobre el pestillo de la puerta blanca. Mi respiración acelerada me ensordecía lo suficiente como para no percatarme del crujir de la madera de las escaleras… ellos venían, no aceptarían un no por respuesta, tomarían lo que desearan con o sin mi aprobación.De un tirón me desprendo del camisón dejándolo en el suelo sin poder evitar patearlo. Tomo de la cama mi sucia ropa colocándomela de nuevo, junto a mis converse.—Solo es cuestión de tiempo para que salgas, mi esposo ha ido por herramientas, vamos a tirar la puerta de ser necesario. — amenaza deliberadamente.El miedo intenta paralizarme de nuevo, entonces mis ojos giran en dirección a la cama donde repo
—No pienso moverme de aquí hasta no ver que mi hermano sea atendido ¿Cómo puedo estar segura? de que en cuanto firme ese dichoso contrato me botaras como a la basura y no ayudaras a mi hermano ¿quieres prostituirme? ¿es eso? ¿eres un tratante de blancas? —Comienza a preguntar al mismo tiempo que observa a través de la ventana como atienden a su hermano. La angustia se refleja en sus ojos, misma de la que se aprovecharía el señor BlackWood.—Claro que lo harás. Me encargare de que el contrato venga a nosotros cuanto antes. —sentencia antes de marcharse dejándola en completa soledad.Sebastián sale por el pasillo dejando atrás a la joven indigente junto a su hermano que recibe la atención médica necesaria, al mismo tiempo que él se aleja sin girar atrás, necesitaba conseguir a toda costa un abogado con un contrato en mano que estipular a que esa mujer estaba comprometida a casarse con él sin importar que sucediera, aun así se tratara de un maremoto o lo que fuera. Ella estaría atada a é
Mis ojos se abren lentamente encontrándome en una silla con la cabeza hacia atrás, una enferma pasea frente a mi nariz una bola de algodón impregnada al fuerte y característico olor del alcohol. Levanto la cabeza sintiendo que todo da vueltas a mi alrededor, la sensación de pesadez extendiéndose en todo mi cuerpo.—Listo señor. Solo debe hacer lo que le comenté, de otra manera continuara ocurriendo. — asiente la enferma en su dirección mientras que a mi me dirige una sonrisa triste curvando sobre sus labios.—Gracias. —Responde en un tono apenas audible. Me sentía fatal pero lo único con la capacidad para sujetarme a la vida y a permanecer consciente era mi hermano. Intento reincorporarme para ir corriendo hasta la habitación de mi hermano, pero mi esfuerzo es en vano con gran dificultad me coloco de pie.—De ninguna manera vas a salvarte del contrato con tu muerte. —me responde un tanto molesto. —Iremos a comer y te alimentaras como es debido, después te asearas y comprare ropa para
Una llamada en su celular irrumpe la pequeña burbuja que se había formado, se esfuma sin dejar rastro alguno a mi alrededor. Su entre cejo se frunce mientras parece maldecir en voz baja, veo como sus labios forman la palabra niño y de un salto me coloco de pie con evidente desesperación, sabia que se trataba de mi hermano, una punzada en mi pecho comienza a prolongar el dolor que solo es capaz de aumentar.—Iremos de inmediato. No deje de mantenerme informado, no creo que sea necesario recordarle que no escatime en gastos, tiene carta blanca para proporcionarle todo lo que requiera. —Corta la llamada al mismo tiempo que su mano tira ligeramente de su cabello en plena frustración.—¿Es mi hermano cierto? — inquiero observándolo fijamente a los ojos en un hilo de voz. No podía perderlo, estaría fallando en mi misión, mi madre confió en mi y yo estaba a punto de defraudarla.—Así es… los médicos sugieren que estes cerca de él. Su fin podría estar mas cerca, si lo hubieras llevado antes t
Lo había perdido todo ahora, ya no había nada que me sujetara o que me mantuviera con vida aquí. Estaba completamente sola, sin familia en el mundo, falle en la misión que tenía ¿Ahora qué? Escucho voces a mi alrededor, pero no logro enfocarme en ellas, todo parecen murmullos, mi visión se distorsiona, grito desde lo mas profundo de mi ser. Cierro los ojos con fuerza realizando un débil intento por soportar la ola de sensaciones que me invade, perpetrando mi alma en repetidas ocasiones.Al abrir los ojos después de un par de segundos observó como uno de los médicos cubre el rostro de mi hermano con una sábana blanca, al mismo tiempo que niega con la cabeza. Con una ligera dificultad logro colocarme de pie sin apartar mis ojos de la escena lúgubre para mi vida, observo el enigmático hombre aproximarse por el pasillo con el ceño fruncido mientras muestra la evidencia confusión.—¿Qué es lo que sucede? — pregunta con su ronca voz aproximándose frente a mí, el desgarrador grito de dolor p
Narrador omniscienteUn par de manos grandes la rodea con fuerza los brazos tirando de ella hacia atrás con poca delicadeza u amabilidad.—¿Qué rayos te ocurre? ¿Estás loca? —inquiere Sebastián BlackWood con los ojos fijos en los de Anne, al mismo tiempo que tira de su cuerpo para colocarla detrás del barandal, su interrupción saca del campo de visión de Anne a Leah, la despreciable mujer que destruyo su vida, el detonante en cada momento de dolor.Ese pequeño encuentro causo que la chispa del odio se incendiara en su interior, el sentimiento de que todo lo que ocurría se debía a esa mujer, fue suficiente para acrecentar su venganza. Anne jamás fue educada de esa manera, odiar a las personas incluso aquellas que la agredían o le causaban algún tipo de daño, pero esta vez sus padres no estaban presentes en su vida como para frenar sus instintos, sentía la imperiosa necesidad de hacerle pagar a esa mujer cada gramo de desdicha a la que se enfrentó gracias a que ella derrumbó los cimient