Sacrificio

—No pienso moverme de aquí hasta no ver que mi hermano sea atendido ¿Cómo puedo estar segura? de que en cuanto firme ese dichoso contrato me botaras como a la basura y no ayudaras a mi hermano ¿quieres prostituirme? ¿es eso? ¿eres un tratante de blancas? —Comienza a preguntar al mismo tiempo que observa a través de la ventana como atienden a su hermano. La angustia se refleja en sus ojos, misma de la que se aprovecharía el señor BlackWood.

—Claro que lo harás. Me encargare de que el contrato venga a nosotros cuanto antes. —sentencia antes de marcharse dejándola en completa soledad.

Sebastián sale por el pasillo dejando atrás a la joven indigente junto a su hermano que recibe la atención médica necesaria, al mismo tiempo que él se aleja sin girar atrás, necesitaba conseguir a toda costa un abogado con un contrato en mano que estipular a que esa mujer estaba comprometida a casarse con él sin importar que sucediera, aun así se tratara de un maremoto o lo que fuera. Ella estaría atada a él por un largo tiempo viéndose obligada a cumplir cada uno de los puntos del dichoso contrato, uno que por supuesto Sebastián haría que fuera redactado a su entera conveniencia pues la joven no podía negarse de ninguna manera. ya que de lo contrario su hermano no recibiría la atención médica requerida, y de ello era de lo que se estaba valiendo él para hacer de esta su jugada maestra nada podía salir mal o al menos eso fue lo que él pensó después de contemplar a la joven un par de minutos.

Mientras que por otra parte y en otro sitio a un par de kilómetros de distancia se encontraba la preciosa joven de aspecto demacrado y poco aseado, observando fijamente la escena sin apartarse del cristal como si temiera que en un pequeño descuido por su parte o siquiera un pequeño parpadeo le fuera a costar la vida a su pequeño hermano.

Sus débiles y delgadas manos se colocan el cristal mientras sus ojos se humedecen en el llanto nuevamente al observar la manera en la que los médicos actúan haciendo ver al pequeño niño como alguien tan vulnerable, inevitablemente la joven no puede evitar pensar en sus propios padres y el destino cruel que se los arrebato, dejándole solamente un pequeño hermano que cuidar, tenía la sensación que había fallado en su labor, sus miedos y temores no dejan de susurrar en sus oídos haciéndole pensar incluso lo peor No espera ningún tipo de atención médica sino que simplemente permanece de pie junto al enorme vidrio ganando algunas miradas por parte de la enfermera el turno que se pasea entre el pasillo y la habitación esperando alguna indicación por parte del Médico, Al parecer solo se trata de una asistente pero ella no puede evitar desviar sus apenados ojos hacia su ropa sucia y gastada, al ver el aspecto deplorable qué aportaba al interior del hospital pero lo único que realmente importaba para ella era salvar la vida de su hermano y era lo único en lo que pensaba enfocarse, no le importaba en lo absoluto lo que sucediera después de ver a su hermano de pie con una enorme sonrisa curvando sus labios era así como lo recordaba y como deseaba continuar recordándolo pero sobre todo teniendolo presente en su vida junto a ella, cómo prometió que estaría antes de que su madre diera el último suspiro para abandonar este mundo terrenal. Se sentía en una obligación y deuda por cumplir con su promesa, aunque no podía evitar sentir que todo lo que estaba ocurriendo era su culpa y esos sentimientos no pensaba desaparecer era como un claro recordatorio de que toda desgracia provenía por su culpa jamás se perdonaría si algo le llegará a ocurrir a su pequeño hermano.

Ahora toda responsabilidad recaía sobre sus hombros quedando aplastada entre la espada y la pared, dejándola sin otra alternativa que someterse a los caprichos de ese hombre, por convertirla en su esposa no tenía la menor idea de qué tipo de persona era, pero no encontraba otra solución y esa era mejor a corto plazo, ya que no tenía que acostarse en esos momentos con la pareja dueños de la panadería, si no que ahora no requería pagar el alto costo de inmediato, sino que antes podría ver a su hermano gozando de una excelente salud. Bastaba ver al hombre frente a ella para darse cuenta de que era un hombre adinerado, acaudalado, por lo que al convertirse en su esposa imagino que la ventaja sería que no tendría que volver a dormir en la calle por un largo tiempo o tal vez nunca más pues de ello dependía que si el rumbo de su vida continuaba por el mismo camino de miseria.

Su pulso se acelera en cuanto observa al hombre misterioso de propuesta peculiar entrar por la sala con dirección a ella sin despegar sus ojos de los suyos.

—Ahora sí andando muñequita. —menciona cuando se posiciona frente a mi de forma amenazante sin despegar sus ojos de mí. Observo a un hombre de maletín andando detrás de el enigmático hombre que desea convertirme en su esposa a cambio de salvar la vida de mi pequeño hermano. —No tienes la menor idea del trabajo que me ha costado encontrar a un abogado para que actúe con tal rapidez. — me remuevo nerviosa sin tener la menor idea de que responder, mis ojos se vuelven en dirección a mi hermano en ese estado decadente. — Tu y yo tenemos un trato, espero no estes pensando en retractarte, de ser así no dudare en negarme a pagar los gastos médicos de tu hermano. —Levanta un dedo en señal de advertencia. —¿Podrías con la culpa? —cuestiona con una sonrisa mientras yo abro la boca incrédula. La cierro de inmediato hasta caer en cuenta de que tiene razón y estoy en sus manos de la manera en que a ese extraño le plazca.

—No tengo otra opción. — respondo con sinceridad al mismo tiempo que mi cabeza se inclina en señal de derrota. Me repetía constantemente la palabra sacrificio en mi mente.

—Exacto, no tienes elección si deseas salvar la vida de tu hermano. Lo único que tienes que hacer a cambio es ser mi esposa. Eres encantadora aun que luzcas un tanto andrajosa, pero ni siquiera en tus inocentes ojos puedo yo confiar, necesito que firmes ese contrato que nos ata mutuamente a un matrimonio. Recuerda que por incumplir puedes ir a prisión. Cuando salgamos de este lío divorciándonos podrás marcharte con una fuerte suma de dinero para que empieces de nuevo en donde a ti te plazca. —Sus ojos brillan con esa pequeña chispa perversa destellando en ellos. Prácticamente me estoy vendiendo al mejor postor, me consuela saber que es por el bien de mi hermano.

—Señor he terminado con algunos de los detalles, solo falta su firma para que el contrato esté listo. —Interviene un hombre con maletín en mano sacando unos documentos. No presto atención a la breve conversación que sostienen si no que me detengo frente a el cristal observando a través de el recordándome que lo hago por mi hermano. Verlo en ese estado vulnerable me rompe por dentro siento que puedo caer de rodillas justo aquí mismo solo por mi hermano. —Señorita solo hace falta su nombre y firma.

—Que descortés soy, me presento. Mi nombre es Sebastián BlackWood ¿y tu eres? Además de mi futura esposa. —Sonríe de manera picara mientras yo tomo los documentos rellenando mis datos y mi firma, además de colocar mis huellas digitales.

—Mi nombre es Anne…—Respondo en un hilo de voz girando de nuevo observando como el equipo medico interviene a mi hermano.

Todo a partir de ese instante se vuelve negro para mí, unos fuertes brazos me sostienen con fuerza. Intento reincorporarme de inútil forma, es tal y como si me lanzara a un abismo negro y profundo del que no puedo escapar.

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