Las oscuras y lluviosas calles de San Francisco son mi único refugio y verdugo a la vez. No tengo sitio al cual asistir o persona a la cual pedir ayuda, mi estomago duele y se retuerce debido a la falta de alimento, pero es lo que menos me importa a pesar de mi debilidad avanzo tres pasos más con la esperanza de llegar al alumbrado sitio solo tal vez entonces alguien se apiade de mí.
Con un esfuerzo sobre humano logro llegar, la humedad vuelve al suelo resbaladizo y eso en combinación con mis desgastadas converse son una espantosa mezcla logrando que tropiece obteniendo una caída de rodillas, mi carne sangra, pero no me importa.—¡¡Ayuda!! Por favor…—Grito con la poca fuerza que me resta.Algunas de las personas que cruzan justo a mi lado me lanzan miradas con desdén tal y como si fuera un animal de la calle aquel del que todos se retiran por ser un apestado, o carroña que ensucia sus suelos. Un auto deportivo me salpica el agua de las calles debido a la velocidad con la que se desplaza.—Señorita tiene que retirarse por favor, su aspecto da una mala imagen a nuestro hospital. —Habla a un metro de distancia un hombre de tez canela, resguardado de la lluvia observándome como a un objeto sin valor al que deshechas a la basura.—¡!Ayuda!! por piedad, sálvalo a él. — respondo en un hilo de voz quebrándome en llanto. Mis lagrimas se disuelven junto a las gotas de lluvia. Extiendo la manta empapada dejando ver el pequeño cuerpo pálido y delgado de lo único que me quedaba en esta vida.El pequeño permanece inerte junto a su respiración lenta. Si el moría, mi vida se acababa ese mismo día, prefería lanzarme de cualquier puente a una vida sin él. El destino me había castigado por algún pecado de otra vida probablemente, ya que en poco tiempo me arrebato a todo aquello que yo más amaba dejándome solamente con mi pequeño hermano… era todo lo que poseía y lo que más amaba y ahora también podía perderlo al igual que al resto de la familia.—Señorita, este es un hospital privado, no una beneficencia pública. Retírese o creerán que aceptamos pordioseros lo cual solo desacreditara el prestigio del hospital. — observo en sus ojos ese desprecio, mismo que no he dejado de recibir desde nuestra llegada a la ciudad. Recibiendo cientos de humillaciones una y otra vez, sin piedad ni siquiera para un niño. —Al otro lado de la ciudad existe un hospital público tal vez la admitan. Ahora retírese de aquí, sin dinero no se le atenderá y usted ni con su vida podría pagar un lugar así. —Se gira sobre sus talones sin dedicarnos ni una sola mirada más…—¡¡Misericordia!! Es solo un niño misericordia para él por favor. — grito una y otra vez hasta que mi garganta se desgarra, dejándome la sensación de ardor en la misma.Pero el hombre no vuelve a girar, no se detiene hasta ingresar al hospital tras las puertas de cristal. El pequeño cuerpo se encoge sobre la manta, necesitaba hacer algo para salvarlo, no podía dejarlo morir.—Anne. —Susurra su voz sin fuerza, casi inaudible. Lentamente levanta una de sus manitas en mi dirección.—Aquí estoy mi pequeño Noah. —Susurro intentando no quebrarme en un llanto estruendoso. En mi interior algo estaba a punto de romperse y podía asegurar que dolería más que el hambre, la debilidad o cualquier cosa que hubiera experimentado.—Tengo frio. —Responde encogiéndose sobre la manta intentando arrastrar su cuerpo hacia el mío.La impotencia, el dolor y cada sentimiento contribuyo en la ola de emociones que me golpearon. Al grado de sentir odio por mí misma esto no hubiera ocurrido si yo tan sólo hubiera aceptado desde un inicio el repugnante trato que me ofrecía ese hombre. En mi mente cruzó la idea de volver y suplicarle a ese hombre que salve a mi hermano y sólo entonces le permitiré que haga con mi cuerpo lo que él desee, no tenía otra opción rápidamente envuelvo a mi hermano de nuevo entre mis brazos levantando todo su peso entre ambos, lo cubro nuevamente con la manta, aunque sé que es en vano intento darle algo de calor, logro sentir su frágil cuerpo sacudirse por el frio mientras sus dientes castañean debido a los escalofríos.Tres días antes…—Señora permítame ayudarle por favor. —Le suplico a la mujer de avanzada edad y cabellos blancos.—Consigue un empleo y deja de llevar a ese niño por las calles, debería estar recibiendo educación. — frunce el ceño, molesta mientras aleja sus bolsas del supermercado de mi alcance.—Nadie me ha dado la oportunidad de empleo y tengo que alimentarlo, yo le ayudo con sus compras, pero por favor solo deme un poco de dinero a cambio. — formo mis manos en señal de súplica a lo que la mujer solo me fulmina con la mirada. Toma de su bolso un par de monedas que me lanza al suelo.—¡!Solo le estas mostrando el camino para convertirse en un mendigo!! — se gira dándome la espalda.Me coloco de rodillas a levantar cada moneda que me ha lanzado. Unas inmensas ganas de llorar me invaden, pero no me lo permito, tengo que ser fuerte por el me lo repito mentalmente una y otra vez como un mantra. Elevo mi mirada al cielo buscando una ayuda divina pero solo los rayos del sol golpean mi rostro, la misma mujer avanza un poco más hacia nosotros ahora sostiene una manzana entre sus manos, misma con la que golpea mi rostro sin mencionar una palabra más una lágrima silenciosa desciende por mi mejilla misma que limpió con el dorso de mi mano cuando siento esas pequeñas manitas tocar mis hombros.—Anne ¿Hermanita? —llama mientras me sacude ligeramente por los hombros intentando girarme. —¿Estas bien? —pregunta con su delgada voz. Me fuerzo a curvar mis labios en una sonrisa antes de girar en su dirección.—Sí mi dulce Noah. Mientras tu estes conmigo yo estoy bien. —Respondo mientras me coloco de pie tomando la manzana junto a las monedas. Tomo su pequeña mano entre la mía.—No me gusta que esas personas te hagan y digan cosas feas hermanita. —Expresa mientras sus ojos parecen buscar algo en los míos—¿Por qué no volvemos a casa? Las personas aquí son muy malas.¿Cómo explicarle a un niño que han perdido todo lo que alguna vez fue nuestro? Un nudo se forma en mi garganta de recordar la tormenta por la que hemos cruzado. No tenía respuesta para alguien de su edad. Incluso para alguien de la mía hasta hace poco tiempo yo era una chica normal, con sueños, metas, esperanzas y unas inmensas ganas de comerme al mundo, de convertirlo en mi mejor aliado, en mi diario de aventuras. Pero lo que no esperaba era ese giro de 180° que el destino había preparado para mí en el cual sólo recibí golpes y cicatrices para mí alma. Ahora era mi deber cuidar de mi dulce Noah como de mi propia vida e incluso más.Simplemente evitó su pregunta fingiendo no haberla escuchado y él no insiste más tomados de la mano continuamos hasta uno de los parques donde encontramos un tomo de agua para lavar la manzana justo a los pies de un gran árbol tomamos asiento sobre el suave pasto dejó caer mi espalda sobre el tronco y Noah hace coloca sobre mis piernas.—Come esta manzana, ya es más de medio día y no has comido nada. — menciono mientras le extiendo la fruta.—¿Y tú que comerás? — cuestiona mientras me observa fijamente y sólo sostiene la manzana entre sus manos sin dar un solo mordisco mis ojos se clavan sobre la. fruta que prefiero desviar la mirada.—Yo no tengo hambre. —Respondo mintiendo. En realidad, moría de hambre podía saborear la fruta, pero no iba a quitarle ni un solo trozo a Noah, él es mi prioridad.—Anne, llevas un día sin comer nada. — replica logrando que en mis labios se dibuje una sonrisa triste.—Me duele el estómago, no puedo comer así, por ello come tú, anda, después te llevare a los columpios. —Mi estomago comienza a protestar, pero lo ignoro.Desvío la mirada hacia una pequeña familia que se encuentra paseando a sus mascotas en el parque no puedo evitar pensar en mis padres Y en mi vida pasada aún no asimilo que esta sea mi nueva realidad no puedo continuar llevando a Noah por este estilo de vida no era justo él es muy pequeño.—¿Qué es un mendigo hermanita? — su voz curiosa me toma por sorpresa. —¿Y porque esa señora dijo que me convertiría en uno?—No podemos hablar de eso Noah. —respondo cortando el hilo de la conversación para evitar solo despertar más su curiosidad.—Está bien, me quedare callado solo si te comes esta mitad de manzana. De lo contrario no dejare de hablar. — me observa divertido junto con una amplia sonrisa.No podía evitar sonreír con nostalgia me recordaba tanto a mi padre, con ese espíritu de hombre de negocios, pero físicamente casi idéntico a mi madre, con Noah en mi vida sentía que tenía una pequeña parte de ambos en él.—Pequeño chantajista. —Respondo con una sonrisa sincera.A pesar de cada inconveniente y de las circunstancias desfavorables en las que nos encontramos soy feliz de tener a mi pequeño hermano en mi vida, haciendo de esta ciudad un lugar más tolerante para mí.—Chantajista no, con objetivos. —ambos reímos para finalmente culminar en un abrazo. Permanecimos unos minutos más bajo el gran árbol, observando el paisaje, las personas en tranquilidad.El atardecer comenzó a golpear nuestra estancia en el parque, poco a poco se quedó vacío, solo con nosotros y algunos vendedores que al igual que el resto de las personas se estaban marchando. Escucho el estómago de Noah protestar por alimento por lo que ahora tendré que pensar en algún plan para buscar comida para él, no iba a permitir que mi hermano durmiera con el estómago vacío. Noah comprendía una parte de lo que ocurría aun a su corta edad por lo que él no me pediría nada a menos que el hambre fuera insoportable.—Vamos Noah, tenemos que irnos. — tomo su pequeña mano intentando detener el columpio.—Una vez más Anne, por favor Hermanita. — protesta reuniendo ambas manos en modo de súplica.—Siempre sabes cómo convencerme Noah. —Respondo empujando ligeramente el columpio nuevamente, sus risas inundan el lugar por completo llenando el vacío de mi corazón, por él valía la pena cualquier humillación, sacrificio, lo que fuera necesario.Nos adentramos en las calles de la ciudad, el atardecer pronto se convertiría en la oscura y larga noche, con los terrores e inseguridades de nuevo, amenazando contra nuestras vidas. Divagamos por alrededor de una hora sin encontrar nada con éxito.—Hermanita ¿Dónde vamos a dormir? — pregunta con expresión de confusión al tiempo que coloca uno de sus pequeños dedos sobre su boca, tal y como se tratara de alguna adivinanza.—En algún sitio que sea seguro. — me limito a responder.—Extraño mi cama Anne, mis juguetes, y a mi gatito ¿Por qué no regresamos con mamá? ¿Por qué estamos en la calle? Regresemos por favor, te lo pido. — nuevamente no tenía la más remota idea de que responder.—Dormiremos con la luz de la luna, siempre quisiste ir a acampar ¿lo recuerdas? — inquiero tratando de desviar su atención de lo que acaba de preguntar.—Ya no me gusto, no me gusta esta ciudad, las personas aquí son muy malas. — responde mientras lo hago tomar asiento en una banca que se encuentra frente a una panadería.—Espérame aquí ¿entendido? Y si alguien intenta acercarse gritas muy fuertes, y yo vendré enseguida. — le explico observando la soledad de las calles ahora todos regresaban a sus hogares.Lo observo asentir, mientras Noah contempla a una oruga, maravillado. Me giro con dirección a la panadería. Tomo del bolso de mis jeans las monedas que esa mujer me lanzo, haciéndolas un puño en mi mano sin importar el dolor.Aun no encontraba el modo de decirle a mi hermano que ya nada de nuestra vida existía, lo habíamos perdido todo incluso a nuestros padres siendo unos huérfanos más… le he inventado que se han ido de viaje solo omití la parte en la que su boleto no tiene retorno.Limpio las lágrimas con el dorso de mi mano, observo los estantes de deliciosos pastelillos junto a pan recién horneado, mi estomago gruñe mientras mi boca comienza a salivar. Observo los precios y después las pocas monedas que poseo únicamente, de inmediato busco algo dentro de mi muy limitado presupuesto.Un hombre de cabello negro aparece frente a mí, me observa fijamente, probablemente crea que voy a robar algo de aquí, Y aunque mi necesidad era tan grande como mi hambre, yo no era capaz de tomar algo ajeno.—¿En qué puedo ayudarle señorita? ¿busca algo en especial? — cuestiona con amabilidad. —Todo aquí es fresco, puedo ofrecerle pastelillos de alta calidad. —Expresa señalando los estantes.—Señor, yo no tengo dinero. —Respondo con sinceridad para no hacerlo perder su tiempo con alguien que no podría pagar algo así. Abro mi mano dejando ver las monedas. — es todo lo que tengo, espero poder pagar alguna rosquilla tal vez… solo quiero alimentar a mi hermanito. —mis ojos se humedecen por completo, no creí jamás estar en una situación así.—Estas de suerte. —Responde ampliando su sonrisa. —Sígueme. — pide al mismo tiempo que continúa avanzando entre los pasillos. Obedientemente sigo cada uno de sus pasos, deteniéndonos en la caja. —Cada tarde retiramos el pan de los estantes para colocar uno más fresco, recién horneado, y el de la mañana lo empacamos en diferentes bolsas que vendemos a muy bajo costo, de este modo nada se va a la basura y podemos recuperar un poco de la inversión. —Extiende hacia mí dos bolsas de papel selladas. Pocos segundos después le entrego las monedas. Era la primera persona amable que encontraba desde nuestra llegada a esta ciudad.—Gracias en verdad. Desde que llegamos a esta ciudad las personas han sido realmente malvadas. — Respondo mientras me retiro.—Adiós dulce niña, puedes volver cuando lo desees. —Escucho al final justo en el umbral de la puerta.No respondo nada, simplemente me marcho en silencio con una sensación extraña recorriendo mi cuerpo. Un helado aire comenzó a soplar revolviendo mi melena, me abrazo a mí misma debido al brusco cambio de clima.—¡!Noah!! —expreso con alegría llamando la atención de mi hermano quien observa atento el cielo tornarse más oscuro junto a las ramas de los árboles mecerse de manera lenta, comenzaba a tornarse aterrador. —No creerás la sorpresa que tengo para ti.—¿Qué es hermanita? —pregunta, con expresión curiosa colocándose de pie impaciente por ver. Extiendo una de las bolsas de pan en su dirección, rápidamente la toma, abriéndola al instante, saborea el delicioso pan mientras toma una rosquilla glaseada. —¡!Es deliciosa!! — exclama saboreando cada trozo.Imito su acción tomando asiento a su lado, abriendo la segunda bolsa. Me sabia a gloria, llevaba largos días sin comer, mi peso comenzaba a perderse, los jeans cada día me quedaban más holgados, a pesar de algún día fueron en extremo ajustados para mi cuerpo, jamás en la vida pensé alegrarme de este modo por pan horneado, recuerdo a mi madre ofrecérmelo en cada desayuno y yo despreciarlo. Un nudo se forma en mi garganta de recordar a mi familia.—¡!Jovencita!! — grita una mujer desde el umbral de la panadería en mi dirección. Enarco las cejas sin comprender ¿Y si se equivocó en los precios? ¿Cómo pagaría más dinero? Ya no poseía nada de valor. Colocando la bolsa de papel sobre la banca, avanzo hacia ella, me recibe con una enorme sonrisa de oreja a oreja ¿A caso era la panadería de la felicidad? ¿O porque todos sonríen? —Justo a ti quería verte.—Yo no tengo más dinero, de verdad. Puedo incluso ayudarle a limpiar si lo desea, pero por favor no le quite el pan a mi hermano. — suplico de manera apresurada mientras la mujer me observa sin comprender.—Jovencita, no te he llamado por ello. Si no para ofrecerte chocolate caliente, he preparado para mí esposo, pero me he excedido y no deseo botarlo. Mi esposo me ha hablado de ustedes, no pude evitar verlos. — responde sonriente, ofreciéndome un recipiente de aproximadamente dos litros.—Yo… no puedo aceptarlo, han hecho suficiente por nosotros al reducir drásticamente el precio de su pan. —Era verdad, no creía del todo que aquel fuera el costo real.—Si no tomas el chocolate caliente, este, ira directo al drenaje. Hazlo por el pequeño. — responde lo último observando en dirección a mi hermano, no pude evitarlo, era cierto observaba como el pan se le dificultaba pasar por su garganta y la noche se tornaba helada. —Solo por él…—Gracias por preocuparse por nosotros. — respondo tomando el recipiente mientras avanzaba en dirección a mi hermano. La mujer nos observó sonriente desde el umbral.Finalmente terminamos de devorar cada delicia de pan, junto al chocolate caliente, realmente era delicioso. Mi estomago rebosante junto al de mi hermano, mis energías parecían volver a mi cuerpo.—¿Ya no tienes dolor Anne? — pregunta con su delgada voz en dirección a mí. Recordándome la mentira que invente sobre mi falta de apetito.—El chocolate caliente me alivio, pero probablemente después regrese el dolor.—¡!Jovencita!! —Vuelve a llamar la mujer, pero ahora abrazada junto al hombre de la panadería. Ambos sonreían ampliamente mientras me observaban avanzar en dirección a ellos.—¿Ocurre algo? — inquiero elevando una ceja sin comprender lo que sucedía.—Tenemos una propuesta para ti…—¿Qué clase de propuesta? —inquiero con cautela mientras observo a ambos sin perder de vista a Noah.—Es sencillo. —responde la mujer con esa larga sonrisa. —Nos hemos dado cuenta de que tu hermano y tu no tienen donde pasar la noche. Nosotros no tenemos hijos, algunas veces la soledad nos inquita… y podríamos llegar a algún acuerdo, nuestra propuesta es sencilla. Queremos que tu hermano y tu vengan a vivir con nosotros, a cambio puedes trabajar aquí en la panadería, en casa ayudándome con la limpieza y esa clase de cosas, de esta manera tu hermano y tu tendrán donde vivir, comida caliente, todo lo que necesiten. —finaliza con los ojos chispeantes de un brillo especial.—Agradezco su amabilidad, pero… no los conozco, tengo que cuidar de mi hermano, pero gracias por todo. —respondo intentando girarme, la mujer me toma del antebrazo haciéndome girar hacia ella de nuevo.—Dentro de poco tiempo la lluvia caerá y ustedes no tienen donde pasar la noche. Permítenos ayudarlos por lo menos sol
Tres arcadas más me sacudieron de manera más violenta cada una vaciando por completo el chocolate y el pan de hace unas horas sobre su alfombra.Me observan incrédulos por mi acción. Aprovecho la distracción para echarme a correr escaleras arriba. Cierro la puerta de la habitación que nos asignaron, mis temblorosos dedos se deslizan sobre el pestillo de la puerta blanca. Mi respiración acelerada me ensordecía lo suficiente como para no percatarme del crujir de la madera de las escaleras… ellos venían, no aceptarían un no por respuesta, tomarían lo que desearan con o sin mi aprobación.De un tirón me desprendo del camisón dejándolo en el suelo sin poder evitar patearlo. Tomo de la cama mi sucia ropa colocándomela de nuevo, junto a mis converse.—Solo es cuestión de tiempo para que salgas, mi esposo ha ido por herramientas, vamos a tirar la puerta de ser necesario. — amenaza deliberadamente.El miedo intenta paralizarme de nuevo, entonces mis ojos giran en dirección a la cama donde repo
—No pienso moverme de aquí hasta no ver que mi hermano sea atendido ¿Cómo puedo estar segura? de que en cuanto firme ese dichoso contrato me botaras como a la basura y no ayudaras a mi hermano ¿quieres prostituirme? ¿es eso? ¿eres un tratante de blancas? —Comienza a preguntar al mismo tiempo que observa a través de la ventana como atienden a su hermano. La angustia se refleja en sus ojos, misma de la que se aprovecharía el señor BlackWood.—Claro que lo harás. Me encargare de que el contrato venga a nosotros cuanto antes. —sentencia antes de marcharse dejándola en completa soledad.Sebastián sale por el pasillo dejando atrás a la joven indigente junto a su hermano que recibe la atención médica necesaria, al mismo tiempo que él se aleja sin girar atrás, necesitaba conseguir a toda costa un abogado con un contrato en mano que estipular a que esa mujer estaba comprometida a casarse con él sin importar que sucediera, aun así se tratara de un maremoto o lo que fuera. Ella estaría atada a é
Mis ojos se abren lentamente encontrándome en una silla con la cabeza hacia atrás, una enferma pasea frente a mi nariz una bola de algodón impregnada al fuerte y característico olor del alcohol. Levanto la cabeza sintiendo que todo da vueltas a mi alrededor, la sensación de pesadez extendiéndose en todo mi cuerpo.—Listo señor. Solo debe hacer lo que le comenté, de otra manera continuara ocurriendo. — asiente la enferma en su dirección mientras que a mi me dirige una sonrisa triste curvando sobre sus labios.—Gracias. —Responde en un tono apenas audible. Me sentía fatal pero lo único con la capacidad para sujetarme a la vida y a permanecer consciente era mi hermano. Intento reincorporarme para ir corriendo hasta la habitación de mi hermano, pero mi esfuerzo es en vano con gran dificultad me coloco de pie.—De ninguna manera vas a salvarte del contrato con tu muerte. —me responde un tanto molesto. —Iremos a comer y te alimentaras como es debido, después te asearas y comprare ropa para
Una llamada en su celular irrumpe la pequeña burbuja que se había formado, se esfuma sin dejar rastro alguno a mi alrededor. Su entre cejo se frunce mientras parece maldecir en voz baja, veo como sus labios forman la palabra niño y de un salto me coloco de pie con evidente desesperación, sabia que se trataba de mi hermano, una punzada en mi pecho comienza a prolongar el dolor que solo es capaz de aumentar.—Iremos de inmediato. No deje de mantenerme informado, no creo que sea necesario recordarle que no escatime en gastos, tiene carta blanca para proporcionarle todo lo que requiera. —Corta la llamada al mismo tiempo que su mano tira ligeramente de su cabello en plena frustración.—¿Es mi hermano cierto? — inquiero observándolo fijamente a los ojos en un hilo de voz. No podía perderlo, estaría fallando en mi misión, mi madre confió en mi y yo estaba a punto de defraudarla.—Así es… los médicos sugieren que estes cerca de él. Su fin podría estar mas cerca, si lo hubieras llevado antes t
Lo había perdido todo ahora, ya no había nada que me sujetara o que me mantuviera con vida aquí. Estaba completamente sola, sin familia en el mundo, falle en la misión que tenía ¿Ahora qué? Escucho voces a mi alrededor, pero no logro enfocarme en ellas, todo parecen murmullos, mi visión se distorsiona, grito desde lo mas profundo de mi ser. Cierro los ojos con fuerza realizando un débil intento por soportar la ola de sensaciones que me invade, perpetrando mi alma en repetidas ocasiones.Al abrir los ojos después de un par de segundos observó como uno de los médicos cubre el rostro de mi hermano con una sábana blanca, al mismo tiempo que niega con la cabeza. Con una ligera dificultad logro colocarme de pie sin apartar mis ojos de la escena lúgubre para mi vida, observo el enigmático hombre aproximarse por el pasillo con el ceño fruncido mientras muestra la evidencia confusión.—¿Qué es lo que sucede? — pregunta con su ronca voz aproximándose frente a mí, el desgarrador grito de dolor p
Narrador omniscienteUn par de manos grandes la rodea con fuerza los brazos tirando de ella hacia atrás con poca delicadeza u amabilidad.—¿Qué rayos te ocurre? ¿Estás loca? —inquiere Sebastián BlackWood con los ojos fijos en los de Anne, al mismo tiempo que tira de su cuerpo para colocarla detrás del barandal, su interrupción saca del campo de visión de Anne a Leah, la despreciable mujer que destruyo su vida, el detonante en cada momento de dolor.Ese pequeño encuentro causo que la chispa del odio se incendiara en su interior, el sentimiento de que todo lo que ocurría se debía a esa mujer, fue suficiente para acrecentar su venganza. Anne jamás fue educada de esa manera, odiar a las personas incluso aquellas que la agredían o le causaban algún tipo de daño, pero esta vez sus padres no estaban presentes en su vida como para frenar sus instintos, sentía la imperiosa necesidad de hacerle pagar a esa mujer cada gramo de desdicha a la que se enfrentó gracias a que ella derrumbó los cimient
Durante el resto del trayecto ninguno de los dos volvió a mencionar palabra alguna por lo que un sepulcral silencio los sumergió por completo a ambos, la joven no fue capaz de preguntar hacia dónde era llevada, mientras tanto por su parte Sebastián pensada una y otra manera de volver a tomar ventaja sobre la situación, para continuar siendo él quien tome todas las decisiones.Pero era sorprendente como cada uno de los dos solo pensaba en cuánto podría beneficiarse de dicha situación, el automóvil aparca de regreso al hospital donde hace tan solo un par de horas ella misma salió huyendo del sitio al no soportar la pérdida que acababa de sufrir, la sensación de odio y dolor solo se extiende su interior pues imaginaba las cientos de formas en las cuales podría hacerle pagar a esa mujer lo que hizo con su familia, sentía que cada pequeña desgracia que le ocurrió desde que ella entró a su vida, fue únicamente por su causa.Lo extraño era como una persona como ella que nunca fue criada para