Arrasando

Me puse más nerviosa, no estaba acostumbrada a ser el centro de atención, pero recordé que ya no era esa Ava tímida e introvertida, por lo que decidí avanzar meneando todo mi cuerpo.

— ¡Ósea! ¡No me lo puedo creer!. — Cecil fue la primera en abrazarme.

— ¡Y nosotras haciendo planes para consolarte! — Paula me besó en la mejilla.

— ¡Te ves…! ¡Estás increíble!. — Maggie me abrazó.

— ¡¿Pero qué te pasó?!. — Preguntó Paula al tiempo que yo tomaba mi lugar en una de las sillas alrededor de la mesa.

— Bueno. — Negué con un ligero movimiento. — Que me cansé de sufrir, ¿De qué me sirve eso? Voy dispuesta a saltar todas las etapas del duelo y comenzar a disfrutar de una vez. — Me encogí de hombros.

— Eeeeesssssooooo. — Todas las chicas me vitorearon.

Llego el mesonero, tomó nuestra orden y al minuto llegó con varias rondas de tragos, esta noche sería para celebrar.

Ya no más llanto, ya no más Mike y ya no me lamentaría más por mis exs. Aunque esa misma mañana llegue a pensar que terminaría celebrando mi compromiso, ahora pensaba celebrar por mi libertad.

Bebimos mucho, ronda tras ronda, comenzaba a sentir como el elixir empezaba a hacer efecto en mi cuerpo, me sentía más espabilada, extrovertida, como si finalmente mi cerebro aceptaba la idea que estuve intentando introducirle todo el día, que era una mujer independiente, fuerte y valiente.

Pero no solo eso, otra sensación me acompañaba, me sentía observada.

Bebí del trago que estaba frente a mí y tratando de disimular, voltee para buscar esa mirada en mi espalda que me tenía inquieta, cuando me encontré con unos hermosos e intensos ojos azules que se mantenían fijos en mí, era un hombre sumamente atractivo quien me observaba en la distancia. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

¿Cómo podía una persona producir esa sensación con nada más que una mirada? Voltee inmediatamente de nuevo hacia la mesa, sintiéndome ruborizada.

Una de las chicas se dio cuenta del momento en que ese hombre y yo cruzamos miradas y rápidamente se acercó a mí, para murmurar a mi oído.

— Ava, al parecer hoy andas arrasando. — Maggie.

— ¿Mmmm?. — Me hice la despistada.

— No te hagas, ya vi que te diste cuenta. — Señaló con los labios hacía un punto en el club. — Que ese espectacular espécimen te ha estado mirando desde hace rato. — Volvió a acomodarse en su asiento como si no hubiera dicho nada.

Voltee de nuevo, detallando mejor al dueño de aquellos ojos azules. Era un hombre realmente atractivo, con rasgos bien formados, una nariz perfilada, unas cejas gruesas y oscuras al igual que su cabello, lo que contrastaba con una piel blanca y hacía sobresalir esos intensos ojos azules. Noté que vestía casual y que estaba acompañado por un par de sujetos, también bastante guapos.

Aproveche que parecían entretenidos en una conversación y brindaban, me quedé embelesada contemplándolos, cuando escuché risitas en mi propia mesa, eran mis amigas que hablaban de lo guapos que estaban esos chicos, ignore sus comentarios.

Luego del brindis, el hombre de los ojos azules volteo hacia mí una vez más y al encontrarse con mi mirada fija, ladeó una sonrisa y levantó su copa en mi dirección. Voltee de nuevo, nerviosa, sorprendida por aquel sujeto, vi a mis amigas que murmuraba entre ellas y se reían.

— ¡¿Qué haces, Ava?! — Maggie se recostó en la mesa para hablarme por lo bajo. — ¿Por qué te asustas? Ese hombre parece estar interesado en ti.

— No tienes por qué tenerle miedo, esta noche estás soltera y hermosa, ve al ataque. — Continúo Cecil con una sonrisa.

— Es muy guapo, quizás debas hablar un poco con él. — Agregó Paula.

Todas estaban sobre mí, murmurando cómo esos pequeños diablillos que salen en el hombro de los personajes de caricaturas. Yo asentía, bebía de mi trago y les sonreía en respuesta.

Sí, había dicho que era una nueva yo, pero por el momento, no me atrevía a tanto. Llegar a la mesa de unos desconocidos para abordar en plan de conquista, no era lo mío. El solo pensarlo, hacía que se me calentarán las mejillas.

Ósea, sí quería ser una nueva yo, pero tampoco me sentía preparada para llegar a tanto.

Traté de ignorarlo, me obligué a mí misma a no volver a voltear y cambié de tema radicalmente, enfocándome en preguntarle a las chicas por el trabajo. Bueno, todas trabajábamos en la misma empresa, allí nos habíamos conocido, pero en departamentos diferentes, así que era común incluir ese tema en nuestras charlas.

Un minuto después, el mesonero volvió con una botella, lo cual fue extraño porque hacía poco nos había dejado una ronda de tragos.

— Les traigo un obsequio, de los caballeros de aquella mesa. —

Dejó la botella sobre nuestra mesa y señaló la mesa en la que los hombres guapos estaban. Todas volteamos para verlos, los sujetos nos sonrieron. Mientras que el guapo hombre de ojos azules me miraba fijamente, levantando su copa en mi dirección. De nuevo, un escalofrío recorrió mi cuerpo, retiré la mirada y me dirigí al mesonero, para darle las gracias.

— ¡Oye, Ava! ¿Por qué no lo invitas a bailar?. — Paula me susurró.

— No, yo… No puedo…

— ¡Vamos! ¡No seas mojigata! ¡Tienes que disfrutar!. — Cecil.

— Ya, vale, ya. — Traté de calmarlas, se les volvían a alterar las hormonas con esos hombres. — Lo pensaré ¿Vale?.

Seguimos bebiendo, continuamos disfrutando, no podía dejar de pensar en ese guapo hombre y a cada rato se me escapaba una mirada furtiva hacia su mesa, me ponía nerviosa solo con el hecho de que me agarrara infraganti mirándolo.

Luego de un rato más, escuché a una persona aclararse la garganta a mis espaldas.

— Buenas noches.

Una voz ronca y varonil resonó tras de mí, causando que se me erizarán todos los vellos de mi piel. Cerré mis ojos con fuerza, presintiendo de quién se trataba.

Un segundo después, voltee y allí estaba el guapo hombre de ojos azules, era mucho más alto de lo que esperaba, alrededor de 1,90. Mi corazón dio un sobresalto con solo mirarlo.

— Me preguntaba si te gustaría bailar conmigo.

El sujeto tendió su mano hacia mí y con la boca abierta voltee hacia las chicas, me quede pasmada, con la mente en blanco, no sabía qué responder.

Mis amigas me hacían señas, me movían la cabeza, me abrían los ojos, me asentían, hacían todo tipo de guiños, motivándome para qué aceptaré la invitación, mientas que yo miraba para todos lados, nerviosa, con el pulso a mil, e intimidada por tan espectacular espécimen.

Finalmente, acepté con un ligero movimiento de cabeza, aun con la boca abierta, tomé su mano y casi trastrabillando por los altísimos tacones y los nervios, fui hacia la pista con aquel hombre. Bailamos un poco, manteniendo la distancia.

— Me llamo Alex. — De pronto soltó, en medio del baile, con su ronca voz.

— Mi nombre es Ava. — Respondí levantando ligeramente la mirada, algo sonrojada.

— Es todo un placer, Ava. — Estiró su mano hacia mi cintura, pegándome más hacia él.

Luego de que terminara la canción, me invitó hacia la barra para ir por un trago, las chicas me miraban desde la mesa sonriente, con una expresión de aprobación, supuse que no les importaría que charlará por un rato con el recién conocido, así que acepté.

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