Kathlyn abre los ojos de par en par y siente un extraño temor...—¿Qué dijiste?Román, alterado, alza la voz...—¡Que Rubén, tu papá, se fue para un crucero! ¡Sin decirnos nada!—¿Pero qué es eso, Román? ¿Qué le pasa a papá con nosotros? ¿Y no nos dijo nada? ¿Por qué? ¿Y qué hizo?Román temblaba de disgusto.—¡Se fue para un crucero! Le pidió a Aurora que no nos dijera nada porque no quería perder permiso.—¡¿Y su tratamiento?! ¡Qué irresponsable es Aurora! ¡Ahora la voy a descargar yo!—¡No! —la interceptó Román—. ¡No la podemos tener de enemiga! ¡Yo ya hablé con ella!—¡Pero no te puedes quedar así, tan tranquilo! Él tiene que tomarse su tratamiento con seriedad. ¡Qué irresponsable es Aurora! ¿Para qué le estamos pagando?—¡Déjala, hermana! ¡Espera a que mi papá nos llame! Si tú la llegas a ofender, no nos va a atender más, ¡piensa!Y en la paz del hogar de Mauricio, están muy felices esperando a dos novios reconciliados.Marcela y Regina tenían un gran plan para recibir a Mauricio,
Juan José mira a Reishel y no lo puede negar. Esa chica lo hace suspirar. La señora Eloisa su mamá, no solo se ha dado cuenta de eso, sino que a los tres les interesa. Están como locos y hasta discuten por ella. Paul, fue el que se atrevió durante la merienda a preguntar lo que todos querían saber. —¿Reishel y tú no estás casada? Reishel se sonroja y sonrie. —No...— respondió de forma seca, y no dio lugar a que la siguieran interrogando. Eloisa se dio cuenta de la incomodidad de ella e intervino para ayudarla a salir de la situación.—Chicos, Reishel tiene que irse. No la atosiguen. Además, ella está muy ocupada con su profesión. Reishel sonríe agradecida…—¡Gracias, señora Eloisa,!...estuvieron deliciosos sus pastelillos y sus galletas. Y sí, ya es hora de partir. Ya saben, Juan, te envié todo por mensajería para que sigan mis recomendaciones. —Que bien, así lo haremos Reishel, y ya te envié tu pago móvil. —¡Excelente Juan, gracias! ¡Son buenas noticias!... Entonces, chicos, no
Han pasado los días y el detective Barry Sugma ya tiene confirmada la rutina de las comadres. Sabe que por costumbre se van a caminar los martes y los jueves, antes del mediodía, para ir al mercado popular. A la vez, realizan relaciones sociales, saludan a los vecinos y amigos del pueblo que conocen a Marisol, se quedan en la plaza, se comen su helado, se sientan a conversar y, aunque no son muy religiosas, los domingos están asistiendo a la parroquia para hacer oraciones y, además, sociabilizar un poco más.El señor Santillano está conversando con el detective y le pregunta:—¿Cómo estás?El detective responde:—Bien, señor Santillano. Lo llamo para decirle que ya tengo una lista de las actividades de sus amigas aquí en el pueblo. Se las voy a pasar por correo y creo que por los momentos ya he cumplido con mi parte.Santillano responde:—Excelente, señor Sugma. Voy a leer su correo y voy a tomar mis decisiones. Después que lo lea, le paso el pago móvil.El detective dice:—Excelente
Marisol y Amapola salieron de la casa muy animadas como todos los domingos, vestidas muy arregladas para ir a la misa de siempre y venían conversando de todo un poco. Y de repente Marisol vio a un hombre muy raro y le dijo ay comadre me acordé del señor Santillano. Ay ni lo nombre comadre por favor. Qué susto llevamos nosotras con ese señor. Yo pensé comadre de verdad se lo digo, pensé que ese hombre se nos iba a morir. Me dio un tremendo susto. Sí comadre a mí también me asustó muchísimo. Imagínense esos mafiosos en la casa buscando a ese señor. Menos mal que se levantó de esa cama. Bueno le deseo lo mejor dice Amapola. Fue el amor de mi vida, es verdad, lo amé toda mi vida y hoy estoy tratando de olvidar el pasado. Eso es lo que importa comadre, que usted borre ese pasado y empiece su vida nuevamente. Con esa hija que Dios le dio, Dios la bendijo.Ay es verdad mi hija, es un amor de ser humano, un tremendo ser humano diría yo. Y prosiguieron el camino hasta la iglesia. Ahora comienz
¡Truena fuerte!, aguas abajo, está lloviendo a cántaros y parece que no escampará, sin embargo, nada puede detener el torrencial aguacero; como tampoco la campal discusión tan estruendosa como la tormenta, que azota la casa humilde de una abnegada mujer compungida por la batalla emocional que tiene con el que fue y ha sido el amor de su vida; en estos momentos la acaba de sorprender la vida…no puede ser posible…no puede ser posible lo que está viviendo…. Fred Limver mira hacia atrás por última vez, con los ojos llenos de pesar. Su hija, Reishel, lo observaba con lágrimas en los ojos, sin comprender por qué su padre se iba. Fred gira, retrocede para acercarse a ella y acarició su cabello pelirrojo con ternura. —¡Papito!...¿Estás enojado?...¿Porque dices que te vas? —Reishel, cariño, ¡no llores!. Papá tiene que irse, porque tengo mucho trabajo, pero te prometo que volveré para leerte tus cuentos favoritos antes de dormir!,— susurró Fred, sintiéndose cobarde más que nunca, hablando
Mauricio Villacastín al entrar en contacto con Reishel olvidó muchas cosas, no solo el mal momento que acababa de pasar, sino muchas otras situaciones que lo agobiaban y de las que escapa con facilidad. Está casado con una persona realmente difícil pero a la que le tiene mucho que agradecer. Alguien que es mejor no permita Dios nunca se le cruce alguno, en ningún camino. Reishel está en peligro, pero está acostumbrada a el, pero no tiene idea de la amenaza que corre precisamente hoy, que acaba de conocer a Mauricio. Un hombre no solo bello de físico, sino interesante y terriblemente atractivo y que no pierde ninguna oportunidad de pasarla bien. Así vive la vida, sin desaprovechar las buenas oportunidades, como ahora que tuvo la gran suerte que alguien saliera en su defensa, una mujer joven, guapa y realmente hermosa…. El camino se hizo muy ameno, Mauricio ponía música de los artistas que él estaba patrocinando y Reishel se sorprendía de saber que por él, ese artista ahora era famoso.
Mauricio está frente a Reishel mirándola y enternecido con la expresión que le devolvió su mirada, cuando salió de sus labios que el quería que trabajara para el, y que podría ser una guardaespaldas; Reishel retira su mano con suavidad pero se mantiene incorporada y firme… —¿Una guardaespaldas? —¡Tu Reishel eres ideal! Reishel bajo el efecto de la sorpresa y tratando de asimilar tal proposición… —¡Pero yo soy médico veterinario! —¡Y que!...para todo hay tiempo, eres muy inteligente y sabes organizarte, y me lo demostraste, tienes una agenda! —¡No, no puedes estar hablando en serio!...¡ un momento! —¡Y te pagaré muy bien! Eres una maestra de las artes marciales, peleas como una fiera, ¡tienes unas piernas de acero! y me encantaría tener una modelo estilo agente 007, garantizando mi seguridad. —¡Gracias por el halago!...Entonces es en serio! —¡Lo dije como me nació, estoy siempre muy asediado, y si, te conocí hoy, pero no sé, ahora siento que te conozco de toda la vid
Mauricio Villacastín está llegando a su apartamento, dónde comparte con su esposa Úrsula, una empresaria que conoció cuando era más joven y que con sus buenas relaciones lo ayudó a escalar y a trabajar con destreza en el mundo del espectáculo. —¡Ah,!... ¡buenas noches mi amor! no te veía bien en la oscuridad!...¿Cómo te sientes hoy? —¡No lo sé!, ¡no quiero ni mirarme al espejo!, por eso apagué todas las luces, y…entonces,… ¡estoy esperando tu respuesta!, no me has dicho nada…¿dónde estuviste hoy?, ¡si se puede saber! —¡¡Tu quieres saber!!, —Mauricio alza la voz—bueno no solo te diré cómo me fué, sino que te voy a contar, "cómo la pasé", y la respuesta es… ¡mitad y mitad! —¿Qué? ¿Cómo es eso, que mitad y mitad? —¡No te altera Úrsula, deja ese mal humor; eso no es recomendable, acuérdate de las indicaciones del médico! —¡Bueno!... ¡dime!…¡no me parece ni tu respuesta ni tu actitud! dime… —Ursula eso quiere decir,…¡mitad mal y mitad bien!, ¡eso quiere decir!—Mauricio prosiguió— Úr