El sonido de la alarma y los ligeros golpes en la puerta de mi habitación taladran mis oídos y me vuelven a la realidad. Sacándome de la pesadilla que me persigue desde hace siete años.
Maldigo mentalmente. Despabilándome para poder abrir la puerta que está siendo tocada con cierta desesperación.
¿Cuándo podré superarlo? ¿Hasta cuándo dejara de ser un horrible y triste recordatorio de que esa noche los perdí para siempre?
Es sábado, el día más difícil de la semana. Tanto en el trabajo como en mi departamento.
Son las seis y diez de la mañana y Jessie ya está despierta.
Me siento en el borde de la rechinante cama y agarro mi viejo teléfono para darle fin a la tortuosa alarma. Froto mi cara con ambas manos, estoy agotada tanto física como mentalmente.
Me levanto arrastrando los pies en suelo y dirigirme a la puerta de mi habitación.
Dejo entre ver en la penumbra del departamento, una maraña de cabellos castaños claros volando por todos lados sobre su cabeza, ojos azules claros soñolientos, su pequeña y descolorida pijama rosa con estampado de osos blancos y su conejo de peluche algo sucio colgando de una de sus manos.
- No puedo dormir – La dulce voz me llena los oídos y me hace recordar porque tengo que trabajar duro. Me agacho para levantarla en brazos.
Ella acomoda la cabeza en el hueco entre mi cuello y mi hombro. Abrazando mi cuelo con sus pequeños y flacuchos brazos.
- Cariño. Es sábado, puedes despertar más tarde. Y aún es muy temprano. La señora Olivia vendrá a las diez para cuidarte hasta que regrese del trabajo. Ya lo sabes, Jess – Acaricio su cabeza.
- ¿Y por qué no puedo ir al trabajo contigo? - Habla contra mi hombro descubierto.
- Porque es peligroso que andes paseando por la cocina. Puede ocurrir un accidente. Aunque todos ahí te adoran y quieren tenerte ahí más seguido, sabes que es imposible que lo hagas todos los días. Y también sabes lo que puede pasar si cierta persona llega a descubrir algún corte o quemadura en tu piel – Me abraza con fuerzas.
- Me quedare sentadita detrás de la barra, ayudándole a Elliot a preparar las bebidas – Rio por la astucia de mi niña.
- Jessie. No insistas, no vas a convencerme. Es hora de que vuelvas a la cama – Camino con ella en brazos por el corto pasillo hasta su pequeña habitación.
En mi intento de llegar con éxito hasta la cama de Jessie, me tropiezo con un par de juguetes que están regados en el suelo de la habitación.
- ¿Jess, por que los juguetes no están dentro de la caja? – Pregunto deteniendo mis pasos y cerrando los ojos.
Un poco más y las dos caemos al suelo.
- Olvide meterlos anoche –
- Que sea la última vez que olvidas guardarlos donde corresponden, Jess. ¿Teníamos o no un acuerdo sobre los juguetes o guardados? – Sé que sueno muy dura, pero soy su única autoridad y ella tiene que aprender a ser responsable y seguir las indicaciones que le digo.
- Si – Juega con un mechón de su cabello, cuando se separa de mi cuello.
- ¿Y cuál era? – La miro. Seria, aunque se ve terriblemente tierna y quiero llenarle el rostro de besos. Tengo que comportarme como la adulta que soy.
- Que, si no los guardaba, le dirías a la señora Olivia que no me dejara ver el televisor por una semana – Vuelve a acurrucarse contra mi cuello.
- Jess, cariño. Escucha, no es para que te sientas triste. Son tus responsabilidades y tienes que hacerlas – Vuelvo la cabeza y beso su cabello alborotado.
- No es por los juguetes ni porque me castigues por lo que estoy triste. –
- Entonces, ¿por qué cariño? –
- Es que no pasamos tiempo juntas – Dice cuando la acuesto en la cama.
- Jess. Trabajo para poder pagar el alquiler del departamento y alimentarnos. Y para darte lo que el dinero me lo permita. No puedo dejarlo, así como así – La cubro con las mantas hasta el cuello.
- Lo sé – La pequeña lámpara enchufada en la pared, alumbra el pequeño rostro pálido totalmente decepcionado.
No puedo prometerle que pasaremos un día entero juntas, porque el restaurante en el que trabajo, es que ningun día tengo libre, abriendo de once a once. Llego hasta tarde, solo para verla dormir y revisar la tarea que le ha ayudado a hacer la señora Olivia.
Pero puedo intentarlo. Solo por ella.
- Hablare con Stephen. Para pedir el día de mañana. Para poder pasear por el Washington Square Park – Los ojos se le iluminan. Esa es la Jessie que quiero ver.
La alegre, feliz, disfrutando de su infancia e inocencia.
Si Stephen me da el día libre, sacare algo de mis ahorros para hacer feliz a mi niña, aunque sea por unas horas. Olvidándonos de la tragedia y el dolor.
Realmente quiero ser una madre para ella. Sacrifique lo que tenga que sacrificar. Incluidos mis propios intereses. Pero nadie en este momento es más importante que Jessie.
Se acuesta en la cama, contenta y esperanzada porque Stephen me brinde el día libre y que pronto sea mañana.
Beso su frente, y compruebo que este bien abrigada con sus benditas mantas de princesas. Cierra los ojos y se abraza a su conejo que, viéndolo bien, ahora es gris por su uso en exceso.
Vuelvo a dirigirme a la puerta y sonríe en dirección a mi pequeña niña.
Salgo cerrando con cuidado la puerta de la habitación y entro al cuarto de baño para darme una ducha que me despierte por completo.
El departamento en que vivimos, es un tanto viejo. Pero es un complejo seguro y muy familiar, para estar en Manhattan. Es el que más me convenció para hacerlo mi residencia permanente. Brindándonos un techo donde dormir.
No gano lo suficiente en el restaurante como para mudarnos a un lugar mejor.
Pero trato de darle una vida digna y llena de valores a Jessie. Protegiéndola de cualquier peligro que pueda existir cerca de nosotras.
Ella es lo único que tengo en la vida. Desde hace seis años ella es mi familia. Y no sé qué haría si ella llegara a faltar.
Llegó a alegrarme la vida, a enseñarme como ser una buena madre día a día. A valorar el tiempo que tenemos juntas. Me enseñó a ser responsable de esta vida tan frágil y pequeña desde los dieciocho años.
Fue una decisión que tuve que tomar sí o sí.
Su alegría, sus ojos azules claros, su amor incondicional y su inocencia. Fueron los que me han hecho una mejor persona. Seguir adelante y no dejándome caer. Por ella.
¿Quién ser haría cargo de Jessie si mis padres habían muerto y yo era lo único que tenía? ¿Por qué tome esa responsabilidad y no otra persona?
Porque nadie se quería hacer cargo de una adolescente próxima a cumplir la mayoría de edad y una bebé recién nacida.
Y no podía abandonarla, ella era una parte de mi madre y de mi padre.
Pero son preguntas que nunca me atrevo a contestar. No me importa que la gente piense que es mi hija. El dolor que provoca el recordar el accidente aún está presente en mi vida cotidiana. No me permite responderlas.
Los perdí. Por la imprudencia de un conductor ebrio y el asfalto mojado de la carretera.
Jessie y yo encontramos este edificio gracias a Stephen y su esposa, Heather. Ellos conocen al dueño del edificio. Quien ha sido muy amable con ambas.
Algunos de los vecinos, nos ayudan con un producto de su despensa cuando el dinero no es suficiente. Y no me alcanzará la vida para agradecerles a cada uno de ellos lo que hacen por nosotras.
Incluida la señora Olivia, quien se ha ofrecido a cuidar todos los días a Jessie sin recibir nada a cambio.
Todo en mi vida es complicado.
De verdad que es cansado cuidar y tratar de ser una buena “madre” y un ejemplo a seguir para esa niña. Mi niña.
Enjuago mi cabello con rapidez, la madera siendo golpeada me obliga dejar de lado mi vida complicada y envolverme en una toalla amarillo huevo. Caminando de prisa hasta ella.
Miro directamente por la mirilla de la desgastada puerta del departamento.
Luke, el hijo mayor de la señora Olivia está del otro lado de la puerta café oscuro. Un adolescente bastante guapo para su edad, con el cabello oscuro y rizado, llegando ser afro, de tez morena y ojos chocolates siempre brillantes y su divina sonrisa alegre.
- Buen día, Luke. ¿A que debo tu encantadora visita? – Retiro los seguros de la puerta del departamento y la abro revelando a Luke que luce sus pantalones ajustados negros de siempre y su camisa blanca con na chaqueta de cuero encima para cubrirse del frio.
- Hola, Ciara. Mi madre me mando para decirte que se siente mal. Hoy no podrá cuidar a Jessie, no quiere contagiarla – Dice borrando un poco su sonrisa.
- Oh … Dile que no se preocupe por el día de hoy. Me haré cargo de ella. Hablare con mi jefe para pedirle permiso para llevar a Jessie conmigo al restaurante – M****a. Lo último que me faltaba.
- Yo encantado la cuidaría, pero tengo que ir a terminar un proyecto de la escuela – Se rasca la cabeza, avergonzado.
- Lo sé, Luke. De cualquier forma, agradezco que me avisaras con tiempo – Le dedico una sonrisa sincera a mi chico favorito. Es como un chocolate. Dulce y delicado.
- Mamá le manda muchos besos. Al igual que yo – Sus labios se estampan en mi mejilla, en un tierno beso. Que me hace reír.
- Se los daré. Gracias, Luke – Le digo, sonriente.
- No hay de que, Ciara. Nos vemos hasta el lunes - ¿Hasta el lunes? Entonces si tengo que pedir el día de mañana para cuidar de Jessie.
No me da tiempo de protestar o siquiera decirle adiós, porque sale corriendo en dirección a las escaleras y desaparece cuando sube hasta su piso.
¿Ahora qué?
Debía llamar a Stephen, levantar nuevamente a Jessie, ducharla, preparar el desayuno e ir directo al trabajo.Aun envuelta en la toalla amarilla, entro al interior del departamento, caminando a la habitación de Jessie.Abro la puerta con cuidado, enciendo la luz de su habitación y camino hasta la pequeña cama.-Jess, cariño – Muevo su pequeño y menudo cuerpo y escucho un murmuro.-¿Ciara? – Pregunta soñolienta. Restregándose los cojos con la mano.-Si, cariño. Ven conmigo. Te duchare, vendrás conmigo al restaurante – Su sueño parece desaparecer y abre los ojos en grande.-¿Pasaremos el día juntas? –-Eso parece. La señora Olivia enfermo y Luke tiene que ir a terminar algunas cosas pendientes de la escuela. Y no puedo dejarte en el departamento sola. –-Voy a g
Una vez detrás de la puerta que me separa de la vista de los clientes. Suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo desde que me alejé de ese hombre.Mis pulmones se liberan y vuelven a llenarse de aire fresco, bueno, no tan fresco porque se mezcla con los olores de la cocina.-¿Por qué tan nerviosa, Ciara? – Zaheera coloca las manos a cada lado de mi cabeza. Acorralándome, tiene una mirada acusatoria y la ceja oscura bien levantada.-¿Nerviosa yo? Para nada – Intento sonar tranquila. Pero el nerviosismo en mi voz me delata.-El hombre al que acabas de atender. Es tan caliente – Mueve su boca lenta y meticulosamente. Tiene goma de mascar y hace una bomba muy cerca de mi rostro.-¡Zaheera! ¡Por dios! Controla tus órganos sexuales – Abro los ojos, sorprendida por mi uso de palabras en el trabajo. Ella me mira divertida.-&n
Me despido de los chicos en el restaurante y Stephen me detiene antes de que salga del restauranteMe ofrece llevarme a casa, viendo que Jessie se ha quedado dormida y se me dificulta caminar con ella entre mis brazos.Saben lo que me sucedió en la pierna durante el accidente. Algunos nervios no funcionan del todo y muy pocas personas han notado que cojeo de mi pierna izquierda.Una de mis principales inseguridades.-Puedo hacerlo. No te preocupes. Solo son dos calles – Me cuelgo la mochila en el hombro.-Eres una necia, Ciara – Zaheera intenta arrebatarme a Jessie de los brazos para introducirla en el auto de Stephen.-Los llamare cuando llegue a casa – No me espero para que me den una respuesta.Salgo a la fría y oscura noche de noviembre. Mientras los escucho protestar a mis espaldas.Los ignoro y camino por Greenwich, por la misma acera donde se encuentra el restaurante.
La brisa fría de la mañana hace que me estremezca en la banca de concreto, observando a Jessie perseguir a un grupo de burbujas que vuelan por todas partes encima de su cabeza. Tratando de alcanzarlas y reventarlas con sus dedos.Está feliz, jugando, disfrutando del aire fresco y olvidándose por un par de horas de la tragedia y la soledad que nos persigue desde hace seis años.Se persigue con los demás niños que están en el parque.Ella es el reflejo de una niña plena y feliz. A falta de recursos económicos en nuestra vida. Lo es. Y no quiero que eso cambie nunca.Estoy muy orgullosa por la increíble niña que he educado. Amable, cariñosa, respetuosa, con un gran corazón que debe ser adorara y bien cuidado y es muy extrovertida. Mucho más que yo a su edad.Mis padres deben de estar orgullo de mí. De ambas.- Así es mucho m&aa
Valentino es bastante atractivo, parece estar soltero y disponible. Lo sé porque he mirado su mano en repetidas ocasiones y no hay rastro de un anillo de casado. Pero algo me dice que me aleje. Que este hombre no me conviene en lo absoluto.Mantengo la boca cerrada y me limito a asentir despacio.- Es un verdadero placer que ella sea como usted, señorita Ciara – Sus ojos me miran sonrientes.- En realidad, ella es mucho mejor que yo a su edad – Y ahí lo tienen. Estoy compartiendo un poco de información a un completo desconocido. Y lo peor de todo es que es sobre mi infancia.Donde recuerdo de una niña feliz, sin preocupaciones y con ambos padres aún vivos, me golpea en el rostro como el frio viento de esta mañana.Jessie fue privada de esos seres maravillosos por aquel hombre borracho y por mi culpa.- Ciara, ¿se encuentra bien? – Su cálida mano se posa en mi ro
He llamado a Zaheera en cuanto hemos entrado al departamento. Acordando con ella en ir a un bar en la noche.Ni siquiera sé porque lo he hecho. Pero a ella pareció no importarle y ha aceptado encantada a llevarme a un bar y emborracharme.Siendo la primera vez en años que no lo hacemos.Necesito distraerme y pedirle consejos a Zaheera sobre Valentino que me ha proporcionado su número y nada más que su nombre.Sin apellido ni a que se dedica y la proposición de cenar con él esta noche. Estoy echa un lio.Es una tontería, pero en el fondo, quería decirle que sí. Pero mi sensatez me hizo caminar con dignidad hasta casa.- ¿Me estás diciendo que el hombre de aspecto intimidante y ojos preciosos y tan caliente como el pan recién salido del horno, te invito a cenar? – Esa caminando de un lado a otro por mi habitación. Sin creer que estuve a puno
No reconozco a la mujer que esta frente al pequeño espejo de cuerpo completo de mi habitación. Estoy tan poco acostumbrada en llevar el cabello suelto, los ojos ligeramente maquillados con sombra café chocolate, realzando más el azul de mis ojos, los labios rosas y las mejillas con un poco de rubor.- Por dios, Ciara. Deberías bañarte más seguido – Observo a Zaheera a través del espejo y ruedo los ojos con una sonrisa resplandeciente.El vestido y el maquillaje son poco extravagantes de lo que imaginaba cuando Zaheera me hizo meterme en él.Me hacen sentir segura y empoderada.Realmente me siento hermosa y sin miedo a que la enorme cicatriz en mi pierna se vea debajo del corto vestido. Ni me siento insegura de mostrar mi cuerpo voluminoso.- Te ves exquisita, Ciara – Está orgullosa de su obra maestra.- Tú tampoco te ves mal. Mira ese trasero – Hag
Conversamos del día tan pesado que tuvo en el restaurante, diciendo que ha sido duro y muy concurrido. A pesar de ser fin de semana. Y la excusa perfecta que Zaheera le dio a Stephen para escaparse temprano del restaurante.No paramos de reír y de beber. No sé cuántos cocteles de Tastes Like Summer hemos bebido. He perdido la cuenta desde el coctel número cuatro.Mi cuerpo no está acostumbrado a beber esta cantidad de alcohol. Pero me la estoy pasando muy bien. Me encuentro relajada y disfrutando del bullicio de los aficionados a mi alrededor.Sin importarme ya, que no sea un bar para bailar y treparse en las mesas.- Necesito ir al baño. Cuida mi copa – Grito por encima de los gritos de los hombres y las mujeres cuando su equipo anotan un gol.- Claro. Mientras yo pido otro – Me sonríe y levanta la mano para llamar al mesero.Esquivo a las personas ebrias y busco el sanitar