Debía llamar a Stephen, levantar nuevamente a Jessie, ducharla, preparar el desayuno e ir directo al trabajo.
Aun envuelta en la toalla amarilla, entro al interior del departamento, caminando a la habitación de Jessie.
Abro la puerta con cuidado, enciendo la luz de su habitación y camino hasta la pequeña cama.
- Jess, cariño – Muevo su pequeño y menudo cuerpo y escucho un murmuro.
- ¿Ciara? – Pregunta soñolienta. Restregándose los cojos con la mano.
- Si, cariño. Ven conmigo. Te duchare, vendrás conmigo al restaurante – Su sueño parece desaparecer y abre los ojos en grande.
- ¿Pasaremos el día juntas? –
- Eso parece. La señora Olivia enfermo y Luke tiene que ir a terminar algunas cosas pendientes de la escuela. Y no puedo dejarte en el departamento sola. –
- Voy a guardar mis cosas en la mochila – Sale disparada de la cama.
Niego con la cabeza, divertida. Mirando como Jessie guarda sus libros para colorear, sus crayolas y sus viejas muñecas. Y mi corazón se encoje cuando intenta meter el sweater tejido que mi madre hizo cuando le revelaron el sexo de su segundo bebé. Y que sería una niña.
Dejo que termine de guardar sus cosas importantes y necesarias en su mochila de princesas y que se prepare para entrar a la ducha. Salgo en busca de mi teléfono a mi habitación. Aun con los chorros de agua deslizándose por mi piel.
- Ciara. Muchacha. ¿Qué sucede? – La voz cansada y rasposa de Stephen llena el otro lado de la línea.
Aún es temprano, por eso el tono de preocupación en su voz por mi llamada.
- Perdón por asustarte, Stephen. Llamaba para decirte que llevare a Jessie conmigo al trabajo. La señora Olivia esta un tanto enferma y no puede cuidarla – Lo escucho suspirar.
Sabe lo difícil que es mi vida como “mamá”.
Stephen es un hombre mayor unos sesenta y tantos, regordete, de cabellos negros y apenas unas canas en él, tierno y muy amable con todos sus empleados. Es como un padre para nosotros.
Él y su esposa, tienen dos hijos que también trabajan con nosotros y son dueños mayoritarios del restaurante Olio è Piu.
Elliot y Kenai no son engreídos o creyéndose superiores que los demás empleados. Nos tratan como iguales.
- Sabes que puedes traerla las veces que lo necesites, Ciara. No tienes que pedirme permiso. Solo ten cuidado en que no se acerque demasiado al fuego a las cosas filosas – Su voz se vuelve relajada y tranquila.
- Gracias, Stephen. Prometo que no dará problemas. –
- Zaheera y Elliot estarán al pendiente cuando te encargues de a tender tus mesas. Tu tranquila muchacha – Stephen es todo un amor.
Él y Heather, siempre desearon tener una niña, pero jamás lo lograron. Pero en cuanto me vieron con Jessie aun en brazos, asustada de cómo sería mi vida después de abandonar y ganar la custodia total de Jessie, sucia y chorreando gracias a la torrencial lluvia. No duraron un segundo en tendernos la mano.
Me empleó en su restaurante. Sin importar que llevara Jessie.
Ellos son las almas más puras con las que me he encontrado en la vida después de salir del convento donde vivimos un año separadas.
El que me pareció una eternidad, hasta cumplir la mayoría de edad.
- Muchas gracias, Stephen. –
- No te preocupes. Estará en buenas manos – Ríe por su propio comentario.
- Zaheera es una loca. Solo hace que Jessie diga incoherencias – Ruedo los ojos, aunque sé que Stephen no puede verme.
Solo recordar las ideas descabelladas que mi mejor amiga le mete a Jess en la cabeza.
Debo recordarle que es solo una niña de seis años, que debe aprender que en el mundo real no hay finales felices, que está lleno de gente cruel y despiadada.
Que debemos esforzarnos para obtener las cosas, que nada es fácil ni mucho menos que llegara un príncipe azul a rescatar a la débil princesa.
Aunque es una loca fiestera y extrovertida. Que quiere arrastrarme a un bar cada viernes.
Siempre me hace compañía cuando más la necesito. En ocasiones se queda conmigo en el departamento a hacer trabajos escolares y a cuidar de Jessie cuando esta se enferma y termino preocupada hasta el amanecer.
- Ya sabes cómo es, Zaheera. Todos acá queremos a la pequeña Jessie y para nosotros es un honor tenerla una jornada completa, revoloteando por todo el local. –
- Una cosa más, Stephen. –
- Dime, muchacha. –
- ¿Puedo tomarme el día de mañana? Creo que la señora Olivia se presentara hasta el lunes. Y quiero pasar un poco más de tiempo con Jessie. –
- Por supuesto, Ciara. Puedes tomarte el día libre. –
- Gracias, Stephen. Por todo. –
- No hay nada que agradecer, muchacha. No vemos en un rato – Él se despide.
- Adiós – Sonrío porque es el mejor jefe.
- Adiós y con cuidado – Alejo el teléfono de mi oreja y doy por terminada la llamada.
Me apresuro para terminar de vestirme.
***
Camino de la mano con Jessie, quien va a brigada con su bufanda, guantes y su chamarra azul marino. Tengo que abrigarla bien porque estamos a nada de entrar al invierno. Nueva York está siendo poco considerado con nosotras.
El restaurante está a un par de calles del edificio. Pero el aire frio se cuela por mis piernas, el uniforme del restaurante, una falda de tuvo color beige, camia blanca y para mí, zapatos planos del mismo color. No me ayudan mucho.
Tengo bastante frio.
El abrigo de segunda mano, apenas y me cubre.
Cuando entramos en el local. La calidez de emana este, nos envuelve y me reconforta.
- ¡Jessie! – Ese grito es de Zaheera, que provoca que me lleve la mano al pecho. Calmando los latidos frenéticos de mi corazon.
Esa es mi mejor amiga. La castaña de ojos cafés, morena y con cuerpo de infarto. Que estira los brazos para recibir a Jessie.
- ¡Heera! – Sale corriendo hasta Zaheera.
- Oh, mi pequeña Jess. ¿Cuál es el motivo para que tu aburrida hermana te trajera y nos estés visitando? – La alza en brazos y la hace girar. Besa su mejilla en repetidas ocasiones.
Me limito a rodar los ojos.
Por supuesto que no soy aburrida.
- La señora Olivia enfermo y no pudo cuidarme – Le regresa el beso en su mejilla.
- Bendito sea el sistema inmune de la señora Olivia. ¿Y que traes el día de hoy en tu mochila? – Pregunta devolviéndola al suelo.
- Mi manta para poder sentarme detrás de la barra junto a Elliot, con ella abrigo a mi conejito. Unos libros para colorear, mis crayolas que llevo al jardín de niños y mis muñecas. No son tan bonitas como las barbies originales. Pero paso un buen rato jugando con ellas en casa de la señora Olivia – Saca la manta de su mochila.
Es la misma con la que me la entregaron las monjas. El día de mi cumpleaños número dieciocho.
- Quiero que te mantengas lejos de las cosas que pueden ser peligrosas para ti. Como copas, vasos, platos, cuchillos y especialmente el fuego de la cocina. Elliot y Zaheera se turnarán para cuidar de ti – Me arrodillo delante de Jess y hablo seriamente con ella.
- Sip. Seré obediente – Sonríe dejando ver su hoyuelo en su mejilla izquierda. Tan parecido al mio.
Aprieto su mejilla, sonriéndole a Elliot, él me la devuelve y guía a Jessie hasta la barra y ahí comienzan a hablar emocionados.
Me recojo el cabello en una cola alta de cabello y comienzo a atender a algunos clientes que empiezan a entrar por las puertas del restaurante.
***
Llevo las ordenes que aquí para allá en la bandeja de plástico.
Con los años que llevo trabajando en el restaurante. He tomado bastante práctica hasta ya no derramar a comida o dejar caer la bandeja.
- Aquí tienen. Disfruten su cena – Entrego un fritto misto y un fusilli e manzo a la pareja.
- Gracias – Ellos me sonríen amable y me dispongo a volver a la cocina para dejar la bandeja. Pero un hombre me hace una señal para poder atenderlo. No puedo verlo desde donde me encuentro. Camino hasta él al ver que los demás están ocupados atendiendo a sus propios clientes.
- Buenas noches, señor. Bienvenido a Olio è Piu. ¿Qué va a ordenar, señor? – Pregunto con una sonrisa. Sosteniendo mi libreta en una mano y el bolígrafo en la otra. Y bajo el brazo sostengo la bandeja.
Espero a que el hombre comience a ordenar.
Sin prestarle mucha a tención al nuevo cliente.
- Un salmone e verza - Dice el hombre con un increíble acento italiano. Mucho mejor que el de Stephen.
Levanto el rostro de la libreta después de anotar rápidamente su orden en ella.
La boca se abre ligeramente. Nunca había visto este hombre en el restaurante antes. Conozco a cada cliente que lo frecuenta desde hace cinco años.
Él no es un rostro familiar. Pero estoy segura que nunca me olvidaría de esos increíbles y enigmáticos ojos azules. Tan claros como el agua. Atrayentes con solo mirarlos. Su cabello negro y su barba creciente, hacen ver tan masculino y misterioso. Como su mismo nombre. Unos labios generosos y rosados, viste con un traje gris oscuro de dos piezas, camisa blanca y corbata vino.
No puedo apartar la mirada de este espécimen tan perfecto. Tan … Irreal.
¿Existen esos hombres?
Claro que existen. Tienen uno justo frente a ti.
Su aspecto es intimidante y tiene fruncidas las abundantes cejas, haciendo que una arruga increíblemente atractiva se aparezca en su frente bronceada.
Se aclara la garganta. Trayéndome de vuelta, sacándome de mi pequeña ensoñación.
- ¿Algo más, señor? – Siento las mejillas arder. Dios. Qué vergüenza.
Jamás examino a mis clientes detalladamente. Pero este hombre, me despierta cierta curiosidad y no he podido apartar los ojos de él.
Me refugio en mi pequeña libreta.
- Un coñac Hennesy, por favor – Y también tiene un sexy acento americano.
Vuelvo a anotar el pedido en la libreta.
- En un momento le traigo su pedido – Sonrío amablemente. Aunque por dentro me estoy muriendo de la vergüenza. Por observado más de lo que es debido.
Que descarada me he visto.
Trágame tierra.
Solo recibo un asentimiento de cabeza por parte de ese hombre.
Ni una pequeña sonrisa o un gesto que lo haga ver menos … peligroso y desconfiable.
No dudo un segundo y voy directo a la cocina para dejarle el pedido a Bobby.
Una vez detrás de la puerta que me separa de la vista de los clientes. Suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo desde que me alejé de ese hombre.Mis pulmones se liberan y vuelven a llenarse de aire fresco, bueno, no tan fresco porque se mezcla con los olores de la cocina.-¿Por qué tan nerviosa, Ciara? – Zaheera coloca las manos a cada lado de mi cabeza. Acorralándome, tiene una mirada acusatoria y la ceja oscura bien levantada.-¿Nerviosa yo? Para nada – Intento sonar tranquila. Pero el nerviosismo en mi voz me delata.-El hombre al que acabas de atender. Es tan caliente – Mueve su boca lenta y meticulosamente. Tiene goma de mascar y hace una bomba muy cerca de mi rostro.-¡Zaheera! ¡Por dios! Controla tus órganos sexuales – Abro los ojos, sorprendida por mi uso de palabras en el trabajo. Ella me mira divertida.-&n
Me despido de los chicos en el restaurante y Stephen me detiene antes de que salga del restauranteMe ofrece llevarme a casa, viendo que Jessie se ha quedado dormida y se me dificulta caminar con ella entre mis brazos.Saben lo que me sucedió en la pierna durante el accidente. Algunos nervios no funcionan del todo y muy pocas personas han notado que cojeo de mi pierna izquierda.Una de mis principales inseguridades.-Puedo hacerlo. No te preocupes. Solo son dos calles – Me cuelgo la mochila en el hombro.-Eres una necia, Ciara – Zaheera intenta arrebatarme a Jessie de los brazos para introducirla en el auto de Stephen.-Los llamare cuando llegue a casa – No me espero para que me den una respuesta.Salgo a la fría y oscura noche de noviembre. Mientras los escucho protestar a mis espaldas.Los ignoro y camino por Greenwich, por la misma acera donde se encuentra el restaurante.
La brisa fría de la mañana hace que me estremezca en la banca de concreto, observando a Jessie perseguir a un grupo de burbujas que vuelan por todas partes encima de su cabeza. Tratando de alcanzarlas y reventarlas con sus dedos.Está feliz, jugando, disfrutando del aire fresco y olvidándose por un par de horas de la tragedia y la soledad que nos persigue desde hace seis años.Se persigue con los demás niños que están en el parque.Ella es el reflejo de una niña plena y feliz. A falta de recursos económicos en nuestra vida. Lo es. Y no quiero que eso cambie nunca.Estoy muy orgullosa por la increíble niña que he educado. Amable, cariñosa, respetuosa, con un gran corazón que debe ser adorara y bien cuidado y es muy extrovertida. Mucho más que yo a su edad.Mis padres deben de estar orgullo de mí. De ambas.- Así es mucho m&aa
Valentino es bastante atractivo, parece estar soltero y disponible. Lo sé porque he mirado su mano en repetidas ocasiones y no hay rastro de un anillo de casado. Pero algo me dice que me aleje. Que este hombre no me conviene en lo absoluto.Mantengo la boca cerrada y me limito a asentir despacio.- Es un verdadero placer que ella sea como usted, señorita Ciara – Sus ojos me miran sonrientes.- En realidad, ella es mucho mejor que yo a su edad – Y ahí lo tienen. Estoy compartiendo un poco de información a un completo desconocido. Y lo peor de todo es que es sobre mi infancia.Donde recuerdo de una niña feliz, sin preocupaciones y con ambos padres aún vivos, me golpea en el rostro como el frio viento de esta mañana.Jessie fue privada de esos seres maravillosos por aquel hombre borracho y por mi culpa.- Ciara, ¿se encuentra bien? – Su cálida mano se posa en mi ro
He llamado a Zaheera en cuanto hemos entrado al departamento. Acordando con ella en ir a un bar en la noche.Ni siquiera sé porque lo he hecho. Pero a ella pareció no importarle y ha aceptado encantada a llevarme a un bar y emborracharme.Siendo la primera vez en años que no lo hacemos.Necesito distraerme y pedirle consejos a Zaheera sobre Valentino que me ha proporcionado su número y nada más que su nombre.Sin apellido ni a que se dedica y la proposición de cenar con él esta noche. Estoy echa un lio.Es una tontería, pero en el fondo, quería decirle que sí. Pero mi sensatez me hizo caminar con dignidad hasta casa.- ¿Me estás diciendo que el hombre de aspecto intimidante y ojos preciosos y tan caliente como el pan recién salido del horno, te invito a cenar? – Esa caminando de un lado a otro por mi habitación. Sin creer que estuve a puno
No reconozco a la mujer que esta frente al pequeño espejo de cuerpo completo de mi habitación. Estoy tan poco acostumbrada en llevar el cabello suelto, los ojos ligeramente maquillados con sombra café chocolate, realzando más el azul de mis ojos, los labios rosas y las mejillas con un poco de rubor.- Por dios, Ciara. Deberías bañarte más seguido – Observo a Zaheera a través del espejo y ruedo los ojos con una sonrisa resplandeciente.El vestido y el maquillaje son poco extravagantes de lo que imaginaba cuando Zaheera me hizo meterme en él.Me hacen sentir segura y empoderada.Realmente me siento hermosa y sin miedo a que la enorme cicatriz en mi pierna se vea debajo del corto vestido. Ni me siento insegura de mostrar mi cuerpo voluminoso.- Te ves exquisita, Ciara – Está orgullosa de su obra maestra.- Tú tampoco te ves mal. Mira ese trasero – Hag
Conversamos del día tan pesado que tuvo en el restaurante, diciendo que ha sido duro y muy concurrido. A pesar de ser fin de semana. Y la excusa perfecta que Zaheera le dio a Stephen para escaparse temprano del restaurante.No paramos de reír y de beber. No sé cuántos cocteles de Tastes Like Summer hemos bebido. He perdido la cuenta desde el coctel número cuatro.Mi cuerpo no está acostumbrado a beber esta cantidad de alcohol. Pero me la estoy pasando muy bien. Me encuentro relajada y disfrutando del bullicio de los aficionados a mi alrededor.Sin importarme ya, que no sea un bar para bailar y treparse en las mesas.- Necesito ir al baño. Cuida mi copa – Grito por encima de los gritos de los hombres y las mujeres cuando su equipo anotan un gol.- Claro. Mientras yo pido otro – Me sonríe y levanta la mano para llamar al mesero.Esquivo a las personas ebrias y busco el sanitar
Guardo mi teléfono con las manos temblorosas, tan deprisa que no me percato de las miradas extrañas de las otras mujeres que están a la espera de entrar al baño. El corazón me late a un ritmo anormal y golpea con fuerza contra mi pecho.¿En serio vendrá a buscarme?Creo que la borrachera se ha esfumado de mi sistema en cuanto Valentino dijo que lo esperará.¿Para qué lo voy a esperar?Corro entre la multitud, sudorosa y con la respiración agitada y no sabría diferenciar si es porque me he echado a correr desde el baño de damas o por el nerviosismo por que él vine hacia acá.Quiero llegar junto a Zaheera.Jadeo cuando la diviso aun sentada frente a la mesa de madera oscura llevándose a la boca el coctel de delicioso sabor, pero mortal con el alcohol.Casi me desmayo por la falta de aire en mis pulmones cuando llego hasta dond