La primera noche, no consigo dormir.
Hice todo lo que Anthony ordenó, al pie de la letra. Pero la sensación de soledad y el terror me embargaban por completo, ¿quiénes eran esos hombres? ¿Que querían?
Temblando, me atrevo a mirar las noticias, nerviosa por lo que pueda aparecer en ellas, Otto es un héroe de guerra, él y Anthony habían sido foco de atención luego de rescatar a todo un grupo de rehenes y soldados heridos.
Pero no hay noticias de la muerte de mi esposo o de mi desaparición. Probablemente no pase nada luego de un par de días. Nunca se sabe.
Mis niños patean en mi vientre, hago una mueca cuando uno de ellos se encarama en mis costillas, enviando una punzada de dolor en el costado.
— Tranquilos — murmuro, levantándome con dificultad, ni mis hijos ni mis pies estaban contentos por haber corrido el día anterior, y pasar en vela la mayor parte de la noche.
Muero de hambre, estoy en esa etapa del embarazo donde solo soy capaz de tragar y tragar, eso sin contar que mi olfato era como el de un sabueso, y el olor a Bacon recién tostado me tiene famélica.
Dudo acerca de llamar al recepcionista, sus ojos brillaron cuando le ofrecí los pocos cientos de euros en mi bolsa, era dinero que estaba destinado a la caridad, pero en este momento, no tenía alternativa. Solo esperaba que alguien más no tuviera la misma idea, o incluso más recursos para encontrarme.
Miro el reloj de pared que hay sobre la cama, han pasado más de veinte horas. Anthony debería estar aquí, hace horas tendría que haber llegado... ¿Se habrá arrepentido? no sería la primera vez después de todo.
— por favor — pido a nadie en especial, las lágrimas corren por mis mejillas de nuevo, intento calmarme, así que voy al baño y me miro al espejo, mi aspecto no es el mejor del mundo, mi cabello cobrizo está enredado y enmarañado, tengo ojeras y sigo estando tan pálida como cuando llegué.
había usado la tina para lavar mi ropa, que no era precisamente la adecuada para estar todo el tiempo, así que ahora tengo puesta una simple bata de baño demasiado grande, mi vientre hinchado no es demasiado grande, incluso para ser gemelos de casi seis meses. pero el doctor me había asegurado que estaban en perfectas condiciones.
— papi vendrá — digo acariciando a cada uno de mis niños, rogando al cielo que Anthony viniera por mí.
En ese momento, escucho la cerradura moverse ligeramente, todo ha estado tan silencioso que el sonido me hace saltar del susto ¡No! no podían haberme encontrado. Cierro la puerta del baño y cierro el pestillo, buscando una manera de escapar, no tenía armas ni formas de correr o esconderme, estaba descalza y en bata, sin contar que embarazada.
Luego de unos minutos, todo sigue en silencio, Anthony habría tocado, o se habría asegurado de hacerme saber que estaba aquí. Pero la habitación estaba en silencio.
cuando empiezo a pensar que probablemente solo estaba alucinando, la puerta prácticamente salta fuera de su lugar, intentando apartarme, tropiezo con la tina y caigo dentro. Aterrada, apoyo los brazos para no golpear mi trasero y arriesgarme a dañar a mis bebés.
— Bueno, eso fue fácil — dice una voz burlona, llorando y empapada, intento resistirme como puedo, pero el hombre, vestido de negro y con un arma en su mano derecha. Me toma por el brazo y me obliga a levantarme con brusquedad.
— No, por favor — lloro, intentando liberarme, pero su agarre es firme y luce irritado
— Átala — ordena, arrastrándome y arrojándome a la cama. Por un segundo, el dolor nubla mi visión. Mi vientre, caí sobre mi vientre.
— Maldita sea, Green, el mocoso es importante — se queja un segundo hombre, pero a duras penas consigo registrar sus palabras, tanteo mi vientre, pero el golpe, aunque doloroso, no parece grave. Mis bebés patalean y yo solo puedo llorar, sintiendo una punzada que recorre hasta mis piernas.
— Como sea, no entiendo por qué haceos esto, Alana dijo que no obedeciéramos al imbécil — se queja el primer hombre. La segunda toma mis manos y las pone detrás de mí, demasiado juntas, las ata con una cuerda rígida.
— Alana no nos paga — ahora, van mis pies, y antes de darme cuenta, ponen un trozo de cinta en mi boca y un trozo de tela en mis ojos.
— buen punto — admite — ¿listo?
me sujetan por los pies y entre ambos me cargan, el dolor en mi vientre me hace llorar, la mera idea de perder a mis hijos...Incluso si ni Otto ni Anthony podían conocerlos, mis niños jamás verían la luz del sol.
no veo por donde me llevan, pero siento el olor a gasolina que emana de un auto encendido, una puerta que se abre y luego me recuestan sobre algo duro.
El sonido de un golpe, seguido por una sacudida y más sonidos de lucha.
Por favor, por favor que sea él.
Todo empieza a moverse a mi alrededor, pero no esto segura de lo que sucede, Solo puedo llorar y rogar que sea él.
Los sonidos de lucha se detienen. Mi corazón late con fuerza y el terror me invade, pero en cuanto siento la luz del sol calentar mi rostro y un par de manos grandes me agarran, siento pánico.
intento alejarme, pero el hombre no dice una palabra, solo me carga en brazos y corre conmigo a cuestas.
Antes de darme cuenta estamos de regreso en un lugar cerrado, debe ser la habitación. Cierra la puerta y me deposita en la cama con delicadeza antes de deshacerse de las cuerdas.
cuando puedo ver de nuevo, me echo a llorar de alivio. Anthony, Anthony vino por mí.
Anthony es un hombre de pocas palabras. Pero por la forma en que mira mi vientre hinchado, se ha quedado sin ellas, tragando con fuerza, me quito la cinta de la boca con delicadeza. Anthony se aparta, tenso como un resorte, sale de la habitación.
— Espera — digo, intentando ponerme de pie, pero mi vientre duele cuando intento hacerlo. Por suerte, Anthony regresa cargando un cuerpo y arrastrando el otro. Aparto la mirada, sintiendo nauseas. Agradezco cuando los lleva al baño y cierra la puerta.
— ¿Son todos? — pregunta, tiene puesto pantalones anchos y una camiseta también oscura, está tenso y alerta, su cabellera rojiza, cortada casi al ras, y una barba de varios días adornaban su expresión alerta, un par de ojos verdes y brillantes me miran, con una mirada extraña en su rostro — responde Adeline
— Eso creo — digo, asintiendo — di-dijeron algo sobre que era sencillo, quieren a mis bebés
— ¿por qué no lo dijiste? — pregunta, acercándose a la cama y tomando una mochila enorme, la abre y rebusca dentro — habría enviado a alguien para buscarte antes.
— N-no lo sé — admito, encogiéndome — n-necesito ir al hospital — pido, resistiendo las ganas de llorar.
Embarazada.Adeline estaba embarazada.Y yo no había tenido las pelotas para buscarla hasta hace exactamente nueve horas. Había decidido escuchar a mi hija, Otto era un blanco importante, era probable que la dejaran sola en cuestión de horas.Pero querían a sus hijos,hijos,en plural.— ¿te hirieron? — pregunto, intentando no dejarle ver mi confusión. Adeline es una mujer menuda, no más de metro sesenta y tres. con cabello del color del cobre y piel bl
Anthony está molesto.No es necesario que lo diga, la forma en que aprieta la mandíbula desde el momento en que el doctor nos dice que no puedo volar. Me lleva en brazos de regreso al auto, maldiciendo en voz baja.— Tenemos que hablar — dice con voz ronca — ¿Dónde está el padre? puedo llevarte con él.— No quiero hablar de eso ahora — pido, temblando a causa del frío — ¿por favor? Otto está muerto, algún lunático quiere a mis hijos, no he dormido bien en días, muero de frío, estoy dolorida...— limpio las lágrimas que se escapan de mis ojos, demasiado sensible como para seguir— Como quieras — se queja, dando una palmada al volante, tan fuerte que consigue asustarme — te conseguiré la maldita comida, un maldito abrigo y así tal vez consigamos salir de esta mierda.&
Constantine.Por primera vez en toda mi vida, bajo la guardia en cuanto veo al hijo de puta que mató a mi familia, pierdo los estribos.Me alejo de Adeline, siguiendo al hombre que arruinó mi vida y se pasea campantemente por el centro comercial como si el maldito lugar le perteneciera. Pero me detengo cuando el hombre se gira y me mira con diversión.No es él.Pero él sabe quién soy yo. Veo el reconocimiento en su mirada. Y de inmediato reconozco mi error, soy un jodido idiota.
En cuanto el hombre detrás de mi cae, corro hacia Anthony y lo abrazo con fuerza, hecha un manojo de nervios. — Vamos — me insta, dándome una palmadita en la espalda antes de cargarme y maldecir de dolor — Anthony — me quejo, le habían disparado en el brazo, perdía sangre y estaba golpeado — estás herido, bájame, no debes... — Shhh — aprieto los labios, ya lo reñiría luego, pero comprendía que debíamos salir de aquí. Me lleva a un lugar apartado del estacionamiento y me mete a toda prisa en el asiento del conductor de un auto — no...no creo poder conducir — dice, casi disculpándose. — Ya pasó — asegura Adeline, su mirada es tan dulce y reconfortante, que por un segundo recuerdo cuando era pequeño, cuando mamá me arrullaba luego de una pesadilla o cuando por andar de bromista terminaba con las rodillas raspadas y llorando — Todo está bien — me asegura Adeline, limpiando el sudor de mi frente.Cierro los ojos de nuevo, las imágenes de mis niñas muertas en medio de los escombros, el cuerpo de mi esposa embarazada sosteniendo a nuestro pequeño en brazos, esas imágenes estaban grabadas con fuego en mi cerebro, y dudaba que desaparecieran alguna vez.Había soñado con la explosión, había visto a mis niñas correr hacia mi desde la entrada, yo me arrodillé para esperar a que se arrojaran sobre mí, incluso Henry daba torpes pasos detrás de sus hermanas, Sharon sonreía desde la entrada.Luego había9. Anthony
Despierto sintiéndome excitada y tensa, con los brazos de Anthony rodeándome, su mano en mi cadera y su…erección presionando contra mi trasero. Había soñado con la noche que estuve con él, sin poder evitarlo, y sintiendo la profunda necesidad de tenerlo cerca, me aprieto contra él, sorprendida cuando su mano se tensa y suspira ente dientes. Estaba tan despierto como yo. — Deja de moverte, preciosa — gruñe con voz ronca, enviando un escalofrío alrededor de mi cuerpo, aprieto los labios, pero el gemido escapa de mis labios igualmente. Anthony suspira, puedo sentir su corazón latiendo con fuerza en mi espalda — Que me aspen — murmura antes de mover las caderas, embistiendo contra mi trasero — ¿que haré contigo, Adeline? — Lo que haces ahora, me gusta — digo temblorosamente, sintiendo su mano acariciar mis piernas y besa mi cuello con delicadeza — mucho — él gruñe algo que no entiendo bien antes de posicionarse sobre mí, sus ojos verdes me
Adeline cae rendida luego de un rato, aún con la mente embotada, tanto por la increíble mamada como por la maraña de extrañas sensaciones que se había instalado en mi pecho.Así que, con cuidado, me aparto de la cama, era casi hora de irnos así que tenía que preparar todo, me pongo unos boxers y voy en busca de mi laptop, estaba perfectamente encriptada, mis hermanos y yo (principalmente Henry, pero jamás lo diríamos en voz alta) habíamos desarrollado un programa especial para usarlo en el ejército, con todos retirados, empezábamos a buscar alternativas.De inmediato, hago una llamada de video, sorprendido cuando los cuatro aparecen en la pantalla, son l
Me había besado. Anthony me había besado. Lenta y sensualmente, mientras acariciaba mi vientre con delicadeza, los niños empiezan a moverse, era como si supieran que su padre estaba frente a ellos. - Hay que apresurarnos - dice acariciando mi mejilla, tiene una mirada extraña en su rostro, pero me ayuda a entrar a la ducha, abre la pluma, pero se deja los boxers mientras me ayuda a untarme jabón, suspiro aliviada al sentir sus manos firmes contra mi piel suave, incluso me lava el cabello - pensé que serías más brusco - admito, cuando me hace sentarme en el retrete y masa