Capítulo 13.

Miguel no le dirige la mirada, continúa enrollando su dedo en un mechón de mi cabello. En cambio, yo lo observo a él y luego a ella.

—Isadora lo que tengas que decirme dilo enfrente de mi novia, igual tendré que contárselo después —ella luce muy molesta, pero intenta calmarse.

—¡Es algo personal! Tu novia podría tener la sutileza de darme unos segundos a solas contigo, no tardaré —le pide al borde del llanto.

—Miguel no hay problema, yo ya me iba. Te espero en casa —acaricio su mejilla.

—No —se pone de pie y toma mi mano —. Vamos a ir a almorzar juntos. Isadora si son unos segundos dímelo ahora —ella suspira rendida.

—Está bien, vengo a buscarte como médico —se acerca al escrito

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