Miguel monitoreaba los latidos de Renata; cada media hora subían de la nada y en esta última hora subían cada quince minutos, no tuvo dudas de que eran contracciones y que su hija nacería en cualquier momento. Llamó a los doctores y enfermeras para que prepararan el quirófano, él mismo recibiría a su hija no le importaba lo que opinaran los demás, si era ético o no. Necesitaba a su hija, su único motivo para seguir viviendo.
—Hermano, déjame apoyarte —pedía Armando —. Soy un tío impaciente —sonrió con ternura.
—Claro que sí, hermano —lo abrazó —. Te veo en el q
Renata no hablaba con nadie, se sentía completamente perdida tratando de recordar algo, pero su mente estaba en blanco. Su frustración iba en aumento por cada minuto que pasaba intentando tener una leve memoria de su vida, se arropó con la cobija sentía mucho frío y, además, le dolían sus pechos horrores, pues estaban cargados de leche. Miraba a través de la ventana como el viento movía la copa de los árboles, le parecía inverosímil lo que estaba viviendo; se hizo la dormida dos veces cuando una pareja de señores que decían ser sus padres entraban a verla y para colmo, la cabeza comenzaba a dolerle un poco. Edith tenía un plan en mente para ayudar a su amiga, entendía que no era fácil no poder recordar nada acerca de uno mismo, pero ella tenía una familia que la amaba y una hija que esperaba ansiosa su amor. Miguel se sentía impotente, no sabía cómo acercarse a ella y se asomaba constan
Renata" No puedo dejar de ver la carita de mi hermosa hija. ¿Cómo es posible que haya salido de mí? Me derrito ante su sonrisa, es que es tan perfecta. —Sabes Nata, nunca imagine vernos así —levantó mi mirada, Edith carga a uno de sus hijos parecen bebés de revista, son idénticos a su padre, pero tienen los ojos de ella —. Ambas somos madres —sonrío, la verdad es que gracias a Edith he recuperado algo de mi vida, todo lo que me ha contado me ha servido para entender que tengo que ser paciente, voy a recordar, sé que sí. ¡Gracias Edith! Tú me has hecho comprender tantas cosas —expreso sincera. —Siempre estaré para ti, eres mi hermana Renata —mi corazón se emociona ante sus palabras, tengo mucha gente que me ama. —¿Podemos pasar? — pregunta Armando mirando a su esposa con devoción. Se acerca y le da un beso, para luego cargar a su hijo —¿Me extrañaste hijo? —lo besa repetidamente y el niño ríe a carcajadas, se ve
Los labios de Miguel están causando estragos en mí, deseo besarlos constantemente y sumado a la suavidad de sus caricias, creo que me volveré adicta a él. Varios ladridos hacen que me separe asustada, miro hacia abajo y hay un pequeño perrito moviendo su colita como un loco. —Hay alguien más que te extraño mucho —divertido Miguel lo coge en brazos —. Eros, mami no recuerda, pero estoy seguro de que volveremos a enamorarla —¡ama los animales! Le habla con tanto cariño que el hermoso perrito ladra como si afirmara lo que él dice y yo sonrió. —¡Hola Eros! —lo acaricio y el rebosa de felicidad, me atrevo a tomarlo sin miedo y me lame por todas partes —Eres tan bonito —me hace cosquillas lamiéndome el rostro. —Eros me ayudo a sobrevivir sin ti —los ojos de Miguel se ponen tristes, con mi otra mano acaricio su mejilla. —Lo lamento, yo... —besa la palma de mi mano. —No tienes que lamentar nada, no fue tu culpa lo que sucedió. Lo único que quiero es q
"Renata"Quita mi camisa de un tirón y con la otra mano desabrocha mi sujetador, me asombra la destreza y rapidez con que lo hace. Lame mi cuello provocándome escalofríos que recorren toda mi columna vertebral, me froto desesperadamente contra su erección una y otra vez, estoy segura de que estoy hecha agua.—¡Por favor! —suplico, no soporto más.—Por favor, ¿qué? —me da una fuerte nalgada que casi me hace llegar al orgasmo y ahora él se frota duramente contra mí clítoris.—Te quiero dentro de mí —pido jadeante.—Aún no pequitas —en un ágil movimiento me da vuelta contra la pared y roza su miembro en mi trasero —. Quiero disf
Esta mañana se sentía particularmente extraña, ese sueño con Miguel fue muy vívido. ¿Y si fue un recuerdo? Entonces, Miguel no la quería. Ahora estaba más confundida que nunca, continúo bañando a Violeta quién reía y disfrutada del baño.—Señora, su desayuno está listo. ¿Se lo traigo o bajará?—Bajaré, ¡muchas gracias!No sabía a qué hora regresaría Miguel del hospital y la verdad, no quería esperar. Iría a buscarlo a la hora del almuerzo y le contaría sobre el sueño, él le diría si pasó en realidad.
—Te repito nuevamente; no pueden mover al paciente a otro hospital. Él morirá 10 min después de haberlo subido a ese helicóptero. —Miguel, la familia es quién esta ordenando moverlo, ya les expliqué el riesgo. Firma el papel —el doctor Melet colocó el bolígrafo encima de la hoja. —Jamás firmaré esto, no voy a dar mi consentimiento para asesinar a alguien. ¡A penas tiene 19 años! —¡Por Dios, Hunt! ¡Es el hijo del gobernador! Tú crees que no buscará la manera de sacarlo de aquí. —Pues no será por mí, que busque otra manera. Además, no comprendo cómo alguien decide por la vida de su hijo de esta forma tan fría, él aún tiene esperanzas de recuperarse —respiró profundo, se sentía completamente agotado —. Déjame hablar con él. —De ninguna manera, no quiero que te involucres en esto. —¿De qué hablas? Es mi paciente. —Habló de que cualquier cosa que pase con él, seré yo quien asuma toda responsabilidad. —¿Por qué
El rostro de Miguel se llenaba de rabia, toda su vida pensó que era el responsable de la muerte de su familia. Pero esto no se iba a quedar así, haría justica por ellos. —Gracias Thera. —Miguel, ten mucho cuidado. No podrás vencerlos solo. —No te preocupes, sé muy bien lo que haré —sentenció, su celular comenzó a sonar, era su seguridad privada —. Diga —se puso de pie al escuchar lo que decía su guardaespaldas —, ¿dónde fue eso y hace cuánto? —trataba de mantener la calma —. ¡UNA HORA! ¿¡Y por qué carajos me llaman hasta ahora!? —iba decir algo más cuando la puerta de su oficina se abrió y ahí estaba ella, parada frente a él mirándolo y luego mirando a Thera con extrañeza —No hace falta que sigan buscando, acaba de entrar a mi oficina —colgó. El ambiente se tornó incomodo y un silencio los envolvió por unos segundos. Miguel la miraba molesto y ella lo taladraba con la mirada, moría de celos. —Me voy Miguel, cualquier cosa me llamas. —E
De camino a casa Renata no dejaba de pensar en Miguel, en sus caricias y el amor que le profesaba. La energía que emanaba era poderosa, tanto que la revitalizaba. Él realmente era un hombre excepcional, trabajador y extremadamente atractivo.Observo por la ventana, los arboles y el camino no eran conocidos. Trataba de ubicarse observando a todos lados.—Disculpe... Luis. ¿Dónde vamos? Este no es el camino a casa —espero unos segundos y no le respondió —Luis, le estoy hablando —dijo más fuerte, pero tampoco hubo respuesta.Preocupada se acercó al asiento de enfrente, cuando intento ver el rostro de quienes conducían se sorprendió al verles una mascara puesta. Tanto al chofer, como al copiloto.—¿¡Quiénes son ustedes!?—Tranquila, ya casi llegamos —respondió uno de ellos apaciblemente.Una enorme reja se abrió e ingresaron, al lado derecho había un campo de golf y al izquierdo un bello jardín con lo que parecía a lo lejos un cancha de tenis. Renata intento abrir la puerta y no pudo, bus