—Te repito nuevamente; no pueden mover al paciente a otro hospital. Él morirá 10 min después de haberlo subido a ese helicóptero.
—Miguel, la familia es quién esta ordenando moverlo, ya les expliqué el riesgo. Firma el papel —el doctor Melet colocó el bolígrafo encima de la hoja.
—Jamás firmaré esto, no voy a dar mi consentimiento para asesinar a alguien. ¡A penas tiene 19 años!
—¡Por Dios, Hunt! ¡Es el hijo del gobernador! Tú crees que no buscará la manera de sacarlo de aquí.
—Pues no será por mí, que busque otra manera. Además, no comprendo cómo alguien decide por la vida de su hijo de esta forma tan fría, él aún tiene esperanzas de recuperarse —respiró profundo, se sentía completamente agotado —. Déjame hablar con él.
—De ninguna manera, no quiero que te involucres en esto.
—¿De qué hablas? Es mi paciente.
—Habló de que cualquier cosa que pase con él, seré yo quien asuma toda responsabilidad.
—¿Por qué
El rostro de Miguel se llenaba de rabia, toda su vida pensó que era el responsable de la muerte de su familia. Pero esto no se iba a quedar así, haría justica por ellos. —Gracias Thera. —Miguel, ten mucho cuidado. No podrás vencerlos solo. —No te preocupes, sé muy bien lo que haré —sentenció, su celular comenzó a sonar, era su seguridad privada —. Diga —se puso de pie al escuchar lo que decía su guardaespaldas —, ¿dónde fue eso y hace cuánto? —trataba de mantener la calma —. ¡UNA HORA! ¿¡Y por qué carajos me llaman hasta ahora!? —iba decir algo más cuando la puerta de su oficina se abrió y ahí estaba ella, parada frente a él mirándolo y luego mirando a Thera con extrañeza —No hace falta que sigan buscando, acaba de entrar a mi oficina —colgó. El ambiente se tornó incomodo y un silencio los envolvió por unos segundos. Miguel la miraba molesto y ella lo taladraba con la mirada, moría de celos. —Me voy Miguel, cualquier cosa me llamas. —E
De camino a casa Renata no dejaba de pensar en Miguel, en sus caricias y el amor que le profesaba. La energía que emanaba era poderosa, tanto que la revitalizaba. Él realmente era un hombre excepcional, trabajador y extremadamente atractivo.Observo por la ventana, los arboles y el camino no eran conocidos. Trataba de ubicarse observando a todos lados.—Disculpe... Luis. ¿Dónde vamos? Este no es el camino a casa —espero unos segundos y no le respondió —Luis, le estoy hablando —dijo más fuerte, pero tampoco hubo respuesta.Preocupada se acercó al asiento de enfrente, cuando intento ver el rostro de quienes conducían se sorprendió al verles una mascara puesta. Tanto al chofer, como al copiloto.—¿¡Quiénes son ustedes!?—Tranquila, ya casi llegamos —respondió uno de ellos apaciblemente.Una enorme reja se abrió e ingresaron, al lado derecho había un campo de golf y al izquierdo un bello jardín con lo que parecía a lo lejos un cancha de tenis. Renata intento abrir la puerta y no pudo, bus
—¡¿Cómo te atreviste a involucrarla en esto?!—¿Y desde cuando tú me das órdenes a mí?—Padre, te lo pedí… era... es importante para mí —Max miró a su hijo con amargura.—Sigues decepcionándome Albert, claramente te enamoraste de la mujer de Hunt. ¡Te lo advierto! Esto no interferirá en mis planes —lo señalaba con el dedo.—¿Qué pretendes con esto? ¿Acaso crees que ella no se lo dirá?—Si es la mujer inteligente que creo que es, no lo hará. Y si lo hace, servirá como un distractor mientras logro arreglar toda esta mierda que tu no pudiste resolver, antes que sea demasiado tarde —subieron al coche juntos, iban rumbo al hospital.—Piensas que Miguel se quedará tranquilo… —movía su pierna nervioso.—Miguel no tiene idea a quien se enfrenta y cuando se dé cuenta será en su lecho de muerte —Albert lo miró asombrado —. ¿Qué? ¿No te alegra? La pelirroja quedará libre para ti.—Te has puesto a pensar que es el mejor amigo de tu adorado Armando, en cuanto sepa que está en problemas vendrá a ay
A mis 32 años, aun no logro comprender ciertas acciones de las personas. Siento que no perteneciera a este lugar y a ningún otro. Acaso no soy de este planeta. Si mi padre escuchara mis pensamientos, seguramente me mandaría a un psiquiátrico de inmediato.Estoy totalmente agotado, de la vida y de las personas. Desde que ella murió, mi alma también lo hizo. No fue si no, hasta el día en que conocí a Renata que mi vida cobró sentido nuevamente.Flashback"Observo sus muy coordinados movimientos, baila muy bien. Es una pelirroja preciosa, no puedo parar de verla. Es que es demasiado parecida a Raisa, pareciera su hermana gemela. Cuando la vi entrar a esta discoteca el corazón se me detuvo de golpe y el tiempo dejo de seguir, me froté los ojos varias veces para ver si era uno de esos tantos sueños que me persiguen desde que ella murió. No la pierdo de vista, se queda en uno de los VIP. Tiene que venir con alguien importante para estar en esa zona, trato de ver a sus acompañantes y mi enojo
Tres días atrás...—Pasa Melet, llegas antes.El doctor Melet se sentía sumamente confundido, no sabía como reaccionar ante Max. Era la primera vez que trabaja con un hombre tan extraño. Nervioso entro al despacho de Max, le sudaban las manos y su corazón no disminuía el ritmo.—Tal como lo pidió.—Sabes Melet, me agradas —Max no levantaba la mirada, sentado en la silla de su majestuoso escritorio leía un documento con mucha atención —. Toma asiento, no te pongas nervioso.El doctor Melet era un cirujano prodigio, nacido de una familia adinerada. Había sido director de los mejores hospitales del país. Fue así como se vinculó con Max, por medio de ELAD con la becas para los estudiantes y luego con plazas médicas, para ubicar a sus doctores en los mejores puestos. Por supuesto desconocía la verdadera razón de la existencia de ELAD, pero tenía sus dudas. Max mucha veces le pidió que hiciera cosas fuera del protocolo, pero jamás lo cuestiono. Sin importa si era correcto o no. Lo que puso e
Miguel estaba desesperado por verla. Recién entraban a la suite del hotel con Armando. Se quedaron en otro hotel cerca, para evitar alertar a Albert. Había quedado de verse con Luis dentro de dos horas. Estaba muy enojado, pero sobre todo contrariado. Nunca cruzo por su mente que Luis lo traicionaría. Lo había investigado y su perfil no tenía nada raro; huérfano y con formación militar, nunca se casó, ni tuvo hijos. Cuando Renata desapareció intento contactarlo por todos los medios y fue como si la tierra se lo hubiera tragado.El sentimiento de frustración e impotencia rebasaron su límite. Estaba cansando, mental y físicamente. Era como si constantemente estuviera luchando por tener una familia y entre más luchaba, el universo se encargaba de frenarlo. No era justo para Renata, su hija y él. Sin embargo, de algo estaba seguro; lucharía por su familia hasta el final.—¿Estas listo? —preguntaba Armando un tanto nervioso, con miedo de que la reacción de Miguel sea impulsiva.—No haré ni
Albert madrugó esa mañana. Tomó solamente un jugo verde y se fue a la reunión con su padre. Había dado ordenes precisas de llevar a Renata al aeropuerto a la una de la tarde, se fue sin despedirse pues ella seguía durmiendo. En esa reunión se definiría todo el futuro de ELAD.Al llegar al Corporativo en Londres, saludaba a todos los socios de la empresa. Se media el poder y dinero dentro de esa sala; varios meseros se movían dejando cafés y tentempiés. Cuando Max ingresó todos guardaron silencio. Una mesa elegante ovalada estaba en el lado izquierdo del salón.—¡Bienvenidos! Por favor, pasemos a la mesa —indicó sonriente como si se tratará de una reunión sin importancia.Todos los meseros y guardias personales salieron en seguida de la sala. Los demás tomaron asiento e inmediatamente una pantalla enorme apareció con muchos datos con diferentes temas en ella.—Como es del conocimiento de la mayoría, estamos pasando por una situación delicada en cuanto a la privacidad en el sistema de la
Albert y su padre caminaron por 20 minutos en un túnel al escapar del edificio corporativo por uno de los pasadizos secretos. Salieron directo a un parqueo donde los esperaban dos coches con guardaespaldas.—¡Escúchame bien, Albert! No irás por esa mujer, es una orden.—No me iré sin ella. Te veré en el aeropuerto —caminó hacia el otro vehículo.—Armando te matará —advirtió molesto y preocupado.—Bueno, al menos ya no tendrás que elegir padre —respondió con amargura y con más decisión subió al auto.Max no podía creerlo, su estúpido hijo no entendía la gravedad de la situación. Pero a pesar de todo, lo amaba, era su único hijo y sabía que lo perdería si no intervenía.En el restaurante Armando estaba muy bien posicionado, tenía todos los flancos cubiertos. Los sensores de armas que había colocado vibraron. Rápido visualizó como dos tipos entraban con Albert al lugar, actuaron como si alguien los estuviera esperando y así pasaron más rápido.—Miguel, Albert está aquí —le avisaba por me