Nerviosa era muy poco para definir cómo me sentía cada vez que Rodrigo me hacía la preguntita de la videoconferencia.
Aún no había tenido tiempo de definir los porqués de su intempestivo interés en mi aplicación. No había tenido tiempo de entender qué tan conveniente era esa fusión y todo, por haber estado este tiempo acostándome con él.— ¡Dios... qué estúpida soy!Me regañé a mi misma en voz alta. Me quería golpear, pero no iría tan lejos.Una única norma debía respetar y esa misma única, era la que me había saltado pero con larga distancia y todo.¡No acostarse con el jefe, jamás!
Un buen empresario no retosa con los clientes, subordinados y menos, con el jefe o los socios.
En cualquiera de aquellas variantes estaba metiendo la
— ¿Por qué quiere verme?, ¿Te dijo algo ?No sé si él estaba notando mi visible nerviosismo, pero era bastante evidente que no era un simple desagrado lo que me empujaba lejos de la posibilidad de estar frente a Rafael nuevamente.Lo había conocido por casualidad. En una expo a la que había tenido que asistir para asesoramiento técnico sobre el final del montaje de mi aplicación. A pesar de ser una empresa despuntando... la mía, en aquel entonces, pude notar cierto interés por parte de ese hombre y a un nivel fuera de lo común por fusionarse conmigo, incluso cuando ni siquiera había un proyecto finalizado.Ahora hoy, volvía a aparecer en mi vida en el preciso momento en que estoy terminando mi estudio sobre Rodrigo, por llamarlo de alguna manera, para finalizar dicha fusión... Era raro.— Estás conmigo Lucy &m
Estaba asustada... Si.Rafael nos miraba a menos de dos metros de distancia.Moreno, con los ojos entre cerrados y una sonrisa engañosa en los labios,y metiendo las manos a los bolsillos de su pantalón de lino beige, daba una apariencia un tanto desafiante, a piernas abiertas.Rodrigo me dejó en el suelo, apartó sus manos de mi cuerpo haciéndome notar su ausencia sensorial y mis ojos se fijaron en nuestro incómodo visitante, reflejando la preocupación a lo que vendría, pues estaba más que segura, que me delataría y se irían por el desagüe todos mis proyectos a presente y a futuro con Rodrigo y lo demás que me había traído hasta esta situación.— ¿ Que quieres Rafael? — esa simple pregunta, escupida con rabia de la boca deliciosa de mi jefe me puso alerta y le tomé una mano con la mía, infu
Fue decir aquella simple frase y verlo salir por la puerta dando un tirón que bien podía haber arrancado la madera de su anclaje.Me dejé caer sobre el colchón con mi espalda rebotando en el y subí los talones a la cama, cubriendo el rostro con mis manos y dejando entre ellas un grito de frustración ahogado en mis palmas.¿Que diablos había hecho?...Aún no me entendía ni a mí misma. ¿En qué demonios estaba pensando cuando le dije algo así a Rodrigo sin darle una explicación más a fondo?— ¡Joder! — me quejé entre dientes y decidí tratar de arreglar ese desastre un poco.Me metí rápidamente al baño y refresqué mi apariencia acalorada, la humedad a mis mejillas controló un poco los vapores que habían hecho que el color se acumulara en ellas y me
Maldito cabrón de mierda.Me sentía una estúpida por su culpa.Estábamos jugando a quien coño le da más celos al otro y terminaríamos cometiendo estupideces por inmaduros.— ¿Nos vamos entonces a por tus cosas? — preguntó Rafael aguantandose la risa.— Si mi jefe no me necesita para nada más nos vamos sí — contesté directamente mirando a Rodrigo, que apretaba los labios hirviendo en rabia.— Pues no vas a poder porque te necesito para más cosas — casi pude sentir a varios resoplar y mientras los demás se iban de la sala, la morena, Joshua, los hermanitos y yo, seguíamos en una batalla campal ahí dentro — pero no te preocupes Rafael que cuando acabe con ella es toda tuya.Ladeé la cabeza torcí un ojo hacia él, y casi pude sentir mi cuello traquearse
— ¡Déjame Rodrigo!...— Espera hostia. Deja que te explique — le dí un codazo para que me bajara pero no conseguí casi nada. Se quejó y siguió conmigo pataleando hasta la cabaña.— No te he pedido explicaciones y no creo que tengas que darmelas, así que evítanos un momento incómodo a los dos — le espeté cuando me dejó en el suelo y me conseguí reponer. Pude verlo cerrar la puerta con brusquedad y respirar acelerado tratando de calmarse antes de girarse hacia mí.— No te he utilizado Lucy, es... Complicado.— Vale, perfecto, ya lo has dicho, te he oído... ahora me largo.No quería la típica explicación tan estúpida como súper gastada de : “ no es lo que parece”.Desde luego daba igual lo que pareciera, por
La voz salvadora de Rodrigo inundó mis sentidos y me sentí protegida casi instantáneamente.La bestia delante de mí separó sus manos de mi cuerpo y me alejé enseguida, pegándome a mi jefe que tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos antes de llevarla a su boca y besar mis nudillos.— Esta mujer es mía, mí mujer, mi esposa, mi tesoro para proteger — las palabras teñidas de engaños volaban al viento y a pesar de todo me hacían sentir tan a gusto que pensé en lo maravilloso que sería si fueran ciertas — no la toques nunca más.— Tranquilo magnate — dijo mi ex payaseando y dejando claro que conocía perfectamente a Rodrigo — solo saludaba a una vieja... — se detuvo cínico — en fin, que ahora sé que es toda tuya. Espero que sepas estar a la altura de sus gustos, pecu
— Deja que te bese por favor, he extrañado demasiado esta boca — restregaba sus labios por los míos, con los ojos cerrados y aún acomodado sobre mi cuerpo permisivo.— Rodrigo... ¿Que estamos haciendo? — las palabras eran susurradas en su boca y nuestros alientos jugaban juntos a devorarse y provocarnos más — apenas nos conocemos, nos hemos acostado sí, y nos deseamos sin control, también — me detuvo su mirada clavada en la mía — pero, ¿Tu de verdad crees que es inteligente que nos enredemos juntos en una historia sentimental?Podía sentir que ya el yate había entrado en alta mar y no había manera de escapar de aquella conversación con él. Sinceramente creía que sería fácil dejarnos llevar y para este mes juntos pero en el minuto en que decidimos hacerlo, un mar de circunstancias de nuestros pasados
Me senté girándome hacia él, presionando la sábana contra mi torso, de forma falsamente pudorosa.— ¿Por qué te has quedado callado Rodrigo? — mirarlo en aquella postura tan varonil y sensual me distraía, pero estaba ansiosa por oír su repuesta.— Me gustaste desde el primer minuto — confesó tan tranquilo, acomodando su mano libre bajo las sábanas sobre mi muslo — me diste la oportunidad de tenerte en mi cama y no pude detenerme. Tomé la oportunidad que me diste nena. No me mires así.Empujando las sábanas y sacudiéndome su mano de mi cuerpo, comencé a buscar a tientas la luz de la lámpara de noche y una vez encendida conseguí arrastrarme por la cama y tomar su camisa para ponermela por encima de mi desnudez.Me levanté anudando a la vez mi nuevo atuendo y su mirada sobre mí, no