Después de tomar otro vuelo, el avión descendió suavemente sobre la pista del Aeropuerto Internacional de Miami, las alas vibraron levemente al tocar tierra. Zeynep observó a través de la ventanilla cómo las luces de la ciudad brillaban como un millón de luciérnagas en la oscuridad de la noche.A su lado, Ayse estaba prácticamente pegada al cristal, con los ojos muy abiertos mientras contemplaba los edificios iluminados, las luces de los autos serpenteaban en las autopistas, y las enormes pantallas publicitarias que parecían dominar el paisaje urbano.—¡Por Alá!—Exclamó emocionada— ¡Está ciudad es increíble!Zeynep sonrió ante la expresión de asombro infantil en el rostro de su amiga.—Bienvenida a Miami, una de las ciudades más grandes y bulliciosas de este país, aquí todo es diferente a Turquía.Ayse tragó saliva con nerviosismo, apartándose del cristal mientras el avión rodaba hacia la terminal de desembarque.—¿Crees... que podré adaptarme? —Susurró, retorciendo las manos con inq
Los días pasaron y Kerem permitió que su madre y Elif organizaran los preparativos para la boda a su antojo. Por fuera, fingía una actitud resignada y obediente, pero por dentro, su mente maquinaba una sorpresa que estaba seguro no sería agradable para ellas. Se lo merecían, después de todo, por las humillaciones y manipulaciones a las que lo habían sometido.—Muy bien, hijo mío —exclamó Neylan con falsa dulzura mientras inspeccionaba los arreglos florales—Veo que finalmente has entrado en razón respecto a tu deber.Kerem le dedicó una mirada con desgano, encogiéndose de hombros con indiferencia.—No tengo otra opción, ¿No es así, madre? Si quiero evitar más castigo, más me vale obedecer.Neylan rió entre dientes ante su tono mordaz.—Siempre tan agudo con la lengua, pero me alegra ver que estás empezando a aceptar tu papel, ahora, ¿Qué opinas de estas guirnaldas? ¿No son exquisitas?—Si tú lo dices… —murmuró Kerem con desdén, observando cómo las sirvientas acomodaban las flores.En
Zeynep contempló las joyas que Kerem le había regalado a lo largo de su relación, su corazón se encogió con una mezcla de dolor y nostalgia. Cada pieza era una muestra del amor que habían compartido, ahora amenazado con desvanecerse en la distancia que los separaba.—¿Estás segura de que quieres deshacerte de ellas? —La voz suave de Ayse la sacó de sus pensamientos— Sé lo mucho que significan para ti.Zeynep tragó saliva con dificultad, acariciando suavemente un anillo de oro adornado con diminutas esmeraldas.—Es lo correcto, Ayse, estas joyas son todo lo que nos queda de valor material, con lo que saquemos por ellas podremos sobrevivir un tiempo hasta que encontremos trabajo estable.Ayse asintió lentamente, deslizando un brazo reconfortante alrededor de los hombros de Zeynep.—Muy bien, haremos lo que debamos hacer para asegurar un futuro para ese pequeño que viene en camino.—Gracias por tu apoyo, Ayse —Zeynep apretó la mano de su compañera, sus ojos se llenaron de lágrimas— Sin t
Elif no entendía qué sucedía, enseguida se dirigió a Neylan mientras buscaba con la mirada a Kerem.—¿Qué está sucediendo?¿Por qué Kerem no me está esperando?Neylan bajo la mirada, se sentía apenada por lo sucedido.—No sabemos en dónde está Kerem, hija, al parecer se ha ido.—¿Cómo se atreve?—El chillido de Elif resonó por encima del murmullo de la multitud, haciendo que todos se volvieran hacia ella— ¡Me ha dejado plantada frente a todos! ¡Seré el hazmerreír de toda la tribu!Su voz temblaba con una mezcla de rabia y dolor, las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas, arruinando el maquillaje perfecto que había tardado horas en aplicar. Pero a Elif no le importaba su aspecto en ese momento, lo único que ocupaba su mente era la afrenta que Kerem Ozturk acababa de infligirle.Sin importarle quién la viera, Elif comenzó a descargar su ira sobre todo lo que la rodeaba, arrojó floreros contra las paredes, haciendo que estallaran en mil pedazos mientras los invitados se apartaban p
Horas más tarde, cuando el avión aterrizó finalmente en el aeropuerto JFK de Nueva York, Kerem se sintió como un hombre renacido, el aire fresco y vivificante de la ciudad llenó sus pulmones, trayendo consigo un soplo de esperanza que había estado ausente por demasiado tiempo.Pero no había tiempo para dejarse llevar por la euforia del momento, con pasos rápidos y decididos, Kerem se dirigió hacia la salida del aeropuerto, donde tomó un taxi. Le dio al conductor la dirección de su empresa secreta, aquella que había fundado años atrás bajo una identidad falsa como un seguro contra la opresión de su familia.Mientras el vehículo se abría paso por las bulliciosas calles de la Gran Manzana, Kerem se permitió un instante para maravillarse ante la vitalidad y el dinamismo que lo rodeaban. Rascacielos imponentes se alzaban hacia el cielo en todas direcciones, como gigantes de acero y cristal desafiando las leyes de la gravedad. Multitudes de personas iban y venían por las aceras en un flu
Mientras tanto, a miles de kilómetros de distancia, Zeynep y Ayse se encontraban en su nuevo hogar, tratando de adaptarse a una realidad completamente diferente.El apartamento que habían alquilado era muy lindo y acogedor, con muebles sencillos y una vista impresionante de la playa. Para Ayse, acostumbrada a la austeridad y la rigidez de su vida anterior, aquel lugar era como un sueño hecho realidad.—Zeynep, no puedo creer que estemos aquí —susurró maravillada, mientras se asomaba por la ventana para contemplar el vaivén de las olas— Es como si hubiéramos atravesado un portal hacia otro mundo.Zeynep sonrió, acariciando su vientre con ternura.—Lo sé, Ayse, a veces yo también tengo que pellizcarme para asegurarme de que no estoy soñando.Pero a pesar de la tranquilidad y la seguridad que les brindaba aquel refugio, Zeynep no podía evitar sentir una constante inquietud. Cada día que pasaba sin noticias de Kerem era una tortura, una agonía que la carcomía por dentro.¿Habría logrado e
Ayse llegó al apartamento, pálida y sin aliento, Zeynep ya estaba en la puerta, sosteniéndose el vientre y respirando entrecortadamente.—Vamos, no hay tiempo que perder —dijo Ayse, pasando un brazo alrededor de su amiga para ayudarla a caminar hacia el taxi que esperaba en la acera— Al hospital, ¡Rápido! —indicó al conductor, en su voz se notaba la urgencia.El trayecto fue una pesadilla de tráfico y frenazos, con cada movimiento brusco arrancando un quejido de los labios de Zeynep. Ayse la sostenía con fuerza, murmurando palabras de aliento que apenas lograba escuchar en medio del dolor.Y entonces, sucedió. Con un grito ahogado, Zeynep sintió como si algo se rompiera en su interior, y un torrente de líquido empapó el asiento bajo ella.—¡Oh, Dios mío! —Ayse se llevó una mano a la boca, abrió sus ojos enormemente con horror— ¡Ha roto fuente! ¡Apresúrese, por favor! —le suplicó al conductor, que pisó el acelerador.Cuando por fin llegaron al hospital, Zeynep era un manojo de nervios
La enfermera se acercó a Ayse y, con voz suave pero firme, le pidió que saliera de la sala de partos.—Lo siento, señorita, pero solo puede quedarse una persona acompañando a la madre durante el parto, tendrá que esperar afuera.Ayse miró a Zeynep con preocupación, no quería dejarla sola en un momento tan especial, pero sabía que Kerem merecía estar allí, ser el primero en ver a su hijo venir al mundo. Con un asentimiento resignado, soltó la mano de su amiga y se dirigió hacia la puerta.—Estaré justo afuera, Zeynep —prometió con una sonrisa alentadora— todo saldrá bien, ya lo verás.Zeynep apenas pudo corresponder a la sonrisa, pues en ese momento, otra contracción la golpeó con fuerza, arrancándole un grito de dolor. Kerem se apresuró a tomar su mano, sus ojos estaban llenos de preocupación.—Respira, mi amor —susurró, acariciando su frente empapada de sudor— estoy aquí contigo, no te dejaré.El doctor, que había estado monitoreando el progreso de Zeynep, se colocó en posición al pie