En el hospital, las luces fluorescentes brillaban con una frialdad clínica sobre los pasillos interminables. El aroma estéril a desinfectante llenaba el aire, acompañado por los sonidos apagados de pasos apresurados y el ocasional timbre de un teléfono.—¡Necesitamos ayuda aquí! ¡Un hombre ha sufrido un ataque al corazón!La voz de Kerem resonó a todo volumen mientras irrumpía por las puertas de emergencia, su rostro estaba tenso por la angustia. En sus brazos, cargaba el cuerpo inerte de su padre, Izmir Ozturk, el gran líder cuyo rostro arrugado ahora estaba pálido como la cera.—¡Por aquí, por aquí! —Una enfermera de aspecto serio corrió hacia ellos, haciendo señas a una camilla cercana.Con movimientos rápidos pero cuidadosos, Kerem depositó a su padre en la camilla mientras un equipo de médicos y enfermeras se arremolinaba a su alrededor, dando órdenes y preparando equipos de emergencia.—¿Qué sucedió? —preguntó uno de los médicos, un hombre de mediana edad con el cabello grisáceo
Kerem reaccionó como si lo hubieran abofeteado, su rostro se contrajo en una mueca furiosa mientras se interponía entre Asya y Zeynep, sus hombros estaban tensos por la ira.—¡Cómo te atreves! —rugió, mientras sus ojos destellaban como brasas ardientes— ¡Zeynep es mi esposa, la madre de mi hijo! ¡Merece todo mi respeto!Se volvió hacia Zeynep, su expresión se suavizó al mirarla, reflejando una ternura que hizo que el corazón de ella se acelerara.—Habibi, no les hagas caso —murmuró, tomando su rostro entre sus manos con delicadeza— tú eres mi mundo entero, nunca lo dudes.Zeynep asintió, parpadeando para contener las lágrimas que amenazaban con derramarse, depositó un suave beso en la palma de la mano de Kerem, reconfortada por su actitud protectora.La risa burlona de Mehmet rompió el momento, como un puñal afilado cortando el aire.—Qué conmovedor, —se burló— el gran Kerem Ozturk, finalmente rendido ante los encantos de una pequeña ramera, dime, hermano, ¿En verdad crees que ella te
Kerem intentaba contenerse lo más posible, armar un escándalo en ese momento empeoraría la situación de su madre.—¿Estás contento ahora? —escupió entre dientes— ¿Esto es lo que querías, atormentarla de esta manera?Mehmet permaneció en silencio, su expresión era indescifrable, mientras observaba a su madre inmóvil sobre la cama.Fue solo cuando los ojos de Neylan volvieron a abrirse lentamente que Kerem se volvió hacia ella, tomando su mano con suavidad.—Ana... —comenzó con cautela— sé que esto debe ser una gran conmoción para ti, pero necesito que me escuches.Neylan parpadeó con confusión, mirando fijamente el rostro de su hijo menor, luego, lentamente, sus ojos se desviaron hacia Mehmet, una expresión de incredulidad cruzó su rostro.—Kerem... —su voz era un susurro apenas audible— ¿Quién... ¿Quién es ese hombre? ¿Por qué se parece tanto a Mehmet? —Neylan no comprendía lo que veía.El pecho de Kerem se oprimió ante la pregunta, una nueva oleada de ira hacia su hermano lo inundó a
Los días transcurrieron en una atmósfera tensa dentro del klan Ozturk, Kerem y Mehmet apenas se dirigían la palabra, pues cada vez que lo intentaban, sus conversaciones se convertían en acaloradas discusiones cargadas de reproches y amenazas.Kerem se sentía atrapado entre la espada y la pared, lo que su hermano y Asya habían hecho al fingir sus muerte y huída respectivamente, se consideraba un crimen imperdonable, castigado con la pena máxima según las antiguas leyes del clan. Pero por más que Kerem intentara convencerse a sí mismo de la verdad, una parte de él se negaba a aceptar que su propio hermano, su compañero de juegos de la infancia, fuera capaz de semejante traición.—¿A qué diablos han regresado realmente? —murmuró para sí mismo una noche, contemplando las estrellas desde el balcón de su habitación.Unos brazos cálidos lo rodearon por detrás, y el aroma a jazmín inundó sus sentidos cuando Zeynep apoyó su mejilla contra su espalda.—No dejes que te consuman los demonios de
Los días transcurrieron lentamente mientras Izmir se recuperaba del ataque cardíaco que había puesto en peligro su vida. Finalmente, después de varias semanas de reposo y cuidados intensivos, los médicos lo dieron de alta para que continuara su rehabilitación en el entorno familiar de su hogar.Sin embargo, el ambiente en la gran casa de los Ozturk estaba lejos de ser acogedor, una tensión espesa e invisible parecía impregnar cada rincón, una calma que presagiaba la tormenta que sin duda llegaría. Kerem y Mehmet apenas se dirigían la palabra, intercambiando miradas cargadas de resentimiento y amenazas cada vez que se cruzaban por los pasillos o en los jardines.—¿Hasta cuándo piensas seguir con esta actitud infantil, hermano? —La voz de Mehmet era un siseo venenoso mientras se acercaba a Kerem una tarde en los establos— ¿Cuándo aceptarás que he regresado para reclamar lo que por derecho me pertenece?Kerem levantó la mirada del caballo que estaba ensillando, sus ojos oscuros destell
El calabozo bajo la casa de los Ozturk era frío y oscuro, el aire estaba impregnado con el hedor de la miseria humana. Kerem fue arrojado sin ceremonias a una de las celdas más pequeñas, la puerta de barrotes se cerró detrás de él con un ruido seco y estridente.—¡Esperen! ¡No pueden hacerme esto! —gritó, aferrándose a los barrotes oxidados— ¡Merezco un trato justo!Una de las sombras en el pasillo se movió, un guardia corpulento se acercó y se le quedó viendo con una mirada dura..—Trato justo es lo que obtendrás, como hermano del jefe, recibirás el castigo que dictan nuestras antiguas leyes por tu falta de respeto al Consejo.Kerem negó con la cabeza, su mirada desesperada barrió el corredor en busca de un poco de compasión.—¡Se los ruego! ¡Al menos permítanme ver a Zeynep una vez más, explícale lo que está sucediendo! ¡Ella no merece sufrir esta angustia!Pero el guardia ya se había dado la vuelta y se alejaba, sus pasos resonaron con eco escalofriante mientras Kerem gritaba tras
Las horas se arrastraban con agonizante lentitud en el frío calabozo donde Kerem se encontraba encerrado, el dolor abrasador en su espalda, donde los crueles azotes habían desgarrado su carne, era una agonía constante que amenazaba con enloquecerlo.—¡Aargh! —Un grito desgarrador brotó de su garganta mientras se retorcía en el camastro mugriento, las lágrimas rodaban por sus mejillas empapadas de sudor frío.En su mente, los recuerdos de la brutal paliza se repetían una y otra vez, cada golpe del látigo resonaba en sus oídos como un eco interminable. Kerem había soportado el castigo en silencio, negándose a darles la satisfacción de escucharlo suplicar, pero ahora, solo en la oscuridad de su celda, ya no tenía que fingir fortaleza.El chirrido de la puerta al abrirse lo sobresaltó, haciendo que se encogiera sobre sí mismo con un gruñido de dolor, un hombre encapuchado entró en la celda, su rostro estaba oculto bajo las sombras de la capucha.—Mantente quieto, muchacho —dijo con voz á
La luz rojiza del atardecer caía sobre el territorio del clan Ozturk, envolviendo todo en un manto tenue. En las mazmorras subterráneas, los lastimeros gemidos de Kerem se mezclaban con el ocasional chillido de una rata, creando una siniestra sinfonía de desesperación.Zeynep se encontraba encerrada en su habitación, las lágrimas surcaban sus mejillas mientras se mecía en un rincón, tenía sus brazos envueltos protectoramente alrededor de su vientre que ya empezaba a crecer debido al embarazo.La perspectiva de ser arrancada de los brazos de su amado Kerem y entregada a las garras de Mehmet era una agonía indescriptible.— ¿Qué voy a hacer? —sollozó en voz baja— ¿Qué va a ser de nosotros?De repente, un leve golpeteo en la puerta la sobresaltó, haciéndola encogerse con temor. Rápidamente, limpió sus lágrimas y trató de recobrar la compostura.— ¿Quién está ahí? —llamó con voz temblorosa.—Soy yo, Zeynep —respondió una voz suave y conocida— Ayse, por favor, ábreme.Zeynep frunció el ceñ