Meses antes de la tragedia.
Lucero
Solo dos semanas han transcurrido desde que llegamos a Barcelona, todo ha sido un infierno junto a Ramiro quien solo me ordena y amenaza constantemente, es como si pensara que haré algo contra él cuando no tengo posibilidad alguna de nada, ni siquiera tengo privacidad en el baño porque él ordenó quitar todas las puertas del apartamento en el cual vivimos siendo su oficina la única asegurada, además de la entrada principal. ¿Escapar? Eso no es una opción para mí, ya que no solo es buscar la manera de abrir la puerta que tiene varios seguros, sino que saliendo del edificio hay un gran número de hombres vigilando la zona. Parezco un criminal siendo custodiada las veinticuatro horas, los siete días de la semana.
Lo peor en este tiempo es que, desde la misma noche en que volvimos y tras la cena con mis padres, él me violó y siguió tocándome aun cuando le suplicaba que no lo hiciera, Ramiro se enojaba demasiado conmigo al punto de golpearme, no como para dejarme marcas o llevarme al hospital, pero duelen y despiertan viejas heridas producidas por él. Claro que no solo en esos momentos suele golpearme, sino también cuando no hago lo que quiere, le respondo de mala forma o por cualquier motivo que se le ocurra.
—¡Lucero! —de nuevo su grito resuena en el lugar al llegar a mi prisión. —Déjate de estupideces y arréglate, tu padre nos invitó a cenar.
—¿Por qué jugar al yerno encantador si de todas formas harás mi vida un infierno?
—No empieces otra vez que tuve que lidiar con mucho hoy —amenazas, no conoce nada más que eso para mí. —Y no olvides usar bastante maquillaje, no quiero preguntas en la mesa.
Claro que no las quería, no deseaba explicar el por qué tenía un ojo morado, la hinchazón había disminuido, pero todavía estaba la marca y yo debía ocultarla junto a las demás con ropa y maquillaje.
La cena no fue diferente a las otras que hemos tenido en este tiempo, llegué con la mejor sonrisa que mi rostro y corazón me permitieron, cerré mis ojos al saludar con dos besos para no evidenciar el dolor al rozar la herida, silencio es lo que sale de mi boca durante las horas que nos quedamos. No tengo fuerzas, no tengo esperanzas, no tengo nada más que esta realidad tan ruin en la que vivo con él; mientras mi cabeza me trae los recuerdos llenos de felicidad de los que amo y dejé en otro país con lágrimas en sus ojos.
Cada día me pregunto qué será de ellos, si Sharif y Ahmed habrán recuperado su dinero y pertenencias, si Alison por fin se rindió de querer salvarme y optó por hacer una vida lejos de tantos problemas, si Amal se casará pronto con Ahmed y vivirán al fin la historia de amor que tanto se merecen al lado del otro, si habrán capturado a Abiud y Omar por lo que hicieron, pero mi corazón, él late haciéndose la misma pregunta cada minuto del día: ¿Cómo está Sharif?
A veces me encantaría encontrar la forma de escapar o comunicarme con alguien, pero Ramiro no me deja salir excepto para estas cenas sin sentido, otras veces, aunque suene ridículo, me imagino a todos ellos llegando con el ejército de Karhel para rescatarme igual que a las princesas de cuentos de hadas, solo que en vez de un apuesto príncipe, yo tenía a una familia marroquí junto a mi hermano Alison y un ejército liderado por el hombre más poderoso y despiadado de todo medio oriente, y ahí, entre todos ellos, estaba el hombre que amaba, aquel que todavía sigo amando aun cuando sea un idiota que me saca una sonrisa entre mis desdichadas lágrimas.
—Me alegra saber que estás feliz con la noticia.
La mano de mi padre se posa sobre la mía haciendo una presión que me saca de mis locas fantasías, pero solo puedo fruncir el ceño con duda al no saber a qué se refiere.
—Lo siento, me fui un instante… —él sonrió comprensivo.
—Hablo de lo que acaba de decir Ramiro, que ustedes dos han decidido empezar a buscar un hijo —hasta aquí llegó mi minuto de felicidad.
—¿Qué…?
Planté los ojos en Ramiro con total desconcierto, pero él no abandonó su semblante amenazador cubierto por una máscara de felicidad al saber que pronto me sometería de forma constante, hasta ahora no era diario, pero si pensaba embarazarme, entonces no dudo en que las violaciones pasarán a ser muchas veces al día.
—Lo siento amor, sé que no querías decirle nada a tus padres hasta que fuera oficial, pero no me aguanté las ganas, soy tan feliz contigo que no veo la hora en que seamos padres.
Quise hacerlo, por Dios santo que quise evitar que tomara mi mano y la besara, pero no pude al imaginar todas las veces que él me violaría de ahora en más.
—Esto es una excelente noticia y debemos celebrarlo —comentó mi madre emocionada.
Ella salió, imagino yo, por una botella de vino especial para la ocasión, mientras mi padre nos levantó felicitando primero a Ramiro y después pasó a mí dándome un fuerte abrazo, pero sé que para él no pasó desapercibido el temblor que se apoderaba de mi cuerpo.
—Tranquila, sé que es un paso muy grande en sus vidas, pero todo estará bien hija, sabes que cuentan con nuestro apoyo incondicional.
No podía moverme, no podía gritar que él me violaría porque nadie me creería, hasta sé que me encerrarían en un manicomio durante un tiempo suponiendo que Ramiro no me deje en un hospital por desobedecerlo, incluso lo creo capaz de dejarme paralítica para tenerme más controlada…
Con una mano me aferré a la camisa de mi padre desde su espalda, temblaba horrores, tanto, que no quise tomar la copa de vino para evitar mostrarme en evidencia.
—¿No vas a tomar? Es un momento especial que debe ser celebrado —insistió mi madre con su mirada de: “Hazlo o te irá mal”, misma que colocaba Ramiro.
—Déjala Rosario, la decisión es reciente y quizás está nerviosa al pensar en lo que viene, ya sabes que un hijo cambia mucho la vida ¿No es así, hija?
—Sí papá —aclaré mi garganta para no evidenciar más lo que tenía, pero no lo solté. —La verdad todavía tengo dudas porque un hijo demanda mucho tiempo y no sé cómo cuadrar con mi trabajo.
—Amor, no tienes que preocuparte por eso —intervino Ramiro. —Ya te dije que puedes tomarte los primeros años para que estés al cuidado de nuestro hijo que yo me haré cargo de la casa y después verás lo de tu trabajo.
—Y también me tendrás a mí para ayudarte —dijo mi madre provocándome un escalofrío.
Si Ramiro asesinó a nuestro primer hijo con la golpiza que me dio, no imagino lo que hará con el segundo y suponiendo que lo tengamos, es obvio que me amenazará con cualquier cosa a sabiendas de que voy a protegerlo aun con mi propia vida y si mi madre lo respalda, entonces estaré a merced de ambos…
Creo que ahora sería un excelente momento para que Karhel llegue con sus hombres y me saque de aquí, prefiero que él, siendo un poderoso y muy peligroso mafioso, me tome de la manera más cruel y despiadada hasta la muerte a tener un hijo producto de las múltiples violaciones que me hará Ramiro.
(…)
11:55 p.m.
Duele, todo mi cuerpo duele, siento que me han desgarrado el alma con mil navajas. En las dos semanas que Ramiro me había tocado nunca fue tan cruel como esta noche, ni siquiera tengo fuerzas para llorar y son solo unas pocas lágrimas las que caen en la almohada.
—Tal vez si pusieras de tu parte sería más entretenido para ambos, pero si sigues de vaca muerta será muy aburrido y quizás doloroso para ti —susurró en mi oído incrementando mi sufrimiento.
Solo veía la cortina mecerse por el viento que colaba en la ventana, era un movimiento suave, tranquilo. Sentí que Ramiro se levantó dejándome sola y tras unos minutos en el baño salió cambiado saliendo quién sabe a dónde, pero no me importa, prefiero que esté lejos, prefiero que esté en cualquier otro lugar menos a mi lado.
—¿Dónde estás Sharif…? Ven y termina mi dolor entre tus brazos…
Lucero Me tomó algunos días recuperarme, tal como lo imaginé, Ramiro comenzó a violarme varias veces al día, con las fuerzas que me quedaba entre cada encuentro hacía un esfuerzo por evitarlo, pero él forcejeaba conmigo aventándome contra las paredes, la cama o lo que sea que se atravesara en el camino… Cada que despertaba me preguntaba si en verdad habían pasado los años, ya no estaba segura si todo lo que viví en Marruecos fue real, no sabía si Sharif era producto de mi imaginación y aquel hombre solo lo vi una vez, quizá en alguna salida con Ali o qué se yo, pero me aferraba a la idea como si solo dos dedos se sostuvieran del borde a lo alto de un edificio de veinte pisos. Los últimos dos días Ramiro no estuvo en casa, dijo que debía viajar por trabajo, pero que igual no me confiara ya que dejaría a sus hombres para asegurarse de que no escaparía, dejó medicación, comida y ordenó que limpiara todo el desastre que había provocado día a día. Apenas pude moverme, apenas pude limpia
LuceroEse mismo día nos quedamos viendo muchas revistas de novias y mi madre como siempre metía la cucharada para arruinarnos el increíble momento que pasábamos, aunque igual no le sirvió de nada porque esta vez mi padre intervino diciéndole que era mi vestido y debía escogerlo a mi gusto, igual sabía que no escogería nada vulgar. Ramiro, por otra parte, estaba junto a mi padre hablando de trabajo y algunas cosas de la boda, los hijos y hasta ahí escuché porque no permitiría que nada de eso ocurriera.Me dolía planear una boda con mi secuestrador, pero de vez en cuando la ilusión me inundaba al imaginar a Sharif conmigo y entonces la idea de casarnos o vivir juntos ahora no me parecía tan apresurada como antes.—¿Luz?… ¡Lucero, despierta! —unos dedos chasqueando frente a mí me sacaron de mis pensamientos. —¿En qué pensabas? —preguntó Paz con mucha curiosidad.—Lo siento, es solo que me quedé pensando en el día de la boda y los nervios me volvieron, no sé si dos semanas sea suficiente
LuceroSi hace cinco segundos sentía un poco de mareo, ahora el mundo se me venía encima al tener nuevamente a Alison y Sharif frente a mí.Sin salir de mi asombro, caminé hasta ellos llegando a perder el equilibrio, pero ambos me tomaron dándonos un fuerte abrazo los tres, aquel que tanto necesité en estas semanas desde mi partida de Marruecos, no podía dejar de llorar al saber que de nuevo los tenía conmigo y más ahora cuando tanto los necesitaba, cuando por poco creí que tendría que escapar sola.—No llores mi Luz, por fin estamos contigo —no hay forma de describir lo que sentí al escuchar la voz de Sharif en mi oído.—No imaginan cuánto los necesité.—Nos hacemos una idea, pero ahora no tenemos tiempo y tienes que escucharnos Luz —dijo Ali separándonos sin llegar a soltarme de los brazos, ya que seguía tambaleándome un poco.—Vamos a sentarla, me preocupa que se desmaye —sugirió Sharif y ambos me acomodaron en un pequeño banco que había en el baño.—Escúchame muy bien Lucero —Ali
LuceroAlgunas horas después regresamos a casa de mis padres, mi papá se quedó conmigo acomodándome en la recámara en lo que Paz estaba en la cocina preparándome algo ligero de comer. No podía digerir nada de lo ocurrido, es como si otra vez la vida no me diera tiempo de hacerlo sino que debía aceptar cada hecho que viniera y esquivarlo o afrontarlo con la mayor rapidez del mundo, pero el mayor problema era que ahora debía hacerlo con un bebé en mi vientre.—¿Quieres que te traiga algo? —la pregunta se escuchó a lo lejos siendo sus manos en mis hombros lo que me hizo prestarle más atención. —Hija, sé que esto es difícil de creer, no imaginas cuán sorprendido estuve yo cuando tu madre me dijo que vendrías al mundo, pero no me he arrepentido un solo día.¿Arrepentirme? Jamás podría arrepentirme de llevar un hijo de Sharif considerando el gran amor que nos tenemos y el cual nos demostramos bajo muchas circunstancias, pero Ramiro… él era otra historia, o más bien, mi pesadilla hecha reali
Lucero Llevaba un par de días en casa de mi padre, hasta ahora él y Paz han estado al pendiente de mí igual que los hombres de Ramiro, me he tomado mi tiempo para revisar las salidas de la casa desde puertas y ventanas hasta los alrededores, por mucho que quiera no podía atenerme a la idea de que Karhel aparecería a tiempo y menos si desconocía la situación, así que debía adelantar trabajo entreteniéndome con algo. Asimismo, la relación con mi padre se ha tornado un poco confusa para mí, pese a que hemos salido los tres, ya que él quiso acompañarnos para que no cargara nada y de vez en cuando opinaba cuando se emocionaba en silencio con alguna idea, no dejaba de tener un conflicto interno entre su pasada ausencia dejándome desprotegida en manos de Rosario a la vez que me gustaba ver este nuevo hombre junto a mí, uno que gustaba de abrazarme para resguardarme, que estaba al pendiente en si quería algo de comer, descansar o cualquier otra cosa que se le ocurriera y de vez en cuando ve
LuceroDespedí temprano a mi padre y cerré todas las puertas y ventanas con seguro, no contaba con mucho tiempo, así que hice un barrido por toda la casa comenzando en la habitación de mis padres, fui cajón por cajón, revisé entre prendas y también el armario, pero no había nada.Después pasé al despacho de mi padre, era demasiado por buscar al poseer una biblioteca tan grande, pero no podía rendirme. Me tomó un tiempo ya que debí mover algunas cosas bastante pesadas y no quería sobre esforzarme por el bebé, supongo que el miedo a perderlo está muy latente aun con Ramiro lejos. Por desgracia recibí una llamada de Paz indicándome que saliera para acompañarla a otro lugar, aunque todavía quedaban un par de cajones en el escritorio que estaban bajo llave y un sector de la biblioteca por revisar, lo que tendría que esperar hasta mañana.—¡Rayos!Tropecé con el escritorio golpeándome fuerte en la pierna, pero el ruido que hizo al moverse fue lo que me alertó. Revisé el suelo que era de mad
Día de la partida de Lucero. Alison Verla irse con ese infeliz fue demasiado doloroso y lo peor fue tener que quedarme quieto para evitar que la matara frente a nosotros, para colmo, Sharif se encerró en el despacho desde su partida, se negó a hablar con alguien y ni qué decir de Amal y Ahmed quienes estaban destrozados. Increíblemente mi hermana supo ganarse el corazón de Marruecos en muy poco tiempo y no es para menos, pues ella siempre fue así, sabía ganarse honestamente el cariño de la gente… con sus excepciones. Por otra parte, debí contener mis lágrimas al pensar en cómo ayudaría a mi hermana, no podía hacer nada por ahora y lo único que tenía seguro era que estaría en Barcelona, pero podía ser una trampa y Ramiro quizás la llevaría a otro lugar, entonces recordé lo que ella me dijo sobre Karhel e ingresé a la casa para buscar a Amal, tenía que contactarlo cuanto antes, mas fue el rostro del hombre que estaba de pie en mitad de la sala lo que me dejó helado de pies a cabeza.
Alison—Después de dos tortuosos días en Marruecos soportando el interrogatorio de Sharif, ¡por fin estamos en Barcelona! —exclamé en cuanto bajamos del avión.—¿Tantas ganas tenías de volver?—Abiud, Barcelona es la tierra que me vio nacer y en esta exquisita piel corren las aguas catalanas.—No me lo tomes a mal, pero tú no te ves precisamente como un español, más bien pareces suizo o norteamericano.—Eso es porque saqué la belleza de mi madre quien es de Austria, aunque vivió desde la adolescencia en España al trasladarse mis abuelos por trabajo.—Interesante ¿Y tu padre?—No lo sé… Nunca le ha gustado hablar del pasado, mucho menos de su lado de la familia. Mi madre dice que hace años tuvo una fuerte discusión con sus hermanos y su padre llegando a distanciarse de todos ellos, pero no está confirmado nada y nunca me interesé en buscarlos.—¿Por qué? Se trata de tus raíces.—No lo sé, quizás porque estaba más ocupado en ponerme de rodillas para rezar evitando los castigos, hasta qu