Lucero
Si hace cinco segundos sentía un poco de mareo, ahora el mundo se me venía encima al tener nuevamente a Alison y Sharif frente a mí.
Sin salir de mi asombro, caminé hasta ellos llegando a perder el equilibrio, pero ambos me tomaron dándonos un fuerte abrazo los tres, aquel que tanto necesité en estas semanas desde mi partida de Marruecos, no podía dejar de llorar al saber que de nuevo los tenía conmigo y más ahora cuando tanto los necesitaba, cuando por poco creí que tendría que escapar sola.
—No llores mi Luz, por fin estamos contigo —no hay forma de describir lo que sentí al escuchar la voz de Sharif en mi oído.
—No imaginan cuánto los necesité.
—Nos hacemos una idea, pero ahora no tenemos tiempo y tienes que escucharnos Luz —dijo Ali separándonos sin llegar a soltarme de los brazos, ya que seguía tambaleándome un poco.
—Vamos a sentarla, me preocupa que se desmaye —sugirió Sharif y ambos me acomodaron en un pequeño banco que había en el baño.
—Escúchame muy bien Lucero —Ali sostuvo mis manos con fuerza quedando en cuclillas frente a mí. —Necesitamos que soportes unos días más, ahora mismo no podemos hacer ningún movimiento sin que los hombres de Ramiro nos detecten y lo peor de todo es que reconocen nuestros rostros.
—No, no Ali, tengo que irme cuanto antes con ustedes.
—Tranquila hija, no grites o puedes alertar a los guardias —advirtió Paz.
—Luz, si te pedimos que esperes es porque tenemos un plan para sacarte de aquí, pero tienes que esperar unos días más.
—Pero ya están aquí, ¿por qué no hacerlo ahora? —pregunté desesperada.
—No podemos, antes nos arriesgamos porque el idiota de tu novio se escapó para venir a verte en cuanto le dije que estarías acá con mi madre —dijo Ali volteando los ojos.
—No iba a soportar un día más sin verla, ya llevo semanas y a saber qué le habrá hecho ese infeliz —reclamó Sharif enfurecido.
Esta vez mis lágrimas fueron por los amargos recuerdos con Ramiro, no necesitaba decir una palabra para que ambos se hicieran una idea, pero el calor de ambos me confortó demasiado.
—No quiero seguir con él…
—Sé que no quieres, pero deberás hacerlo hasta la boda, por ahora quédate lo más cerca posible de mi madre que ella nos mantendrá al pendiente de todo lo que ocurra contigo y pase lo que pase no le des motivos a Ramiro de lastimarte.
—Luz —Sharif levantó mi rostro limpiándolo con cariño. —no permitas que te golpee, no dejes que te toque.
—Ya lo ha hecho… —respondí dolida, él dejó relucir el odio y me abrazó consolándome entre sus manos.
—Recuerda que eres muy fuerte mi Luz, mis abuelos te envían saludos y te piden que sigas resistiendo, pronto volveremos a estar juntos y te juro que entre todos te ayudaremos a superar este momento.
—Por favor, no me dejen sola.
—No estaremos a tu lado, pero tampoco estarás sola porque alguien está a nuestro favor.
—¿Karhel?… —pregunté esperanzada.
—Por desgracia no —respondió Ali con cierta frustración. —Al día siguiente que tú te fueras nos informaron que salió de viaje y hasta ahora no hemos podido contactar con él, no sabemos dónde está ni de alguna otra persona que nos pueda facilitar la información, por eso no pudimos rescatarte antes y ahora nos tardamos más.
—¿Y la policía?
—Ramiro tiene gente que le dará aviso de cualquier llamada tuya o de terceros, así que no vayas a contactarlos bajo ningún motivo.
Esta pesadilla parecía peor, pero no podía seguir viendo el lado malo y menos al saber que ellos estaban en Barcelona dispuestos a ayudarme.
—¿Qué tienen planeado?
—Por ahora no podemos decirte, no hay tiempo y ustedes deben salir o sospecharán, pero no olvides que te seguimos el paso mi Luz, buscaremos la forma de volver a vernos y te explicaremos el plan con calma.
—Alison… dime si hay algo que pueda hacer y lo haré.
—Sí hay algo, evita que Ramiro te golpee, no dejes que te lastime ahora Luz, por nada del mundo.
No comprendía a qué se refería, hacía mucho énfasis en lo mismo igual que Sharif, pero ninguno de los dos decía nada y eso me desesperaba más.
—Señora Paz, gracias por cuidar de ella, pero debe llevársela de inmediato.
—¿¡Qué!? No Sharif, todavía no.
—Sí, ya es hora —sus besos volvían a ser mi salvación al igual que el calor de sus manos en mi rostro. —Cuídate mucho y confía en nosotros, no olvides lo que te dijimos.
—Sharif… hay algo que debes saber…
—Será después, tienen que irse ya.
Ali me abrazó con fuerza en lo que yo seguí llorando y después Sharif hizo lo mismo besándome con frustración al saber que no podía irme con él, que debía seguir en esta dolorosa prisión junto a Ramiro. Ambos se escondieron en los cubículos y Paz me ayudó a levantar para salir cuanto antes, debí sostenerme de ella y la pared para no caer por lo conmocionada que estaba.
—¡Rápido, ayúdenme, tenemos que irnos a urgencias! —avisó desesperada a los guardias quienes me auxiliaron.
Llegamos al auto y ella les envió la dirección de un lugar, no sabía a dónde íbamos, pero tampoco dije más al sentir que el mareo se hacía más insoportable llegando a perder el conocimiento por completo.
(…)
Desperté todavía desorientada, intentaba moverme, pero el cuerpo me pesaba demasiado.
—Tranquila lucecilla, estás en el hospital —la voz de Paz hizo alusión a su nombre perfectamente.
—Hija, ¿estás bien? Llamaré al doctor para que venga a revisarte.
Fue extraño ver a mi padre, se veía muy preocupado y sostenía tembloroso mi mano.
—¿Qué haces aquí?
—Paz me llamó, estaba a punto de salir de la oficina para ir a Madrid, pero decidí venir contigo.
—Pero… tu trabajo…
—Eres mi hija y tú eres más importante para mí, igual tu madre y Ramiro se pueden hacer cargo de todo, no te preocupes.
Repasé la habitación buscando a Sharif y Alison, pero sabía que ellos no estarían conmigo y no pude evitar llorar, Paz sabía el motivo llegando a consolarme junto a mi padre quien no comprendía la razón de mi dolor, pero eso no le impidió refugiarme. Al poco tiempo le pedí que me trajera algo de comer para hablar a solas con Paz, pero el doctor llegó informándome que estaba descompensada y por lo visto alguien le dijo de la boda, pues mencionó que quizás el estrés que esto provoca pudo afectar mi condición.
—Por ahora deberás guardar reposo algunos días, así que delega las responsabilidades a alguien en lo que recuperas fuerzas —una enfermera llegó con una máquina que acomodaron junto a mí.
—¿Qué ocurre? —pregunté nerviosa.
—Tranquila, solo queremos revisar tu estado para asegurarnos que estés bien.
—¿Mi estado…?
Más temprano que tarde comprendí a qué se refería cuando levantó la bata colocando el gel en mi vientre, me quedé mirando a Paz con mucho miedo y ella asintió confirmando mi mayor temor.
—Bueno, parece que todo va bien y el tamaño del bebé es el adecuado para su tiempo de gestación, eso sí, deberá tomar las vitaminas correspondientes y nada de saltarse las comidas.
—Yo… ¿cuán-to… tiempo tengo? —mis nervios estaban a punto de estallar.
—Cerca de seis semanas, pero no se preocupe, la señora Manrique me explicó la situación y ya está todo arreglado, por ahora le sugiero que haga lo posible por seguir asistiendo conmigo para mantener la situación controlada —me informó por lo bajo.
—¿Qué?
—Hija, no hagas preguntas que tu padre está aquí, después hablaremos las dos, por ahora debes estar muy feliz por tu bebé.
Me sentía perdida, era como si fuera la única que no supiera lo que ocurría a mi alrededor mientras todos conocían el siguiente paso, incluso sabían lo que ocurría conmigo. Sharif y Alison me lo advirtieron muchas veces, Paz no se veía sorprendida ni triste, sino que estaba feliz y el doctor también parecía saber sobre mí al solicitarme que lo siguiera viendo…
—Espere… ¿dijo seis semanas?
—Aproximadamente.
Seis semanas… eso quiere decir que mi hijo puede ser de Sharif, pero… también podría ser de Ramiro… Estuve con Sharif los últimos días previo a viajar con Ahmed y Amal, lo peor es que ni siquiera nos cuidamos desde la primera vez, así como tampoco he podido cuidarme con Ramiro porque poco o nada le importa mi vida
—Doctor, ¿cómo está mi hija?
Mi padre me entregó un jugo con unas galletas sentándose a mi lado mientras el doctor le explicaba mi situación, aunque mintió en el tiempo de gestación, de esa forma coincidiría con mayor exactitud en el tiempo que llevaba con Ramiro, pero si él me llevaba con otro ginecobstetra podría darse cuenta y no tendría nada de extraño que me golpeara hasta hacerme abortar con tal de estar completamente seguro que sí sea su hijo.
—Es increíble, hace nada nos contaron del embarazo y resulta que ya lo estabas —mencionó con cariño en lo que el doctor salió de la habitación.
—Sí, pero no quiero hablar de eso, es vergonzoso —reímos, aunque estaba muerta del susto.
—Sé que estás nerviosa, pero todo estará bien, no los dejaré solos —es extraño, no parecía el mismo hombre que he visto toda mi vida…
Esta mañana creí tener el control de mi vida y ahora me encontraba tan desubicada que no sabía qué hacer, lo peor era que necesitaba respuestas cuanto antes y la única persona que al parecer podía dármelas solo me decía entre señas que no dijera nada, que esperara, pero ahora más que nunca debo irme, no puedo permitir que Ramiro se entere de la verdad o asesinará a mi hijo, porque aun si es suyo no soy capaz de abortarlo, mi corazón y las heridas del pasado no me lo permitirían… aunque tampoco sé lo que dirá Sharif en cuanto se entere.
LuceroAlgunas horas después regresamos a casa de mis padres, mi papá se quedó conmigo acomodándome en la recámara en lo que Paz estaba en la cocina preparándome algo ligero de comer. No podía digerir nada de lo ocurrido, es como si otra vez la vida no me diera tiempo de hacerlo sino que debía aceptar cada hecho que viniera y esquivarlo o afrontarlo con la mayor rapidez del mundo, pero el mayor problema era que ahora debía hacerlo con un bebé en mi vientre.—¿Quieres que te traiga algo? —la pregunta se escuchó a lo lejos siendo sus manos en mis hombros lo que me hizo prestarle más atención. —Hija, sé que esto es difícil de creer, no imaginas cuán sorprendido estuve yo cuando tu madre me dijo que vendrías al mundo, pero no me he arrepentido un solo día.¿Arrepentirme? Jamás podría arrepentirme de llevar un hijo de Sharif considerando el gran amor que nos tenemos y el cual nos demostramos bajo muchas circunstancias, pero Ramiro… él era otra historia, o más bien, mi pesadilla hecha reali
Lucero Llevaba un par de días en casa de mi padre, hasta ahora él y Paz han estado al pendiente de mí igual que los hombres de Ramiro, me he tomado mi tiempo para revisar las salidas de la casa desde puertas y ventanas hasta los alrededores, por mucho que quiera no podía atenerme a la idea de que Karhel aparecería a tiempo y menos si desconocía la situación, así que debía adelantar trabajo entreteniéndome con algo. Asimismo, la relación con mi padre se ha tornado un poco confusa para mí, pese a que hemos salido los tres, ya que él quiso acompañarnos para que no cargara nada y de vez en cuando opinaba cuando se emocionaba en silencio con alguna idea, no dejaba de tener un conflicto interno entre su pasada ausencia dejándome desprotegida en manos de Rosario a la vez que me gustaba ver este nuevo hombre junto a mí, uno que gustaba de abrazarme para resguardarme, que estaba al pendiente en si quería algo de comer, descansar o cualquier otra cosa que se le ocurriera y de vez en cuando ve
LuceroDespedí temprano a mi padre y cerré todas las puertas y ventanas con seguro, no contaba con mucho tiempo, así que hice un barrido por toda la casa comenzando en la habitación de mis padres, fui cajón por cajón, revisé entre prendas y también el armario, pero no había nada.Después pasé al despacho de mi padre, era demasiado por buscar al poseer una biblioteca tan grande, pero no podía rendirme. Me tomó un tiempo ya que debí mover algunas cosas bastante pesadas y no quería sobre esforzarme por el bebé, supongo que el miedo a perderlo está muy latente aun con Ramiro lejos. Por desgracia recibí una llamada de Paz indicándome que saliera para acompañarla a otro lugar, aunque todavía quedaban un par de cajones en el escritorio que estaban bajo llave y un sector de la biblioteca por revisar, lo que tendría que esperar hasta mañana.—¡Rayos!Tropecé con el escritorio golpeándome fuerte en la pierna, pero el ruido que hizo al moverse fue lo que me alertó. Revisé el suelo que era de mad
Día de la partida de Lucero. Alison Verla irse con ese infeliz fue demasiado doloroso y lo peor fue tener que quedarme quieto para evitar que la matara frente a nosotros, para colmo, Sharif se encerró en el despacho desde su partida, se negó a hablar con alguien y ni qué decir de Amal y Ahmed quienes estaban destrozados. Increíblemente mi hermana supo ganarse el corazón de Marruecos en muy poco tiempo y no es para menos, pues ella siempre fue así, sabía ganarse honestamente el cariño de la gente… con sus excepciones. Por otra parte, debí contener mis lágrimas al pensar en cómo ayudaría a mi hermana, no podía hacer nada por ahora y lo único que tenía seguro era que estaría en Barcelona, pero podía ser una trampa y Ramiro quizás la llevaría a otro lugar, entonces recordé lo que ella me dijo sobre Karhel e ingresé a la casa para buscar a Amal, tenía que contactarlo cuanto antes, mas fue el rostro del hombre que estaba de pie en mitad de la sala lo que me dejó helado de pies a cabeza.
Alison—Después de dos tortuosos días en Marruecos soportando el interrogatorio de Sharif, ¡por fin estamos en Barcelona! —exclamé en cuanto bajamos del avión.—¿Tantas ganas tenías de volver?—Abiud, Barcelona es la tierra que me vio nacer y en esta exquisita piel corren las aguas catalanas.—No me lo tomes a mal, pero tú no te ves precisamente como un español, más bien pareces suizo o norteamericano.—Eso es porque saqué la belleza de mi madre quien es de Austria, aunque vivió desde la adolescencia en España al trasladarse mis abuelos por trabajo.—Interesante ¿Y tu padre?—No lo sé… Nunca le ha gustado hablar del pasado, mucho menos de su lado de la familia. Mi madre dice que hace años tuvo una fuerte discusión con sus hermanos y su padre llegando a distanciarse de todos ellos, pero no está confirmado nada y nunca me interesé en buscarlos.—¿Por qué? Se trata de tus raíces.—No lo sé, quizás porque estaba más ocupado en ponerme de rodillas para rezar evitando los castigos, hasta qu
AbiudTres días, solo eso hemos estado en Barcelona y no sé cuál día fue peor. Para empezar, la primera noche que pasamos en la ciudad, Alison no quiso mencionar una palabra más tras vomitar, sino que se dedicó a ver uno a uno los documentos pese a que fue su idea dividirnos el trabajo, hice lo mismo hasta que el cansancio me ganó percatándome a la mañana siguiente que él seguía despierto con unas terribles ojeras.Flashback—¿A qué hora te acostaste? —pregunté al verlo todavía en el escritorio.—Eso qué importa —contestó de mala gana.Me acerqué, él seguía leyendo los documentos, se veía demasiado mal y ni siquiera quiso tocar la cena, que por cierto, valga decir que la supuesta cena romántica la terminé cancelando porque él no escuchaba razón alguna de mi parte.—Alison, necesitas descansar, no servirá de nada que te mantengas despierto por días y cuando vayamos por ella estés enfermo.—¿Enfermo? —recalcó sacando las garras. —¿Enfermo dices? ¡Enfermo está ese bastardo de Ramiro Díaz
Abiud Salí rápidamente con la esperanza de que Alison ya hubiese regresado, pero al abrir la puerta, lo encontré en la tina que estaba en mitad de la habitación con dos rodajas de pepino en los ojos, música y una copa de vino tinto en la mano. ¿Acaso crucé a un mundo paralelo, o me equivoqué de habitación y ese no es Alison sino alguien más? —¿Alison? —¿Sí? —¿Qué haces? —Rejuveneciéndome. Recién acabo de volver del spa donde me hicieron un increíble masaje, me colocaron una mascarilla corporal de chocolate, estuve en el sauna y ahora degusto mi vino de cortesía en esta increíble tina que no había estrenado —respondió con el mayor deseo del mundo sin dejar de “verme” con las rodajas en los ojos y dándole un trago al vino cual diva. —¿Te encuentras bien o esto es otra forma de expresar tu tristeza y frustración? —No más de eso, Sabbag —respondió con total seguridad. —Esas tonterías me hicieron perder mucho tiempo y sé que el infeliz de Ramiro está lastimando a mi hermana, pero t
Abiud Sabía que este viaje estaría bastante movido, pero no me imaginé que terminaría con una horrible migraña ¡y peor!, pagándole los gastos extras a Alison quien le dio parte de su ropa al tal “Rasti” junto a otras prendas que le compró. Ese día nos arrastró por todo el Corte Inglés buscando ropa para ellos, luego nos metió a empujones a un local donde le quitaron las rastas al chico y lo afeitaron dándole un cambio radical que evidenciaba sus apenas veinte años, aunque tenía una cara de niño que no se la quitaba nadie. Lo que más me alteró del asunto, fue que se aprovechó de toda la situación tras hacerme un escándalo en el restaurante donde casi nos descubre Omar y, por ende, debimos salir rápidamente perdiéndolo de vista, pero al menos pude descubrir algunas cosas. No obstante, esta semana no terminó ahí, ya que Rasti siguió visitándolo en el hotel pidiendo siempre servicio al cuarto y trayendo bolsas con contenido desconocido para mí, pues no quería hablar con Alison al termin