Lucero
Ese mismo día nos quedamos viendo muchas revistas de novias y mi madre como siempre metía la cucharada para arruinarnos el increíble momento que pasábamos, aunque igual no le sirvió de nada porque esta vez mi padre intervino diciéndole que era mi vestido y debía escogerlo a mi gusto, igual sabía que no escogería nada vulgar. Ramiro, por otra parte, estaba junto a mi padre hablando de trabajo y algunas cosas de la boda, los hijos y hasta ahí escuché porque no permitiría que nada de eso ocurriera.
Me dolía planear una boda con mi secuestrador, pero de vez en cuando la ilusión me inundaba al imaginar a Sharif conmigo y entonces la idea de casarnos o vivir juntos ahora no me parecía tan apresurada como antes.
—¿Luz?… ¡Lucero, despierta! —unos dedos chasqueando frente a mí me sacaron de mis pensamientos. —¿En qué pensabas? —preguntó Paz con mucha curiosidad.
—Lo siento, es solo que me quedé pensando en el día de la boda y los nervios me volvieron, no sé si dos semanas sea suficiente para organizar todo.
—Lo será porque tu padre y yo estuvimos adelantando al igual que Ramiro —informó mi madre con cierta malicia de fondo. —Ya tenemos reservado el lugar, hablamos con el sacerdote y también con un juez, ya que Ramiro quiere la boda por la iglesia y lo civil.
—No sabía que te habías definido por las dos —reclamé por lo bajo, a lo que él me lanzó su sardónica sonrisa que solo me provocaba golpearlo más.
—Sería una sorpresa para ese día, pero sí, tendremos al juez y al sacerdote en la iglesia dispuestos a casarnos.
—Solo faltaría el vestido de novia ya que decidiste que Paz lo hiciera, escoger el menú y la decoración —dijo mi madre con disgusto.
—Igual no te preocupes lucecilla, tu vestido estará listo a tiempo y no tendrás nada de qué preocuparte excepto sonreír.
—Y lo haré, Paz, lo haré como nunca lo he hecho en mi vida —aunque quise fingir felicidad, la amargura salió sin más.
(…)
Al final pasamos todo el día en casa de mis padres viendo mil colores, tipos de comida, telas, pedrería… no creí agotarme tanto solo con planear una boda y lo peor es que solo era el primer día. Ramiro en la noche dijo que volveríamos a casa para empacar una pequeña maleta, pero debía estar preparada para cualquier reacción inesperada de él… lo que no tardó en mostrar en cuanto nos adentramos al apartamento.
—¿A qué m****a estás jugando? —me aventó contra la pared tomándome con fuerza de un brazo y el cabello.
—A nada, dijiste que si me portaba bien me dejarías salir —respondí sin darle importancia.
—No me creas un imbécil que no lo soy y te advierto desde ya que mis hombres vigilarán la casa, así que no intentes escapar porque te atraparán antes de que puedas subir a un auto y si deben asesinar a alguien, lo harán.
—¿Y cómo esperas que Paz haga mi vestido? Ella no lo hará en casa de mis padres porque no tiene todo lo que necesita.
—Como si eso te importara, a ti no te interesa casarte conmigo, así que deja al menos las mentiras aquí.
—Bien —sacudí un poco mi cuerpo intentando liberarme de su agarre. —Obviamente no me quiero casar contigo ni mucho menos darte otra vez un hijo, pero si no tengo más opción, al menos haré esta boda a mi manera… Total, no creo que quieras decepcionar a tu suegro ¿O sí?
Si algo había notado en este tiempo es que Ramiro estaba muy cerca de los negocios de mi padre, solían viajar juntos y mi madre los auxiliaba al ser su asistente, así que conocía a la perfección los movimientos de ambos, o al menos de mi padre, porque dudo que sepa todo lo que hace Ramiro en sus tiempos libres.
—Solo un error y te saldrá muy caro el chiste, Lucero.
—Lo sé mejor que nadie, “mi amor” —recalqué sarcástica. —pero sonríe, no creo que quieras verte con arrugas en las fotos de la boda, recuerda que nuestros hijos las verán al crecer —presionó con fuerza mis mejillas arrinconándome una vez más contra la pared con furia.
—Mucho cuidado con ese tono y deja de recalcarme lo ocurrido con ese bastardo, que estoy seguro que ni siquiera era hijo mío.
Debía ser fuerte, debía mantenerme en mis cinco sentidos para no desfallecer al recordar ese día.
—Aunque te duela, Ramiro, ambos sabemos que tú eras el único con el que estaba y ese bebé sí era tuyo, pero no te importó matarlo o dejarme al borde de la muerte mientras te ibas a beber o revolcarte quién sabe con quién.
Odio, solo podía salir de mí y no iba a ocultarlo, porque si él estaba dispuesto a negar su crimen, yo estaba dispuesta a recordárselo cada maldito día de su vida así me costara un golpe. Él no pronunció una palabra más, parecía conflictuado en medio de su odiosa mirada y me soltó aventándome otra vez contra la pared. Ojalá la culpa lo carcoma por dentro así no me lo diga, pero merece sufrir por lo que hizo y sigue haciendo.
—Empaca tus cosas, te quedarás cuatro días con ellos.
—¿Cuatro días? —pregunté confundida.
—Sí, tengo un viaje pendiente, pero ya sabes…
—Sí, sí, tus hombres me estarán vigilando —contesté arrogante finalizando la frase por él. —Solo di a tus hombres que estaré moviéndome entre la casa de mis padres y la casa de Paz y obviamente seguiré saliendo para ver los preparativos de NUESTRA boda —recalqué con dura amargura para que sintiera el mismo puñal que yo, porque sé que él no desea estar conmigo.
—Lo haré, pero cada que salgas a algún lugar fuera de esas dos casas serán ellos quienes te transporten, tus padres ya saben del asunto.
—Gracias por tu preocupación, “mi amor”, empacaré mi maleta.
No perdí un segundo más y tomé varias cosas, parecía más un viaje largo que solo cuatro días, pero no podía arriesgarme, tenía que quedarme más tiempo en lo que planeaba la mejor forma de salir. Cuando estaba terminando de empacar escuché las pisadas de Ramiro quien me tomó desde atrás, repasaba lascivo su cuerpo en el mío, pero debí dejarlo, por mucho asco que me diera debía soportarlo.
—No creas que me iré sin recordarte mis caricias —presionó mis senos con fuerza lastimándome.
—Sería demasiado bueno para ser verdad —él rio divertido aprisionándome más en su cuerpo.
—Vamos Lucero, ¿acaso olvidaste el excelente momento que pasamos cuando te entregaste a mí la primera vez?
—¿Hablas de cuando te supliqué que te detuvieras porque me había arrepentido y tú decidiste continuar llegando a lastimarme sin importarte nada?
—Que gran recuerdo…
—Solo para ti…
Hizo a un lado mi maleta tomándome nuevamente, pero esta vez no lloré, solo de pensar que estaría cerca de salir y ver cómo lo atraparían los hombres de Karhel, era la mejor imagen en mi cabeza para soportarlo. Nunca sentí tanto rencor por nadie, pero haré que Ramiro pague una a una las cosas que me ha hecho, incluido el asesinato de mi hijo.
(…)
A las horas volvimos a casa de mis padres, Ramiro se quedó conmigo y al día siguiente se fue temprano dejándome con Paz y mi madre para ir al centro comercial, compraríamos los materiales al tener algunas ideas para el vestido, no tenía nada definido y eso sería una ventaja para mí al tener más excusas para estar con ella.
—Debiste comprar el vestido ya hecho, al menos nos habría tomado un día adquirirlo al estar listo —se quejó mi madre al ver que estaba indecisa con los colores.
—Entonces no significaría tanto y quiero que mi boda sea perfecta —respondí sin darle mucha importancia para que notara que no me afectaban sus palabras.
—¡Tengo mucho por hacer y tú solo pierdes el tiempo escogiendo una tela! —reclamó al borde de perder la paciencia.
—Entonces ve a hacer lo que tengas que hacer, Paz y yo podemos hacer esta parte sin ti.
Estuvo a punto de hacerme un escándalo por mi altanería, pero Paz intervino recordándole que estábamos en público y que de igual forma podía irse tranquila ya que ella me estaría cuidando… por no decir vigilando.
—Bien, pero no la pierdas de vista, que esté tan sonriente no es una buena señal —advirtió mi madre lanzándome una de sus miradas asesinas que ya no me dolían.
Y pensar que vine solo para evitar que Ramiro la asesinara junto a mi padre…
—No te preocupes, además, se supone que las bodas hacen felices a las novias, pero el matrimonio te amarga igual que a ti —no puedo creerlo, pero sentí que dije eso en el mismo tono que la muñequita plástica de Sanem…
Paz le insistió para que se fuera mientras yo le sonreía orgullosa moviendo mi mano en señal de despedida.
—Eres el colmo, yo intentando no darle motivos y tú alterándola más —riñó Paz conteniendo su risa.
—No te hagas que las dos sabemos que ella es una víbora, antes no sé cómo hiciste para soportarla tantos años de amiga.
—Tu madre no siempre fue así, la vida le dio duros golpes que la amargaron y ella optó por consumirse en esto.
Era la primera vez que me contaba algo del pasado, lo más curioso es cuán afectada se ve despertando mi curiosidad.
—¿De qué golpes hablas?
—Es una larga historia y ahora no debes pensar en eso, mejor sigamos buscando, ve que no tenemos tiempo para hacer tu vestido.
Lo dejé así por el momento, pero le sacaría toda la información después cuando llegáramos a la casa.
—Paz, antes de continuar, quiero saber si has hablado con Ali o tienes algún contacto con él.
—No lucecilla, no sé nada de mi hijo desde hace muchos meses, pero sé que Dios lo estará cuidando y algún día lo veré otra vez.
Se veía dolida, pero no podía perder la esperanza todavía, sin embargo, es extraño que no se haya contactado con ella a sabiendas que estaría en Barcelona, a no ser que quisiera olvidarse de mí al saber que decidí volver con Ramiro y en la última pelea que tuvimos dejó en claro que no soportaría verme de nuevo con él…
—Mejor sigamos que veremos más cosas hermosas, quizás alguna sorpresa nos traiga el camino que te levante el ánimo.
Continuamos recorriendo todo el centro comercial, veíamos sin comprar mucho, pero sí me encontraba bastante desanimada al pensar en Alison, él era mi mejor opción y ahora no sabía qué pensar o hacer al respecto.
—Lucero, ¿estás bien? Te ves pálida.
—Sí, esta mañana no comí nada, quizás me falte algo de sal.
—Vamos al baño para que te pongas un poco de agua en la cara y después iremos a la zona de restaurantes.
Solo asentí y la seguí, extrañamente sí me sentía un poco mareada, pero no era para menos solo de pensar en la situación que me encontraba. Al llegar, vi a los guardias de Ramiro quedarse cerca del baño y ella cerró la puerta con seguro, realmente estaba pálida y aun cuando coloqué agua en mi rostro la sensación en mi pecho no desapareció, así como tampoco me resignaba a perder las esperanzas.
—Paz, te lo suplico, si Alison se contacta contigo avísame, necesito hablar con él cuanto antes —su sonrisa se ensanchó confundiéndome.
—Yo también tengo mucho por hablar contigo Lucero, pero más es lo que tengo por reclamarte.
—Y no es el único con una larga lista de reclamos, Lucero de Almeida.
Mi corazón se detuvo al escuchar esas voces, apenas y pude girarme sin soltar el lavabo viendo las dos imponentes figuras frente a mí.
—Alison… Sharif…
LuceroSi hace cinco segundos sentía un poco de mareo, ahora el mundo se me venía encima al tener nuevamente a Alison y Sharif frente a mí.Sin salir de mi asombro, caminé hasta ellos llegando a perder el equilibrio, pero ambos me tomaron dándonos un fuerte abrazo los tres, aquel que tanto necesité en estas semanas desde mi partida de Marruecos, no podía dejar de llorar al saber que de nuevo los tenía conmigo y más ahora cuando tanto los necesitaba, cuando por poco creí que tendría que escapar sola.—No llores mi Luz, por fin estamos contigo —no hay forma de describir lo que sentí al escuchar la voz de Sharif en mi oído.—No imaginan cuánto los necesité.—Nos hacemos una idea, pero ahora no tenemos tiempo y tienes que escucharnos Luz —dijo Ali separándonos sin llegar a soltarme de los brazos, ya que seguía tambaleándome un poco.—Vamos a sentarla, me preocupa que se desmaye —sugirió Sharif y ambos me acomodaron en un pequeño banco que había en el baño.—Escúchame muy bien Lucero —Ali
LuceroAlgunas horas después regresamos a casa de mis padres, mi papá se quedó conmigo acomodándome en la recámara en lo que Paz estaba en la cocina preparándome algo ligero de comer. No podía digerir nada de lo ocurrido, es como si otra vez la vida no me diera tiempo de hacerlo sino que debía aceptar cada hecho que viniera y esquivarlo o afrontarlo con la mayor rapidez del mundo, pero el mayor problema era que ahora debía hacerlo con un bebé en mi vientre.—¿Quieres que te traiga algo? —la pregunta se escuchó a lo lejos siendo sus manos en mis hombros lo que me hizo prestarle más atención. —Hija, sé que esto es difícil de creer, no imaginas cuán sorprendido estuve yo cuando tu madre me dijo que vendrías al mundo, pero no me he arrepentido un solo día.¿Arrepentirme? Jamás podría arrepentirme de llevar un hijo de Sharif considerando el gran amor que nos tenemos y el cual nos demostramos bajo muchas circunstancias, pero Ramiro… él era otra historia, o más bien, mi pesadilla hecha reali
Lucero Llevaba un par de días en casa de mi padre, hasta ahora él y Paz han estado al pendiente de mí igual que los hombres de Ramiro, me he tomado mi tiempo para revisar las salidas de la casa desde puertas y ventanas hasta los alrededores, por mucho que quiera no podía atenerme a la idea de que Karhel aparecería a tiempo y menos si desconocía la situación, así que debía adelantar trabajo entreteniéndome con algo. Asimismo, la relación con mi padre se ha tornado un poco confusa para mí, pese a que hemos salido los tres, ya que él quiso acompañarnos para que no cargara nada y de vez en cuando opinaba cuando se emocionaba en silencio con alguna idea, no dejaba de tener un conflicto interno entre su pasada ausencia dejándome desprotegida en manos de Rosario a la vez que me gustaba ver este nuevo hombre junto a mí, uno que gustaba de abrazarme para resguardarme, que estaba al pendiente en si quería algo de comer, descansar o cualquier otra cosa que se le ocurriera y de vez en cuando ve
LuceroDespedí temprano a mi padre y cerré todas las puertas y ventanas con seguro, no contaba con mucho tiempo, así que hice un barrido por toda la casa comenzando en la habitación de mis padres, fui cajón por cajón, revisé entre prendas y también el armario, pero no había nada.Después pasé al despacho de mi padre, era demasiado por buscar al poseer una biblioteca tan grande, pero no podía rendirme. Me tomó un tiempo ya que debí mover algunas cosas bastante pesadas y no quería sobre esforzarme por el bebé, supongo que el miedo a perderlo está muy latente aun con Ramiro lejos. Por desgracia recibí una llamada de Paz indicándome que saliera para acompañarla a otro lugar, aunque todavía quedaban un par de cajones en el escritorio que estaban bajo llave y un sector de la biblioteca por revisar, lo que tendría que esperar hasta mañana.—¡Rayos!Tropecé con el escritorio golpeándome fuerte en la pierna, pero el ruido que hizo al moverse fue lo que me alertó. Revisé el suelo que era de mad
Día de la partida de Lucero. Alison Verla irse con ese infeliz fue demasiado doloroso y lo peor fue tener que quedarme quieto para evitar que la matara frente a nosotros, para colmo, Sharif se encerró en el despacho desde su partida, se negó a hablar con alguien y ni qué decir de Amal y Ahmed quienes estaban destrozados. Increíblemente mi hermana supo ganarse el corazón de Marruecos en muy poco tiempo y no es para menos, pues ella siempre fue así, sabía ganarse honestamente el cariño de la gente… con sus excepciones. Por otra parte, debí contener mis lágrimas al pensar en cómo ayudaría a mi hermana, no podía hacer nada por ahora y lo único que tenía seguro era que estaría en Barcelona, pero podía ser una trampa y Ramiro quizás la llevaría a otro lugar, entonces recordé lo que ella me dijo sobre Karhel e ingresé a la casa para buscar a Amal, tenía que contactarlo cuanto antes, mas fue el rostro del hombre que estaba de pie en mitad de la sala lo que me dejó helado de pies a cabeza.
Alison—Después de dos tortuosos días en Marruecos soportando el interrogatorio de Sharif, ¡por fin estamos en Barcelona! —exclamé en cuanto bajamos del avión.—¿Tantas ganas tenías de volver?—Abiud, Barcelona es la tierra que me vio nacer y en esta exquisita piel corren las aguas catalanas.—No me lo tomes a mal, pero tú no te ves precisamente como un español, más bien pareces suizo o norteamericano.—Eso es porque saqué la belleza de mi madre quien es de Austria, aunque vivió desde la adolescencia en España al trasladarse mis abuelos por trabajo.—Interesante ¿Y tu padre?—No lo sé… Nunca le ha gustado hablar del pasado, mucho menos de su lado de la familia. Mi madre dice que hace años tuvo una fuerte discusión con sus hermanos y su padre llegando a distanciarse de todos ellos, pero no está confirmado nada y nunca me interesé en buscarlos.—¿Por qué? Se trata de tus raíces.—No lo sé, quizás porque estaba más ocupado en ponerme de rodillas para rezar evitando los castigos, hasta qu
AbiudTres días, solo eso hemos estado en Barcelona y no sé cuál día fue peor. Para empezar, la primera noche que pasamos en la ciudad, Alison no quiso mencionar una palabra más tras vomitar, sino que se dedicó a ver uno a uno los documentos pese a que fue su idea dividirnos el trabajo, hice lo mismo hasta que el cansancio me ganó percatándome a la mañana siguiente que él seguía despierto con unas terribles ojeras.Flashback—¿A qué hora te acostaste? —pregunté al verlo todavía en el escritorio.—Eso qué importa —contestó de mala gana.Me acerqué, él seguía leyendo los documentos, se veía demasiado mal y ni siquiera quiso tocar la cena, que por cierto, valga decir que la supuesta cena romántica la terminé cancelando porque él no escuchaba razón alguna de mi parte.—Alison, necesitas descansar, no servirá de nada que te mantengas despierto por días y cuando vayamos por ella estés enfermo.—¿Enfermo? —recalcó sacando las garras. —¿Enfermo dices? ¡Enfermo está ese bastardo de Ramiro Díaz
Abiud Salí rápidamente con la esperanza de que Alison ya hubiese regresado, pero al abrir la puerta, lo encontré en la tina que estaba en mitad de la habitación con dos rodajas de pepino en los ojos, música y una copa de vino tinto en la mano. ¿Acaso crucé a un mundo paralelo, o me equivoqué de habitación y ese no es Alison sino alguien más? —¿Alison? —¿Sí? —¿Qué haces? —Rejuveneciéndome. Recién acabo de volver del spa donde me hicieron un increíble masaje, me colocaron una mascarilla corporal de chocolate, estuve en el sauna y ahora degusto mi vino de cortesía en esta increíble tina que no había estrenado —respondió con el mayor deseo del mundo sin dejar de “verme” con las rodajas en los ojos y dándole un trago al vino cual diva. —¿Te encuentras bien o esto es otra forma de expresar tu tristeza y frustración? —No más de eso, Sabbag —respondió con total seguridad. —Esas tonterías me hicieron perder mucho tiempo y sé que el infeliz de Ramiro está lastimando a mi hermana, pero t