—¡Armand te dije que no corrieras! –Grito la voz de la mujer quien por fin alcanzaba a su hijo el cual era tomado de los hombros por aquel hombre de mirada penetrante.
—Lo… lo siento –expreso con algo de miedo el muchacho sin aun zafarse del agarre de ese hombre quien le seguía tomando por los hombros.
—¿no crees que sería mejor soltarle Frank? –pregunto algo burlón el sujeto que le acompañaba, al cual pudieron reconocer por su cabello rubio y ojos azules los cuales miraban al azabache quien solo respondió con su monosílabo colocándose de pie.
—¿le conoce? –Pregunto el azabache mirando directamente a la rubia quien como acto involuntario se le sonrojaron las mejillas con nerviosismo por la situación.
—Lamento mucho el accidente, espero que Armand no les haya causado problemas –expreso la rubia con algo de pena y las mejillas levemente sonrojadas mientras tomaba la mano del pequeño— te dije que no corrieras niñito desobediente, pídele disculpas a este señor –ordeno la rubia con autoridad frente al niño.
—Lo siento, deje que la emoción me dominara –expreso algo apenado el pelirrojo sonriendo nervioso ya sintiéndose más seguro de la mano de su madre.
“Por un momento pensé que podría haber sido Gabriel” pensó con algo de decepción el Maxwell quien suspiro con paciencia. — No es problema, descuiden –expreso mirando a aquella mujer de cabellos rubios.
Poca atención había prestado a la madre del pequeño. Sus ojos se concentraron muy disimuladamente en ella. A pesar de que el niño parecía no tener más de 4 o 5 años, ella era joven, demasiado. Su rostro perfectamente arreglado, sin mucho maquillaje, pero con su delineador puesto y sus pestañas encrespadas haciendo que aquellos ojos jades miraran con inocente seducción involuntaria a sus ojos. Aquella falda corta y blusa les daban un toque muy sensual y femenino junto a los tacones, más sin embargo sus ojos y su cabello fueron lo que atraparon su atención, rubio, casi blanco, y verde, no era una combinación muy usual, pero a ella le iba bien.
—Hey hombre ya despierta –expreso burlón el Douglas mirando al azabache quien le golpeo sin siquiera mirarlo, estaba tan acostumbrado que podía darle sin siquiera mirarle—
—Te he dicho que no me llames hombre maldito idiota –reclamo el azabache mirando con fastidio al rubio quien solo se sobaba la cabeza y susurraba unas cuantas maldiciones.
—Mamá, ¿Qué significa idiota? –Pregunto el pequeño que, aunque supiera mucho, habían “cosas” que él no sabía, entre esas cosas, insultos.
—Te lo diré cuando seas grande hijo – expreso con una nerviosa sonrisa la mujer de cabello rubios quien aún sujetaba la mano de su hijo. — después, cuando tengas unos 20 años –pensó con voz desalentadora, quería mucho a su pequeño como para que creciera tan rápido, aunque ya encontraba que esos cuatro años habían pasado rápido.
—Así que es su hijo, lastima –pensó con algo de resignación aquel azabache mirando a la rubia y al pelirrojo con algo de envidia, el desearía estar así con su pequeño en aquel momento—
—Llamado a los pasajeros del vuelo 401 destino a Londres, se les solicita pasar a registrarse y dejar sus equipajes con los encargados –se escuchó hablar en el altavoz el llamado que para la rubia no pasó desapercibido.
—Ese es nuestro llamado Armand, pero esta vez no te me escapes –le hablo en tono severo al pequeño pelirrojo la madre peligrosa sin en ningún momento soltar la mano de su hijo—
—No lo volveré a hacer, lo prometo –expreso con algo de fastidio el pequeño, él consideraba que su madre le trataba como un bebito a pesar de que él se consideraba bastante grande para que le hablaran así.
—Si nos disculpan, ya debemos irnos, de verdad lamento lo ocurrido – se disculpó finalmente la Grant sonriendo de tal forma que a ambos hombres le llamo la atención, claro que se calmaron enseguida al ver el aura oscura y sonrisa maniaca del pequeño que les miraba con el ceño fruncido, era la primera vez que veían a un niño actuando así.
—Sí que es posesivo –pensó el rubio con una gota anime en la cabeza mirando al pelirrojo.
—Tranquilo, ya vete con tu madre, cuídate y hazle caso, sino seguirás chocando con la gente –expreso con una tenue sonrisa el azabache, sonrisa que contagio al pequeño quien sonrió asintiendo con la cabeza, esa mirada dulce era muy diferente a la mirada fría que primeramente sintió sobre su pequeño cuerpo.
—Señor… huele bien –expreso sonriendo el pelirrojo dejando con el signo de interrogación en la cabeza a ambos hombres.
—Ya vamos Armand, con su permiso –aviso su andar la rubia quien llevaba nuevamente de la mano al pequeño, mas esta vez caminando, y dejando a los dos hombres mirándole la espalda a ambos.
—Oye hombre, jamás te vi sonreír así, el golpe te afecto o esa chica te gusto –sonrió de forma picara el rubio mirando acusadoramente al azabache quien le salió una gota en la cabeza por la inmadura actitud de su amigo.
—No es eso tonto, es que… ese chico… se me imagino Gabriel –comento al aire el azabache mientras observaba la figura de la rubia y el pequeño pelirrojo perderse entre la gente, en realidad hablando más para sí mismo que para el rubio.
—¿Gabriel? –pregunto asombrado el rubio, jamás el Maxwell había comentado algo así, ni siquiera cuando veía a niños parecidos al suyo mientras buscaron esos cuatro años casi de orfanato en orfanato.
—Si… por un segundo creí que sería el, tiene cabello rojo y ojos negros, además parecía tener más o menos cuatro años, la edad que tendría Gabriel, de verdad que era igual a él –comento casi como un lamento el Maxwell al ver perderse a aquellas dos personas y luego mirar a los ojos a su amigo ojiazul quien le miraba con seriedad.
—Sácate esa idea de la cabeza hombre, ya viste, él tiene a su madre al lado, esa chica era preciosa –comento el rubio sonriendo de oreja a oreja recordando la amplia sonrisa que ella les había regalado anteriormente como disculpa.
—Tú sabes que eso no me interesa, pero si, era bonita –afirmo el azabache como que no quiere la cosa recordando cada detalle de aquella chica. — mejor que eso, esa rubia era preciosa, y esos ojos verdes y sonrisa son hipnotizantes, ese niño sí que tiene suerte, no me extraña nada que encele tanto a su madre, debe tener a mucho hombre tras de ella –pensaba con algo de diversión el azabache recordando ahora la sádica expresión del pequeño pelirrojo dirigida a ellos cuando se habían sonrojado levemente.
—Lástima, ese niño tenía como cuatro años y ella no aparentaba más de 23 años, debió ser madre soltera –comento el Douglas mientras negaba con la cabeza con algo de decepción, las chicas más lindas siempre “metían la pata” según su percepción.
—Deja de hablar estupideces y camina tonto –ordeno con prisa el azabache, por aquel incidente casi olvidaba para que había viajado hasta Inglaterra, aquello lo tomaría como una buena señal, quizá estaba en buen camino.
—¡Que no me digas tonto! ¡Y espérame hombre! –grito el rubio al verse solo y luego salir tras del azabache quien se le había adelantado.
—Esa chica era muy linda… si tan solo Susan hubiera sido así de cariñosa y preocupada con Gabriel –pensaba cabizbajo el Maxwell recordando lo que pudo ser su vida, a su hijo y teniendo miles de cosas en la cabeza todo al mismo tiempo.
Ya eran las 12:30 del mediodía, el recorrido fue muy breve ya que sabían exactamente dónde ir. Aquella oficina lo desesperaba, no aguantaba más, necesitaba saber bien las cosas.Papeleo y papeleo, mucho papeleo, más de lo que estaba dispuesto a aguantar. Se paro golpeando el escritorio con las palmas abiertas y su ceño fruncido, eso era el colmo, y su paciencia había llegado al límite.—¿Cuánto más tendré que esperar? –Pregunto con el ceño fruncido al máximo el azabache mirando a aquel sujeto que se encontraba buscando entre un montón de archivos——¿sabe cuántos niños llegan aquí cada mes de cada año? –pregunto con molestia el director de aquel lugar, si bien tenía paciencia ese sujeto de cabello negro le estaba desesperando como pocas personas lo habían logrado.—Tranquilízate Frank, con apresurarte nada logras, esperaste cuatro años, esperar unos minutos no es nada –expreso con cierta seriedad el Douglas, él no era así, pero podía ponerse en ese plano cuando de calmar a su amigo del
Destino…Casualidad…Son dos cosas que se llevan muy bien a veces, sobre todo cuando quieren burlarse un poco de la gente haciéndola vivir cosas más importantes de las que creen.Como con cierto azabache.Casualmente, en el mismo mercado vemos a un pelinegro caminando entre las tiendas, buscando sus proviciones despues de una busqueda infructuosa, pero este no iba solo, la razón de su estancia en aquel lugar era acompañar a su rubio amigo.Conocían aquella cabellera rubia combinando a esos jades ojos brillantes de alegría, era inconfundible, sobre todo porque a su lado estaba la razón del porque le conocieron. El pequeño pelirrojo tenía una mirada algo fastidiada y sus brazos cruzados, se notaba que tenía poca paciencia y que su madre gozaba viendo sus berrinches.—Oye… yo los conozco –expreso con asombro el azabache mirando a la mujer de cabellos rubios y al pequeño quienes le miraron con asombro también.—¿nos conocemos? –preguntaba el pequeño tratando de hacer memoria, le parecía c
Aquel lugar estaba lleno de familias, era un restaurant común y corriente, Emily y Armand, habían sido arrastrados hacia él, quizás, en la mente de Jhon esa buena mujer y su colega hacían una buena pareja, y realmente esperaba que quisiera conocerla, pues no le caería nada mal a Frank tener una hermosa luz en medio de sus tormentosas tinieblas, y algo le decía, que Emily era perfecta para ello. Cada uno pidió su propio plato y por obviedad el rubio con su sagrado ramen, más lo que asombro al mismo rubio fue que al igual que su amigo azabache, el pequeño pelirrojo prefería comer arroz blanco con algún acompañamiento. La conversación era muy amena y una vez terminada la comida, los adultos se quedaron en aquella mesa mientras que el pequeño fue a unos juegos que había en el patio del lugar, donde estaba lleno de muchos niños.—Así que vienes del sur de Inglaterra — expreso con interés el azabache, después de todo, la había conocido junto al pequeño en el aeropuerto de esa ciudad, era al
—¡Armand te he dicho que no te comportes así! ¡Es muy irrespetuoso hablarle a dos adultos de esa manera! — expreso con molestia la rubia como reprimenda al pequeño y sacándole otra gota más a sus acompañantes. —Está bien mami — sonrió feliz el pelirrojo abrazando a su mamá como quien chiquito de 5 años soborna así a sus padres para no ser regañado. —Ya vámonos — suspiro derrotada la rubia, tomando la mano del niño comenzando a caminar mientras el pequeño pelirrojo sonreía de lo más feliz, él sabía perfectamente cómo hacer que su mamá le tuviera en la categoría de “niño bueno”, aunque esa apariencia dulce solo la mostraría con ella, con los demás, no le importaba ser un demonio si era necesario. —Es muy bonita, ¿no hombre? –Sonrió pícaramente con mucha diversión el rubio pegándole leves codazos a su amigo azabache quien suspiro tratando de no golpear nuevamente a su amigo. Asintió pensativo el rubio, el 50% de su cerebro aún estaba procesando lo que ahora pasaba en su vida, el encu
—Solo prométeme… que no volverás a llorar por mi causa –pidió el pequeño quien miraba el plato de cereal y leche con los ojos vacíos, sin expresión alguna.Sus jades se abrieron de par en par por lo que el pequeño decía, realmente estaba asombrada. Sabía lo mucho y demasiado que ese niño le quería, sabia lo mucho y demasiado que deseaba estar a su lado y hacerle feliz, pero él como todo niño, se hacen un problema en algunas ocasiones y él con lo inteligente que es, se daba cuenta inmediatamente de esas ocasiones. Tal vez un aspecto negativo del pelirrojo que ella jamás pudo controlar fue cuando este se sumergía en su propio mundo, como en ese instante. Si quería llorar o gritar lo ocultaba, aunque ella ya sabía perfectamente en que ocasiones pasaba, después de todo ella le crio desde la cuna, debía aprender a conocerlo, quitarle algunas mañas. Pero la sangre puede más que la costumbre… Se paró de su asiento hasta llegar con el pelirrojo al cual abrazo con mucha fuerza. Sonrió enter
En aquel enorme edificio, fuera se podía observar una gran furgoneta en la cual había bastantes niños. Al momento de que esta arranco, en la entrada a aquel edificio vemos a un pequeño pelirrojo y su madre rubia entrando.El lugar era muy amplio, pero lo que le sorprendió primeramente fue el tipo de gente que se encontraba en aquel lugar. No era de las típicas empresas donde había solo gente linda, parecían ser personas más corrientes de lo que deberían ser, claro, todos arreglados, con sus uniformes y todo, pero realmente le asombro ya que en cada lugar donde antes trabajo no era así.—¿Emily? –escucho llamarle a una voz sumamente conocida para ella.—Hola Jhon –saludo sonriente la rubia al ver luego al rubio acercarse a ellos con una amplia sonrisa en el rostro.—Hola tío Jhon –saludo el pequeño con una gran sonrisa, igual a la de aquella rubia, cosa que de cierta forma enterneció al rubio——Que gusto verlos ¡de veras! ¿Qué haces por aquí? –pregunto divertido el rubio mirando a la s
Ya había perdido gran parte de la mañana, cosa que lo tenía bastante molesto, más su irritación paso hace unos cuantos minutos. Miro al rubio quien caminaba callado a su lado, sabía que si abría la boca quedaría con más vendajes que una momia, con los que tenía ya le bastaban, después de la tremenda tunda que le había hecho vivir, no lo creía capaz de seguir con ganas de fastidiarlo.Al menos por unas míseras horas.No importaba, al menos tendría tranquilidad en su oficina. Miro su reloj, las once con treinta minutos, ¡Perfecto! Ya se había ido casi toda la mañana entre la persecución, la tunda y la enfermería para el rubio, y lo peor de todo, aún tenía tres míseros problemasUn puto balance sin cuadrar, porque Alfonse había faltado justo ese día.Sin secretaria porque Carla había dado aviso de que salía por periodos legales antes de tener a su bebe, él ya sabía, pero había olvidado encontrar reemplazo por todo lo que había tenido que hacer últimamente.Y un sistema de computación sin
En otro de los pisos de aquel edificio, una rubia mantiene en sus bracitos a un pequeño bebito, esta tenía ojos azules y cabello negro. Tomaba su mamila con mucha ternura, aquel bebe no tenía mucho más de seis meses y aquella rubia sonreía enternecida. A su lado estaba un rubio de ojos azules mirando con alegría a aquel bebe, sin duda alguna, aquella era una ayuda bastante buena para él.—¿entonces cuando llegara Claudia? –Pregunto la rubia de cabello largo a su acompañante aun sin dejar de alimentar al pequeño en sus brazos.—Llegará, creo, el jueves, ya han pasado dos semanas de que se fue de viaje, lástima que no pudo llevar a Samantha para que Jaden le conociera –expreso el rubio mirando al pequeño quien se había terminado la leche. — ven aquí pequeño –sonrió tomando a su pequeño en brazos y sobándole la espaldita.—Es muy pequeño para viajar en avión Jhon, ya lo sabes, además de que la familia de Claudia ha tenido suerte últimamente, claro, por el contacto que tú les hiciste – ha