Tío Frank se comportó extraño antes–la voz de la niña del grupo se escuchó, haciendo que ambos chicos pararan su paso para mirarle ya que iban delante de ella— Ahora que lo mencionas, no se ha comportado igual desde que supo lo tuyo Armand–el pequeño ojo castaños fue ahora quien hablo de manera tal que ambos hermanitos se quedaron mirando al pelirrojo esperando una explicación— Eso es porque no sabe cómo ser papá y yo aun no acostumbro la idea de que es mi padre, tomara tiempo para que actuemos más naturalmente, mientras, se que estará algo aprensivo, pero fuera de lo que crean, lo disfruto bastante, no me molesta en lo absoluto–si, lo disfrutaba bastante, es decir, nunca supo lo que era el sentimiento de protección paterna, ahora podía distinguir que era sumamente diferente a los cuidados de su madre, el siempre fue el hombrecito de la casa para la rubia y ahora por fin podía decir que tenía un padre quien le cuidara— Que suerte, mi padre es muy aprensivo con Ainara, conmigo ya no
Estaban tirados en el suelo de otra forma los arbustos no podrían cubrirlos del todo. Tenía una mano sobre la cabeza de su amigo de ojos chocolate para que se mantuviera abajo y también mantenía su mano sobre la boca de la pequeña de su amiga quien sino estaría llorando a todo pulmón de miedo. ¿Cómo habían llegado a eso? ¡gracias por el conejo! –Expreso feliz la pequeña castaña abrazando el conejo, después de más de 5 intentos, por fin había logrado ganar el conejo— Su orgullo Maxwell no le dejo dar pie atrás Suertudo –susurro con un enorme tic nervioso el hermano mayor de la pequeña— Habilidad querido amigo –sonrió con orgullo Armand llevándose una mano al pecho y cerrando los ojos con aires de superioridad— Gracias por ganarlo para nosotros –la voz saco a todos de su pequeña nube al darse cuenta de que una no muy buena mirada de otro chico, no muy diferente de la edad de ellos, tenía posada sobre ellos— Vete de aquí buscapleitos –dijo con una despectiva mirada el pelirrojo co
No corrían, pero el paso si era rápido. Al llegar al puente pudieron observar a mucha gente esperando que ya fuera la hora de que las campanas sonaran. Sin saber cómo, la rubia fue la que guio el camino entre la gente hasta que diviso al borde del puente a su pequeña sentado con los ojos cerrados y a su lado, también sentada, la pequeña de cabellos plateados a la que distinguió muy bien, era la misma niña a la que Armand había salvado en Londres antes de la navidad. Casualidades de la vida ¡Armand!–exclamaron felices todos los del grupo nombrando al pequeño quien abrió los ojos para ver llegar a quienes esperaba— Enseguida fue la rubia quien se agacho a ver al pequeño pelirrojo, este solo sonrió de manera nerviosa al ver el rostro preocupado de su madre, sabía que no estaba del todo bien. Tenía varios golpes, unos cuantos moretones y unas pocas heridas. ¡¿Cuándo aprenderás a no preocuparme Armand? ¡¿Cuándo?–exclamo la rubia con rostro de reproche total al pequeño quien pego un son
“Emily, ¿quieres casarte conmigo?” Vaya, no podía creer cuanto ya había pasado desde esa pregunta, ya era un mes, se le notaba poco a poco su pancita, se le pasaban poco a poco los efectos de mareos y siendo sustituidos por antojos y sensibilidades de las que ni ella había creído tener nunca. Todo volvía a su relativa normalidad. El trabajo y la escuela eran la metódica diaria, uno que otro juicio, una que otra llamada de Susan intentando quien sabe que cosas, eso no importaba, ahora estaba del todo feliz y segura de lo que hacía. “claro que acepto Frank” Miro su mano, esa donde ahora reposaba aquel anillo de oro blanco y jade rodeado de circones, sin duda jamás se espero portar un anillo así en su vida. Recordó como lloro de felicidad abrazando a Frank cuando este se lo dio, en realidad ese hombre era todo lo que una mujer podía querer, todo eso y más. Aunque debía admitir que le tomo por sorpresa aquella petición, se la esperaba muchísimo más adelante, si es que de verdad llega
El día comenzaba, apenas estaba amaneciendo. El sonido de un cerrojo y luego la luz entrando a una habitación se hicieron presentes. Por la puerta entro primero el azabache dueño de aquella mansión y seguido de él, dos personas, la rubia y el pequeño pelirrojo quien aun no entendía nada de lo que allí sucedía. Al prenderse la luz, los ojos negros del pequeño se agrandaron de la impresión. Aquella habitación tenía paredes de un color celeste muy suave, dibujos de nubes y autitos pintados en aquel tenue color celeste, un estante repleto de juguetes, un armario con las puertas semi abiertas donde se notaba había mucha ropita de bebe. En medio de aquella habitación, una cuna, amplia y cómoda, lo curioso fue que al lado de esa cuna, había otra cama, una más pequeña, objeto que llamo por demás la atención de ambos quienes miraron automáticamente al azabache. Cuando Armand era bebe, yo dormía aquí para vigilar que Susan no intentara nada malo, además de que ya no la soportaba, mucho menos
CulpableEl sonido de aquel martillo resonó en toda la habitación. El rostro pálido de aquella persona no se hizo esperar. Quería gritar y mandar a todos al infierno, quería salir corriendo de allí, escapar, eso no podía estarle pasando, no a ella, no, definitivamente eso debía ser un sueño.Por las pruebas mostradas en tribunales, tanto de testigos presenciales como evidencias físicas, condeno a Susan Relish a 40 años de presidio sin beneficios carcelarios bajo la razón de homicidio frustrado con dolo, homicidio realizado con dolo con responsabilidad sobre quienes murieron en el incendio de hace 5 años en el orfanato de Inglaterra, a 20 años más por el delito de violación de patria potestad bajo la causa de adopción sin consentimiento del padre, y a parte otra condena de presidio calificado sin beneficios carcelarios por manejo totalitario de la empresa que debió ser heredada en primera instancia a Emily Relish, he dicho –volvió a sonar el martillo del juez encargado al mismo segundo
Dios… sálvame por favor… —rogaba cierto rubio hecho piedra— Tarado –pensó el pelirrojo quien se sentaba a su lado mirando a su mejor amigo con una gota en la cabeza, no todos los días lo veía babear como un idiota, aunque la situación era ya común— Se preguntarán, ¿Qué situación?, pues si se ve de lejos, la escena es un salón de clases. Todos estaban muy concentrados en aquel papel blanco que yacía en sus bancos, bueno, casi todos, la excepción como podrán adivinar era el pequeño rubio Douglas a quien le salía el alma por la boca, sin duda alguna esa era su peor pesadilla. Si, acertaron. Examen de matemáticas No podía ser… ¡Apenas había pasado de grado! ¡¿Cómo esperaban que supiera hacer solo ecuaciones? Hacerlas con la ayuda de Armand, aunque en realidad el hiciera sus tareas a cambio de que realizara las de ingles de este, era una cosa, y ponerlo a hacerlas solo era un castigo. ¡Debieron inventar las matemáticas como medio de tortura medieval! Penso el pequeño Douglas quien ten
Sus grandes ojos jades se veían cansados, pero aun así sonreía como no recordaba haberlo hecho en mucho tiempo. Allí no habían muchas personas, solo estaba el rubio Douglas quien hizo de chofer para ellos cuando las contracciones habían comenzado, y el Maxwell quien tuvo que aguantarse todo sus dolores hasta que llegaron a la clínica, realmente había sido una odisea. No importaba, ahora veía feliz aquella escena donde Frank tenía entre sus brazos aquel pequeño bultito de color rosa mientras con una de sus manos tomaba la pequeña mano de aquella bebita. Habían comprado todo de rubia, desde que el medico les dijo que era niña, claro que la habitación ya estaba pintada, ese pequeño travieso con complejo de adivino realmente había dado en el blanco, otra vez, debería cobrar por hacer predicciones. Los ojos de todos se centraron en la puerta cuando pasos acelerados se escuchaban, casi como si una multitud estuviera corriendo por los pasillos. La puerta se abrió de golpe dejando ver al p