— ¿Así que mi madrastra se atrevió a dar el paso de tentarte? — Típico de ella – Steve concluyó, después de que Emma le confesara toda la conversación desagradable que tuvo con la Sra. Brown, en lo que él comía, como si no hubiese un mañana. — Este es el anillo que me dio como soborno para que le informara todo en esta casa con respecto al bebé – le pasó el costoso anillo que había estado guardando con cuidado — En realidad no quería aceptarlo, pero ella me dejó sin opciones. — ¿Tienes una idea de cuánto puedes sacar de este anillo? — No es para hacerse millonaria, pero sí para escaparte con el bebé y empezar tu vida lejos – le dijo Steve, mirándola con seriedad. — Usted, no pensará que yo he considerado traicionarlo – Emma le respondió con una mezcla de asombro y enojo. — ¿Lo harías Emma? — ¿Te imaginas lo bien que te pagaría esa arpía por saber los secretos detrás del bebé? — Y qué mejor persona que la propia madre del niño – Steve no dejó de examinarla con sus profundos ojo
Emma se debatió entre quedarse con el bebé o ir a ver a la manda más de la hacienda.Revisó la radio, porque le parecía muy raro que no la hubiese escuchado, y cuando buscó en el compartimento de las baterías, resultó que faltaba una.Emma recordó a la doncella que entró cuando ella estaba en el baño por la mañana.De seguro fue esa lamebotas quien hizo esta maldad, pero sabía que dar las quejas era por gusto y más, cuando seguro seguía las órdenes de su jefa.La pelinegra rebuscó en la mesita de noche, donde afortunadamente tenía más repuestos, comprobó que funcionaba y decidió seguir la corriente para no buscarse problemas.Por mantenerse al lado de su hijo, haría lo que fuera.— Cierra la puerta cuando pases – Jennifer la recibió, mientras le daban un masaje en la espalda.— He estado mirando que tienes mucho tiempo libre porque el bebé, pasa casi todo el tiempo durmiendo o tranquilo en su cuna, así que he hecho un horario para tiComenzó a decirle y le hizo señas a su doncella par
Steve se quitó la corbata y tiró el saco sobre el sillón del cuarto.Se abrió los botones de arriba, de su camisa celeste y caminó hacia la puerta que separaba los dos cuartos. ¿Ella seguiría molesta por la discusión de ayer? Ni siquiera lo esperó como anoche. Comenzó a pensar como un viejo resabioso y mezquino.Abrió la puerta de la habitación suavemente y entró sin hacer ruido.Primero fue a la cuna y vio al bebecito con su piyama puesto, que decía “Amo a papá”.Steve sonrió con ternura y acomodó la cobija porque se había destapado.“Descansa hijo mío. Prometo sacar más tiempo libre para pasarlo juntos” pensó mientras acariciaba su pelo oscuro.Luego fue hasta la cama, donde la cara de Emma se iluminaba por la suave luz de la lámpara de noche que siempre dejaba prendida.Steve se sentó en el borde de la cama y se quedó mirándola.“Mala mujer, ni siquiera te preocupas porque el padre de tu hijo llegó muerto de hambre” le reclamó como si fueran una pareja de esposos.Miró su rostro
— Yo no lo odio, solo pensé, que quizás quería estar únicamente con el bebé – ella le respondió, esquivando su mirada y comenzando a pasar con suavidad el jabón por la suave piel de su hijo, mientras el padre lo sostenía con firmeza.— No me molesta que estés con nosotros, no tienes que tratarme tan distante, Emma – Steve suspiró concentrado en cumplir con su parte.— Lo siento mucho si te ofendí con lo del anillo y el tema de mi madrastra – organizó sus ideas y comenzó su disculpa — Es un asunto un poco crítico para mí.— En realidad, no me diste ningún motivo para desconfiar, incluso me estabas contando el incidente. La verdad es que fui un imbécil.— ¿Puedes perdonarme, por favor? — Gírelo para lavarle la espalda – fue la respuesta de la pelinegra que hacía su baño con eficiencia.— Le alcanzo la toalla y puede colocarlo en el cambiador, donde ya están todas sus cositas preparadas.Steve hizo lo que le dijo y sonrió, al ver la cara de complacido, de su rosadito bebé, después del
— Augusto, por favor, reconsidera esto que vas a hacer – Eloísa casi estaba que le rogaba a su esposo, porque por mucho que intentó buscar pistas, nada que pudiese usar, en concreto, contra Steve.En una hora vendría el abogado y el traspaso del 10 % de las acciones sería un hecho, ya no habría vuelta atrás.— Eloísa creo que ya hablamos sobre el tema y de hecho, me tienes un poco cansado de lo mismo— Augusto no levantaba la vista de los documentos que estaba revisando en su despacho.Aunque ya no estaba al frente de la compañía como el CEO, nunca había dejado de trabajar en los asuntos imprescindibles. — Pero, amor, ¿no consideras demasiado raro todo esto del hijo repentino de Steve? – Eloísa no iba a rendirse sin luchar hasta el final.— No sé, qué te pudo haber dicho, pero algo oculta, estoy segura…¡Boom!Un golpe brusco sonó sobre la madera del escritorio, sobresaltando a Eloísa y callándola en el acto.— Supongo, que de verdad has considerado que ya estoy muerto, por lo tanto,
— ¿¡Está todo listo!? – le preguntó Eloísa a su doncella calzándose los altos tacones negros. — Bien, bien, vámonos ya antes de que venga Steve, porque sé que debe estar en su hacienda. — Llamé a la compañía y me dijeron que se tomó el día libre. — Hagamos un escándalo, para ganar tiempo y de paso presionar a esa nana idiota – caminaba desde su inmenso vestidor hacia el cuarto, que llevaba luego a una pequeña sala. — Recuerda, tú eres mi testigo, ¡tienes que decir que la dejé sola un momento y la encontraste husmeando en mis cosas! — ¡No puede haber dudas de que ella robó el anillo! – seguía perfeccionando todo su plan desesperado, donde la inocente de Emma era la víctima protagonista. — Llamaré a mis contactos en la policía y a menos que suelte lo que sabe, no la liberarán ¡Esa nana de pacotilla hoy me dice lo que sabe! — Hay que formar tal show, que Steve no pueda venir hoy, ¡no puede firmar con el abogado! ¡Mi hijastro no! … ¿Steve? Eloísa sintió que de repente la presión co
— ¿Usted, se siente bien? Disculpe, pero creo debería descansar. Emma comenzó a aconsejar a Steve, que entró a su habitación a darle las buenas noticias, de que el bebé era oficialmente un accionista. Pero Emma detuvo su consejo, porque se estaba pasando un poco de la confianza con el dueño.— Quiero decir, es que, disculpe, no debí…— Emma, en serio, me haces sentir como un completo extraño cada vez que me tratas así – Steve suspiró abrazando a su tierno bebé, que estaba entretenido mordiéndose la mano.— Dime lo que tengas que decirme, sin tanto temor.— ¿Acaso parece que te quiero comer? – Steve lo dijo en broma, pero luego analizó la frase y se dio cuenta de que algo sonaba confuso.¿Se quería comer a la Sra. Green?Steve miró la hermosa pelinegra, que ahora se mordía el labio inferior entretenida, pensando indecisa, si hablar o no.Definitivamente, sí se la quería comer, cada día le quedaban menos dudas.— Es que, si es su único día de descanso y además, se nota que no se sient
Al otro día, Steve se levantó con el cuerpo, todo pegajoso de tanto sudar, pero más recuperado.Al menos la fiebre ya había bajado y la cabeza no dolía como si se la hubiesen abierto a la mitad.Miró alrededor buscando a Emma. La recordaba cuidándolo toda la noche, en sus momentos de estar medio dormido.Steve se pellizcó el puente de la nariz suspirando, arrepentido por haberla hecho pasar tan mal momento.Como si no tuviese suficiente con cuidar un bebé a todas horas.Se levantó, estirando todos los músculos adoloridos y caminó hacia el baño, se lavó un poco, cepillándose y se acomodó el nido de cabello negro desordenado que tenía en la cabeza, con algunas canas dispersas por ahí.Antes de bañarse quería verla, decirle que estaba mejor y agradecerle. Caminó hacia su habitación y pasó por la puerta corredera semiabierta.— ¿Emma? – la llamó bajo, con la voz ronca de recién despierto.Sus pasos lo llevaron a la cuna de su hijo, que dormía plácidamente. Como siempre, la ternura era