— ¡Algo me está hiriendo en la mano, me está quemando! ¡Ayúdame, ayúdame o no podré firmar nada con la mano inutilizada! – de repente un grito de ayuda de Steve los sacó de su conversación. — Por todos los cielos calla a ese imbécil que ya no sabe que inventarse, métele un calcetín apestoso tuyo o lo sea en la boca. ¡Se me baja todo de solo de escucharlo! Le ordenó el que estaba entre las piernas de Emma al otro, que con fastidio, dejó de aguantarla y caminó hacia Steve. El magnate suspiró aliviado al ver que su plan surtía efecto. Lo único que se le había ocurrido para separarlos, era esa estúpida excusa. El corazón de Steve le latía con alegría y esperanza, ¡Vladímir, era Vladímir que se había asomado a la salida de uno de los túneles que conectaban con este y le había hecho señales de que se callara! Steve pensó que separar a los dos tipos favorecería el ataque sorpresa, para evitar que uno de los dos diera la alarma o escapara. — Revisa mi mano, me duele, parece que una rat
— ¡Maldit0s desgraciados! ¿Cómo fue que dieron con nosotros? ¡Me aseguraste que ese dispositivo de bloqueo de señal era infalible! ¡No había pasado ni una hora y nos descubrieron! Amaia estaba chillando como loca dentro del auto, ahora que ya había pasado el peligro.— ¡No pude hacerlo firmar y todo fue por sus incompetencias! ¡Mi padre…! – pero no pudo terminar su frase porque el auto dio un fuerte frenazo que la hizo casi estrellar la cara contra el parabrisas.— ¡¿Qué estás haciendo?! ¡¿te volviste loco?!Le gritaba al hombre que se bajó de repente dando un portazo y Amaia comenzó a tener miedo. Miró a su alrededor y estaban en las afueras de unos almacenes del puerto, sin embargo, no había ni un alma a la vista, ¡este lugar estaba desolado!— ¡Sale del auto! – el hombre le intentó abrir la puerta de su lado, pero Amaia la agarró con fuerza, halándola hacia ella, con sus dos manos.Por alguna razón todas sus alarmas se encendieron, ¡este hombre era peligroso y estaba extremadamen
— Contesta Steve, por favor, contéstame amor, esta vez contesta – murmuraba con los ojos rojos, pero nadie le aceptaba la llamada y Emma ya estaba al borde del llanto, no podía creer que vivía esta angustia de nuevo. Tenía hasta hace un momento a su hijo en los brazos, solo se distrajo un momento hablando con Vladímir y lo dejó mirando unas figuras de payasos en la entrada, ¡solo un segundo y lo perdió! ¡Rriiinng, Riiingg! De repente, el sonido del tono de un móvil cerca de ella, la sacó de su agonía mental. Emma corrió hacia el sitio donde vio un celular sobre una banca de madera. ¡Era el móvil de Steve!, ¿qué hacía aquí sonando solo?, ¿qué tipo de película de terror era esta? Antes de encontrar la respuesta, de un momento a otro, todas las luces del parque se prendieron, sorprendiendo a Emma. Al mirar al frente de ella, había una enorme noria llena de luces brillantes, con un enorme cartel en neón que decía: “Querida Emma, ¿te quieres casar conmigo?” Ahora sí, las lágrimas q
— ¡No puedo creer que me esté haciendo esto a mí! – Steve dio un fuerte golpe en su escritorio con frustración y enojo. — Cálmate Steve, debe haber una solución, algo que podamos hacer … — Leo, tú mejor que nadie sabes lo que significa este capricho de mi padre y las graves consecuencias que me va a traer – Steve se pellizcó el puente de la nariz con cansancio. — Perderé mi puesto de CEO, el puesto que tanto trabajo me ha costado conseguir, ¡y ese imbécil, que nunca ha hecho nada, tendrá más acciones que yo! ¡Se convertirá en mi puto jefe! — Pienso que deberías reconsiderar lo del examen de fertilidad. Steve hay muchos adelantos en la ciencia, nuevas técnicas. — Lo que era imposible hace unos años, ahora se puede lograr. — Hay diversas mujeres dispuestas a alquilar su vientre como madres sustitutas o subrogadas— Leo, como cirujano capacitado, sabía muy bien de lo que hablaba. — Tu padre solo quiere un nieto biológico, de la madre que sea no debe tener importancia, supongo. — ¡J
— ¡¿Cómo que desaparecieron?! – Steve le gritó a Leo a través del celular. Todo el asunto del hijo y la empresa, lo tenían con un mal carácter de perro y el verle la sonrisita estúpida de suficiencia, en la cara de su hermanastro, no ayudaba en nada a su pésimo humor. Ahora, peores noticias. — Llamé al laboratorio y según ellos buscaron tus muestras por todos lados, pero con mucha vergüenza me comunicaron, que desaparecieron – Leo le dijo, imaginando el cabreo de Steve, aunque no era para menos. — ¡Me importa un comino su vergüenza! — ¡Sabes que todos los meses aún me llega la factura de su laboratorio, cobrándome por mantener mis muestras almacenadas en sus confiables instituciones! – Steve le dijo con sarcasmo, intentando calmarse. — Quiero una explicación Leo, a dónde fue a parar mi esperma, porque eso es algo serio y sirva o no, tampoco se puede desaparecer, así como así. — Ya les exigí una explicación, no te preocupes, se abrirá una investigación – respondió, intentando ap
— Dígame – Steve recogió el celular de la mesita de noche y respondió medio adormilado. — ¿Sr. Brown? – una voz femenina preguntó y Steve confirmó que era el Sr. Brown. — Señor, le hablo del laboratorio donde usted había dejado a nuestro cuidado sus muestras personales. — Disculpe si lo molestamos tan temprano, es un asunto un poco delicado y sabemos que usted necesita respuestas lo más pronto posible— comenzó a explicarle, captando la atención de Steve, que se sentó en la cama esperando las próximas palabras. — Todo parece indicar que su muestra fue utilizada por error en la inseminación de otra de nuestras pacientes. — ¡¿Qué?! – Steve ahora sí espabiló de una - ¿Cómo puede ser posible que algo así suceda en un sitio tan costoso e importante como su laboratorio? — ¡Me dieron toda la garantía de que mis muestras permanecerían bien almacenadas! La pobre señorita, que le había tocado la mala suerte de ser quien diera la noticia a este valioso cliente, quería que le salieran mil b
Cuando Emma vio al apuesto hombre que los había salvado, entrar por la puerta del cuarto, se limpió sus lágrimas lo mejor que pudo, e intentó verse algo decente a pesar de su depresión. — Gracias, Sr. Brown. — Le pregunté al doctor amable que me atendió, por su nombre, porque quería agradecerle todo lo que hizo por mí y mi bebé, eso no tiene precio – Emma lo miró con gratitud. — Nunca hubiese podido pasar de largo, después de ver un salvajismo como ese, ¿se ha estado recuperando bien? Steve le preguntó como para romper el hielo, a pesar de que Leo ya le había dicho la condición de la madre y el bebé. Emma le aseguró que todo estaba bien y no paraba de darle las gracias. — Con respecto a las facturas del hospital que pagó…si me da un tiempo, por favor…yo puedo…— con profunda vergüenza, comenzó a hablarle de la nueva deuda que había adquirido y no podía pagar con un simple gracias. — No se preocupe por el dinero del hospital, yo me encargo de todo. — De hecho, hay otro asunto mu
Emma agarraba su pequeño tesoro en los brazos, observando nerviosa por la ventanilla oscura, como el auto negro lujoso se detenía frente a una inmensa mansión, estilo hacienda. Antes de llegar aquí atravesaron kilómetros de bosque y jardines y Steve le dijo, que todo era parte de su propiedad privada, que su familia vivía en otra mansión, donde irían pronto a llevar al bebé a su padre. Una vez más, Emma se dio cuenta de que solo era una hormiga en el pie de este elefante, que la decisión que tomó no era tan loca al final. Miró a su bebé dormido con cariño, pensando que, al menos, toda esta situación, le había traído a su hijo, un padre con recursos que haría su vida más fácil. — Ya estamos aquí, si quieres, puedes dármelo, si tienes los brazos cansados o usamos el pequeño coche que le compré— Steve la miró un poco preocupado, porque la Sra. Green igual estaba recién recuperada, pero insistía en no separarse del bebé ni un segundo. — No importa… yo lo llevo…no, no, mejor, lo carga