— Dígame – Steve recogió el celular de la mesita de noche y respondió medio adormilado.
— ¿Sr. Brown? – una voz femenina preguntó y Steve confirmó que era el Sr. Brown.— Señor, le hablo del laboratorio donde usted había dejado a nuestro cuidado sus muestras personales.— Disculpe si lo molestamos tan temprano, es un asunto un poco delicado y sabemos que usted necesita respuestas lo más pronto posible— comenzó a explicarle, captando la atención de Steve, que se sentó en la cama esperando las próximas palabras.— Todo parece indicar que su muestra fue utilizada por error en la inseminación de otra de nuestras pacientes.— ¡¿Qué?! – Steve ahora sí espabiló de una - ¿Cómo puede ser posible que algo así suceda en un sitio tan costoso e importante como su laboratorio?— ¡Me dieron toda la garantía de que mis muestras permanecerían bien almacenadas!La pobre señorita, que le había tocado la mala suerte de ser quien diera la noticia a este valioso cliente, quería que le salieran mil bocas para disculparse y eso que aún no había soltado la bomba final.— ¡¿Qué hubiese sucedido si su equivocación tuviese consecuencias mayores?!— ¡Hubiesen fecundado el óvulo de una mujer desconocida que tendría a mi hijo y yo ni por enterado! – Steve le reclamaba, un poco aliviado ahora, de que, posiblemente, esas muestras no pudiesen embarazar a nadie, posiblemente…— Ese… ese es otro asunto que debemos hablar con usted… creo… creo, que debería venir a nuestro centro… el director…— Dígame claramente lo que tenga que decir sin rodeos – el corazón de Steve comenzó a latir con fuerza, cuando un mal presentimiento lo invadió.— Resulta que era el último intento de una de nuestras pacientes de inseminación artificial.— Lo había intentado en varias ocasiones con su esposo y ya le quedaba solo la última muestra disponible – la voz insegura y temerosa comenzó a explicarle— Se le aplicó la última inseminación y resultó efectiva, la paciente quedó embarazada, pero resulta que encontramos la muestra de su esposo, que supuestamente se debería haber utilizado, y la suya, que estaba almacenada cerca… desapareció…Steve se quedó en shock y congelado en el sitio.O sea que su muestra, que “no embarazaba a nadie”, se usó por equivocación en una extraña y resultó positivo el tratamiento.¿Él no era un inútil infértil?… espera, eso no era lo importante ahora mismo…¿Había una mujer que llevaba a su bebé o ya lo había dado a luz?Quizás ya era padre y ni siquiera lo sabía.— Dígame todos los detalles, los datos de la paciente y espero no me salga con eso de que es confidencial, porque ni siquiera me queda clara toda esta historia.— Por su bien, espero, que no me estén engañando – Steve le dijo enojado, pero por dentro, una mezcla de varios sentimientos lo invadían.*****— Aquí está finalmente el caballerito, listo para ser cargado por su mamá— la enfermera entró con una pequeña cunita móvil y dentro, un rosadito bebé, esperaba con hambre a recibir su leche.Emma tragó, con un nudo en la garganta.Gracias a la benevolencia de un desconocido, era que ella y su bebé estaban vivos, pero eso no quitaba el hecho de que su situación de vida, seguía siendo precaria.Ahora, salió de una deuda para entrar en otra. La cuenta de este costoso hospital, que no sabía ni como pagarla.La enfermera le pasó al bebecito lloroso, envuelto en mantas cálidas, y Emma lo agarró en sus brazos por primera vez, desde que lo dio a luz.El bebé había estado recuperándose y ella se extraía la leche para dársela en la incubadora.Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, mientras miraba a este pedacito de cielo que había salido de su cuerpo y que tanto esfuerzo le había llevado conseguir.Había luchado tanto y todo era en vano.Su bebé no tenía ni ropa propia que ponerse, porque todo lo que le compró había quedado tirado en la calle, junto con sus otros efectos personales.No sabía que había sido de sus cosas, pero ahora no le importaba nada, porque lo más importante para ella, al final, iba a ser arrancado de sus brazos.— ¿Cómo le va a llamar, aún no se le ha hecho la inscripción? – la enfermera le preguntó, viéndola llorar, pero pensaba que eran lágrimas de emoción.Esta pobre mujer se notaba que tenía una severa depresión y nada de apoyo familiar. Necesitaba ver con urgencia a un psicólogo.Cuando le preguntaron por algún teléfono para llamar a su familia o al papá del bebé, les dijo que no tenía ninguno.— ¿Su nombre? – Emma miró a su hijo, a sus ojitos oscuros, succionando glotón su leche, mientras movía su manito, que Emma tomó con suavidad y acarició.Por supuesto que había pensado en el nombre de su bebé, su pequeño Gabriel, pero ahora, ¿acaso tenía derecho de nombrarlo?¿Para qué, si quizás sus nuevos padres se lo cambiaran por otro?— Yo, no sé, que nombre ponerle – mintió, cerrando los ojos con dolor, el dolor más crudo que había sentido en su vida.Quería gritar como loca al cielo por tantas injusticias y más, cuando llegó el momento de decir adiós y la enfermera tomó al bebé de sus brazos.“No me odies, hijo mío, nunca dudes de lo mucho que tu madre te ama. Todo lo que estoy pensando en hacer, será por tu bien, para que puedas tener una buena vida, que yo no te puedo dar”.— No me lo traiga más, por favor, yo le enviaré la leche— dijo las palabras más difíciles que había pronunciado nunca.— Pero… — la enfermera no entendía por qué le estaba pidiendo ese absurdo, cuando se notaba en sus ojos todo el amor por su bebé.Cuando llegó grave, nunca suplicó por su vida, todo lo que gritaba era salven a mi hijo.— Yo, estoy pensando darlo en adopción – Emma le dijo, sin poder evitar sollozar a continuación.Por supuesto que quería ver a su hijo. Desde que supo que sería madre lo había estado esperando cada segundo de su vida.A pesar de sus deudas, tenía un fondo para su bebé. Todas sus necesidades cubiertas.No importaba lo demás, pero su hijo debía estar bien.Pero ahora, qué tenía.Con lo que le quedaba en el banco pagaría, para que su hijo completara su estancia en este costoso hospital privado y ella, se iría a recuperar a donde fuera, un albergue comunitario, debajo de un puente, no sabía bien.Emma podía pasar penurias, trabajar en cualquier cosa, pero no podía exponer así a una criatura tan pequeña y delicada.Creyó incluso que, si lograba trabajar rápido, quizás estabilizaba su situación, sin embargo, ni siquiera había estudiado nada o tenía un título capacitado.Mientras lograba trabajar, quién cuidaría de su hijo, cómo lo alimentaría cada tres horas.Por mucho que buscó soluciones, siempre la llevaban al mismo final y se sentía una cobarde y egoísta.Ella solo había condenado a su bebé a una mala vida.Por momentos, hasta se arrepintió de haberse obsesionado con eso, quizás el destino le estaba diciendo a gritos, que ella no había nacido para ser madre.La enfermera se quedó sin palabras, acostó al bebé en la cunita y decidió darle espacio a la paciente, para que desahogara su angustia.Ya hablaría con su doctor para que le dieran alguna terapia psicológica, algo que la ayudara a salir de la inestabilidad emocional que presentaba.Afuera, por la puerta entreabierta, Steve había escuchado la conversación y la verdad, era que tenía muchos sentimientos encontrados.Cuando la enfermera salió con la cunita, le pidió por favor para ver al bebé.— Ah, Sr. Brown, por supuesto, después de todo este pequeño le debe la vida— la enfermera, que lo conocía, tomó al bebé y lo colocó en sus brazos.Steve solo quería mirarlo en la cuna, pero de repente se vio con un pequeño bebecito en sus brazos, que sostenía con torpeza y hasta miedo.Era tan pequeñito, se veía tan vulnerable y al mirar a sus ojitos negros, iguales a los de él y sabiendo que este era posiblemente su hijo, sangre de su sangre, su corazón comenzó a latir con sentimientos de amor paternal y protección.“Bebé, la verdad es que llegaste de manera tan inesperada e increíble, que solo puedo pensar que eres mi milagro. Si realmente soy tu papá, te cuidaré y protegeré para siempre.”Bajó la cabeza y le dio un suave beso al bebé en la frente, que bostezó adormilado.— Por favor, trátelo con lo mejor que tengan disponible— instruyó y la señora, le dijo que así lo estaban haciendo.Steve se lo entregó a la enfermera y vio como esta, se lo llevaba en la cunita móvil por el pasillo.Suspiró, debido a la conversación incómoda que sostendría a continuación y entró con suavidad al cuarto, de la probable madre de su hijo.— Hay algo muy importante que tengo que decirle, algo que cambiará la vida de ambos.— Su bebé, es posible que sea mío, mi hijo biológico.— ¡¿Qué?! ¿Está usted loco?Cuando Emma vio al apuesto hombre que los había salvado, entrar por la puerta del cuarto, se limpió sus lágrimas lo mejor que pudo, e intentó verse algo decente a pesar de su depresión. — Gracias, Sr. Brown. — Le pregunté al doctor amable que me atendió, por su nombre, porque quería agradecerle todo lo que hizo por mí y mi bebé, eso no tiene precio – Emma lo miró con gratitud. — Nunca hubiese podido pasar de largo, después de ver un salvajismo como ese, ¿se ha estado recuperando bien? Steve le preguntó como para romper el hielo, a pesar de que Leo ya le había dicho la condición de la madre y el bebé. Emma le aseguró que todo estaba bien y no paraba de darle las gracias. — Con respecto a las facturas del hospital que pagó…si me da un tiempo, por favor…yo puedo…— con profunda vergüenza, comenzó a hablarle de la nueva deuda que había adquirido y no podía pagar con un simple gracias. — No se preocupe por el dinero del hospital, yo me encargo de todo. — De hecho, hay otro asunto mu
Emma agarraba su pequeño tesoro en los brazos, observando nerviosa por la ventanilla oscura, como el auto negro lujoso se detenía frente a una inmensa mansión, estilo hacienda. Antes de llegar aquí atravesaron kilómetros de bosque y jardines y Steve le dijo, que todo era parte de su propiedad privada, que su familia vivía en otra mansión, donde irían pronto a llevar al bebé a su padre. Una vez más, Emma se dio cuenta de que solo era una hormiga en el pie de este elefante, que la decisión que tomó no era tan loca al final. Miró a su bebé dormido con cariño, pensando que, al menos, toda esta situación, le había traído a su hijo, un padre con recursos que haría su vida más fácil. — Ya estamos aquí, si quieres, puedes dármelo, si tienes los brazos cansados o usamos el pequeño coche que le compré— Steve la miró un poco preocupado, porque la Sra. Green igual estaba recién recuperada, pero insistía en no separarse del bebé ni un segundo. — No importa… yo lo llevo…no, no, mejor, lo carga
— Steve, ¿qué tipo de broma es esta? – Augusto, su padre, lo enfrentó con una expresión molesta.— Ninguna broma padre, no dijiste que querías ver antes de morir a tu primer nieto, pues te presento a mi hijo biológico, el pequeño Gabriel Brown— respondió caminando hasta donde estaba el anciano sentado y agachándose para mostrarle al bebé, que tenía sus grandes ojos abiertos, como si curioseara a todos los presentes.Augusto miró hacia el niño y sin ninguna prueba, supo que Steve no mentía. Este bebé era de su familia, porque casi parecía una réplica de su hijo cuando nació.No obstante a eso, mantuvo su cara de palo tieso y no mostró sus emociones, como siempre.— Espero, que también hayas traído la prueba legítima de paternidad del bebé y me gustaría saber, cómo has creado un hijo, así por arte de magia— ¿Eso no llevaba mínimo 9 meses? - lo miró alzando una ceja— Por supuesto que traje todo lo necesario — ¡César, muéstrale a mi padre el documento! – le pidió a su chofer, guardaes
Emma estaba un poco preocupada por la comida del bebé. Gabriel se había quedado dormido y ella lo vigilaba en el cuarto que pertenecía a Steve en esta gran mansión de sus padres.El bebé se había llenado antes de salir de la hacienda, pero a las tres horas estaría de pie exigiendo su leche.Emma, cada vez se asombraba más por el poder de esta familia, pero también le dio un poco de temor los enfrentamientos en la sala.El dinero trae comodidades, pero también luchas de poder y ya iba entendiendo que el papel de su hijo, era un poco crítico en el medio de estos chacales.Steve le había tranquilizado, diciéndole que él los protegería de todo el peligro.¿Sin embargo, siempre podría hacerlo?Como si sus palabras se estuviesen poniendo a prueba, una doncella que tocó la puerta le dijo que la señora solicitaba verla.— Pero, no puedo ir, el bebé…— Yo lo vigilo, no se preocupe, yo lo cuido bien – la señora mayor la tranquilizó— le aconsejo que vaya o puede meterse en problemas.Le advirtió
Steve estaba sumamente agotado y con hambre. La verdad era que podía pedir comida para llevar en la oficina, pero ya se quería regresar a su casa y pasaría por la cocina, como otras veces, a picar lo primero que viera frío en la nevera.Cuando abrió la puerta de entrada, un olor lo recibió. El olor a comida caliente recién hecha, el olor a hogar.Solo cuando su esposa estaba viva, lo esperaba hasta tarde y le tenía preparado algo ligero, para que él se fuera lleno a la cama.No sabía que extrañaba tanto esta sensación, hasta que lo experimentó hoy ¿quién estaba en la cocina a esta hora?Se quitó el saco, dejó el maletín de cuero con los documentos del trabajo sobre el sofá y caminó hacia la luz, aflojándose la corbata.Antes de llegar, escuchó la voz de Jennifer, hablando con alguien.— Entonces, es mejor que sigas así, mientras sepas cuál es tu lugar y no lo olvides, estaremos en paz, pero en el momento en que solo sospeche que andas de resbalosa, me vas a conocer de verdad.— ¿Y c
— ¿Así que mi madrastra se atrevió a dar el paso de tentarte? — Típico de ella – Steve concluyó, después de que Emma le confesara toda la conversación desagradable que tuvo con la Sra. Brown, en lo que él comía, como si no hubiese un mañana. — Este es el anillo que me dio como soborno para que le informara todo en esta casa con respecto al bebé – le pasó el costoso anillo que había estado guardando con cuidado — En realidad no quería aceptarlo, pero ella me dejó sin opciones. — ¿Tienes una idea de cuánto puedes sacar de este anillo? — No es para hacerse millonaria, pero sí para escaparte con el bebé y empezar tu vida lejos – le dijo Steve, mirándola con seriedad. — Usted, no pensará que yo he considerado traicionarlo – Emma le respondió con una mezcla de asombro y enojo. — ¿Lo harías Emma? — ¿Te imaginas lo bien que te pagaría esa arpía por saber los secretos detrás del bebé? — Y qué mejor persona que la propia madre del niño – Steve no dejó de examinarla con sus profundos ojo
Emma se debatió entre quedarse con el bebé o ir a ver a la manda más de la hacienda.Revisó la radio, porque le parecía muy raro que no la hubiese escuchado, y cuando buscó en el compartimento de las baterías, resultó que faltaba una.Emma recordó a la doncella que entró cuando ella estaba en el baño por la mañana.De seguro fue esa lamebotas quien hizo esta maldad, pero sabía que dar las quejas era por gusto y más, cuando seguro seguía las órdenes de su jefa.La pelinegra rebuscó en la mesita de noche, donde afortunadamente tenía más repuestos, comprobó que funcionaba y decidió seguir la corriente para no buscarse problemas.Por mantenerse al lado de su hijo, haría lo que fuera.— Cierra la puerta cuando pases – Jennifer la recibió, mientras le daban un masaje en la espalda.— He estado mirando que tienes mucho tiempo libre porque el bebé, pasa casi todo el tiempo durmiendo o tranquilo en su cuna, así que he hecho un horario para tiComenzó a decirle y le hizo señas a su doncella par
Steve se quitó la corbata y tiró el saco sobre el sillón del cuarto.Se abrió los botones de arriba, de su camisa celeste y caminó hacia la puerta que separaba los dos cuartos. ¿Ella seguiría molesta por la discusión de ayer? Ni siquiera lo esperó como anoche. Comenzó a pensar como un viejo resabioso y mezquino.Abrió la puerta de la habitación suavemente y entró sin hacer ruido.Primero fue a la cuna y vio al bebecito con su piyama puesto, que decía “Amo a papá”.Steve sonrió con ternura y acomodó la cobija porque se había destapado.“Descansa hijo mío. Prometo sacar más tiempo libre para pasarlo juntos” pensó mientras acariciaba su pelo oscuro.Luego fue hasta la cama, donde la cara de Emma se iluminaba por la suave luz de la lámpara de noche que siempre dejaba prendida.Steve se sentó en el borde de la cama y se quedó mirándola.“Mala mujer, ni siquiera te preocupas porque el padre de tu hijo llegó muerto de hambre” le reclamó como si fueran una pareja de esposos.Miró su rostro