Al otro día, Steve se levantó con el cuerpo, todo pegajoso de tanto sudar, pero más recuperado.Al menos la fiebre ya había bajado y la cabeza no dolía como si se la hubiesen abierto a la mitad.Miró alrededor buscando a Emma. La recordaba cuidándolo toda la noche, en sus momentos de estar medio dormido.Steve se pellizcó el puente de la nariz suspirando, arrepentido por haberla hecho pasar tan mal momento.Como si no tuviese suficiente con cuidar un bebé a todas horas.Se levantó, estirando todos los músculos adoloridos y caminó hacia el baño, se lavó un poco, cepillándose y se acomodó el nido de cabello negro desordenado que tenía en la cabeza, con algunas canas dispersas por ahí.Antes de bañarse quería verla, decirle que estaba mejor y agradecerle. Caminó hacia su habitación y pasó por la puerta corredera semiabierta.— ¿Emma? – la llamó bajo, con la voz ronca de recién despierto.Sus pasos lo llevaron a la cuna de su hijo, que dormía plácidamente. Como siempre, la ternura era
— Steve, yo…— Márchate, ya escuché lo que necesitaba. — Usted y yo, luego hablaremos – le dijo al mayordomo que lo miró suplicante, pero entendió que era peor quedarse, para lo que vendría a continuación, así que salió con rapidez, cerrando la puerta.Al pasar por al lado de Jennifer, ella le dio una mirada mortal, con la cabeza aún baja, pero ya el viejo mayordomo no le tenía tanto miedo como antes.Comprendió, que solo estaba temiendo un farol y que tendría que haberla delatado hace mucho tiempo.Ella no iba a ser la Sra. Brown ni sería nadie, posiblemente la echaran primero que a él.— Siéntate – Steve se sentó en uno de sus sofás de cuero negro y le indicó con la cabeza, que se sentara en el mueble frente a él.Jennifer obedeció más mansa que una paloma, casi no podía tragar del nudo que tenía en la garganta.— Aquí mismo tuvimos una conversación, donde te pedí amablemente que trataras bien a Emma, que ella cuidaría solamente al niño Steve comenzó a hablar con un tono mortal y
El corazón de Emma latía desbocado y sin control.Casi quería retroceder el tiempo para volver a oír con detenimiento la conversación y estar segura de que no escuchó mal.¿El Sr. Brown dijo que ella le gustaba? Todas esas confesiones que hizo ¿Serían verdad?Se llevó la mano al corazón y los pensamientos en su cabeza estaban trabajando a mil por hora.No debería ser el caso, seguro se lo dijo para tomarla como un escudo y deshacerse de esa molesta mujer. Claro, debió haber sido eso, cómo un hombre tan bien parecido y millonario, se iba a fijar en una mujer como ella.La alegría del descubrimiento se fue transformando en desilusión.Bajó preocupada, porque Steve se había ido echo una fiera y a Emma le preocupaba que al enfrentar a la cuñada, comenzara a decir mentiras como siempre y a difamarla de no cuidar bien a Gabriel. Los gritos salían a través de la puerta y al acercarse, escuchó el contenido de la conversación.Apenas y le dio tiempo a esconderse cuando se percató de que Jenn
Cuando Steve llegó al hospital, ya le habían hecho los primeros auxilios a Jennifer y estaba fuera de peligro su vida. — Ella despertará en un rato, cuando se le pase el efecto del sedante. — Es obvio que tendrá que tomar terapia con el psiquiatra y que, una vez más, intentará presionarte de esta manera, ¿qué piensas hacer ahora?Leo, como siempre, se vio arrastrado, incluso en su día libre, en las desventuras de la vida de Steve.— No te preocupes, sé lo que tengo que hacer— respondió pasando al cuarto privado, donde Jennifer descansaba. Steve se quedó mirándola por un rato, sentado en el sillón a su lado. Jennifer era muy parecida a su hermana Paula, su difunta esposa.Por lo menos en apariencia, porque su personalidad era muy diferente. Paula era una mujer increíble, hermosa e impetuosa, pero a la vez dulce y elegante. Podía montar un caballo al estilo vaquero y parecer una dama refinada. Steve había llorado y mucho su muerte. Estaba enamorado de su mujer y se sumió en su m
Los días pasaron en relativa tranquilidad y parecía que todo iba encontrando el camino correcto.Winona se había mudado con su madre y ya Steve había decidido preocuparse por la pequeña, pero no involucrarse a fondo nunca más en ese asunto.Se hizo una costumbre, que Steve llegara a su casa y cierta pelinegra lo estuviese esperando con una cena caliente, incluso comenzó a llegar a tiempo para comer con ella en el comedor, como hace rato no hacía desde que su esposa había fallecido.Hablaban de sus cosas cotidianas, del bebé, principalmente, que hasta sus pedos apestosos le parecían lo más tierno del mundo.Aprendían de sus gustos, de su pasado y así, ese frágil vínculo se fue fortaleciendo y ambos continuaban superando las barreras de su corazón, conociéndose el uno al otro.— Emma, necesito viajar unos días al extranjero para cerrar un trato muy importante de la compañía – Steve le comunicó un día en lo que cenaban juntos.— La verdad, es que no quiero que te quedes sola aquí en la h
Steve saboreó esos labios que tanto había codiciado, comenzó explorando por fuera, con suavidad, conociéndose por primera vez, pero le gustó tanto lo que encontró, que su codicia crecía a pasos gigantes. Llevó una mano hasta la mejilla de ella y luego se separó unos milímetros, solo por un segundo, respirando ambos agitados, para recorrer con su dedo pulgar el regordete labio inferior, que se moría por mordisquear y así lo hizo.Emma sintió, como los dientes del magnate aprisionaron su labio inferior, chupándolo, provocándola y gimió de placer en respuesta.Una lengua se coló dentro de su boca, buscando la suya, probando el sabor afrutado del vino que tomaron en la cena. La otra mano de Steve fue bajando, acariciando su cintura y la curva de su cadera. Dieron varios pasos cortos hacia atrás, sin dejar de besarse apasionadamente, cuando el marco de la puerta, encerró a Emma entre la madera y el fuerte y masculino cuerpo, que ahora la disfrutaba en profundidad, sin darle oportunidad
Steve quería hablar con Emma al respecto, pero el momento tampoco era el oportuno y ella enseguida se preparó para salir de compras.Decidieron dejar a Gabriel a cargo de una cuidadora profesional y vigilado en todo momento por Emma, a través de una cámara, para que se pudiese ir en paz.— Ve conmigo en el auto, me dejan en la compañía y luego César te lleva a la tienda departamental - Steve la guio al auto, sin darle tiempo a negarse. Al final, se sentaron los dos en el asiento trasero del coche, en medio de un silencio incómodo.— Hoy tengo una reunión, pero saldré temprano para acompañarte.— No te preocupes, todo está listo para que pases un día agradable, incluso puedes invitar a alguna amiga, para que no estés sola. — Relájate, llevas todo este tiempo, encerrada en la hacienda. — Sigo pensando que podríamos contratar a una persona que te ayudara con Gabriel, para que pudieses descansar, salir sin tanto estrés – le volvió a sugerir, mirándola como ella estaba en el otro extrem
— Creo que se confundió de tienda, o más bien de edificio. El pulguero queda en otro sitio – la mujer muy bien vestida, que se notaba con buenas posibilidades, la miró de arriba abajo, como si fuese basura.— Disculpe, pero, creo que estaba en una conversación privada con la señorita, nadie le ha pedido su opinión – Emma le respondió un poco molesta.¿Desde cuándo ser humilde era un crimen? No todos nacían con la cuchara de oro o de plata en la boca. La suya no había sido ni de latón.Que aguantara los abusos de Jennifer, había sido por su hijo, por él, lo soportaría todo, pero no era de las que se quedaba callada mientras la ofendían sin razón.— Cada día esta tienda pierde más exclusividad, si dejan entrar a cualquier chusma a este sitio – la señora pensó que Emma bajaría la cabeza y se escondería como un avestruz, ¿cómo se atrevía a responderle?— Esta señorita que te atiende, está dejando de guiar a un cliente, que sí va a comprar, para perder el tiempo con alguien como tú, que s